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Posts Tagged ‘Vida’

Been there, read that (CCLXXV)

Años felices

Aut. Gonzalo Torné

Son contadas las ocasiones en las que no encuentro la más mínima razón para recomendar una lectura; soy fiel creyente de que, por el simple hecho de haber sido publicado, todo libro merece la pena y, si pertenece a mi editorial favorita, técnicamente, debería ser una apuesta segura. Sin embargo, ésta fue la excepción a la regla y, aunque no debería quejarme pues la presente obra fue un regalo de la editorial en tiempos de pandemia, nunca antes me costó tanto trabajo terminar una novela como lo fue Años felices.

La verdad es que, a pesar de múltiples autoexámenes de conciencia, simplemente no logro identificar el motivo por el cuál aborrecí la lectura. No sé si es porque no pude identificarme con ninguno de los personajes; no sé si fue lo poco relevante que consideré los conflictos en sus relaciones; no sé si la problemática planteada raya en lo banal; no sé si tuvo que ver con que los problemas de primer mundo se me hacen tan insulsos que dan ganas de restregarles la cara a los personajes con lo que sufre el 90% de la población y que va más allá de «es que mi amigo, el heredero de una fortuna, ya no me habla y se reúne con mi otro amigo para hablar de cosas cultas y a mí no me invitan porque no soy de apellido de alcurnia».

Así de soso siento todo lo que leí. La historia gira en torno a un grupo de cuatro amigos en el Nueva York de los años sesenta: un heredero cultoso, un judío de barrio y dos hermanas de una familia promedio (promedio en todos los aspectos). Ante el grupo se presenta un catalán que ha huido de su familia para asentarse en la tierra de los oportunidades buscando convertirse en afamado poeta. A partir de la aparición de este último personaje, que funciona como catalizador de las vicisitudes de la historia, el grupo de amigos comienza una dinámica que gira en torno al desencanto que estos adolescentes o adultos jóvenes tienen para con el desarrollo a mediano y largo plazo de sus vidas.

Así, la excesivamente larga narración pone a los personajes a cuestionar sobre si seguir las normas establecidas por el status quo del lugar en que la vida los puso o volverse unos verdaderos rebeldes que no se casarán con quien dictan los cánones de la alta sociedad; continuar con los multimillonarios negocios familiares o arriesgarse a poner una imprenta que se encargue de dar la oportunidad a escritores que el mundo tiene que conocer; vivir a expensas del que tiene dinero y se los regala sin bronca o arriesgarse nada más y nada menos que a ponerse a chambear

No estoy diciendo que yo escribiría algo mejor, pero me hubiera dado mucho coraje pagar por este libro. Lo que es. No puedo pensar en alguien a quien le podría gustar, pero obviamente existe un público para este tipo de obra. Encontré muy pocas pero buenas opiniones en internet que constatan que en gustos se rompen géneros. En fin, no fue una pérdida de tiempo, pero hubiese preferido ver una serie coreana de adolescentes enamorados (iugh!).

Been there, read that (CCXX)

Cartas a un joven poeta

Aut. Rainer Maria Rilke

Hace aproximadamente un año y unos cuantos meses más, en diciembre de 2019, fui invitado por mis alumnos para ser su padrino y dirigirles unas palabras durante el brindis de su fiesta de graduación. Qué puedo decir, se me da eso de los discursos motivacionales a personas que aprecio, y mis alumnos de esa generación (2014) no son la excepción. En cada una de las ocasiones en que me ha tocado dirigir palabras, he tratado de elegir una buena cita literaria que resumiera aquello que, de otro modo, tardaría horas en explicar, cosa que no sería nada agradable en plena fiesta. Un año antes recurrí a Bukowski, y antes de eso recurrí a algunas frases de películas como la de Rocky. En esta ocasión, aprovechando la frase que salía justo antes de los créditos finales de la película Jojo Rabbit, recurrí a una de esas obras que lees en primaria o secundaria y que terminas olvidando con el paso de los años, Cartas a un joven poeta del alemán Rainer Maria Rilke.

