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Posts Tagged ‘Estados Unidos’

Been there, read that (CCCXXX)

La mujer que soy

Aut. Britney Spears

Tengo esta amiga/interés romántico, que parte de su vida la dedica a la música. Dueña de una voz bellísima y una imagen que se decanta entre el límite del rockero duro y la delicada belleza de una princesa. Vuelve loco a más de uno que la llegue a admirar sobre el escenario en el que ella se desenvuelva y, por supuesto, todos fantasean con llevarla de la mano y tener una relación con esa diosa de cabello rizado y mirada fulminante. Vaya, es una fortuna que siquiera se digne a mirarte un instante mientras hace sus interpretaciones.

En alguna ocasión, me platicaba sobre su vida abajo del escenario y de cómo se ha dado cuenta que todos esos que tratan de cortejarla terminan en el olvido. Tristemente, quienes la admiran y se admiten enamorados de ella, descubren que están enamorados de la imagen de ella en el escenario, del personaje que interpreta Lost on you y no puedes creer que no sea una pista de la artista original. Al final, sólo quieren lo que imaginan de ella bajo los reflectores y no saben qué hacer con la mujer real que se encuentran viviendo una vida normal con sus responsabilidades y asuntos del día a día.

No es que la persona de abajo del escenario sea otra, pero pocos comprenden que hay una diferencia entre el que interpreta y quien vive, y que ésta última tiene las mismas necesidades, anhelos y obligaciones que cualquier otro ser humano en una relación; estar con ella no va a ser una montaña rusa de sexo, vicios y rock and roll.

Justo con ella platicaba estas mismas circunstancias que se visualizan en la autobiografía de la princesa del pop, Britney Spears. A pesar de que pueda parecer que sólo leemos literatura compleja o digna de los debates más serios y academizados, incluso el más intelectual crítico de cine va a disfrutar de una comedia tonta: de todos los libros se puede aprender algo.

En esta autobiografía que muy probablemente impulse a su lectura la necesidad de chisme, Britney da rienda suelta a todo aquello que por años y años calló: su versión de una historia que tanto se ha dado a conocer en documentales, reportajes y especiales televisivos sobre su vida, sus relaciones, sus tragedias y su situación legal.

Leí algunas críticas sumamente duras que hablan de una escritura inconexa, de poca calidad y que detallan situaciones ya conocidas o con argumentos que con pura lógica pudieron haberse imaginado. En efecto, creo que nadie esperaba material digno de un premio internacional de letras, no se dan cuenta del mensaje que hay entre líneas aquí: imaginamos a todos esos artistas forrados de dinero, jóvenes, bellos y con el mundo a sus pies, cambiaríamos nuestras vidas por las de ellos sin pensarlo, ¿o no? Pero más allá de la imagen, hay personas que pueden estar sufriendo aún con todo lo que aparentemente tienen. Nuevamente, el personaje y la persona que vive son diferentes.

Sí, la familia de Britney es una bola de seres humanos desgraciados y abusivos; sí, Justin obligó a su pareja a abortar; sí, es inimaginable la forma en que los tribunales hayan despojado a una mujer de tener la libertad sobre su propio cuerpo y sus propias decisiones; sí, hay chisme del bueno en estas líneas. Pero eso no es lo importante, el mensaje es otro, el texto, sea simple o no, es un grito de libertad por parte de alguien que generaba millones de dólares pero que no podía comprarse ni una hamburguesa del carrito de la esquina.

Esta no es la primera autobiografía de un artista que expone sus puntos más vulnerables ante el escrutinio público, tampoco será la última; sin embargo, es una reflexión muy dura de lo que hay detrás de las apariencias. Hay tantas personas que en redes sociales se muestran tan felices, tan opulentas, que un día las invitas por un café o a un evento cualquiera y descubres que no disfrutan nada o que no les alcanza para un postre. Hay que ver más allá de lo que las personas muestran y enamorarnos no de la imagen sino del ser real que está detrás de los reels y los likes.

Been there, read that (CCCXXII)

Las dos amigas (un recitativo)

Aut. Toni Morrison

Desde mi lectura de El ferrocarril subterráneo, que aderecé con la vista de una par de películas como la de Harriet, me quedé con ganas de más literatura que abordara el tema de la segregación racial. Si bien no empiezo de inmediato a buscar los temas de interés (generalmente dejo que los títulos lleguen solitos a mí), coincidió la fecha de tal deseo con la publicación de la edición traducida del relato Las dos amigas de Toni Morrison, que vino acompañada de muchos comentarios con respecto a esta obra que se decía innovadora y necesaria en el haber de los temas de igualdad e inclusión.

