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Posts Tagged ‘Novela Negra’

Been there, read that (CCCVII)

El juego del escondite

Aut. Patricia Highstmith

Desde hacía tiempo que tenía ganas de entrarle a un libro de Patricia Highsmith, un nombre asociado automáticamente a la novela negra y al género policíaco. Como casi siempre, no soy yo el que elige sus lecturas y, por el contrario, dejo que sean los libros los que me eligen como su lector a través de su aparición inesperada ante mi vista y en mi vida. Junto con Desde el jardín (otro libro que no tardo en reseñar), El juego del escondite se me presentó, en un estado físico algo precario con dobleces en las esquinas y cubierta algo lastimada, en un botadero de libros en remate de los que habitualmente se colocan en alguna de las explanadas del centro histórico.

También de manera habitual, leo algunos de los comentarios que los lectores dejan en redes sociales sobre el libro específico del que hablaré, ya saben, para darme una idea de si mis alabanzas o detracciones son sólo mías o si están compartidas con el resto de personas. Curiosamente, en el caso del libro del que hablamos, me doy cuenta de que muchos lectores de la obra de Highsmith consideran a ésta en particular como una decepción. Yo he considerado lo contrario.

En El juego del escondite nos pondremos en los zapatos de Ray Garret, él acaba de perder a su esposa, Peggy, que se ha suicidado. La narración comienza poco después del funeral cuando el suegro de Ray, Coleman, intenta asesinarlo pues considera a nuestro protagonista como el responsable del fallecimiento de su hija. Y es que lo primero que saltará en nuestra mente, es que lo lógico sería la interposición de una denuncia por parte de Ray, que a duras penas ha sobrevivido con un balazo de por medio, pero en lugar de seguir lo que dicta la lógica tradicional, Ray se empecina en seguir a su suegro hasta las calles de Venecia para poder hablar con él y aclarar las cosas.

Bien, en este punto podríamos convencernos de que uno puede pasar por alto el haber recibido un tiro por parte de nuestro confundido suegro, así que viajemos hasta Italia, en donde nuestro asesino está vacacionando, para demostrarle que hizo mal pero que lo perdonamos porque entendemos su posición psicológica y queremos convencerlo de que el suicidio de su hija nada tuvo que ver con nosotros. El problema es que, en este intento de hablar las cosas, Coleman intenta asesinar nuevamente a Ray y lo da por muerto en las aguas de los canales venecianos.

Nuevamente, ¿qué sería lo lógico? Ir a la policía, o al menos largarnos de ahí para poner distancia con el hombre que por segunda ocasión casi logra despojarnos de nuestra vida. Pues no, Ray decide esconderse, se olvida de sus pertenencias en el hotel en el que se alojaba y se acomoda en un cuarto que un gondolero le ofrece, ¿cuál es el objetivo?. Tal vez busca hacerle creer a Coleman que tuvo éxito y observar cómo se desarrolla la búsqueda de él como hombre desaparecido; tal vez, simplemente, él está igual de loco que su suegro.

Aquí es donde el juego del escondite realmente comienza, los callejones de Venecia serán testigos de esta confusa dinámica entre los dos hombres, uno buscando asesinar al otro, el otro escondiéndose y mirando las acciones del primero. Supongo que eso es lo que critican los detractores de la novela, ésta extraña ausencia de sentido común tanto en el protagonista como en el antagonista, pero ojo, esto no hace que ambos dejen de ser verosímiles; es decir, no los coloca como personas que realmente no pudieses encontrarte en cualquier momento en cualquier lugar.

Después de muchas escondidas, se dará un tercer intento de homicidio que tendrá consecuencias no anticipadas por parte de los jugadores y entraremos en este interludio donde lo que realmente importa es, ¿por qué se suicidó Peggy? Al final, creo que los comentarios negativos vienen de personas que han disfrutado más extensamente de los textos de Patricia; en ese sentido, tendré que buscar algunas otras novelas de la autora para completar mi visión que, al menos hasta aquí, se mantiene expectante pues disfruté mucho de esta historia y la recomendaría para pasar un buen rato jugando a las escondidas con los personajes.

Been there, read that (CCLXXXVII)

La doble vida de Jesús

Aut. Enrique Serna

Desde que conocí los textos de Enrique Serna hace más de 10 años en las páginas de Letras Libres una vez que la elegí como la revista que leería cada mes, me enamoré de ellas, de su mordacidad, de su humor negro, de su capacidad de hacerme desear una bella desgracia. Conforme fui leyendo más y más de su obra, me quedó claro que nunca me decepcionaría y siempre encontraría algo bueno y sórdido de lo cual disfrutar. En efecto, no ha sido la excepción La doble vida de Jesús, una novela política negra que se antoja mucho en tiempos electorales.

