Archivo

Posts Tagged ‘Puebla’

Been there, read that (CCLIX)

Falsa liebre

Aut. Fernanda Melchor

Fernanda Melchor es una escritora maravillosa, no importa lo crudo, lo indignante, y lo sucio que sea lo que narre, no puedes dejar de encontrar belleza en su escritura. Tuve la suerte de leer Temporada de huracanes, justo cuando lo colocaban por primera vez en las estanterías de novedades y, cuando terminamos de leerlo, tanto mi papá como un servidor no pudimos hacer otra cosa más que esperar el siguiente libro. La sensación de la lectura no atenuó ni un poco con Páradais, por el contrario, nació la necesidad de leer más de Melchor. Nos encontramos entonces Aquí no es Miami, y no sólo era la narración, sino la forma en que, siendo veracruzanos, nos identificamos de inmediato con los eventos descritos y las escabrosas pero bellas leyendas urbanas propias del puerto.

Curioso fue, que por más que busqué, no encontré un sólo ejemplar de su primer libro, Falsa Liebre, y los que se encontraban a la venta, rebasaban por mucho el costo de un libro tradicional; como el primer libro de un verdadero autor consagrado. Por fortuna, la editorial Random House, escuchó mi ruego (y probablemente, de muchos lectores más) y publicaron en 2022 una nueva edición que un compañero de entrenamientos me regaló en mi cumpleaños. Más regalos así. Por supuesto que suspendí todas las lecturas del momento para entrar una vez más a los relatos urbanos/jarochos de esta gran escritora.

Nuevamente nos encontramos en la zona más pobre de la ciudad, donde dos «hermanos» conviven con una tía maltratadora que orilla a uno de ellos a huir a la casa de un hombre que lo aprisiona y lo mantiene sólo para satisfacer su deseo erótico. Por otro lado, dos personajes que bien identificaremos como los chavos del barrio, se dirigen a una fiesta que promete un poco de satisfacción y placer que no encuentran en su existencia rutinaria. Todos ellos verán entrecruzados sus destinos en un desenlace por demás trágico y sangriento.

Como siempre, lo crudo, lo sucio, lo bajo, hará acto de presencia en una narrativa difícil de dejar de lado. La sucesión de eventos provoca un ansia que sólo se satisface al leer otra página, y otra, y otra más. No importa si no conocías a Fernanda Melchor, no importa si ya la traías en la mente, cada una de sus novelas es una lectura obligada. Una de las grandes plumas de esta generación.

Been there, read that (CCXXXVI)

Impala

Aut. Juan Carlos Reyes

Conocí a Juan Carlos en mi época universitaria; fungió como profesor asesor del semanario estudiantil en el que serví como editor en jefe. De entre los tres asesores con los que conviví durante dos años de labor, él fue el más comprometido y de quien más aprendí. Todavía recuerdo la presentación de su cortometraje, Silla eléctrica para moscas, en un bar cercano a la universidad y lo mucho que admiré su nivel de imaginación para escribir tales ocurrencias. Es de este modo, que no pude evitar el correr a la librería de confianza y adquirir su nuevo libro cuando lo anunció en sus redes sociales.

Justo como lo esperaba, Impala resultó ser todo un viaje literario. Siendo honesto, me cuesta trabajo escribir una reseña imparcial de la obra de alguien a quien conozco personalmente, así que me limitaré a dar unas impresiones muy muy básicas.

Los cuentos contenidos en Impala son vivencias, son recuerdos, son añoranzas; son esos fragmentos de vida que no se pueden expresar en un lenguaje común y corriente; son relatos y son ensayos que requieren de la subjetividad: necesitan de lo abstracto pues en la abstracción es que encuentran significado.

Y es que, a pesar de la confusión que causa el bombardeo de palabras, te sientes identificado con el eco, con los cuervos, con el astronauta. Te «picas», quieres saber qué es lo que sigue, de qué se trata la página que conecta.