Toni Morrison, la primera autora estadounidense descendiente de esclavos en recibir el Premio Nobel (1993), es reconocida por su vasta obra que incluye once novelas y el cuento corto del que hablamos el día de hoy. Sus obras no solo son literatura, sino también herramientas de confrontación y resistencia: Exploran la historia de Estados Unidos desde la perspectiva de las comunidades afroamericanas, delineando fronteras trágicas y violentas que obligan al lector a enfrentarse a sus propios prejuicios y miedos. Aún recuerdo los fragmentos de Beloved que llegamos a leer en una clase de creación literaria que tuve por ahí del 2011 con Beatriz Meyer.

El relato es muy corto, pero dentro de su extensión aborda un tema muy importante que nace del lector: los prejuicios. Se narra la historia de dos amigas, Twyla y Roberta, ambas coinciden en un hogar de acogida para menores, una de ellas es blanca, la otra es negra, pero nunca se explica quién es quién. Ambas tienen madres ausentes y ambas hacen lo que hacen los niños en algún momento: ser crueles con quienes se presentan como diferentes. Tal es el caso de Maggie, una mujer muda que trabaja en la cocina del orfanato. Junto con las niñas, Maggie protagoniza un incidente que marcará las vidas de las dos amigas y que, aunque lo borrarán de su memoria, un día servirá de punto de inflexión para entender la crueldad que el ser humano es capaz de infligir.

Las amigas se separarán y volverán a encontrarse años después en diferentes circunstancias para volver a separarse y volver a reencontrarse, una y otra vez. Coincidirán en una tienda de ropa en la que una de ellas será la cliente atendida por la otra; lo harán también en una protesta en bandos separados que discuten en torno a la «integración» de niños blancos y negros en la escuela. Lo curioso, es que el lector se esforzará por darle identidad a cada una de ellas pensando en lo que haría un blanco a diferencia de un negro, pero en cada circunstancia quedará en evidencia el hecho que ambos podrían estar en cualquiera de los dos polos representados por las actitudes de las amigas.

La gran paradoja del texto es que aunque evita clasificar a sus personajes como «blancos» o «negros», la trama y el conflicto principal de la obra se relacionan claramente con esa división. Esto hace que el conflicto parezca absurdo y genere incomodidad al leer, ya que obliga a abandonar las ideas binarias sobre la humanidad. Las categorías dicotómicas como blanco contra negro, buenos contra malos, masculino contra femenino, se vuelven inútiles para comprender la historia. Aquí, las discriminaciones raciales, clasistas y sexistas funcionan simultáneamente, como sucede en la realidad, sin poder ser simplificadas en una dualidad.

La conclusión se cierne en que todas las divisiones que generan odio y violencia resultan absurdas cuando consideramos a la humanidad como un todo. El odio es útil para los intereses del capital al deshumanizar a las personas, como sucedió con Roberta y Twyla en el orfanato, y posiblemente también con Maggie. Esta narración circular que empieza en la infancia, se alarga a través de los años y que encuentra un cierre nuevamente en la infancia en un último encuentro y reflexión de las dos amigas, hace que el relato sea una lectura obligada para todos.

Been there, read that (CCCXV)

Otra vuelta de tuerca

Aut. Henry James

Cada año se anuncia una película como «la más aterradora de los últimos tiempos», asisto a verla en el cine o preparo el ambiente casero para recibirla a través de streaming, y nada, sustos baratos, historias irrelevantes, personajes inverosímiles. Si bien, de niño fui aterrado por Chucky y Freddy, el día de hoy, doy miles de oportunidades para sentir miedo y terminan desperdiciadas. Afortunadamente existen los libros y en las páginas de autores como Mariana Enríquez, he encontrado el sosiego que mi necesidad de temor ha requerido y no ha encontrado en los productos audiovisuales.

Desde hace tiempo que traigo en la mira un libro, Lo que Maisie sabía, de un escritor bien conocido por los amantes del género, Henry James. Sin embargo, antes de meterme a esa aventura, decidí que lo mejor era probar un poco de las letras del autor abordando su libro más emblemático: Otra vuelta de tuerca.