En esta ocasión, abordaremos precisamente la vida de un político honesto en ciernes (por inverosímil que parezca), Jesús Pastrana, que se encarga de fiscalizar los gastos y aspira a la alcaldía de Cuernavaca. Como es de suponerse, sobran los corruptos que buscan su complicidad que, al no obtenerla, le ponen el pie a su carrera política. A pesar de todo, Jesús, es un buen hombre y poco a poco va ganando la simpatía del electorado y de una que otra figura de poder que ven en él ciertas oportunidades a largo plazo.

Sin embargo, mientras damos algunos saltos temporales para conocer la juventud de nuestro protagonista, empezaremos a entender dinámicas ocultas dentro de la vida aparentemente perfecta del candidato (casa grande, esposa bella, hijos bonitos); dinámicas que se romperán con la aparición de Leslie, un transexual que vive de la prostitución para sobrevivir. Pronto, Leslie empujará a Jesús a un abismo de amor prohibido que hará tambalear su carrera política. No sólo eso, los temas se complicarán cada vez más conforme algunos miembros del círculo más íntimo del político se enteren del amorío y comiencen a dudar de la lealtad que profesan.

En efecto, nada podría resultar más cercano a la realidad de una sociedad mexicana que dice adorar al que se presenta como honesto pero que con celeridad condenará a quien busque materializar esa honestidad en hacer pública una relación que va en contra de los cánones de una familia tradicional. Cinismo, hipocresía y clasismo, el pan mexicano de cada día.

¿Y si agregamos un poco más de giros en la trama? ¿Qué pasaría si Leslie tuviera un hermano gemelo que además fuese jefe de un cártel de las drogas? Así de intensa se pondrá la narración pues pronto Remedios, la esposa de Jesús, decidirá llevarse a los hijos de su casa al sospechar de las actividades que Jesús lleva a cabo cuando cree que nadie lo ve.

La doble vida es una de esas novelas sórdidas, criticonas, agradables de leer, de esas en las que agarras ritmo y no puedes dejar pues, por el bien del chisme, desearás saber qué pasa a continuación, cuál es la maroma que sacará al «héroe» de la apremiante situación y cómo es que terminará todo, mientras se la mientas a varios de los personajes por aprovechados de la situación. Lectura recomendadísima para los tiempos que se avecinan.

Been there, read that (CCXXXV)

10 octubre 2021 1 comentario

Un buen detective no se casa jamás

Aut. Marta Sanz

Para terminar con el desfile de reseñas que busca actualizar mi trayecto bibliográfico de los últimos dos meses, un título de esos que Editorial Anagrama nos hizo el favor de regalarnos con motivo del inicio de la cuarentena debido al Covid. A diferencia de lo entretenidos que resultaron títulos como Fiesta en la madriguera y Mis documentos, Un buen detective ha requerido de una gran inversión de esfuerzo de mi parte para poder terminarlo.

No es que sea un mal libro, pero la forma en que está escrito me provocó demasiado tedio. Hubo momentos en que me daban ganas de decirle a la autora, «ya, cuéntanos lo que sigue y deja de adornar tanto estas escenas tan inverosímiles, por favor». Estoy seguro que habrá personas que disfruten en demasía esta misma obra, pero al menos en mi caso, no fue así.

La historia nos pone en los zapatos de Arturo Zarco, detective, que decide pasar parte de sus vacaciones visitando a una entrañable amiga. Mientras se encuentra de visita, el protagonista atestigua una sucesión de hechos que, en historias similares de novela negra, lo forzarían a investigar y desentrañar el misterio de una desaparición; sin embargo, no es este el caso de nuestro héroe, ya que ante la presencia de un posible crimen, él opta por la pasividad. A final de cuentas, son sus vacaciones.

Ahora que lo pienso, ese es el asunto con la novela, que el protagonista observa el planteamiento del misterio y hasta su propia resolución sin hacer absolutamente nada más que reflexionar en torno a los motivos de los participantes y en torno también a su reciente separación con su pareja.

La fortaleza principal de la obra está en el uso del lenguaje, hay bellísimas estrofas y sabias reflexiones, pero a pesar de esto, uno se termina cansando de que la escena de dos niñas jugando en un jardín se extienda hasta por 10 páginas sin que haya un avance en lo que uno pensaría que de verdad importa dentro de la trama.

