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Archive for julio 2015

Why I fight

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Me encuentro leyendo la autobiografía de Ronda Rousey, campeona peso gallo del UFC, recientemente nombrada como la «atleta más dominante del planeta». Nunca he sido su fan, tal vez la apoyé en su primer pelea pero después de ver su actitud y personalidad en un reality show, terminé siempre apoyando a sus rivales en cada pelea (a pesar de que a todas les ha pasado por encima). Admito que, en efecto, es una de las principales figuras de mi deporte favorito y, como tal, reconozco cada uno de sus logros (si no, no leería su autobiografía).

De cualquier modo, al comenzar la lectura del libro me enamoré de inmediato del primer capítulo, titulado ‘Why I fight’, pocas veces me he visto tan reflejado. En este primer capítulo, que sirve a modo de introducción, ‘Rowdy’ nos explica porqué pelea. Definitivamente, peleo por las mismas causas que quiero compartir:

I am a fighter.

To be a fighter, you have to be passionate. I have so much passion, it’s hard to hold it all in. That passion escapes as tears from my eyes, sweat from my pores, blood from my veins.

So many people assume that I’m cold and callous, but the truth is you need a big heart to fight. I wear my heart on my sleeve, and I have had it broken too. I can compete with broken toes or stitches in my foot. I can take a hit without batting an eyelash, but I will burst into tears if a sad song comes on the radio. I am vulnerable; that’s why I fight.

[…] Some lost battles are small. Getting cut off in traffic. Taking shit from a boss. The everyday slights that drive us up to the edge. Some lost battles are life altering. Losing someone you love. Failing to achieve the one thing you have worked hardest for.

[…]

I fight to make the people who love me proud. To make the people who hate me seethe. I fight for anyone who has ever been lost, who has ever been left, or who is battling their own demons.

[…] Life is a fight from the minute you take your first breath to the moment you exhale your last. You have to fight the people who say it can never be done. You have to fight the institutions that put up the glass ceilings that must be shattered. You have to fight your body when it tells you it is tired. You have to fight your mind when doubt begins to creep in. You have to fight systems that are put in place to disrupt you and obstacles that are put in place to discourage you. You have to fight because you can’t count on anyone else fighting for you. And you have to fight for people who can’t fight for themselves. To get anything of real value, you have to fight for it.

I learned how to fight and how to win. Whatever your obstacles, whoever or whatever your adversary, there is a way to victory.

Here is mine.

Jamás me sentí tan identificado con una persona que sigo sin apoyar en el sentido héroe-fanático, pero que me invita de grandiosa manera a adentrarme en las páginas que ha escrito sobre su vida y logros hasta el día de hoy. Yo también lucho todos los días, mi corazón también desborda pasión y en verdad me esfuerzo por impresionar y hacer que las personas a las que amo se sientan orgullosas de mí.Y no, yo no me rindo.

Been there, read that (CXXXVI)

Himmler según la correspondencia con su esposa (1927-1945)

Aut. Katrin Himmler, Michael Wildt

[…]

Los ancestros y sobre todo el valiente pueblo alemán nos protegerán y no dejarán que nos hundamos.

Os mando, a ti, mi querida mami, y a ti, mi querida Muñequita, muchos abrazos y besitos.

Heil Hitler! Con amor,

Vuestro papi

La-ultima-carta-de-Heinrich-Himmler--Heil-Hitler-Con-amor--vuestro-papiFueron éstas, las última palabras que Heinrich dirigió a su esposa y a su hija, un 17 de abril de 1945, cuando el final de la guerra se avistaba. Después de esta despedida, en la que era claro que la victoria final de Alemania sólo sería factible en las manos de Dios, Himmler trataría de negociar con los aliados por cuenta propia para después fracasar, ser capturado y, finalmente, tragar una píldora de cianuro que daría fin a su existencia durante su estancia en la cárcel.

La historia de Himmler a través de cartas, es todo menos previsible. Es fácil imaginar textos llenos de odio y palabras que profetizasen el exterminio que se cerniría sobre el pueblo judío a partir de 1939; sin embargo, lo que encontramos son misivas llenas de cariño hacia los seres queridos del jefe supremo de las temibles SS. Utilizo la palabra cariño porque amor no es el adjetivo con el que podrían describirse, de alguna manera se siente la ausencia del sentimiento.

No era para menos, las cartas comienzan apenas un par de días desde que Marga y Heinrich se conocen en una estación del tren en 1929 y no paran hasta abril de 1945, mes en el que la victoria aliada ya era una realidad. Siempre preguntando por su hija, siempre enviando regalos (libros, álbumes, chocolates), observamos a un Himmler que se deshace en tratos especiales para su esposa y que no deja de escribirle aún en los días más ajetreados. Es curioso ver qué tan detallista puede ser el monstruo que todos imaginan como líder y administrador de los terribles campos de concentración. Tal parece que supo encontrar la perfecta división entre familia y trabajo.

Debo admitir que por aquello que menciono en el párrafo anterior, la lectura de las cartas puede llegar a ser tediosa cuando no se mencionan detalles importantes de la guerra y toda comunicación se reduce a la cuestión de qué regalos dar en navidad o cómo se podría resolver algún problema con respecto a las gallinas de la granja; no por esto, deja de ser un título que complementa el conocimiento biográfico del personaje que nos proporciona un punto de vista distinto: el del hombre de familia que se toma su tiempo aún en la tormenta para llenar de besos y cariños escritos a su familia.