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Posts Tagged ‘Recuerdos’

Been there, read that (CCXLIII)

Los jefes / Los cachorros

Aut. Mario Vargas Llosa

Pienso que todos tenemos recuerdos que no duran más que un par de segundos, de forma más específica, me refiero a recuerdos de nuestra vida temprana, de la infancia: una frase que en un momento determinado le escuchamos a una persona específica; una imagen estática que no recordamos en dónde vimos; el rostro de una amistad cuyo nombre nunca recordaremos; una escena de una película que jamás volvimos a ver. Pensando en este último ejemplo, tenía en la memoria la escena de una película antigua en la que un perro entraba a las duchas de una escuela y terminaba atacando a un niño que se duchaba. Era una escena que siempre recordé pero que nunca volví a ver (incluso hasta el día de hoy); sin embargo, sí tuve la oportunidad de conocer su origen cuando un amigo cinéfilo en la universidad, me confesó que sufrió un trauma con esa misma escena, sólo que él sí sabía de donde salió: una adaptación de 1973 del cuento «Los cachorros» de Mario Vargas Llosa.

Es de este modo que, cuando halle esta versión en un botadero de los que me gusta visitar, adquirí el libro para por fin acabar con una curiosidad con la que cargué durante más de la mitad de mi vida. Ahora que he terminado su lectura, mi mente se tranquiliza y sólo piensa en conseguir y mirar la adaptación para poder seguir adelante con la vida, no es que sea tan importante, pero sin duda es bueno resolver el misterio de uno de esos recuerdos que no sabemos de dónde salieron.

Junto con Los cachorros, la edición se hace acompañar de una antología titulada Los Jefes, publicada cuando Vargas Llosa tenía tan sólo 23 años, mientras que la otra obra fue publicada a sus 31. Seré sincero, aunque el nombre pueda sonar tanto, lo cierto es que jamás he leído obra alguna del premio Nobel y, sin embargo, me queda claro que éstas primeras obras son las que ponen los antecedentes de sus libros más famosos. Creo que hice bien en acercarme por este lado.

Los cachorros narra la historia del «pichula», un hombre que durante su infancia fue castrado por el ataque de un perro y de las consecuencias irreversibles que este acontecimiento tiene en el desarrollo de una vida breve y castigada, todo desde el punto de vista de sus mejores amigos que hace mucho que olvidaron el incidente y que no dan crédito a las locuras que realiza ni porqué no llega a sentar cabeza; claro, para el lector es más que evidente, pero sus amigos lo ignoran.

Por otro lado, la antología de Los jefes es un conjunto de historias que giran en torno a todas esas situaciones que hoy resultan irrelevantes pero que en algún momento de nuestras vidas parecían serlo todo: ser el líder de la palomilla, enfrentar a la autoridad escolar, salvar el honor aún a costa de la propia vida, hacer hasta lo imposible por un amor inocente y pasajero. Cualquier adulto desbloqueará cientos de recuerdos al adentrarse entre estas páginas.

Al final, entiendo el llamado boom latinoamericano, la lectura es tan interesante y los personajes cobran vida como el vecino con el que jugábamos en nuestra infancia y que hoy ha desaparecido de forma irremediable de nuestros horizontes. No creo que lea dentro de poco el resto de la obra del autor, sin embargo sé que he tomado un buen comienzo.

Been there, read that (CCXXXVIII)

Sueños en tiempos de guerra, Memorias de infancia

Aut. Ngũgĩ wa Thiong’o

Justo en este momento, en el que escribo estas líneas, me doy cuenta de que he leído mi primer libro de origen africano. Es curioso porque nunca me he guiado por nacionalidades a la hora de escoger una lectura; sin embargo, no recuerdo haber tenido antes un libro cuyo autor proviniese de esa zona del mundo, y vaya que ha sido un deleite.

Empecemos por lo primero, tanto el título como la ilustración en la portada me hicieron creer que estaría leyendo recuerdos infantiles de lo que aconteció en África durante la Segunda Guerra Mundial (asocié la fecha de nacimiento del autor, 1938, con los eventos que se desarrollarían cuando él tuviera la edad suficiente para seguir siendo niño y, al mismo tiempo, recordar lo que acontecía), pero no fue así. En este punto me creería decepcionado tomando en cuenta que los textos en torno a ese conflicto armado son mis lecturas favoritas, pero lo cierto es que descubrí una joya narrativa en las memorias del keniano Ngũgĩ.