Impala no es literatura ligera, aunque sí es literatura veloz. Las lecturas escurren como granos de arena que escapan por entre los dedos pero su impacto produce contusiones en la cabeza. No creo que sea el tipo de lectura que busca el receptor ordinario, pero con un poco de atención lo puede llegar a disfrutar en demasía.

Been there, read that (CCXIX)

Páradais

Aut. Fernanda Melchor

Si de algo quedé prendado al leer por primera vez a Fernanda Melchor, fue de esa forma que tiene de narrar tan despreocupada y de su carente estructura tradicional al escribir, es decir, de esa forma que emula a tu abuelita o tía chismosa contándote un chisme: sin puntos y apartes, sin párrafos que separen ideas, pasando de una idea a otra sin hacer una pausa para marcar el cambio de tema. Y encima de todo, la autora es un híbrido de ser humano veracruzano/poblano tal y como lo es un servidor. Bajo tales antecedentes, era de esperarse que, al enterarme de la salida del nuevo libro de la escritora, no perdiese el tiempo en adquirirlo, salidito del horno.

Páradais, no me decepcionó, por el contrario, me recordó lo divertido que es la narración de Fernanda y de lo culpable que uno se puede sentir al divertirse con las temáticas que ella aborda en su obra. Si bien Temporada de Huracanes nos ponía tras la pista del asesino de una bruja travesti a la que un pueblo en proceso de abandono tenía como ser de mitología urbana; en Páradais, seguiremos la relación entre Polo y Franco, dos adolescentes que pertenecen a mundos diferentes y que tienen como punto de encuentro común el muelle improvisado de un lujoso conjunto residencial. Franco es un junior obeso que vive con sus abuelos a los que se la pasa estafando en ese fraccionamiento, mientras que Polo es un muchacho que a regañadientes se ha convertido en el jardinero del mismo lugar.

Si bien Polo siente un intenso repudio hacia el gordo, este asco se ve superado fácilmente por el gusto de alcoholizarse con las bebidas que Franco provee con el dinero que le roba a sus abuelos. Así pasan los días, al joven jardinero lo único que le interesa es embrutecerse para así poder olvidar a la prima embarazada que tiene en casa y los reclamos diarios de su madre; mientras que Franco sólo se preocupa por masturbarse pensando en la ama de casa vecina, la esposa de un empresario que despierta las más bajas pasiones en el obeso mocoso.

Un día, Franco toma la decisión de cogerse a la vecina a como dé lugar y, conociendo a la perfección las rutinas de la familia, emprende un terrible plan que implica una violación y asesinato en el hogar de la provocadora mujer. Polo no está de acuerdo, pero en las posesiones que se podrían extraer de la casa de aquellas personas, reconoce la posibilidad de mejorar su situación económica lo suficiente para escapar de la vida que detesta. Es así que ambos personajes establecen una alianza condenada a la tragedia.

Violencia y desigualdad son los dos temas que engloban las acciones de los dos protagonistas de esta historia que se vuelve adictiva y que no permite dejar esta novela corta hasta que se ha digerido por completo. La autora es sumamente hábil en el desarrollo de las sórdidas motivaciones de los personajes y su icónica forma de expresarse. Páradais es, sin duda, una lectura ligera pero bien profunda en los temas que aborda y a los cuáles, la gente de a pie, nos enfrentamos a diario.

Been there, read that (CXCVII)

Naufragio

Aut. Juan Hernández Luna

naufragioNo saben cómo amo a los personajes del estilo de Hank Chinaski, perdedores irreverentes e insulsos con algo que nos falta a muchos, suerte. Es raro encontrar a alguno de esos personajes que no sea sólo una imitación o emulación del arquetipo establecido por Hank o por Fante; al menos eso pensaba hasta que leí Las mentiras de la luz y Tabaco para el puma de Juan Hernández Luna, una mezcla del detective de novela negra y del alcohólico nihilista bukowskiano.