Fue así como un rápido repaso de las páginas del autor con el objetivo de encontrar la cita perfecta para el discurso para mis alumnos, se convirtió pronto en un irremediable deseo de repetir aquella lectura que en mi infancia por supuesto que no aproveché como lo haría con la mente más «madura» del adulto que ahora soy. Lo pongo entre comillas porque es más que triste darnos cuenta que los niños entienden y ven cosas más allá de las que los ojos maleados por el paso de los años pueden ver.

Qué agradable es leer estas cartas. Sí, mi género favorito nunca ha dejado de ser el epistolar, pero no es sólo eso, es la sencillez para transmitir ese mensaje tan cargado de amor y comprensión que Rilke trata de darle a Franz Kappus, el joven que deseaba dedicarse a la poesía mientras se formaba como cadete militar. Y es que, ¿cuántos no hemos estado en ese punto? Ese punto en el que nos estamos embarcando en el viaje que nos llevará a forjarnos como especialistas en alguna disciplina que moldeará el resto de nuestro desarrollo profesional y laboral, pero que lo hacemos cargados de dudas e imaginando qué pasaría si le hiciéramos más caso al impulso del corazón y de la pasión por encima del tema racional que nos dicta que debemos escoger una carrera para poder hacer dinero y seguir ese camino sumamente lineal que se nos planta en la sociedad. Rilke lo comprende, y le ruega a Kappus que jamás deje de creer en la vida y en aquello que el corazón anhela.

Pero si todo lo que acabo de reflexionar es cierto, ¿no sería muy mala idea transmitir este tipo de mensaje en una fiesta de graduación cuando ya todas las decisiones se han tomado? La respuesta es no, porque aún habiendo elegido el camino de una carrera profesional, faltan todavía miles de decisiones que influirán en el desarrollo de esa misma especialidad y en el futuro mismo del ser humano que no se ha terminado de decidir sobre el siguiente paso. Es algo bien sabido, jamás es demasiado tarde para actuar y nunca se será tan joven como hoy para empezar a hacer eso que nos llama desde lo más profundo del ser.

No hablamos ni de 80 páginas, y sin embargo la enseñanza es demasiada. Vale la pena leer esta correspondencia entre el que duda y el que ya ha dado el paso. Al final, de eso se trata de ser profesor, de ayudarles a los que vienen para que en menos tiempo logren más y así ellos pavimenten el camino de los que vendrán todavía después.

Los últimos 4 meses de mi vida…

3 noviembre 2019 2 comentarios

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…y ya estoy de pie una vez más, listo para la siguiente ronda de madrazos que la vida me quiera mandar.

Otra vida

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Nunca deseé o imaginé otra vida. Desear otra vida significa que uno quiere ser otra persona. Que uno preferiría haber tenido otras experiencias. Que hubiera preferido conocer a otras personas. Que quiere saber otras cosas y no las que sabe. Y también que quiere olvidar otras cosas que aquéllas que uno no puede olvidar. Y es una idea insoportable, ¿no? La pregunta de qué hubiera sido de mí si hubiera conservado al niño por eso nunca me ha interesado. Otra persona hubiera sido, así de simple. Más no hay que decir al respecto. ¿Estoy satisfecha con la vida que tuve? Sí, lo estoy. Quiero conservar aquello que no puedo olvidar, el mayor tiempo que pueda, pues finalmente es lo que hace que yo sea yo.

Quien no se acuerda de nada, no tiene nada que perdonar.

Quiero conocer mi vida, no reinventarla.

Por eso te la conté…

– Hansjörg Schertenleib a través de su personaje, Niamh, en Orquesta de Lluvia.

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La naturaleza del sacrificio

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Comparto este extracto de un documental, Religion of Sports, que en el capítulo dedicado a la peleadora de artes marciales mixtas, Cat Zingano, nos da la clave para entender la naturaleza de hacer sacrificios…

The nature of sacrifice is universal. We surrender something, something precious. Valuable. We do it, and we hope, or, in some cases, we pray that our situation change. We make a deal with the future. Today will be darker so tomorrow might be brighter.