Probablemente me esté equivocando y no esté dándome cuenta del mensaje que tal vez la autora quiera hacer llegar a los lectores. Probablemente no sea yo el tipo de lector al que la escritora deseaba llegar. Y, sin embargo, es un libro que no recomendaría bajo circunstancia alguna. Me gustó, sí, pero no lo suficiente para volverlo a tocar o a mencionarlo en una conversación adicional.

Been there, read that (CCXXXIII)

9 octubre 2021 1 comentario

Hércules en el desierto

Aut. Carlos René Padilla

Del mundo de los negocios y el emprendimiento pasamos a la siempre amable y entretenida nota roja y el mundo del noir (simulado al menos). Hace unos meses, Carlos René me dejó con un buen sabor de boca a través de Yo soy el araña, así que por supuesto que adquiriría un segundo libro de él si me lo llegara a topar. Y así fue.

Rara vez el título de un libro tiene un sentido literal en el desarrollo de la historia, generalmente es una abstracción o un objeto específico dentro de la narración; sin embargo, no creo que haya un título más preciso para las aventuras del periodista protagonista.

En Hércules en el desierto, seguiremos los pasos de dicho periodista mientras persigue la información necesaria para cumplir con su cuota de notas y al mismo tiempo escribir ese gran reportaje que le brinde fama, fortuna y, tal vez, un aumento de sueldo porque el que tiene no le alcanza. Su primera misión consistirá en probar que la corrupción en temas de tránsito es provocada por los agentes que suelen solicitar mordidas a los buenos ciudadanos; su hipótesis se irá al traste toda vez que se haga pasar como agente y sean los mismos conductores quienes hagan hasta lo imposible porque acepte un billete y los deje continuar su camino.

Es tras la escritura de este primer reportaje, que el editor del periódico le pedirá al protagonista reportajes cada vez más atrevidos y que se compararán con los doce trabajos del Hércules de la mitología griega. De este modo, robar las manzánas del jardín de las Hespérides, implicará hacerse pasar por pordiosero y descubrir que es un trabajo muy bien remunerado; matar a la Hidra de Lerna, tendrá que ver con enfrentar a la interminable burocracia para sacar una licencia de conducir; matar a los pájaros de Estínfalo, implicará ahuyentar a una secta de estafadores que se hacen pasar como guías espirituales; y así sucesivamente. Como a final de cuentas estaremos ubicados en Sonora, todos estos trabajos serán realizados por Hércules en el desierto, ¿lo ven?

Definitivamente es una literatura divertida, amena y con un gran contexto político y social. Las diferentes tareas conllevan a la desmitificación de muchas problemáticas sociales y la conclusión de cada labor deja un rastro de satisfacción transformado en el esbozo de una sonrisa por parte del lector. Esperaré a encontrarme un nuevo libro del autor.

Been there, read that (CCIX)

9 octubre 2020 2 comentarios

Yo soy el Araña

Aut. Carlos René Padilla

Después de Lady Masacre, me quedé con muchas ganas de seguir en el mundo de la novela negra, sobre todo, porque me quedé con la idea de que la historia de Frank Molina transcurría en alguna capital mexicana cuando en realidad acontecía en Bogotá. Nuevamente, una recomendación en Instagram hizo que me enfocara en conseguir un libro cuya portada y sinopsis me provocaron una gran curiosidad.

Lo que es todavía más curioso es el hecho de que, a través de casi 3 meses, visité varias librerías en las que Yo soy el Araña estaba agotado y en aquella en que sí había existencias, extrañamente no lo pudieron encontrar en las estanterías donde debía estar. Fue hasta la tercera visita a la misma librería, que uno de los encargados dio con la obra de Carlos René. Eso fue apenas hace tres días, para lo que me duró.

Nos olvidaremos ya de Frank Molina y ahora seguiremos los pasos de Pedro Pérez, agente de la policía estatal en algún estado del norte de México. Pedro es un agente honesto, por increíble que parezca, y lleva una vida sencilla al lado de su María Juana, mujer pelirroja que tuvo que escapar de Estados Unidos luego de que su padre alcoholizado golpeara e involuntariamente asesinara a un policía gringo. Pedro no ha pasado de ser el mandadero de la agencia y aunque se frustra por no tener un mejor sueldo, encuentra siempre consuelo y reflexión en su veterano amigo de la agencia a quien apodan «el Tío Ben». ¿Podrás darte cuenta de qué va la historia?

