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Posts Tagged ‘Bukowski’

Been there, read that (CCCII)

Las campanas no doblan por nadie

Aut. Charles Bukowski

Apenas hace 5 días, el 9 de marzo, se cumplieron 30 años del fallecimiento del mismísimo Charles Bukowski; en contraparte, con motivo de su cumpleaños número 99, en 2019, se publicó Las campanas no doblan por nadie, así que no podemos quedarnos sin hablar de algo del autor maldito. Por cierto, no ha de tener mucho que tuve una de mis rabietas constantes cuando alguien publica en redes sociales alguna frase romanticona atribuida a él. Cómo no detestar a la gente que en su vida ha leído una página de la obra de Hank y se atreve a pensar que frases como «el amor todo lo puede» tendrían la más mínima presencia en sus relatos.

¿Qué puedo decir que no haya dicho ya en múltiples ocasiones en las que he hablado de sus libros? Tanto en novelas como en compilaciones de sus textos, Henry se mantiene provocador, crudo, violento, borracho, sexual y sucio. Así son sus narraciones, desde la clásica columna Escritos de un viejo indecente, hasta la inclusión de textos publicados en revistas para adultos, como lo son Hustler y Oui, en este volumen.

En la faja que rodea al libro, la editorial anota «el lado B del sueño americano», una frase que queda como anillo al dedo a una serie de relatos que destacan lo que no se menciona sobre la tierra de las oportunidades, y sobre las oportunidades mismas: los obreros que regresan derrotados después de jornadas extenuantes realizando labores repetitivas y tediosas, los jefes abusivos que otorgan trabajo a cambio de vida, las enfermedades venéreas y el destello de felicidad de los prostíbulos…

¿De qué más va este título que hace referencia a la más famosa novela de Hemingway? Del sujeto que comparte departamento con el mismísimo Adolf Hitler que realiza experimentos para crear una nueva especie que conquistará al mundo; de unos sujetos que secuestran un avión sólo por el deseo sexual que les provocan las azafatas; de un día en la vida de un dependiente de una tienda para adultos; de la mujer que va a una entrevista de trabajo para ser abusada sexualmente.

Justo cuando creemos que no habrá más del buen Chinaski, resulta que siempre hay más. Como en cada ocasión que he escrito de él, no dudo en recomendar su lectura pues a pesar de lo denso que se puede tornar, de alguna manera, logra siempre brindar una sonrisa de complicidad y, lejos de generar un asco, te provoca un asentimiento de lo mucho que tiene por decir. Cuando conoces a sus personajes, no te queda de otra más que decir, «podríamos estar peor».

Been there, read that (CCXXVI)

La enfermedad de escribir

Aut. Charles Bukowski

Uno de los motivos por los que Anagrama es mi editorial predilecta, no es sólo el hecho de que tengan una curaduría de nivel inigualable (libro que edita Anagrama, es libro que seguro disfrutarás) sino que desde hace años se encargó de realizar las traducciones de las obras del buen Chuck. Básicamente, de no ser por Anagrama, yo no tendría al autor favorito de toda mi vida que tengo hoy. Imagínense lo grato que es enterarse de una nueva obra de Bukowski cuando creíste que ya no habría más que lo que ya estaba impreso, y no es que ya haya leído todo, pero siempre la novedad es la que gana.

Por supuesto que al enterarme, a través de la cuenta de Instagram de la editorial, de la nueva obra de Charles, moví cielo y tierra para conseguir una copia. Importarla por Amazon implicaba una inversión de casi mil pesos y, justo cuando estaba a punto de hacerlo, me di cuenta que faltaban dos semanas para su lanzamiento en latinoamérica. Decidí esperar. Al final, valió la pena la espera.

La enfermedad de escribir es un volumen compilado de cartas que Bukowski escribió a lo largo de su vida. Desde sus primeras publicaciones y sus agradecimientos a los editores que se «atrevían» a incluirlo en revistas underground, hasta unos pocos meses antes de su fallecimiento en 1994, Charles reflexiona sobre diversos temas a través de sus cartas, enfrenta la crítica, discute con quienes manipulan su obra y rinde homenaje a quienes él considera los verdaderos baluartes de la poesía contemporánea.

En más de una ocasión, Bukowski, despotrica en contra de las normas rígidas que guían a los poetas y se enfada con quienes le piden que dedique tiempo a hacer dibujos o entrevistas pues es tiempo que podría dedicar a escribir. Escribir es una enfermedad contra la que él sucumbe a diario, que no tiene cura y que provocará su muerte algún día.

