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Posts Tagged ‘Francia’

Been there, read that (CCCXVIII)

La economía de las desigualdades / Cómo implementar una redistribución justa y eficaz de la riqueza

Aut. Thomas Piketty

Cómo olvidar mi primer semestre del doctorado, por allá del 2015, y la expectación sobre los nuevos conocimientos y las dinámicas que se llevarían a cabo en materias de dicho nivel académico. Disfrutaba en demasía el Seminario de Economía Política que, aunque se manejaba oficialmente de 18 a 21 horas, en más de una ocasión se extendió más allá de las 10 de la noche debido a la enriquecedora discusión. Y es que el profesor, Humberto Morales Moreno, es una de esas personas que se olvida del método tradicional y te bombardea de conocimientos y cuestionamientos que provocan reflexiones importantes.

En ese entonces, el primer día de clases, Humberto se presento con una maleta viajera tamaño jumbo cargada de libros que tendríamos que leer a lo largo de las escasas 16 semanas que duraba el semestre. Ahí fue donde conocí teorías económicas básicas englobadas en títulos como ¿Por qué fracasan las naciones?, La gran divergencia, El capital en el siglo XXI, entre otros. Aprendí a reconocer los grandes nombres de la economía y a dilucidar entre verdaderas variables de proporcionaban causalidad a los indicadores económicos importantes. Fue así que me familiaricé con el tema de la desigualdad cuyo más famoso exponente es el francés Thomas Piketty.

En ese entonces, la discusión se llevó a cabo alrededor de la obra cumbre del autor publicada hacía menos de 2 años. Sin embargo, hubo un antecedente al libro y éste fue La teoría de las desigualdades, publicado originalmente en 1997 y reeditado en 2015. A pesar de la separación temporal, la discusión que el libro propone es tan vigente como lo fue en el momento de su publicación. Es la disparidad en las condiciones iniciales lo que provoca que la desigualdad en el ingreso hoy sea más pronunciada que en 1997, no tiene nada que ver con los mitos meritocráticos tan aludidos en la actualidad.

Aún con la complejidad inherente al tema abordado, La economía de las desigualdades está dirigido al público en general desde el momento en que busca utilizar términos simples; primero, para explicar el concepto de desigualdad y cómo puede ser medido; segundo, para explicar su origen; tercero, para llegar a la conclusión a través de un análisis no basado en la teoría clásica marxista del choque entre dueño de los medios de producción y el trabajador, sino a través del análisis del mercado de trabajo: aporta más a la disparidad el salario diferenciado que la posesión o no de capital.

Para cerrar, una de las principales críticas y propuestas de Piketty es la necesidad de implementar políticas públicas efectivas de redistribución de la riqueza, con el objetivo de crear una sociedad más justa y equitativa. Esto incluye medidas como impuestos progresivos sobre la renta y el patrimonio, así como la inversión en educación, salud y programas sociales que beneficien a los sectores más desfavorecidos.

Además de su análisis académico, la obra destaca por su estilo claro y accesible, lo que lo convierte en un libro recomendado tanto para expertos en economía como para lectores interesados en comprender las complejidades del sistema económico actual y las posibles soluciones para combatir la desigualdad. En nuestros tiempos, esto es literatura obligatoria.

Been there, read that (CCXCV-CCXCVI)

Instrucciones para los soldados estadounidenses/británicos en Gran Bretaña/Francia 1942/1944

Aut. Departamento de Guerra, Washington D. C./Comité Político de Guerra, Londres

«Lecturas pequeñas con alto contenido histórico y de fácil digestión para devorarlas en un rato libre», así describiría este par de manuales con los que tuve la suerte de toparme un día cualquiera en una de las librerías que me gusta visitar cuando hay oportunidad. No es secreta mi predilección por todo aquello que retrata distintos aspectos de la época de la segunda gran guerra: sobre la política, sobre el armamento, sobre la actitud de las personas, sobre la mercadotecnia de aquel tiempo; siempre hay una nueva temática qué abordar, siempre hay una nueva línea de investigación y, en este caso, un manual de convivencia y comportamiento para los aliados en tierras de sus compañeros, resulta interesante.