La historia, situada a mediados del siglo XIX, sigue a una joven institutriz que es contratada para cuidar a dos niños, Flora y Miles, en una mansión rural llamada Bly. A medida que la narrativa avanza, la institutriz comienza a experimentar fenómenos sobrenaturales y a sospechar que los niños están siendo influenciados por los espíritus de antiguos sirvientes fallecidos, Miss Jessel y Peter Quint.

La trama se desarrolla en un ambiente opresivo y misterioso, donde la atmósfera de tensión y paranoia se va intensificando gradualmente. James utiliza el estilo narrativo de «historia dentro de otra historia», de momento, la narración se detiene y nos damos cuenta de que estábamos siendo testigos de un sueño o una alucinación desde hace varios párrafos, lo que crea una sensación de desconcierto y suspenso, haciendo que nos cuestionemos constantemente la realidad de los eventos que se relatan.

El título «Otra vuelta de tuerca» hace referencia a la idea de aumentar la tensión o el misterio en una situación ya complicada o peligrosa; aunque ya estemos sumamente presionados, ¿por qué no?, démosle otro giro para que se apriete más.

Lo más atractivo de esta lectura, es la ambigüedad con la que está escrita, hay poca certidumbre. En más de una ocasión nos detendremos para preguntarnos si lo que estamos leyendo es realmente una historia con fantasmas o si simplemente estamos atestiguando la narración que hace una persona con una psique dañada que está inventando las situaciones descritas.

Pienso que este es un clásico que se ha ganado esta connotación a pulso, la incertidumbre que provoca es genuina y tiene momentos sumamente estresantes. En lo personal, hay un momento de la narración que se centra en un pequeño lago y lo que se vislumbra del otro lado, la evocación que me provocó fue realmente tétrica, pero hay que aclararlo, todos respondemos de manera diferenciada a distintos estímulos. Si hay algo que podría no parecerle a muchos es un final que no considero abierto pero sí muy centrado en la interpretación del lector. Una joya del terror gótico.

Been there, read that (CCCXIV)

Desde el jardín

Aut. Jerzy Kosinski

Una de mis caricaturas favoritas hace más años de los que me gustaría contar fue El laboratorio de Dexter, de la que recuerdo un capítulo en especial. Dexter anda muy ocupado y se olvida de estudiar para un examen de francés que tiene al día siguiente y esto lo recuerda justo antes de dormir. Como ya no le queda tiempo, decide estudiar a través de un dispositivo que, mientras el protagonista duerme, transmite el audio de la clase directamente a su cerebro a través de sus oídos. El problema es que el aparato se traba y entonces repite una sola frase durante toda la noche: omelette du fromage (omelette de queso).

Para cuando Dexter despierta, descubre que la inducción ha funcionado pero que sólo puede repetir la misma frase que estuvo escuchando toda la noche. Pese a lo que se podría esperar de esta caótica situación, Dexter tiene un día exitoso: en el examen de francés sólo hay una pregunta, ¿cómo se dice omelette de queso?; las chicas caen rendidas a sus pies cuando él habla en francés aunque sea sólo una frase; y así sigue lo absurdo del capítulo que, de forma no sorpresiva, termina en una tragedia.

Ahora bien, no sé si exista como tal un subgénero que precisamente aborde este tipo de situaciones específicas en las que el personaje con una sola frase o un solo tema que repite una y otra vez, alcance el éxito y el reconocimiento del resto de seres humanos, muy a pesar de lo inverosímil de la situación. Definitivamente, no es la primera vez que se aborda este tipo de trama. Porque es así como llego a Desde el jardín de Jerzy Kosinski, un libro que encontré en los remates de una librería vieja del centro, una joya.

Muy al estilo descrito en los párrafos anteriores, la trama gira alrededor de Chance Gardiner, un hombre que ha vivido toda su vida al servicio de un anciano haciendo solamente dos cosas, atender su jardín y mirar la televisión el resto del tiempo. De alguna manera, se intuye que Chance probablemente tenga alguna deficiencia mental y que tal vez sea un hijo o nieto abandonado del dueño de la casa donde vive y labora.

