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Mi 2019 en libros…

Maleducados con doctorado

22 diciembre 2019 1 comentario

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Todos los días nos encontramos con sabios sin estudios y maleducados con doctorado. Hay personas que aprendieron a diseñar un puente, pero no saben ni dar los «buenos días», otros que descifran los enigmas de bolsa de valores, pero no el valor de un «gracias» y un «por favor». Dice más de tu educación cómo tratas a un mesero que cada uno de tus títulos y cursos juntos; habla más de tu abundancia cuánto dejas de propina por un buen servicio que el color de tu tarjeta de crédito.

Los grados dicen mucho, pero hacen poco. Cada uno de nosotros, desde su trinchera debe empujar por un cambio educacional de sus países para que los programas de estudios incluyan, junto al grado, educación. Nuestros institutos y universidades despachan productos incompletos: jefes que no son líderes, maestros que no son mentores, profesionales que no son emprendedores, estudiantes que no son estudiosos y licenciados que no se dan licencia para soñar.

[…]

El conocimiento no es entendimiento, recitar libros letra por letra es sinónimo de memoria no de inteligencia, no de astucia ni destreza.

[…]

Las mentes inteligentes están dispuestas a aprender, pero sobre todo a desaprender y siempre tienen los oídos prestos al entendimiento. Aprender sin disciplina no es eficiente, hacerlo aplicando sistemáticamente te hace eficaz. Si además incluyes la honestidad, hallarás una efectividad extraordinaria.

– Daniel Habif en Inquebrantables

Presumen doctorados y puestos administrativos, pero por dentro por siempre estarán podridos. Y su labor y su legado serán tan efímeros y reemplazables como la envoltura de la goma de mascar.

Been there, read that (CLXXXII)

El día que no fue

Aut. Sandra Lorenzano

81BsuBkMHHLEste definitivamente fue un libro complejo, sumamente complejo. En un principio, cuesta trabajo dilucidar la intención de la historia con que nos encontramos: definiciones del miedo, poemas a las desaparecidas y asesinadas, cartas a un amor peligroso que ya no es, temor a la venganza, incomprensibilidad a la falta de empatía de quienes nos rodean.

El día que no fue es la narración en primera persona de una mujer anónima que abandonó la zona de confort de una relación tradicional para encontrarse con el verdadero amor en una mujer que, muchos años después, terminará abandonándola por causas sumamente juveniles; a saber, un correo electrónico con un tono demasiado amigable que la protagonista ni siquiera contestó. A partir de ahí, todo se traduce en miedo. Ese miedo que teníamos de que la persona más cercana, aquella que conoce absolutamente toda nuestra vida, nuestras motivaciones y nuestras ilusiones, se convirtiera en el peor enemigo.

Pero el miedo de esa situación se exacerba. La protagonista piensa que X se aparecerá cualquier día para asesinarla, y eso la transporta a otras épocas, otros países, otras situaciones. El miedo a las dictaduras, el miedo a desaparecer de un día para otro sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo. Piensa en el número de veces que una mujer puede gritar antes de ser asesinada, piensa en las mujeres exiliadas y piensa en las mujeres que lucharon y se rebelaron.

El miedo está siempre presente, el miedo nunca se irá. Pero de eso a que se materialice, hay un largo trecho. Nos encontramos con una novela que es, al mismo tiempo, un largo poema, es difícil encasillar todo en un género. Sin duda es una lectura sumamente actual, le leía mientras mis redes se llenaban de noticias sobre las marchas feministas y el grito desesperado en contra de la violencia de género. Jamás me sentí tan inmerso en un tema que por momentos se figura tan ajeno.

A pesar de su corta extensión, no es un libro que se digiera fácilmente, requiere sus momentos de reflexión. Es una historia que se debe pensar en interiorizar. Es una obra que ayuda a ponerse en los pies de toda mujer que se encuentra harta de sentir miedo, de no saber cuándo le puede tocar a ella, de no encontrar descanso de aquello que más teme.