Lo que aquí nos encontramos es un par de documentos muy curiosos (en realidad son tres, pero no he conseguido el de los soldados estadounidenses en Alemania), que lejos de funcionar como manual de interacciones, más bien se antojan como un panfleto de medidas básicas para la buena convivencia entre aliados. Incluyen un poco de contexto histórico y después se arrancan a explicar lo que debería ser el sentido común: entender la escasez, no hablar de más, no opinar sobre asuntos políticos que sólo les conciernen a los locales, no robarles la novia…

A los británicos en Francia se les pide no comprar ni pedir nada a nadie debido a la terrible escasez, lo que para un británico, que llega descansado y bien pertrechado a un país con años de ocupación, puede significar un capricho, para un Francés puede ser la comida que tendrá por varios días. Se les pide entender que no deben expresarse mal de los franceses sólo por haber tenido una mala experiencia con alguno de ellos, así como entre los británicos también habrá algunos indeseables. Y, sobre todo, entender que la alegría y amabilidad de las mujeres francesas debido a su liberación, no deben ser confundidas con invitaciones de otro tipo.

Por otro lado, a los estadounidenses en Gran Bretaña que tuviesen ascendencia irlandesa, se les pide no utilizar el pretexto de la guerra civil para provocar problemas; no recordarles a los británicos sus derrotas, no robarles a la novia y no decirles que les pagan menos. No dar su opinión sobre temas políticos en los pubs. Bastante simple, en resumen.

Así, tenemos un par de manuales sencillos pero que ayudan a entender mucho de los conflictos y de las relaciones entre países con enemigos en común. Tendré que conseguir el volumen faltante para completar la colección. Por otro lado, una lectura tranquila, curiosa y con mucho por aprender, pues nunca dejamos de hacerlo.

Been there, read that (CCXCIV)

Un alma de Dios

Aut. Gustave Flaubert

Mucho de lo que leí de los grandes clásicos, lo hice en mi infancia a través de lo que mi papá me llegaba a regalar o a leer cuando yo era muy niño; creo que las primeras veces que compré libros por mí mismo fueron hasta la etapa de la prepa y serían mayormente obras de H. P. Lovecraft o libros sobre la Segunda Guerra Mundial. De este modo, aunque leí o me leyeron a los grandes maestros de la antigüedad, gran parte de estas lecturas las he olvidado, y es por eso que de vez en cuando inserto dentro de mis compras a esos clásicos, sobre todo cuando vienen en ediciones de aniversario o especiales con forros bonitos.

Fue así como me hice con Un alma de Dios, título que se le dio recientemente a lo que originalmente se tradujo como Un corazón sencillo (un coeur simple), un cuento o narración corta publicado originalmente en 1877. Y vaya que el nuevo título es más que acertado pues seguiremos los pasos de una verdadera alma de Dios, en el más completo sentido que se le puede dar a esa expresión, propia de las abuelas que se referían a personas muy muy amables y nobles, aunque también sencillas, humildes e incluso iletradas.

Nuestra alma de Dios se llama Felicidad, es la criada de madame Aubain a quien todas las demás grandes señoras se la envidian. Felicidad es un corazón sencillo, un alma cándida que ante todo es leal a su señora. No exige más de lo que necesita, no consume más de lo que le es útil. Eficiente, abnegada y trabajadora (heroica cuando arriesga su vida por los hijos de su señora), sólo busca un poco de aprecio que el resto del mundo le niega.

Felicidad se enamora y le rompen el corazón, atiende a personas que la desprecian, pierde a su loro y nadie le ayuda a encontrarlo, y muere de tristeza por las tragedias que le ocurren a los demás aunque ella se vea totalmente sola en su enfermedad. Flaubert te hace sentir triste con este relato que retrata la hipocresía, el egoísmo y la mediocridad que la burguesía disfraza de opulencia. Cuando imaginas las «aventuras» de Felicidad, las imaginas en tonos sepia o en dibujos como los de Las aventuras de Remi.

Flaubert tuvo una producción literaria de altísima calidad aunque de baja cantidad, Un alma de Dios es uno de apenas tres cuentos que escribió junto con seis novelas y dos obras de teatro. Aunque Madame Bovary es sin duda el epítome de su producción, creo que la esencia del autor se puede dilucidar en estos pequeños destellos de genialidad que se transcurren veloces ante la lectura. Otra de esas obras obligadas, disfrutables y de pronta terminación.