El anciano fallece y Chance es expulsado de la casa por los abogados que no encuentran rastro alguno del parentesco o de la relación laboral del muchacho. Arrojado al mundo real, las nulas habilidades sociales de Chance poco importan una vez que es atropellado en la calle por una persona de cierto estatus social que lo considera sumamente inteligente debido a las analogías que establece entre la vida y el mantenimiento de un jardín. Es evidente que Chance no es inteligente, sino todo lo contrario, y de lo único que puede hablar es del jardín; mientras que sus normas de convivencia con otros seres humanos son las que ha aprendido mirando la televisión.

Al igual que el caso de Dexter, el sólo hablar en términos del cuidado de un jardín le comienza a abrir puertas a Chance hasta que es invitado a participar como asesor del Presidente de los Estados Unidos. Mientras, los servicios secretos de ese país y de Rusia se quiebran la cabeza tratando de averiguar quién es ese hombre con ascenso meteórico y que no tiene absolutamente ningún antecedente o documento de identificación.

La novela es una sátira mordaz sobre la superficialidad de la sociedad contemporánea y la manipulación mediática. A través de Chance, Kosinski critica la tendencia de las personas a creer en lo que ven en la televisión sin cuestionar la veracidad de la información, así como la obsesión por la imagen y la superficialidad en las interacciones sociales. Es una novela corta que vale mucho la pena, es divertida y ligera a la vista; si me la vuelvo a encontrar, la adquiriré de nuevo porque sería un excelente regalo que no compromete a una lectura pesada y que al mismo tiempo da mucho de qué hablar.

Been there, read that (CCCXIII)

Desayuno en Tiffany’s

Aut. Truman Capote

Existe esta chica que me gusta desde hace ya varios años, menudita de rostro elegante, bonito y de incipientes ojeras. Una mujer interesante pues se nota reservada y con gustos musicales bastante sofisticados sin dejar de lado lo popular que le gusta a todo mundo. Sube una que otra foto de vez en cuando a su Instagram para mostrar los paisajes en los que hace senderismo o simplemente para mostrar su rostro melancólico en una situación cotidiana. Una de mis fotos favoritas es la de su disfraz de alguna fiesta de noviembre: vestido negro, collar de perlas, lentes obscuros, peinado antiguo y un desayuno consistente en café y alguna vianda en papel estraza en sus manos; por supuesto, es la chica de esa película que erróneamente creí dirigida por Woody Allen durante años.

La película es Desayuno en Tiffany’s, dirigida por Blake Edwards y protagonizada por Audrey Hepburn, una comedia romántica de inicios de los 60’s. Es curioso, hay muchas obras, como ésta, que aún sin haberlas visto, las reconoces debido a sus icónicas imágenes. De este modo, aunque nunca vi la película, siempre tuve el entendido del personaje representado y del origen de la historia, una novela corta del bien conocido autor, Truman Capote. Como siempre, un día aleatorio que pasé por una librería, me encontré con la fotografía de Holly Golightly en una portada y el resto es historia.

Para empezar, sigo sin ver la película; sin embargo, gracias a los avances y fragmentos que he visto en internet, puedo concluir que hay una distancia bastante amplia entre lo retratado en la pantalla y lo descrito en las páginas, tal y como pasa en la gran mayoría de las adaptaciones modernas o antiguas. Por otro lado, estamos frente a una novela corta de apenas 90 páginas que viene acompañada de un par de relatos más que también valen la pena.

La historia se centra en la relación que tiene el narrador, un escritor con miedo a publicar, y su vecina, Holly, que se establece como el término moderno de ‘la chica de al lado’ (o ‘girl next door’), uno de los personajes femeninos con más carisma de finales de los años 40. Ella es una estrella de cine en ciernes y que se maneja como amiga de todos, lleva una vida extravagante y bohemia que denota su fascinación por la alta sociedad.

La belleza de la novela está en que, en un inicio, puedes llegar a aborrecer a Holly debido a su aparente comportamiento superficial, situación que cambia conforme la narración extiende los hilos del pasado de la muchacha y comprendes sus motivaciones. Ella es un ejemplo claro de cómo las personas pueden usar una máscara social para ocultar sus verdaderos sentimientos y deseos. A primera vista, parece ser una mujer despreocupada y superficial, siempre rodeada de lujo y glamour. Sin embargo, a medida que avanza la historia, se revela que esta fachada es solo eso, una fachada. Bajo su apariencia glamorosa, Holly lucha con la soledad, la incertidumbre y la búsqueda de identidad.