Un detalle que se agradece mucho, es el hecho de la clasificación de las cartas por año y un breve semblanza de las personas a las que cada carta va dirigida. De esta manera, podemos identificar el motivo del enojo o las razones por las cuales el autor menciona a ‘x’ o ‘y’ personaje, el contexto lo es todo. Al inicio, se incluyen los dibujos que Chuck garabateaba en algunas de las cartas, por un momento pensé que disfrutaría de muchos de ellos conforme avanzara en las páginas, pero realmente después de las primeras, la aparición de más garabatos es nula.

Este es un libro para fanáticos del escritor maldito, es una forma más íntima de conocer a Bukowski. De hecho, provoca mucha tristeza la lectura de cartas que se acercan cada vez más al año de su partida. Es sumamente conmovedora una de las últimas cartas en la que agradece la aparición de uno de sus poemas en la revista Poetry, ya que por más de 40 años deseó ser incluido en ella sin éxito. Al final lo incluyeron, justo un par de meses antes de su muerte. Vaya forma de cerrar otro capítulo de las lecturas del viejo borracho que tantas emociones me ha provocado con su escritura.

Introducción

[…] «Introducción»

Releo estos poemas y lo diré de manera sencilla y en tono melodramático: los escribí a sangre y fuego. Fueron fruto del miedo y la fanfarronería y la locura y de no saber hacer otra cosa. Los escribí mientras las paredes resistían los embates del enemigo. Los escribí mientras las paredes se desmoronaban y entraron y me apresaron y me hicieron ver la sagrada atrocidad de mi respiración. No hay escapatoria; es imposible ganar esta guerra. Cada paso que doy es infernal. Los días me parecen terribles, pero entonces se hace de noche. Se hace de noche y las mujeres guapas se acuestan con otros…, hombres con rostro de rata, rostros de sapo. Contemplo el techo y escucho la lluvia o el sonido del silencio y espero mi muerte. Estos poemas son el fruto de todo eso. O algo así. No me sentiré tan solo si al menos una persona los entiende. Estas páginas son tuyas.

– Charles Bukowski en una carta dirigida a Gerard Belart (11 de enero de 1970)

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Mi 2020 en libros…

Cuando nos peleábamos

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Cuando nos peleábamos, combatíamos durante horas y nuestros padres no iban a salvarnos. Supongo que como fingíamos ser muy duros y nunca pedíamos clemencia, esperaban que alguna vez lo hiciéramos. Pero no podíamos hacerlo porque detestábamos a nuestros padres, y como los odiábamos ellos nos odiaban otro tanto, y salían a los porches y nos miraban con indiferencia mientras estábamos enredados en una terrible e interminable pelea. Bostezaban y recogían del suelo algún volante publicitario y se metían de nuevo en la casa.

Yo peleaba contra un tipo que después llegó a un puesto muy alto en la Marina de los Estados Unidos. Un día peleé con él desde las ocho y media de la mañana hasta la puesta de sol. Nadie nos detuvo a pesar de que estábamos bien a la vista, en su jardín delantero, bajo dos enormes pimenteros desde donde los gorriones nos cagaron todo el día.

Fue una lucha implacable, a muerte. Él era más grande, un poco mayor que yo y más pesado, pero yo estaba más loco. Paramos de común acuerdo: no sé cómo funciona eso, hay que experimentarlo para entenderlo, pero después de que dos personas se pegan durante ocho o nueve horas, surge una extraña especie de hermandad.

– Charles Bukowski en Bop, bop, contra aquel telón.

Been there, read that (CCV)

Tráeme tu amor y otros relatos

Aut. Charles Bukowski / Ilust. Robert Crumb

Traeme-tu-amor-y-otros-relatosConservo todos los libros que leo, es algo así como una colección que algún día pasará a ser herencia para quienes vengan detrás. No me gusta para nada la onda de hacer intercambio de libros, no hay nada como ir a las librerías o a las ferias del libro y tomarte el tiempo de dejarte sorprender en el estante de novedades o de descubrir a un nuevo amigo entre los botaderos.

Así como no me gusta intercambiar libros y prefiero conservar los que he leído a través de mi vida, me gusta a veces regalárselos a personas que sé que los apreciarán, eso sí que no me duele. De tal modo, el único motivo por el que compraría un libro que ya leí es porque lo regalé a alguien más, porque encontré una edición más antigua (o cercana a la primera) o porque a alguien se le ocurrió realizar una versión ilustrada que enriquece aún más a la obra original.

Precisamente, esta versión de Tráeme tu amor es una de esas excelentes combinaciones escritor/ilustrador, en este caso, entre Charles Bukowski y Robert Crumb. Ahora bien, hay que aclarar que no es algo realmente novedoso ya que tanto los relatos como las ilustraciones fueron realizadas hace más de 40 años. Más bien, se trata de estas bellas ediciones que la editorial Libros del Zorro Rojo se encarga de hacer (también tengo versiones ilustradas de esta misma editorial de Las montañas de la locura de Lovecraft, Frankenstein de Mary Shelley y un cuento para niños de un oso que vive en las tuberías de una casa).