Escritores que beben

La fiesta nunca es gratuita para un artista. Los escritores que salen por la noche nunca se divierten del todo: trabajan, qué le vamos a hacer; parece que desbarren, pero en realidad están en la oficina, buscando la frase que justificará la resaca del día siguiente. Si la cosecha es buena, unas cuantas frases sobrevivirán a la relectura y quedarán integradas en un párrafo. Si la noche es un desastre, no habrá nada en el tintero, ni siquiera una metáfora, una broma, un juego de palabras o un chismorreo. Por desgracia, cuando no hay nada por recolectar, los escritores no se dan por vencidos: el fracaso les proporciona un pretexto para salir más, para beber más, como buscadores de oro que persisten con obstinación en una mina abandonada.

– Frédéric Beigbeder en Oona y Salinger

Been there, read that (CCLXXXVI)

El horror económico

Aut. Viviane Forrester

Recientemente, uno de mis estudiantes de actuaría me pidió lecturas que le recomendara para entender un poco más sobre economía finanzas. Luego de recomendarle algunos títulos y autores básicos como Piketty y Acemoglu, caí en cuenta de que no mencioné un texto que no sé si se considere clásico pero que, sin duda, es un referente con respecto a las preocupaciones que debiéramos tener en el centro de nuestra visión al momento de tomar decisiones económicas: el horror de Viviane Forrester.

El ‘horror económico’ es un término que la autora utiliza para describir la impactante realidad social y humana que surge de las políticas económicas globales, especialmente aquellas asociadas con el neoliberalismo. Este «horror económico» se manifiesta en varias formas, y la autora destaca aspectos específicos que considera alarmantes y perjudiciales para la sociedad.

Entre los aspectos específicos se encuentran: La concentración desproporcionada de riqueza en manos de unos pocos a expensas de la mayoría se considera una realidad inquietante; el desempleo masivo y la consiguiente alienación de las personas del sistema económico y social (explora cómo la pérdida de empleo puede tener consecuencias devastadoras para la autoestima y la identidad de las personas); la lógica que prioriza el beneficio económico sobre las necesidades humanas básicas; el impacto social y psicológico negativo que tienen las políticas económicas en la población; finalmente, aborda cómo la búsqueda implacable del beneficio puede conducir a la explotación desmedida de los recursos naturales, con consecuencias medioambientales perjudiciales.

En resumen, el «horror económico» según Forrester es la experiencia angustiante y a menudo deshumanizadora que resulta de sistemas económicos que priorizan el beneficio financiero a expensas de las necesidades y la dignidad humanas. Nada que no haya reflexionado ya cualquier persona con dos dedos de frente.

Aunque el libro presenta una crítica contundente, también invita a la reflexión sobre posibles alternativas y enfoques económicos que podrían abordar de manera más efectiva las necesidades humanas. Al final, tal como lo reflexioné, es ese tipo de lectura necesaria, porque si bien podemos entender de indicadores de impacto y de que los números traducidos en PIB se ven muy bonitos, nunca deberían ser prioridad por encima de lo humano.

¿Qué podemos hacer por ellos?

¿Qué podemos hacer por el amigo que quiere recaer? ¿Exigirle que recupere el control? Qué podemos hacer por la amiga que conoce a la persona equivocada y tú ves que le va a caer una paliza brutal y sabes que no saldrá ilesa pero ella está poseída, magnetizada, no quiere saber nada de tu advertencia.

¿Qué puedes hacer por el amigo cansado de cometer siempre los mismos errores pero que nos dice que le divierte? ¿Qué vas a hacer? Esperar. Responder a sus mensajes demasiado rápido. Decirle te quiero demasiado a menudo. Sugerirle: ¿y si lo dejas? ¿Y si cambias de estrategia? El amigo no te ha pedido que te metas en sus asuntos. El amigo no te ha pedido nada. ¿Qué puedes hacer por el amigo que está bien y al que ves construyendo su ruina?

La gente se va a la mierda. Eso no puedes evitarlo. Lo que puedes es no elegir a tus amigos entre los perturbados. La gente de mi entorno que acaba yéndose a la mierda no es gente sola, sin nadie que se preocupe. Al contrario, es gente amada. Es una forma de decirles a los que les rodean que son unos inútiles. Miren, no pueden hacer nada por mí. Yo siempre me solidarizo con los no alineados. ¿Qué puedes hacer por ese amigo por quien temes lo peor? Nada. Si acaso enviarle un mensaje diciendo vamos a echar una partida de ping-pong, nos vemos en la terraza. Solo puedes esperar a que pase. Y luego estar ahí. Rezando para que quede algo del amigo que tenías. Y dejarlo estar. Un beso.