El lugar favorito de Holly, la joyería Tiffany’s, actúa como un símbolo poderoso en la novela. Representa la belleza, la elegancia y la riqueza superficial que Holly anhela y persigue constantemente. Sin embargo, también simboliza la ilusión y la distancia entre sus sueños y la realidad, ya que Tiffany’s es un lugar al que solo puede acceder temporalmente.

Desayuno en Tiffany’s es una historia que combina elementos de comedia, drama y romance de una manera única que nos invita a reflexionar sobre temas como la identidad, la soledad, el amor y la búsqueda de la felicidad. La historia de Holly es un recordatorio de que, detrás de cada sonrisa y cada fachada, yace una historia profunda y a menudo complicada que merece ser explorada.

Been there, read that (CCCXII)

La conjura de los necios

Aut. John Kennedy Toole

El caso de John Kennedy Toole es muy triste, en los sesenta escribió una novela que consideró lo suficientemente buena para ser publicada, tocó muchas puertas y todas le fueron cerradas. Que era una novela sin tema, fue el principal argumento para no validarla por parte de las editoriales. Desconozco si ese haya sido el motivo principal, pero en 1969, el escritor se suicidó. A pesar de todo, su madre insistió en la búsqueda de alguien que le diera la oportunidad a la novela de su hijo, hasta que otro escritor, Walker Percy, la leyó y creyó en la genialidad de la misma. En 1980, La conjura de los necios fue publicada y, un año después, se hizo acreedora a un Premio Pulitzer de Ficción que se entregó de forma póstuma al escritor. Hoy, es parte importante de la cultura pop de Estados Unidos.

Y es que, para ser honestos, la novela es sumamente divertida, tiene un montón de situaciones chuscas y ridículas que de verdad te ponen a reír. El protagonista, Ignatius J. Reilly, es un hombre de 30 años, un nini primordial, con un grave nivel de obesidad que viste camisa amarilla y una gorra verde de cazador. Es un hombre que tiene un serio complejo de superioridad intelectual que le provoca despreciar a todo ser humano que se le atraviesa. No tiene filtros a la hora de despotricar en contra de todos los necios que se confabulan en su contra; es esto lo que da origen a distintos hilos argumentales que aparentemente se desarrollan de manera aislada hasta converger en un desenlace por demás interesante e inaudito.

Tengo a un conocido que es la viva imagen de la actitud de este hombre que, cuando se mira en una situación comprometida, tiene (o recurre a) fallos en la válvula pilórica, lo que le provoca gran malestar y estrés. La vida de Ignatius se decanta entre escribir libros que el mundo necesita (o eso cree él) y cartas de repudio a su ex novia que no descansa en su intento de salvar a Ignatius de la vida que lleva, y buscar un trabajo con el cuál poner su parte de los gastos de la casa que comparte con su madre. Dicho sea de paso, la señora tiene un problema bastante fuertecito de alcoholismo.

Es evidente que la decisión de buscar empleo no ha sido iniciativa del protagonista, sino de la intervención de Mancuso, un policía caído en desgracia por causa de nuestro «muchacho», que entabla una amistad con la mamá de Ignatius. Así es como se van estableciendo las relaciones aparentemente aisladas de variopintos personajes en locaciones igualmente pintorezcas: el bar que contrata a un afroamericano al que han obligado a tener un empleo formal, una fábrica de pantalones al borde la quiebra, una empresa de carritos de hotdogs cuyos vendedores se comen la mercancía.

La prosa de Toole es ágil y llena de humor, con diálogos ingeniosos y situaciones absurdas que mantienen al lector entretenido y riendo a carcajadas. A través de la voz única de Ignatius, el autor ofrece una crítica satírica de la sociedad estadounidense de la época, abordando temas como la hipocresía, la burocracia, el conformismo y la alienación.

En resumen, «La conjura de los necios» es una novela hilarante y perspicaz que combina el humor inteligente con una mirada crítica a la sociedad contemporánea. Es una lectura obligada para aquellos que disfrutan de la comedia satírica y los personajes excéntricos que desafían las convenciones sociales.