Lo que es todavía mejor, disfrutar de las aventuras del protagonista cuando éstas se desarrollan en la misma calle en la que vives. El autor, poblano, nos lleva de la mano a una visita guiada por las cantinas más famosas del centro histórico de Puebla de finales de los 80, lugares en los que se desarrolla esta novela «policiaca» en la que Daniel «el Tigre» Quintanilla, portero no consumado del Cruz Azul, ayuda a su amigo de la infancia, Felipe, a salvar el negocio heredado por su padre.

Por supuesto que hay todo lo que el cliché manda: borracheras, pleitos de bar, bodas de una sola noche, personas convertidas al cristianismo, cartones (muchos) de cerveza, un villano homosexual apodado «el mamacito», y un montón de etcéteras.

Algo que me parece curioso con Juan Hernández Luna es que sus libros sólo los encuentro en botaderos y locales de libros viejos en el mismo centro histórico. Es imposible hallarlos en tiendas en línea y grandes cadenas libreras. Precisamente eso es lo que lo hace un autor tan valioso para mí, desde el día en que escuché su nombre por primera vez en un curso de creación literaria impartido por Beatriz Meyer. Sin duda, lo considero uno de mis cinco escritores mexicanos favoritos y, con menos duda, el mejor de Puebla. Lástima que nos dejó hace casi 10 años, seguiré cazando el resto de sus obras.

Been there, read that (CLXVIII)

Los románticos pendejos

Aut. Roberto Iván González Vázquez

9786073182225De alguna manera, hay libros que llegan a nosotros en el momento adecuado (o en el menos adecuado, según lo miremos). Tras una racha de malas semanas, nos encontramos en ese gran punto de inflexión en nuestras vidas; debemos decidir sobre lo que queremos conservar y lo que queremos dejar ir de un ciclo que comienza a cerrarse de forma estrepitosa. En mi caso, sé qué (o a quién) no estoy dispuesto a perder cuando todo lo demás parece irse sin remedio, llámese trabajo, amistades, becas, qué se yo. Observamos cómo todo se ha ido y cómo no hemos podido ni meter las manos, pero estamos dispuestos a ir al mismo infierno para no perder a quien amamos. En resumen, estamos pendejos.

Bajo dichas circunstancias me encuentro: sin trabajo, sin dinero, lejos de las personas que me hacían sonreír cada día con sus ocurrencias, incomunicado de la mujer de mi vida. Mientras araño todo lo que puedo para salvarme del agujero en el que mi cuerpo se hunde, tengo pláticas y reuniones por aquí y por allá con autoridades dispuestas a darme una segunda oportunidad. Que si deseo esa oportunidad es irrelevante, lo que necesito son pequeños escalones que me permitan recuperarme para así poder recuperar aquello que más importa en mi existencia. Una de esas autoridades me pregunta si me gustan los cómics y me regala un par de boletos para un festival del tema en la universidad.

Y ahí estoy,  en el tipo de eventos que disfruto tanto. Apenas atravieso la entrada y en el primer stand me encuentro con una imagen del personaje que me recuerda a mi inSecta y, por supuesto, lo compro. Uno de mis mejores amigos me regala un Thanos con lucecitas y mientras espero a que otros amigos pasen a saludar a una de sus dibujantes favoritas, en una mesita me encuentro al autor de Los románticos pendejos ofreciendo su obra. ¿Cómo no identificarme con tan explícito título? De inmediato saco el poco dinero que tengo y lo cuento para saber si me alcanza, apenas y rebaso por 11 pesos el precio de venta al público por lo que le solicito a Roberto que me dedique uno de sus libros.

Grata fue mi sorpresa cuando no sólo dedicó el libro sino que incluyó una viñeta hecha al momento. Capturo sus trazos con la cámara de mi celular, le recuerdo que mi nombre no lleva acento y recibo de sus manos esa pequeña joya que tardé sólo una noche en leer. Después de todo, es difícil reseñar un libro de viñetas y por eso comparto mejor el contexto que me rodeó al adquirirlo.