Pedro también es fanático de los cómics, los colecciona desde que tiene uso de razón y entre sus pertenencias, se halla un disfraz completo del Hombre Araña. Todo transcurre de forma normal hasta que, un día, el protagonista tiene un accidente que lo deja en estado de inconsciencia; al despertar, Pedro encuentra entre sus pertenencias el disfraz y, en su mente, todo está claro, ¡él es el Hombre Araña! Ahora debe rescatar a su María Juana que ha sido secuestrada por el Rey, un diputado chueco, y sus compinches, Buitre, Camaleón, Duende y Lagarto.

Sin duda, esta historia fue escrita por un fanático de los cómics pues, aunque no existen los superpoderes, las características de cada personaje se ajustan muy bien a sus apodos. Es fácil imaginar a un sicario calvo lleno de arrugas como el Buitre o al comandante de la policía estatal, Rino, como un sujeto corpulento de piel gruesa. Del mismo modo, las referencias a la cultura pop y a lo que sería la banda sonora de esta «película», son muy de quienes nacimos a finales de los setenta y durante los 80.

Yo soy el Araña es un magnífico ejemplar de la novela negra mexicana: es entretenida, tiene mucho humor negro, retrata una realidad sociopolítica que, lejos de entretener, debería preocupar. Las situaciones son sumamente mexicanas. Este es otro libro para una sola sentada.

Been there, read that (CCVII)

Lady Masacre

Aut. Mario Mendoza

Tendría tal vez 5 o 6 años de edad cuando mi papá me llevó a mi primera función de lucha libre. Ese era el lugar en donde estaba bien decir groserías, donde conocería a mis primeros héroes y los vería volar. Ya existían guerreras luchadoras, cómo olvidar a Miss Janeth o a la inmensa Martha Villalobos. A pesar de todo, jamás tuve a una heroína en aquel mundo hasta que un día vi luchar a Sexy Star, desde ese entonces tuve una heroína a la cuál admirar. Cómo no hacerme con un libro cuya portada me recordó tanto a esa gladiadora que, ya desde hace casi dos años, se retiro de ese deporte para dedicarse a otros proyectos en su vida.

Lo más chistoso del caso, es que quedé tan prendado de la portada del libro, que fue casi nula la atención que puse en la sinópsis de la contraportada y asumí de inmediato que la historia era más que mexicana que, valga la redundancia, la lucha libre mexicana. Sorpresa que me daría casi a la cuarta parte de la historia cuando comencé a darme cuenta de que las cantidades monetarias y los lugares descritos no coincidían con lo que conozco de mi propio país.

Pero bueno, vamos por partes. Primero, esta es una novela negra, una novela policíaca con tintes sociopolíticos en toda la definición del término. Segundo, su protagonista es Frank Molina, un experiodista que tras ser expulsado de su trabajo y después de ver destruida su carrera, decide convertirse en investigador privado. Tercero, Frank es bipolar y gran parte de su vida la vive en una dualidad tal que llega un momento en el que no sabemos si lo que está aconteciendo es realidad o puros inventos de la dañada psique del excronista. Cuarto, el caso gira en torno al asesinato de un prominente político cuyo deceso implica nexos con grupos paramilitares y asesinatos en masa de campesinos. ¿Verdad que suena a México? Pues no, la historia se desarrolla en Bogotá.

Bajo estas premisas es que acompañaremos al cuasihéroe a través de una historia de intriga, crímenes pasionales y hasta un poco de sucesos paranormales cortesía del reciente amigo y aliado del protagonista, Kalimán, un revolucionario retirado que se dedica a la lectura del tarot y a la astrología.

La historia es muy mexicana, aunque si fuera mexicana y un colombiano la leyera, éste diría que es muy colombiana, así que dejémoslo así. Así como tardé mucho tiempo en darme cuenta de que las locaciones no eran las que yo pensaba, también me di cuenta muy tarde de que en mis manos yacía una décima edición de la novela, así que el contexto narrado es el de eventos de hace una década. No por eso han dejado de ser relevantes, basta sustituir a las facciones paramilitares por el narco y todo estará fresco como los cadáveres que nuestro investigador habrá de descubrir.

Lady Masacre tiene todo lo que un amante de lo policiaco y la nota roja quiere: misterio, perversión, pasión y hasta la aparición de un personaje de los cómics como estrella invitada. Sin duda entretenida es la historia como atractiva es la aparición de la mujer que engalana a la portada y el título del libro, Lady Masacre, una estrella del ring que pronto dará una vuelta a todo lo que supondremos del crimen que Molina investiga. Recomendación total.