Been there, read that (CCCXI)

Tristeza

Aut. Jack Kerouac

Gran parte de mis mejores anécdotas acontecen en lugares sucios, en cantinas, bares de malamuerte e intentos de antros de esos en donde los estratos sociales más, pero más, bajos se reúnen; en donde conviven lo mismo albañiles, sexoservidores, infieles que buscan ocultarse, practicantes del narco y uno que otro empleado de comercios aledaños. Ahí, rara vez existe la cultura de la apariencia y la aceptación de la propia realidad es norma. También son norma los olores, agrios, polvosos, a desinfectante barato, a agua reutilizada una y otra vez; y lo son también las estructuras de madera barata que desprende polilla, las paredes a medio revoco por las que recorre una que otra cucaracha valiente, la pintura corriente que poco oculta la capa anterior.

Son estas evocaciones las que nos encontramos en Tristeza de Jack Kerouac, publicada en 1960 y escrita en dos etapas en las que el autor visitó y permaneció en México. Durante su estadía, en la que él se mantenía lejos de un modo de vida tradicional que detestaba mientras que huía de sus propios asuntos en Estados Unidos, Kerouac conoce a «Tristessa», una prostituta adicta a la morfina cuyo nombre verdadero es Esperanza, y se enamora de ella.

La novela es la narración en primera persona que Jack hace de sus encuentros con tristeza y de su paso por la Ciudad de México en 1955. Es, definitivamente, una novela romántica, pero también es un retrato de todo eso que compone a la escritura del autor: el culto a los desplazados, a la ruptura, la adoración por el alcohol y las drogas; es una descripción de los bajos fondos, en una sociedad egoísta y podrida que permite que hombres y mujeres vivan y mueran en soledad, consumidos por las sustancias que les brinda un escape de esa realidad.

Tristessa es descrita como una mujer de gran belleza y sensibilidad, pero también está marcada por el sufrimiento y la adicción. A lo largo de la historia, se revelan detalles sobre su pasado y su situación actual, mostrando una compleja mezcla de vulnerabilidad y fortaleza.

La relación entre Tristessa y Jack se desarrolla de manera intensa y conmovedora. Aunque Jack siente compasión y un profundo amor por ella, también experimenta frustración y desesperación al verla atrapada en un mundo de adicción y sufrimiento. Tristessa, a su vez, encuentra consuelo en la presencia de Jack pero lucha con sus propios demonios internos y el dolor que la consume.

La visita de Jack Kerouac a nuestro país se convirtió en un momento crucial en su carrera literaria. Recorriendo las calles del Centro Histórico y la colonia Guerrero, entre la dura realidad de la pobreza, los suicidas y el uso de morfina, el escritor estadounidense se embarcó en su propia búsqueda única de la belleza.

Tristeza es una novela corta bellísima y melancólica que deja al lector con una sensación de incertidumbre y una profunda comprensión de la complejidad de la existencia humana, especialmente en contextos de dolor y lucha contra las adicciones.

Been there, read that (CCCVII)

El juego del escondite

Aut. Patricia Highstmith

Desde hacía tiempo que tenía ganas de entrarle a un libro de Patricia Highsmith, un nombre asociado automáticamente a la novela negra y al género policíaco. Como casi siempre, no soy yo el que elige sus lecturas y, por el contrario, dejo que sean los libros los que me eligen como su lector a través de su aparición inesperada ante mi vista y en mi vida. Junto con Desde el jardín (otro libro que no tardo en reseñar), El juego del escondite se me presentó, en un estado físico algo precario con dobleces en las esquinas y cubierta algo lastimada, en un botadero de libros en remate de los que habitualmente se colocan en alguna de las explanadas del centro histórico.

También de manera habitual, leo algunos de los comentarios que los lectores dejan en redes sociales sobre el libro específico del que hablaré, ya saben, para darme una idea de si mis alabanzas o detracciones son sólo mías o si están compartidas con el resto de personas. Curiosamente, en el caso del libro del que hablamos, me doy cuenta de que muchos lectores de la obra de Highsmith consideran a ésta en particular como una decepción. Yo he considerado lo contrario.

En El juego del escondite nos pondremos en los zapatos de Ray Garret, él acaba de perder a su esposa, Peggy, que se ha suicidado. La narración comienza poco después del funeral cuando el suegro de Ray, Coleman, intenta asesinarlo pues considera a nuestro protagonista como el responsable del fallecimiento de su hija. Y es que lo primero que saltará en nuestra mente, es que lo lógico sería la interposición de una denuncia por parte de Ray, que a duras penas ha sobrevivido con un balazo de por medio, pero en lugar de seguir lo que dicta la lógica tradicional, Ray se empecina en seguir a su suegro hasta las calles de Venecia para poder hablar con él y aclarar las cosas.