Y sin embargo, la obra de Roberto resulta sumamente atractiva en su ejecución, las viñetas transmiten de una muy adecuada forma el mensaje principal: el amor es al mismo tiempo dulce y amargo; las apariencias iniciales, son sustituidas por hábitos y manías que pueden ser tanto agradables como exasperantes; quienes un día se juran amor eterno, terminarán buscando cualquier pretexto para separarse; y, por supuesto, hay quienes viven el recíproco de lo mencionado. Así es Los románticos pendejos, como el amor mismo, bello pero terrible a la vez.

ee749cc5131da2441ccbdeb1d9c95c4e

 

Been there, read that (CLIII)

Campeón gabacho

Aut. Aura Xilonen

campeon-gabachoAunque no lo parezca, me perturba mucho no tener la posibilidad de mantener actualizado mi blog, es como un compromiso conmigo mismo que está siempre en mi mente y que nunca puedo cumplir porque o tengo demasiado qué hacer entre mis tres «trabajos» o cuando tengo tiempo lo ocupo para otras actividades prioritarias que no puedo realizar por la causa inmediata anterior. En fin, pasaré a platicar de uno de los últimos que leí antes de verme inmerso en temas de tesis y laborales, ya tiene más de dos meses desde que lo tuve en mis manos.

Sobre la obra de Aura Xilonen, que a propósito estudia su licenciatura en un edificio contiguo a otro en el que estudio el Doctorado, puedo decir que me dejó un sabor agridulce. Dulce porque la narrativa de la historia te permite imaginar toda una producción cinematógrafica alrededor de ésta, muy al estilo de la primera película de Rocky: un perdedor que obtiene oportunidades en los lugares más insospechados, enamorado de la chica que él cree inalcanzable mientras brinda esperanza a quienes más la necesitan. Es agria, porque a medida que te acercas al final de la historia, ésta se acelera y concluye con un estilo de «continuará» que deja todo a la imaginación y no brinda una conclusión que provoque satisfacción.

Después de tantos «camejanes» y «camaweyes», uno jamás sabrá si nuestro héroe se queda con la chica, si obtendrá una pelea por el título, si obtendrá los medios para ayudar a los niños de la casa hogar, en resumen, nada. Aunque es obvio que no todas las historias concluyen con un «felices para siempre», lo cierto es que se siente como algo trunco, más forzado que dejado así por elección de la escritora.

Tal vez ya no es el tipo de literatura que debería buscar. Los cierto es que la disfruté mucho, el manejo del lenguaje «de barrio» de la poblana es más que excelente y te sumerge de lleno en las tribulaciones del mojado que se gana la vida como ayudante en una librería. Vale la pena, sí, mucho, lo recomiendo, aunque con algunas reservas que incluso compartí con mi padre.

Been there, read that (CXLV)

Tabaco para el puma

Aut. Juan Hernández Luna

7477pgLo he sabido todo el tiempo, que las coincidencias no existen, sólo la ilusión de las mismas. Cuando hace un par de años me inscribí en un curso de escritura de novelas en la Escuela de Escritores de la SOGEM en Puebla, mi profesora, Beatriz Meyer, nos habló de la importancia que tenía una excelente frase de apertura para captar el interés del lector. Durante esa clase nos leyó el inicio de la novela Yodo de Juan Hernández Luna, un libro que con mucho trabajo logré conseguir pues hacía ya mucho tiempo que no se reeditaba y que disfruté de sobremanera.

Meses después, en un botadero de libros me encontré con Naufragio y con Tabaco para el puma, del mismo autor. Recién termino de leer el segundo, con tristeza me doy cuenta de que llegué a conocer la obra de uno de los que ahora considero como mis escritores favoritos cuando ya lleva 6 años de haber fallecido.

En fin, el chiste de todo esto, es que me dedicaré a cazar las obras del autor pues, si bien quedé profundamente satisfecho tras leer Yodo y Las mentiras de la luz, Tabaco para el puma es una de esas novelas que me dejaron extasiado.