Tráeme tu amor incluye tres relatos: el que brinda su título al nombre del libro (1983), «No funciona el negocio» (1984), y «Bop, bop, contra aquel telón» (1975). Las tres forman parte de una excelente representación de la escritura del buen Charles que, ahora que conozco un poco más de la obra de Robert Crumb, no podía estar mejor acompañada.

A la obra en general de Robert Crumb se le ha tachado de pornográfica, misógina y degradante, y es eso lo que precisamente se encuentra entre las líneas escritas por Hank. De alguna manera, lo crudo, lo desolador y lo sucio de las letras del escritor se acopla de forma natural a los dibujos del ilustrador.

Advierto que no es una literatura agradable. No es para todos el tipo de narraciones donde los personajes comunes y corrientes se enfrentan a la desolación de una recesión económica, de la falta de oportunidades y motivaciones, o del deseo de mejorar en la vida en general. Mucho menos será del agrado de muchos el trato que se le da a la figura femenina ni al detalle que se brinda a los detalles «cochinos».

Lectores de Bukowski, bienvenidos. Lectores en general, por supuesto que lo están pero avancen bajo su propio riesgo.

Henry

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Fernanda Pivano: Oigo que Linda te llama Hank. ¿Por qué en los libros te haces llamar Charles y en la vida privada Hank?
Charles Bukowski: Bueno, entiéndelo, tendríamos que volver de nuevo a la vieja infancia. Mis padres me llamaban Henry.
Linda Lee: Bueno, dile tu nombre completo.
CB: Mi nombre completo es Henry Charles Bukowski Jr. Pero me he cansado mucho del Henry, sabes, Henry.
FP: ¿Por qué te has cansado?
CB: Porque mis padres no eran simpáticos y cuando me llamaban por mi nombre no quería oírlo. Porque me llamaban sólo para ir a comer o para ir a hacer algún recado o porque había hecho algo malo o porque tenían que pegarme. En otras palabras, ha comenzado a disgustarme el nombre, Henry. Así que cuando comencé a escribir, pensé: ¿Henry Bukowski? También hay otro motivo. He dicho, si se toma Henry y se junta con Bukowski, ¿qué sale? Hen-ry Bu-kows-ki: ¿comprendes?, salta demasiado. Como si llevara ricitos, Henry y Bukowski, lleva ricitos, ¿entiendes lo que quiero decir?
FP: Sí.
CB: Henry Bukowski. Así que me dije: «Henry Bukowski no suena bien». Luego probé Charles Bukowski. Charles es una palabra recta y Bukowski sube y baja. Así que una contrarresta la otra. Me dije: «Ahora sí que suena a escritor. Charles Bukowski». De modo que me he convertido en Charles Bukowski por dos motivos: el primero es que me he cansado de que mis padres me llamaran Henry y luego por un motivo, digamos, puramente fonético. Pero en realidad tampoco me gusta que me llamen Charles, suena muy bien en la página escrita, pero tener a alguien que dice «¡Oh, Charles!», tampoco me gusta eso, de modo que estoy muy confundido, y le digo a la gente que me llamen Hank. ¿Entiendes?, es todo un follón. Sí, Charles Bukowski está muy bien en la página escrita, pero no quiero que me llamen Charles. Hank, el buen diablo, Hank. Bravo, viejo Hank.
FP: Pero ¿ese Hank lo has inventado tú?
CB: No. Mira, Hank y Henry es lo mismo. Es un diminutivo, Hank en lugar de Henry. Significa lo mismo.

– Fragmento de Lo que más me gusta es rascarme los sobacos, Editorial Anagrama.

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Been there, read that (CXCIII)

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos

Aut. Charles Bukowski

331360e54140a660f7f967f7e7773f270c7ebf73Hace un par de días, tuve oportunidad de platicar un poco con una amiga que no veía desde hacía un par de años. A pesar de la cuarentena, nos reunimos a tomar un café, tenía ganas de contarme lo que ha estado haciendo tras el fracaso de haber intentado una carrera universitaria que poco o nada le redituó. Platicamos lo básico que platican personas que tiene tiempo que no se ven. En algún momento de la conversación, mi interlocutora confesó haber optado por no llevarme un obsequio que en un principio quería hacerme: «un libro sobre quien sé que es tu autor favorito, pero como estaba casi segura de que seguro lo tenías, decidí que era mejor evitar la decepción de no haberle atinado». Por supuesto, no hay que conocerme demasiado para saber que, si hay un autor del que consumo prácticamente todo lo que se me atraviesa, es Charles Bukowski.