Bien, en este punto podríamos convencernos de que uno puede pasar por alto el haber recibido un tiro por parte de nuestro confundido suegro, así que viajemos hasta Italia, en donde nuestro asesino está vacacionando, para demostrarle que hizo mal pero que lo perdonamos porque entendemos su posición psicológica y queremos convencerlo de que el suicidio de su hija nada tuvo que ver con nosotros. El problema es que, en este intento de hablar las cosas, Coleman intenta asesinar nuevamente a Ray y lo da por muerto en las aguas de los canales venecianos.

Nuevamente, ¿qué sería lo lógico? Ir a la policía, o al menos largarnos de ahí para poner distancia con el hombre que por segunda ocasión casi logra despojarnos de nuestra vida. Pues no, Ray decide esconderse, se olvida de sus pertenencias en el hotel en el que se alojaba y se acomoda en un cuarto que un gondolero le ofrece, ¿cuál es el objetivo?. Tal vez busca hacerle creer a Coleman que tuvo éxito y observar cómo se desarrolla la búsqueda de él como hombre desaparecido; tal vez, simplemente, él está igual de loco que su suegro.

Aquí es donde el juego del escondite realmente comienza, los callejones de Venecia serán testigos de esta confusa dinámica entre los dos hombres, uno buscando asesinar al otro, el otro escondiéndose y mirando las acciones del primero. Supongo que eso es lo que critican los detractores de la novela, ésta extraña ausencia de sentido común tanto en el protagonista como en el antagonista, pero ojo, esto no hace que ambos dejen de ser verosímiles; es decir, no los coloca como personas que realmente no pudieses encontrarte en cualquier momento en cualquier lugar.

Después de muchas escondidas, se dará un tercer intento de homicidio que tendrá consecuencias no anticipadas por parte de los jugadores y entraremos en este interludio donde lo que realmente importa es, ¿por qué se suicidó Peggy? Al final, creo que los comentarios negativos vienen de personas que han disfrutado más extensamente de los textos de Patricia; en ese sentido, tendré que buscar algunas otras novelas de la autora para completar mi visión que, al menos hasta aquí, se mantiene expectante pues disfruté mucho de esta historia y la recomendaría para pasar un buen rato jugando a las escondidas con los personajes.

Been there, read that (CCCII)

Las campanas no doblan por nadie

Aut. Charles Bukowski

Apenas hace 5 días, el 9 de marzo, se cumplieron 30 años del fallecimiento del mismísimo Charles Bukowski; en contraparte, con motivo de su cumpleaños número 99, en 2019, se publicó Las campanas no doblan por nadie, así que no podemos quedarnos sin hablar de algo del autor maldito. Por cierto, no ha de tener mucho que tuve una de mis rabietas constantes cuando alguien publica en redes sociales alguna frase romanticona atribuida a él. Cómo no detestar a la gente que en su vida ha leído una página de la obra de Hank y se atreve a pensar que frases como «el amor todo lo puede» tendrían la más mínima presencia en sus relatos.

¿Qué puedo decir que no haya dicho ya en múltiples ocasiones en las que he hablado de sus libros? Tanto en novelas como en compilaciones de sus textos, Henry se mantiene provocador, crudo, violento, borracho, sexual y sucio. Así son sus narraciones, desde la clásica columna Escritos de un viejo indecente, hasta la inclusión de textos publicados en revistas para adultos, como lo son Hustler y Oui, en este volumen.

En la faja que rodea al libro, la editorial anota «el lado B del sueño americano», una frase que queda como anillo al dedo a una serie de relatos que destacan lo que no se menciona sobre la tierra de las oportunidades, y sobre las oportunidades mismas: los obreros que regresan derrotados después de jornadas extenuantes realizando labores repetitivas y tediosas, los jefes abusivos que otorgan trabajo a cambio de vida, las enfermedades venéreas y el destello de felicidad de los prostíbulos…

¿De qué más va este título que hace referencia a la más famosa novela de Hemingway? Del sujeto que comparte departamento con el mismísimo Adolf Hitler que realiza experimentos para crear una nueva especie que conquistará al mundo; de unos sujetos que secuestran un avión sólo por el deseo sexual que les provocan las azafatas; de un día en la vida de un dependiente de una tienda para adultos; de la mujer que va a una entrevista de trabajo para ser abusada sexualmente.