Situada en Puebla, la historia nos narra las aventuras de un grupo de personas bastante peculiar: un mago, un cantinero, un carnicero espía, un escritor gringo de novelas policíacas, una estudiante de cine y un alemán con un dedo chueco que se suicida al tirarse del campanario de la catedral y cuya familia se mueve en un obscuro legado de trata de personas.

Son los años 20 en una angelópolis carrancista, las compañías extranjeras que monopolizan el abasto de luz se enfrentan a las huelgas de los usuarios que no están dispuestos a pagar un peso por foco de 40 watts; un pervertido que se autodenomina la mano furtiva ataca sin pudor a las damas incautas y un investigador retirado busca encontrar a un eterno rival de la Alemania de la Primera Guerra Mundial, que jamás pudo atrapar.

Ganadora de premios a la mejor novela policíaca y publicada en tres idiomas diferentes, la novela de Hernández Luna es una belleza: entretenida, amena, interesante, cautivante. Si logro encontrarla en algún otro botadero, seguro adquiriré cuantas copias pueda para poder regalarlas y recomendarlas. El mejor libro con el que pude iniciar mi año lector, 2016.

Been there, read that (CXXVI)

La lettre immergée, La letra immersa

Aut. Miguel Ángel Andrade

lalettreimmergeeDice el refrán, «el que con lobos anda, a aullar se enseña», refiriéndose a las malas actitudes, costumbres y acciones que aprendemos a replicar de aquellas malas influencias con las que podemos reunirnos o juntarnos. Sin embargo, creo haber escuchado en algún lugar, que el mismo dicho aplica cuando te reúnes y haces acompañar de personas que tienen algo bueno qué compartirte o enseñarte.

A Miguel Ángel Andrade lo conocí alrededor de mi séptimo semestre de la licenciatura, cuando se me invitó a formar parte del periódico universitario. Nuevo en el arte de la escritura, me fui empapando de los conocimientos de aquellos que ya venían dedicándose a esa labor desde hacía tiempo. Lo curioso fue que a Miguel lo conocí más por ser un grandioso fotógrafo antes de saber, muchos años después, que también resultaba ser un magnífico escritor.

Cuál no fue mi sorpresa al encontrarme con un libro cuya autoría correspondía a aquel bonachón compañero de largas jornadas de edición y corrección de textos. Si hasta alguna vez me puso celoso porque la típica amiga «crush», con la que compartía muchas cosas en esos momentos, le tenía un buen grado de admiración.

Más curioso aún, es leer estos poemas (que aparecen en versión bilingüe, español-francés) y encontrar el tipo de palabras que quisieras dedicarle a alguien y que, todavía más coincidentemente, gusta del idioma francés. Caray con la vida y sus interminables coincidencias (o por lo menos la ilusión de las mismas).

La letra inmersa es, entonces, una recopilación de poesía compleja pero intensa. Esas líneas sobre cucarachas y hormigas que se mezclan con sangre, pasión y espera, son definitivamente memorables. Es ese tipo de poesía que se debe conocer poco a poco y disfrutar palabra por palabra, idea por idea.

Lejos de la amistad y admiración que se le profesa a una persona, es una oportunidad genial encontrarte con el mundo que esa persona encierra en sus palabras e imágenes.

Been there, read that (LXXXIX)

Sucedió un cuerpo

Aut. Beatriz Meyer

Sucedió un CuerpoErotismo y naturaleza humana, naturaleza incomprensible, imposible de resumir o de diagramar, menos que imposible es predecirla; palabras e ideas que me vienen a la mente cuando recuerdo cualquiera de los cuentos que forman parte de la presente obra de Bety Meyer. Me atrevo a hablar con una familiaridad especial sobre la autora, pues he tenido el honor de ser su alumno en talleres de novela.