Si bien hay mucho de Hitler y Churchill en las memorias del pequeño Ngũgĩ, estas figuras y los eventos de Europa no conforman para nada el centro de atención del libro. Cuando se habla de «sueños en tiempo de guerra», se habla de la convicción que tenemos en lograr aquello que más anhelamos a pesar de lo mucho que las condiciones se encuentren en nuestra contra. En el caso del autor, su sueño de infancia siempre fue estudiar, sueño que le costará no sólo en términos económicos sino en términos de renunciar a otras añoranzas como subirse a un tren por primera vez.

Leer los recuerdos de este niño te hacen empatizar con él, identificarte con todo lo que nos identificamos cuando recordamos nuestros primeros años de vida: los amigos, los juguetes, las figuras paternas, el amor materno, el tener una mascota a escondidas, entre otras tantas vivencias por las que muchos pasamos aún ante la sombra de la adversidad. No importa la nacionalidad, la inocencia de un niño es la misma aquí en México que en Oriente Medio o en Kenia, donde se desarrolla la historia. Si bien muchos tuvimos ese privilegio de crecer seguros en un país que no se encontrara en proceso de independencia, los peligros para un infante son comunes en todos los lugares.

Creo que esta primera parte de una trilogía de memorias (apenas me entero de esto), resultan sumamente enriquecedoras desde el momento en que conocemos otras culturas, otras estructuras familiares y aprendemos, de paso, algunos términos que siguen siendo análogos a los lugares donde habitamos. La narración es simple sin caer en lo infantil, las vivencias son interesantes y definitivamente pueden ser disfrutadas lo mismo por un adulto u académico que por un adolescente o alguien que sólo quiere tener algo que ojear. Definitivamente, éste fue uno de los mejores hallazgos que pude tener en 2021, qué suerte que me dejé guiar por un título y portada que me llevaron a este tesoro escrito.

«Quizá sean los mitos, en la misma medida que los hechos, los que mantienen los sueños vivos incluso en tiempos de guerra.»

Tú contestarías…

[…] Más de una vez nos vimos a los ojos. Nuestros hombros se tocaron al caminar por el pasillo y te descubrí mirándome. Al apagarse las luces por la noche, al sentir las sábanas frías que mi cuerpo iba calentando poco a poco, pensaba en ti. Soñaba con larguísimas cartas que con el tiempo te escribiría y te enviaría: no sé a dónde. Pero tú contestarías y me dirías cuánto te hacía falta. Y yo te diría que te esperaría el tiempo que fuera necesario.

[…] La primera vez que estreché tu mano ni siquiera me miraste, no quería tomar la de nadie más para no perder el calor de tu palma, pero tuve que estrechar más manos que rápidamente me soltaban balbuceando. Pero no estaba dispuesto a desistir, a la siguiente semana al tomar tu mano, te miré fijamente y sonriente. No intentaste separarte de mí como hubiera esperado, entonces me di cuenta de que también deseabas mirarme como yo a ti. […] Llegaste a la hora acordada. Te vi a lo lejos y corrí sobre un pasto seco y crecido. Estoy seguro que en algún momento volé, el tiempo se detuvo y pude ver el suelo bajo mis pies que flotaban en el aire. Al estar frente a frente me miraste como nunca nadie lo hizo de nuevo. Lentamente levantaste tu palma derecha y comenzaste a acercarla a mí. Mucho antes de tocarme te detuviste y bajaste la mirada hacia mi mano izquierda. Y yo la levanté ritualmente como tú lo habías hecho. Y apenas rozamos nuestras palmas: y eso fue un abrazo, y fue un beso, y fue una vida juntos. Pero también una despedida.

– Juan Carlos Reyes en Eco (Impala).
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Been there, read that (CLXVI)

Perros sin nombre

Aut. Gabriel Rodríguez Liceaga

D7GxJVAWsAA7KlUA Gabriel, alias el Neb, jamás lo he conocido en persona, pero desde hace muchísimos años que supe de él. Para ser exactos, fue hace 10 años, cuando recién estrenaba esta bitácora, que vagando y buscando ideas, me topé con su blog personal. De hecho, el acceso a dicho blog aún permanece del lado derecho de mi sitio aunque hace tiempo que el vínculo dejó de funcionar. Asumo que por aquellos tiempos él era todavía estudiante de literatura así como yo lo era de actuaría. Me encantaba leerlo pues su forma de escribir era definitivamente el tipo de narrativa sucia que me recordaba a Bukowski y que, por tanto, me era fácil de digerir.