La luchadora

Era en una carpa de circo con un ring en el centro y muchos asientos de colores alrededor. Bebimos cerveza, nos reímos, recordamos escenas de nuestra infancia con las tiras cómicas del luchador mexicano El Santo. En general, la pasamos bien esa noche. Sólo hubo una escena que nos impactó a ambos de manera sobrecogedora: en la segunda pelea de lucha femenina había subido al ring una belleza latina cuyo nombre de combate era Lady Masacre o La Dama de la Noche, un nombre sacado, creo, de una luchadora mexicana. Al principio, uno sentía que entre el nombre de ella y su aspecto no había nada en común, porque su larga cabellera, su sonrisa perfecta y sus curvas generosas le daban un aire atlético pero no agresivo. Sin embargo, cuando empezó la pelea, Lady Masacre hizo honor a su nombre y se despachó a sus enemigas entre saltos acrobáticos y llaves de lucha libre profesionales. Ninguna podía contra ella y el público la aplaudió a rabiar. Era un ídolo entre la gente de Ciudad Bolívar. Cuando quise comentar la belleza de la luchadora, me volteé y me di cuenta de que él estaba absorto, ido, con la mirada fija en ella, como si no existiera nada más a nuestro alrededor. Estaba realmente en shock.

– Mario Mendoza en Lady Masacre
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Been there, read that (CXCVII)

Naufragio

Aut. Juan Hernández Luna

naufragioNo saben cómo amo a los personajes del estilo de Hank Chinaski, perdedores irreverentes e insulsos con algo que nos falta a muchos, suerte. Es raro encontrar a alguno de esos personajes que no sea sólo una imitación o emulación del arquetipo establecido por Hank o por Fante; al menos eso pensaba hasta que leí Las mentiras de la luz y Tabaco para el puma de Juan Hernández Luna, una mezcla del detective de novela negra y del alcohólico nihilista bukowskiano.

Lo que es todavía mejor, disfrutar de las aventuras del protagonista cuando éstas se desarrollan en la misma calle en la que vives. El autor, poblano, nos lleva de la mano a una visita guiada por las cantinas más famosas del centro histórico de Puebla de finales de los 80, lugares en los que se desarrolla esta novela «policiaca» en la que Daniel «el Tigre» Quintanilla, portero no consumado del Cruz Azul, ayuda a su amigo de la infancia, Felipe, a salvar el negocio heredado por su padre.

Por supuesto que hay todo lo que el cliché manda: borracheras, pleitos de bar, bodas de una sola noche, personas convertidas al cristianismo, cartones (muchos) de cerveza, un villano homosexual apodado «el mamacito», y un montón de etcéteras.

Algo que me parece curioso con Juan Hernández Luna es que sus libros sólo los encuentro en botaderos y locales de libros viejos en el mismo centro histórico. Es imposible hallarlos en tiendas en línea y grandes cadenas libreras. Precisamente eso es lo que lo hace un autor tan valioso para mí, desde el día en que escuché su nombre por primera vez en un curso de creación literaria impartido por Beatriz Meyer. Sin duda, lo considero uno de mis cinco escritores mexicanos favoritos y, con menos duda, el mejor de Puebla. Lástima que nos dejó hace casi 10 años, seguiré cazando el resto de sus obras.

Been there, read that (XCII)

Autopsia de la novela negra

Aut. Víctor Bolívar Galiano

Autopsia de la novela negraUn problema con los manuales de todo tipo (y sobre todo los de literatura) es que los ejemplos o no muestran la totalidad de los casos que pretenden demostrar, o son muy cortos, o simplemente son inexistentes. Pues bien, qué mejor que el manual en sí sea un sólo y extenso ejemplo.

Autopsia de la novela negra es eso, un ejemplo que incluye todo lo que es necesario saber para comenzar a escribir aquella historia que teníamos ganas de contar. Capítulo tras capítulo, la historia muestra escenas que utilizan las diferentes herramientas a aplicar en la escritura del género negro. A través de los «Apuntes del Dr. Ernesto Barea», esparcidos entre los capítulos, encontraremos valiosa información técnica sobre temas como el suicidio, heridas mortales, trastornos psicológicos, y demás relativos al género.

Con todo esto, la historia es entretenida, amena y explicativa de las situaciones que uno debe comprender. Chistoso es el hecho de que al final veremos que el protagonista desarrolló un papel que pudo haberlo excluido completamente de la historia, ya que sin él ésta no habría cambiado casi para nada.

Después de la divertida que me di leyendo El complot mongol, no quedaron dudas, debo escribir género negro. Qué mejor manera de guiarme que a través de la obra de Víctor Bolívar. Si no te gusta el genero policíaco o criminalista, no es para ti, advierto de una vez.