Sucedió un cuerpo es visceral, no encuentro una referencia más directa y honesta hacia lo que uno experimenta en su lectura más que hacia lo leído más recientemente en La Ternura Caníbal, de Enrique Serna. Y es que, precisamente, lo asombroso de textos como estos, radica en la captura de ese modo de actuar humano que muchas veces raya en lo ilógico. Ilógico pero que sabemos que pasará y que se repetirá para cientos de miles de personas diferentes.

Y sucede un cuerpo porque por encima del mismo personaje, el protagonista no es él sino su cuerpo y las debilidades, patetismos y hambres del éste. Cuando pensamos que se está abusando de alguien, nos sorprenderemos al saber que al ser abusado, ese cuerpo está realmente abusando de otros. Una suerte de desgracia consumida como droga.

Una de las principales lecciones que me costó trabajo captar como alumno de Meyer, consistió en hacer creíble al personaje, a darle sustancia, cuerpo. Pues bien, he aquí una serie de personajes verosímiles, creíbles, sorprendentemente humanos que poseen sustancia. Sin embargo, no es un libro para todos. Recomendable para todo amante de la lectura pero no para quienes gustan de se desentenderse de la crudeza sexual que habita en el ser humano.

Been there, read that (LVIII)

Los LIBRES no reconocen RIVALES

Aut. Paco Ignacio Taibo II

Viviendo en la mismísima Ciudad de los Ángeles Zaragoza, Puebla, no me tomé la mínima molestia de asistir a alguno de los eventos acontecidos en el marco de la celebración del 150 Aniversario de la Batalla de Puebla. Aclaro, no por apatía, sino por el hecho de tener compromisos fuera de la ciudad. De tal modo, una manera que consideré prudente para redimir mi falta de participación o de intención, fue la de adquirir algún libro impreso con motivo de la conmemoración; es así como me hice con una copia de la obra que les vengo a contar el día de hoy.

Los Libres, es una obra amena y de ese estilo que está muy de moda actualmente: el intransigente. Con intransigencia me refiero al hecho de abordar tanto a héroes como villanos de la historia desde un punto de vista crudo y objetivo; sin adornos, tratando de decir las cosas como son o, por lo menos, como se supone que fueron. Finalmente, como acostumbro y gusto recordar, la historia es de quien la escribe.

El Sr. Taibo II nos ofrece esta narración amena y, en ocasiones, hasta divertida de los acontecimientos previos, a priori y posteriores al memorable enfrentamiento entre mexicanos y franceses en el que las armas nacionales se cubrieron de gloria. Resalta a unos héroes nacionales desesperanzados, con la espalda contra la pared y totalmente mermados por años de guerra interna en contra de los acostumbrados traidores e intervencionistas que aprovechan la debilidad institucional, económica y moral de un país para sacar provecho de él.

No sólo eso, es muy destacable, creo yo, la justa señalización de una Ciudad de Puebla apática que lejos de apoyar parecía obstaculizar las preparaciones de la batalla que se avecinaba. Del mismo modo, plantea interrogantes sobre las motivaciones del ejército nacional de oriente y nos presenta a un Ignacio Zaragoza muy humano con errores y virtudes que dan mucho de qué hablar antes, durante y después de la pelea. Redime también a las poblaciones más pequeñas del Estado y desmiente aquel mito en el que los héroes provenían de Zacapoaxtla cuando realmente fueron de todos lados menos de ahí.

Un dato que me ha parecido interesante es el hecho de que la legislación panista insistiera en cambiar el nombre oficial de la ciudad de Puebla de Zaragoza por el colonial de Puebla de los Ángeles, cosa que no rindió frutos debido a la subyugación de la ley estatal ante un decreto presidencial. Se comprende, después de todo, el mismo Zaragoza despotricó en reiteradas ocasiones sobre la falta de apoyo y la calidad de gente que habitaba en una ciudad que no ofrecía esfuerzo alguno por apoyar a los nacionales.

Totalmente recomendable, corta, amena, ligera e interesante, la obra de Paco Nacho es obligatoria para los poblanos y para aquellos que gustan de narraciones históricas nacionales.