Tiempo después, el autor anunció la publicación de su primer libro, Balas en los ojos, que me apresuré a adquirir y a disfrutar. Desde entonces me ha ocurrido esa típica situación en la que constantemente decimos que haremos algo que nunca terminamos haciendo, en mi caso, siempre quise leer las consecuentes obras de Gabriel; lo cierto, es que durante 8 años no lo hice, hasta hace apenas unos días cuando me topé con Perros sin nombre.

Perros sin nombre es una breve colección de relatos que provienen de diversas épocas del autor. Lo sé porque de entre todos, logré reconocer a El arte de la amistad, cuya publicación data de por ahí del 2010 en el periódico El Financiero, al cuál teníamos acceso gratuito los estudiantes de la UDLAP. Estoy seguro de que guardé ese ejemplar en algún lado de la casa de mis padres.

En general, me cuesta trabajo hablar de las recopilaciones porque no puedo hablar de una obra como un todo. Lo que sí puedo decir, es que los cuentos del autor se pueden admirar como una serie de asuntos pendientes que el mismo escritor tiene consigo mismo y con etapas de su vida que ha revisitado. Sin duda El arte de la amistad es mi favorito porque me transportó a mis tiempos de licenciatura, pero si éste no hubiese existido, definitivamente las mujeres de México Aguilera o la historia de Nidia se llevarían el honor.

Amo leer a escritores que tienen mi rango de edad porque las referencias son imposibles de pasar de largo y provoca demasiada satisfacción el descubrirlas. Es fácil sentirse identificado con los pensamientos de los personajes y la forma en que reaccionan a las situaciones en las que el autor los ha colocado. Sigo creyendo que lo que más me agrada de Gabriel es esa forma «cochina» de escribir que me recuerda tanto a las páginas del buen Hank. Disfruté mucho de la compilación, aunque sólo me duró tres días.

¡Seamos huikritores!

Manifiesto de la Literatura Huiqui

Versión 3.1

I. Axiomas Huiqui:

  1. Toda lectura es escritura: todo lector, un escritor.
  2. Los derechos de escritor terminan en el punto inicial de la lectura. A partir de este punto, sólo existen los derechos de lector.
  3. El primer derecho de lector consiste en despojar al escritor de su texto para reescribirlo. Llamaremos a este acto huiquificación, al conjunto de sus producciones literatura huiqui y al derechohabiente, huiqritor.
  4. El segundo derecho de lector consiste en publicar la referida huiquificación de manera inmediata, tantas veces y en tantas versiones como el derechohabiente considere necesario.
  5. El papel del Internet es el papel natural de la literatura huiqui.

II. Corolarios derivados de los anteriores axiomas:

  • No hay mala literatura, sólo malas versiones esperando un huicritor.
  • La literatura no se crea ni se destruye, sólo se huiquifica.
  • La vanidad pierde al hombre en general y al escritor en particular. La literatura huiqui es un instrumento para acabar con la vanidad, si no del hombre, del escritor.
  • El Quijote es el único texto no huiquificable. Por extensión, el texto en donde Borges huiquifica el Quijote, tampoco lo es.
  • Este manifiesto tiene la modesta pretensión de cambiar para siempre la historia de la literatura (huiqui).
  • Salvo los textos citados en la cláusula a), todo texto es huiquificable, incluido el presente manifiesto.
  • Muchos años después, frente al pelotón de huiquilamiento, el dinosaurio recordó el día en que seguía ahí.

III. Movimientos de la literatura huiqui:

  • Huiquihomenaje: El huiqritor ante la obra de un gran escritor.
  • Huiquisalvamento: El huiqritor ante la maniobra de Isabel Allende.
  • Hara-wiki: El huiqritor antes sus sobras completas.