De acuerdo a esta amiga, el libro que deseó haberme regalado, era una compilación de los primeros poemas del buen Hank mucho antes de hacerse famoso. Lamentablemente, esta chica tiene una mente muy dispersa (en palabras de ella) y no pudo recordar ni el título ni la editorial que pertenecían al libro. De cualquier manera asumí que ya lo había leído, qué más da.

Lo cierto es que hay mucho de Bukowski que aún no leo porque, precisamente para tener siempre un factor de sorpresa al encontrarme algo de él en librerías o botaderos, suelo no leer más de uno o dos de sus libros al año. De este modo, no acabo con la oferta y siempre existe algo de demanda en mí. Está de más decir que, después de aquella plática, me dirigí a mi librero con una fuerte intensión de leer algo escrito por él (siempre hay algo de Hank en mi librero), recordé que en una de mis últimas visitas a mi antiguo lugar de trabajo, en un botadero de libros me hice con la obra que engalana esta entrada, por tan solo 59 pesos.

Lo que más me gusta, es una breve entrevista realizada a Charles en 1980 por Fernanda Pivano. Son apenas 60 páginas que se complementan con una cantidad similiar de páginas de una semblanza (bastante emotiva, por cierto) sobre el autor escrita por la entrevistadora. Hay un par de detalles en los que había reparado inconscientemente al leer a Hank y que no descubrí hasta leer dicha semblanza. Primero, que es cierto que al leer a Bukowski, encontramos mucha repetición pues las historias son las mismas aunque la forma en que están narradas siempre es distinta. Segundo, que a Bukowski siempre le hacen las mismas preguntas al entrevistarlo y su forma de responder también es siempre la misma; sin embargo, lo que cambia, son las anécdotas en las que se apoya al responder, esas son diferentes.

En efecto, recuerdo como alguna vez mi papá me preguntó si no ya habíamos leído un libro de Bukowski que recién le había dado (mi papá suele leer lo que yo he terminado) porque eran las mismas historias. Tras decirle que no, que era un libro distinto, me pregunté por qué no me daba cuenta de eso. La respuesta, está en lo que Pivano ha escrito.

He leído muchísimas entrevistas del mismo estilo pero, a pesar de esto, me doy cuenta que ésta es LA entrevista, es de aquí de donde salieron muchas de las frases más célebres atribuidas al poeta maldito. Por ejemplo, aquella que habla sobre los 10 años en que no escribió porque lo único que tenía eran ganas de beber.

La entrevista se encuentra fácilmente en internet, sin embargo sólo la versión impresa incluye la semblanza escrita por Pivano y admito que es ese el pretexto perfecto para conseguirla (aparte de que no tolero leer en electrónico). Cuando se realizó, Bukowski llevaba escritas 50 páginas de La senda del perdedor (Ham on rye), y eso hace más interesante entender las respuestas que, de nuevo, aunque repetidas, siempre aportan un poco más.

Been there, read that (CXXXIX)

8 septiembre 2015 2 comentarios

Hijo de Satanás

Aut. Charles Bukowski

Hijo de SatanásSeré breve con el texto referido al buen Hank. Así como en el mes del fallecimiento de Galeano me apresté a leer alguna de sus obras, por puro homenaje, a unos días de la fecha de su cumpleaños, Bukowski recibió mi visita dentro de sus páginas (aprovechando el regalo de cumpleaños mío también).

Hijo de Satanás es una recopilación de cuentos y textos breves. Los temas ya son conocidos: carreras de caballos, vagabundos, conversaciones a través de la bebida, empleos aburridos y denigrantes, depresión, mujeres. El mundo de Bukowski se materializa a través de nuestra imaginación, desde el hombre que visita a su mujer en el manicomio mientras en el hotel lo espera la amante, hasta el grupo de vagabundos que invaden una tienda de lujo y violan a las vendedoras; desde el hombre (y son varios) que soporta los berrinches de una mujer que no tiene lo suficiente de él, hasta el escritor caído en desgracia.

Si ya se ha leído a Charles con anterioridad, no hará falta introducción alguna, la familiaridad tomará el control. Si es la primera vez, ésta es una de esas obras que pueden servir tanto para enganchar al novato, como para rechazar a aquellos que buscan una prosa adornada o bellas situaciones.

Dos de mis poemas favoritos de Bukowski, animados

Me topé con este par de animaciones que dan vida a dos poemas de Charles Bukowski, The Laughing Heart y Roll the Dice, ambos forman parte de algunos textos que me han seguido a lo largo de mi vida. En especial, el segundo, tiene mucho que ver con esa filosofía que sigo cuando hago lo que me apasiona; si lo intento, me gusta ir por ese camino hasta el final, sin importar las consecuencias, sólo así alcanzaré la risa perfecta. No todo es risa, pero sonrío cuando aún en el fracaso, sé que di todo lo que podía dar. Y un poco más.

Espero los disfruten tanto como yo lo he hecho y sigo haciendo.