We don’t make sacrifices when times are good. Most of the time, we can accept that the future is anoble. But in those times when we are desperate to control things that are fundamentally uncontrollable, that’s when we offer out what matters to us most.

Truth? Sacrifices regularly go unanswered. No matter how much is given the answer is often silence.

If sacrifices don’t bring us what we want, why we keep making them? Maybe the answer is inside the word itself. «Sacrifice» comes from two latin words, sacrum facere which means «to make holy». What is offered up in sacrifice, even if unanswered, is not lost, it’s made holy. Even though we cannot change future with our sacrifices, we always change ourselves.

(La naturaleza del sacrificio es universal. Entregamos algo, algo preciado. Valioso. Lo hacemos, y esperamos o, a veces, rezamos por que la situación cambie. Hacemos un trato con el futuro: El día de hoy será más oscuro para que el de mañana pueda ser más brillante. No hacemos sacrificios en las buenas épocas. La mayoría del tiempo, podemos aceptar que el futuro es inescrutable. Pero en esos momentos cuando estamos desesperados por controlar cosas incontrolables, entonces ofrecemos lo que más nos importa. ¿La verdad? Los sacrificios regularmente no son contestados. No importa cuánto se dé, muchas veces la respuesta es silencio. Si los sacrificios no nos dan lo que queremos, ¿por qué seguimos haciéndolos? Quizás la respuesta está en la palabra misma. «Sacrificio» viene de dos palabras en latín, sacrum facere, que significan «hacer santo». Lo que se ofrece como sacrificio, aunque no sea respondido, no se pierde, se santifica. Aunque no podamos cambiar el futuro con nuestros sacrificios, siempre nos cambiamos a nosotros mismos.)

Dos de mis poemas favoritos de Bukowski, animados

Me topé con este par de animaciones que dan vida a dos poemas de Charles Bukowski, The Laughing Heart y Roll the Dice, ambos forman parte de algunos textos que me han seguido a lo largo de mi vida. En especial, el segundo, tiene mucho que ver con esa filosofía que sigo cuando hago lo que me apasiona; si lo intento, me gusta ir por ese camino hasta el final, sin importar las consecuencias, sólo así alcanzaré la risa perfecta. No todo es risa, pero sonrío cuando aún en el fracaso, sé que di todo lo que podía dar. Y un poco más.

Espero los disfruten tanto como yo lo he hecho y sigo haciendo.

Been there, read that (CXXXIII)

Lugar a dudas

Aut. Guillermo Sheridan

968-7723-94-7_bigRecién terminaba de contestar el examen TOEFL, la aplicadora me dejó salir unos minutos antes, toda vez que contesté «en friega» la última parte y sólo me picaba los ojos mirando a los compañeros del aula concentrados en lo suyo. Bajando las escaleras de uno de los pisos de la Facultad de Lenguas, me topé con un botadero de libros en remate. Cuál no ha sido mi sorpresa al encontrarme con un ejemplar del maestro Sheridan que me vendieron en tan sólo 25 pesos. Hubiera pagado fácil 10 veces esa cantidad.

Ya he comentado en ocasiones anteriores las muchas virtudes que vislumbro en el autor. Pocos escritores han logrado brindarme un sonrisa genuina al leer sus textos. En Lugar a dudas, Guillermo describe a la perfección ese tipo de situaciones que, si bien no hemos vivido de forma idéntica, fácilmente identificamos en nuestras vidas o en la de los seres más allegados.

Por etapas, la ironía envuelve la vida del autor: la infancia, los viajes, la colonia, la ciudad, el trabajo, el priísmo. Cientos de emulaciones en las que hemos caído presos. El compañero trabajador que hace todo menos trabajar, el vecino escandaloso que de naco no bajamos, la eficiencia de nuestras autoridades para defender nuestros derechos y sacarnos la propina, la burocracia, la familia que nadie quiere.

Lugar a dudas es brillante, casi 300 páginas de sorna y humor negro, de esas que duelen a pesar de la risa que provocan. De esas situaciones que difícilmente podemos combatir.