IV. Procedimientos de la literatura huiqui:

  1. Antes de comenzar, conjugue: yo huiquifico, tú huiquificas, él huiquifica, nosotros huiquificamos, ustedes y ellos huiquifican. Vosotros (esperamos) huiquificaréis también.
  2. Instrucciones para huiquificar:
    • Localice un texto.
    • Exprópielo aplicando el siguiente epitafio:

      Con el poder que me confieren
      los derechos de lector
      expropio este texto
      de las manos de su autor
      para entregarlo al árbol
      de la literatura huiqui.
    • Huiquifíquelo siguiendo alguno de los tres movimientos de la literatura huiqui.
    • Bautícelo según la siguiente convención:

      título_original.escritor_despojado.wikritor_1.wikritor_2...wikritor_n.wiki
      (ejemplo: don_quijote.pierre_menard.borges.huiqui)
  1. Para un primer acercamiento a la literatura huiqui, pronuncie continuadamente la palabra kiwi diez veces (de preferencia sin respirar).

“Gutemberg agoniza”

Oswaldo Zavala, Miguel Tapia Alcaraz, Jorge Harmodio, Marcos Eymar

El Cuadrante de Caborca, abril del 2007.

http://www.literaturawiki.org

Poema de amor a una chica que hacía striptease

Hace 50 años yo miraba a las chicas
que se desnudaban y contoneaban
en el Burbank y en el Follies
y era muy deprimente
y muy dramático,
la luz iba cambiando del verde al
púrpura y al rosa
y la música era fuerte y
vibrante,
ahora estoy aquí sentado esta noche
fumando y 
escuchando música
clásica
pero aún recuerdo algunos
nombres: Darlene, Candy, Jeanette
y Rosalie.

Rosalie era
la mejor, sabía cómo hacerlo
y nos revolvíamos en los asientos y
rugíamos
cuando Rosalie brindaba magia
a los solitarios
hace ya tanto tiempo.

Y ahora, Rosalie,
estarás muy vieja o
muy quieta bajo
tierra,
yo soy aquel chico
con la cara llena de granos
que mentía sobre su edad
sólo para poder
verte.

Eres buena, Rosalie
en 1935
suficientemente buena como para recordarte
ahora 
que la luz es amarilla
y las noches son 
lentas.

– Charles Bukowski

Tal vez, algún día, dentro de 50 años, poco más, poco menos; escribiré algo parecido para una chica llamada Diana, tal vez Marishka, tal vez Mariana, tal vez, sólo tal vez.

Re Vuelta

[…] Revuelta, que desde la Universidad de las Américas (Puebla) se presentó como una alternativa que buscaba un re-greso a Vuelta, es decir, un encuentro de la generación nacida a finales de los setenta con el pasado fundacional de la aventura emprendida por (Octavio) Paz, pero que al mismo tiempo aspiraba a ser una revista que actuaba en rebelión, como alternativa de pensamiento al liberalismo que caracteriza a Letras Libres […] Como tantas otras, Revuelta desapareció cuando se vio imposibilitada de sobrevivir con sus propios medios.

– Pablo Raphael en La Fábrica del Lenguaje S. A.

Curioso como funciona la maquinaria de la vida; en mis tiempos de estudiante universitario becario del Departamento de Publicaciones, tuve la oportunidad de coleccionar todos y cada uno de los números de Revuelta, los obtenía gratuitamente pues tomaba mis ejemplares de las mermas o de aquellos que no pasaban control de calidad debido a un mal corte u otro defecto.

Hoy en día soy lector asiduo de Letras Libres, considerada la sucesora de Vuelta. En aquellos entonces no leí las revistas, sólo las coleccioné, no tenía idea del significado del nombre hasta el día de hoy en que el Sr. Raphael trajo a mí este recuerdo y una comprensión tardía de su razón de ser. Las buscaré y disfrutaré de aquello que mi inmadurez literaria, hace años, no me permitió reconocer. 

Propósitos 2011: Resultados

En menos de 72 horas habrá terminado el año del Señor, 2011; es hora de hacer una pequeña retrospectiva y revisar aquellos deseos o propósitos que hice hace 12 meses para el resto del período que se encuentra a punto de terminar. He aquí los resultados:

1. Más horas de sueño. El propósito consistía en dormir por lo menos siete horas diarias, lamentablemente no he logrado alcanzarlo y creo que cada vez duermo menos; eso sí, hallé un nuevo trabajo que me obliga a dormir un poco más y aunque no son 7 horas, por lo menos duermo unos 45 minutos más que el promedio diario durante el año. Status Final: No Cumplido.

2. Torso de gladiador. El objetivo de tener el torso de un gladiador, digno de aparecer en la serie Spartacus, en definitiva no se cumplio. Sin embargo hubo algo interesante, gracias a la dieta otorgada por la nutrióloga de mi anterior trabajo, logré bajar más de 10 kilos en apenas un mes, me he dado cuenta de que se puede lograr algo. Status Final: Cumplido con Reserva.