Justo cuando creemos que no habrá más del buen Chinaski, resulta que siempre hay más. Como en cada ocasión que he escrito de él, no dudo en recomendar su lectura pues a pesar de lo denso que se puede tornar, de alguna manera, logra siempre brindar una sonrisa de complicidad y, lejos de generar un asco, te provoca un asentimiento de lo mucho que tiene por decir. Cuando conoces a sus personajes, no te queda de otra más que decir, «podríamos estar peor».

Been there, read that (CCXCIX)

El vino de la juventud

Aut. John Fante

No se puede admirar la obra de Charles Bukowski sin admirar la de John Fante. El buen Hank, que hace tres días cumplió su aniversario luctuoso número 30, detestaba a la mayoría de escritores de su época; en sus palabras, la mayoría apestaba y sólo Fante valía la pena, él y tal vez Hemingway. Cuando en reiteradas ocasiones escuché tales opiniones, me puse a la caza de algo de John que pudiera confirmar lo que Charles decía. Fue así que mi primer acercamiento con Fante se consumo a través de la novela Un año pésimo y, un par de años después, con El vino de la juventud.

Mientras que mi primera lectura fue una novela sobre un chico que soñó con ser beisbolista de las grandes ligas, mi segunda y más reciente lo es con esta colección de 20 cuentos que originalmente se publicó en 1940 con el título Dago Red; en realidad eran 13 narraciones a las que se les sumaron 7 de posterior publicación.

A pesar de su naturaleza de cuentos independientes, es curioso que la serie de escritos se pueden leer como una sola historia debido a su organización cronológica y a que todos giran en torno de su protagonista y narrador, Jimmy Toscana, el mayor de cuatro hermanos que junto a sus padres (albañil y ama de casa) conforman una familia de migrantes italianos en Colorado.

Las historias que Jimmy nos cuenta son de lo más variadas y se suceden en los años 20, son un claro retrato de lo que es vivir como inmigrante en la sociedad gringa de la época. Ahora que lo pienso, lo que se lee en las palabras de Fante bien se podría visualizar como la película ganadora del Oscar, Green Book, y podemos poner a Jimmy en los zapatos de Tony Lip; obviamente, hablamos de un Tony que asiste a la primaria y secundaria en un colegio de monjas.

Destaca que uno de los hilos narrativos a los que se ciñen los cuentos, es el de la evolución de los padres del protagonista y su relación con él. Así, la primera narración gira alrededor de la idea que Jimmy tiene de que, de haber conocido a su propia madre en edades similares, se habría casado con ella y, por lo mismo, establece una dinámica de celos y competencia con su propio padre al visualizarlo como un hombre que no la merece y que no debió habérsela robado para contraer matrimonio con ella, situación que no sabemos si realmente pasó o si sólo es una teoría del mocoso.

Y así, veremos ciertos lugares comunes que incluso los mexicanos compartimos en nuestra infancia junto con la relación con maestros y sacerdotes, esas ideas que surgen en el catequismo sobre la interpretación de lo que es y no es el pecado, y de cómo podemos llegar a apreciar la realización de buenas acciones y el seguimiento de los mandamientos bíblicos como un contrato con Dios en el que, si cumplimos lo que nos toca, recibiremos la recompensa que tanto anhelamos. En el caso de Jimmy, la recompensa es una bicicleta que jamás aparecerá en la cochera.

A veces siento que Jimmy, el Chinaski adolescente o personajes de novelas mexicanas como los niños de Carrusel, son el mismo arquetipo del infante que crece con las mismas dudas y las mismas preocupaciones cándidas de la vida. Cuántos casos no se dan como el de Jimmy en el que sólo espera a cumplir 18 años de edad para poder agarrarse a golpes con su papá. No es como que conozcamos al amigo de un amigo que hizo eso, pero no se siente como una extrañeza de la vida. Todos, creo, alguna vez hemos robado algún objeto insulso y luego no hemos sabido lidiar con la consciencia de haber cometido semejante falta. Todo esto es Fante y vaya que se disfruta recordar lo que hemos hecho y de dónde hemos venido.