Gonna fly now

21 febrero 2015 1 comentario

Rocky

Todos tenemos un par de películas que, al verlas, nos han cambiado la vida. Por lo menos, yo cuento con un par de ellas. Una de las que más me han marcado, es la de Rocky, protagonizada por Sylvester Stallone. Su estreno fue en 1976, por lo que ni en sueños pude haber tenido la oportunidad de mirarla en el cine. Tal vez tenía 5 o 6 años de edad cuando la vi por primera vez en alguna de las Trilogías de los domingos en Canal 5. De inmediato, fue una película que se convirtió en mi favorita y que, a lo largo de los años, ya he de haber visto una centena de veces, y eso es poco.

La sorpresa de la semana, consistió en haber entrado a mirar la cartelera del cine y encontrarme con que Cinemex está proyectando películas clásicas entre las que, precisamente, se encuentra Rocky. Anoche por fin la vi en cine, un sueño hecho realidad el mirarla en una sala que además resultó ser de esas VIP con butacas comodísimas y espacio de sobra para las palomitas y el refresco.

Como era de esperarse, no contuve un par de lágrimas con el final. Es de esas películas que nunca dejan de conmoverme y que despiertan muchas emociones fuertes en mi interior. De alguna manera, me identifico con el personaje (y con el actor, no hay mucha diferencia entre las dos contrapartes): un perdedor que obtiene la oportunidad de su vida por un simple azar del destino. Su forma de hablar, de comportarse ante las críticas de los demás (sonriendo, siendo indiferente en apariencia pero afectado profundamente por éstas), su deseo de amar a una mujer que está muy lejos de ser perfecta pero que para él lo es.

Esa necesidad de un triunfo que pueda dedícarselo no sólo a quien ama sino a quienes dijeron y pensaron que jamás podría hacerlo. No hablo en un sentido deportivo, hablo en el sentido de los logros de toda una vida, de saber que no era necesario ganar ese último combate, lo que era necesario era demostrar que podía estar ahí y recibir todo el castigo, ser derribado y volver a levantarse. De eso, creo que siempre se ha tratado mi vida.

Rocky Balboa soy yo y somos todos los que estamos dispuestos a aguantar los 15 rounds, no importan los puntos, no importa qué tan duro nos golpeen, no importa cuántas veces nos derriben; cuando nuestros propios amigos, hermanos y padres nos digan «quédate abajo, ya hiciste suficiente», es cuando con más fuerza nos levantaremos. Going the distance, es la expresión.

Aprender

Después de un tiempo,

uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.

Y uno aprende
que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad.

Y uno empieza a aprender…
Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas.

Y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes
Y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.

Así es que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
uno aprende y aprende…

Y con cada día uno aprende…

– Anónimo

Been there, read that (LXXVII)

La insoportable levedad del ser

Aut. Milan Kundera

La Insoportable Levedad del SerUn clásico que realmente no requiere presentaciones (y mucho menos críticas) es lo que terminé de leer hace unas semanas. El Señor Kundera nos da una muestra de maestría en esta obra, obligada para todo amante de la literatura en general. Cuatro historias enlazadas por el amor, un amor de distinto tipo para cada una y que en ocasiones puede ser platónico, mientras que en otras no es más que el resultado de una enferma dependencia entre las personas. ¿Es el fuerte demasiado débil o el débil demasiado fuerte?

Situados en momentos claves de la invasión comunista y del fracaso de esta misma sociedad, hay fuertes críticas al régimen así como también al mundo opuesto. La clave aquí, está en lo efímero de la vida, en la imposibilidad que tenemos de vivir nuestra vida dos veces y, por lo tanto, la incapacidad que tendríamos de tomar las mejores decisiones, la incapacidad de poseer prueba y error para mejorar la existencia individual que se vuelve tan leve.

Y al final, ¿qué es lo que queda de la existencia de cada uno? Un ideal en el aire, un viejo perro con cáncer enterrado en el patio trasero, una pareja muerta en un accidente de auto, una artista que recuerda a su amante a través del sombrero de su bisabuelo. Todo esto está encerrado en La insoportable levedad del ser, y todo eso no es más que la punta de un enorme iceberg.