3. Ahorrar. No fue gracias al ahorro sino al finiquito del cambio de trabajo y a unos días extra que se cumplió. Status Final: Cumplido.

4. ¡Escribir!. Sigo en las mismas, me esfuerzo por hacer algo bueno y comienzo a escribir pero todo se queda a medias, tal vez sea demasiado autocrítico y nada me termina gustando; eso sí, a mediados del año conseguí publicar un brevísimo relato en un concurso de Librerías Gandhi titulado El Último Libro del Mundo, fui muy feliz. Status Final: No Cumplido con Avances.

5. La maestría. Cumplido al 100% llevo el avance óptimo de materias y un promedio de 95. Status Final: Cumplido.

6. Bailar salsa. Ni me pregunten, no he aprendido a bailar. Status Final: No Cumplido.

7. De vuelta al ring. Lamentablemente, los horarios laborales no me han permitido acceder a clases de ningún tipo de arte combativo, he encontrado una escuela que se ajusta a mi horario pero será hasta el próximo año. Status Final: No Cumplido.

8. Cambio de búnker. Sigo viviendo en el mismo lugar y cada vez quepo menos. Status Final: No Cumplido.

9. A bloggear se ha dicho. En hora buena, he mantenido un buen nivel de publicaciones con un promedio mayor a una entrada por semana. Status Final: Cumplido.

10. No olvidemos la lectura. La meta era leer 12 libros este año, leí 22 libros sin contar que algunos eran compilaciones, voy por buen camino. Status Final: Cumplido con Honores.

11. Tolerancia. He realizado avances, sin embargo, hay personas que simplemente no soporto y no puedo evitar el mostrar mi desprecio incluso de frente. Status Final: A medias.

12. Reducir los vicios. Según ésto, reduciría mi ingesta de bebida alcohólicas; tristemente, mi nueva afición a la cerveza artesanal no ha ayudado en nada y me ha creado un nuevo hobby: coleccionar botellas de cerveza. Status Final: No Cumplido.

En fin, 4.5 de 12, pésima calificación. Lejos de la falta de compromiso, los desaciertos del año tuvieron más que ver con las condiciones laborales que se me han planteado; sin embargo, es cuestión de comenzarlos y después dejarme llevar por la inercia. He visto que muchos deseos sí se pueden y sólo debo dar el primer paso. Ya viene un año mucho mejor.

Algunas acotaciones de conciertos pasados

6 octubre 2011 2 comentarios

Lo mío, lo mío, es el Rock y no es ningún secreto. Desde el pasado 24 de septiembre he tenido una muy buena racha de asistencias a conciertos de bandas que, si bien algunas no son mis favoritas pero sí respetables, simplemente han hecho bien su trabajo y me han dejado con un súper sabor de boca. Un pequeño y breve recuento:

Corona Music Fest (Puebla, 24 de septiembre)

Muchas bandas y la compañía de buenos amigos orizabeños. Los Daniels, deconocidos para mí, trajeron buen ritmo y agradables tonadas; Jumbo, entretenido como siempre, se aventaron la única rola que les conozco y la cerveza comenzaba a hacer efecto. Los Amigos Invisibles simplemente prenden, ahí vino la decepción cuando tocaron tan sólo por media hora mientras que Sussie 4 recibió el doble de tiempo. No es por nada, pero esta última agrupación simplemente aburre en vivo y se las dan de muy pros. Fobia, espectáculo para mujeres que se desprendían en gritos e insinuaciones hacia el buen Leonardo. No me quedé a Molotov, pero se dice por ahí que decepcionaron por su nula interacción con el público y su falta de ganas al momento de interpretar, ¿será que ya se sienten demasiado o que ya están cansados?

System of a Down (Palacio de los Deportes, 28 de septiembre)

¡Oh sí! Si hay una banda que yo considere por encima de cualquier otra, es ésta. Poca interacción por parte de los armenios que compensaron con una serie de casi 30 canciones, una tras otra tras otra, así de simple, así de poderosas. No hubo una sóla de la que no supiera la letra, mi garganta me pasó la cuenta días después. Serj Tankian es de esas personas que cuentan con mi total admiración por cómo se desenvuelven no sólo en el escenario sino como seres que llevan a cabo sus ideales. A medio concierto, se tomó unos minutos para dirigir un breve discurso liberal del que recuerdo muy poco a excepción de la primera frase, mientras sonaba música de circo, él recitaba «Come! come! come to see the man that kills the man!», como si en un show de rarezas se presentara al ser humano actual cuya habilidad es matar a otros seres humanos, a sí mismo. Sin duda el mejor concierto del año, se me hizo ver a mi banda adorada tan sólo una vez.

Whitesnake (Palacio de los Deportes, 30 de septiembre)

Una banda casi legendaria que abría el concierto para una legendaria. Empezaron temprano y por tal motivo me perdí Is this love. Sin embargo, ¿qué más podría decir? Hard rock de la vieja escuela, romántico, nostálgico, poderoso. Se aventaron solos que pusieron a todos de pie. David Coverdale, carismático cedió el escenario varias veces para que sus compañeros recibieran ovaciones una y otra vez. Mis respetos especiales para Brian Tichy que brindó un solo de batería tan genial, que terminó tocando sin baquetas a mano desnuda. Su depedida totalmente emotiva dejó ver en los miembros de la banda un verdadero sentimiento de agradecimiento.

Judas Priest (Palacio de los Deportes, 30 de septiembre)

The priest is back; así es, regresaron para despedirse del público mexicano. Rob Halford reafirmó su posición en el círculo de los dioses del metal, a sus 60 años de edad, demostró tener la voz, la actitud y la energía que reggaetoneros y poperos, con la mitad de su edad, ya no tienen ni tendrán (y ojalá les duela). Hubo de todo, una motocicleta en el escenario, Halford cubriéndose con la bandera mexicana y besándola para el beneplácito de la audiencia, Breaking the law, Painkiller, You’ve got another thing commin’ y demás elementos que hicieron de esa, una velada especial y magnífica. No olvidaré una frase que Rob, en algún momento, recitó: «Hoy, tenemos black metal, death metal, speed metal, nu metal; pero lo importante es que, al final de cuentas, todos somos heavy metal y nadie, absolutamente nadie, puede ni podrá quitarnos eso».

Me faltan todavía tres grandes eventos a los cuales asistir, pero de esos ya les contaré en su momento.

Keep rockin’!

Been there, read that (XXXIII)

Diario

Aut. Ana Frank

Terminé de leer la presente obra por segunda ocasión (en la primera tendría yo unos 10 años de edad) y uno de los primeros pensamientos que atravesaron mi mente fue decir en voz alta «lo siento«. En verdad que es así, me invade una cierta tristeza el pensar en el hubiera de esta niña que, a sus 13 años de edad, escribía y concretaba ideas mejor que muchos adultos en plenitud; tal vez, de no haber sucedido nada de lo que pasó, hubiera terminado brillando por sus obras una vez convertida en periodista, como soñó serlo en alguna ocasión.

«El ejemplo perfecto del hubiera», es el título que le pondría a sus narraciones. Lejos del contexto en que se desarrolla la escritura de las cartas a Kitty, el diario nos muestra los anhelos, disgustos, planes e inspiraciones de una pequeña niña que vivió demasiado en muy poco tiempo.

Muchas veces me detuve y traté de recordar el tipo de pensamientos que un servidor tenía a esa misma edad, me di cuenta de que eran similares. Y es que, en la secundaria, el estudio siempre preocupa aún cuando no se asiste a la escuela; nunca falta el creer que se ama a alguien que tal vez sólo nos gusta, falta experiencia aquí, falta experiencia allá.

Me entristece también darme cuenta de qué tan parecida a mí era esta jovencita, yo también amaba la mitología y gustaba de los árboles genealógicos a su edad. Lo siento mucho Ana, el destino decidió darte un corto tiempo de vida, después te dio la inmortalidad.

El Diario es una lectura obligatoria no importando si el tema de la Segunda Gran Guerra es de tu agrado o no. Es trascendente, honesta y pura. Escrita por un ser humano que se vio en el medio del más grande conflicto de la historia de la humanidad y, por tanto, es un ejemplo perfecto de la esperanza, que puede ser muchas veces nuestra única fuente de inspiración.

Ya ella lo intuía en sus últimas páginas, sentía que podría terminar en cualquier momento, y no creía que su diario pudiese servir como testimonio del sufrimiento que acontecía en las personas afectadas por el gran conflicto armado.

Ojalá hubieses podido aguantar un par de meses más Ana, ojalá lo hubieras hecho.