– Virginie Despentes en Querido comemierda
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Been there, read that (CCXLVII)

El Horla

Aut. Guy de Maupassant

Cuando era pequeño, solían inquietarme muchas películas de terror. Freddy, Jason, el mugroso duende maldito, etc., eran figuras que tenían la capacidad de no dejarme dormir por las noches; y vaya que eran noches terribles. Bastaba con ver sólo la imagen de alguno de estos personajes en las cajas que contenían las películas en los videoclubes, para que me hiciera de ideas y mi noche de sueño se estropeara. A pesar de todo, mi papá siempre me instó a enfrentar los miedos y conforme aumentaba mi edad, me fui haciendo de valor para mirar las películas que antes me aterraban, para darme cuenta de lo insulsas y hasta ridículas que podían llegar a ser.

A partir de ese punto, dejé de temer a ese tipo de películas y, actualmente, sólo las veo por curiosidad y para divertirme de lo ilógicas que resultan. Aclaro, todavía hay temas que me dan «ñáñaras», como es el caso de documentales o películas relacionadas con casos de exorcismos.

Por lo tanto, encontré que mi necesidad de tener algún tipo de miedo o fobia (porque siento que a veces también tenemos necesidad de eso, tal y como el que nos rompan el corazón y la tristeza son fundamentales para nuestro desarrollo humano) podía ser satisfecha a través del uso de mi imaginación detonado por la literatura de terror. Encontré en Lovecraft y su horror cósmico el tipo de material que me provocaba la inquietud suficiente para no dormir en algunas ocasiones (al final la razón vence al temor infundado).

Precisamente, leyendo sobre dicho autor, fue que pronto me enteré de un predecesor inmediato, Guy de Maupassant, cuya obra tétrica encuentra entre sus títulos más famosos el de El Horla, que, debo decir, es una narración lo suficientemente breve para que se le encuentre siempre acompañada por otros cuentos, y lo suficientemente larga y representativa para haber hallado un espacio para tener un pequeño tomo en solitario a través de una colección como Alianza Cien.

El Horla es la narración de un hombre adinerado que ve invadida su existencia por la presencia de una criatura invisible que busca dominar su mente y enfermarlo. El hombre, de alta clase social, encuentra el remedio a esta situación alejándose de su hogar por grandes periodos de tiempo, pero al final, siempre regresa. La locura se va apropiando del protagonista que se ve en la necesidad de tender trampas a la criatura para poder atraparla y, finalmente, recurrir a una solución definitiva que nos dejará la duda con respecto a si el horla existió o simplemente fue el bosquejo de un enfermo mental.

Sin duda, encontramos el estilo de escritura que rodea a autores naturalistas como el mismo Maupassant y es la duda y la incertidumbre de ponernos en los zapatos del protagonista lo que causa la inquietud de si hay algo más allá de lo que la visión capta. Una lectura obligada para los amantes del terror.

Been there, read that (CCXXV)

Teoría King Kong

Aut. Virginie Despentes

No voy a mentir, es difícil adentrarse en la literatura feminista. Siendo hombre, es vergonzoso descubrir líneas de pensamiento que jamás habrían pasado por la cabeza de uno. Lo es aún más darse cuenta de tantas situaciones en las que, de manera inconsciente (mas no disculpable), violentamos la vida de las mujeres de nuestra cotidianidad. Hasta eso, creo que he elegido bien mis lecturas: comenzando con Roxane Gay y la imperiosa necesidad del consentimiento; pasando por Chimamanda y la búsqueda de visibilidad de las causas del feminismo; para finalmente llegar a la rabia de Virginie Despentes.

Si bien nunca tuve acercamiento previo alguno a las dos primeras autoras, es irónico que parte del trabajo de Virginie ya era bien conocido por mí. Una vez que leí la primera parte de su libro, de inmediato identifiqué a la película Viólame (Baise-moi) como una de esas que solían pasar en la tele los fines de semana en los horarios bien conocidos del famoso Golden Choice. Sí, sería sumamente hipócrita de mi parte el no admitir que conozco todo lo que pasa por esos canales en esos horarios, pero mi ingenuidad sí me hace admitir que jamás pasó por mi cabeza el hecho de que la película fuese escrita y codirigida por una de las figuras más reconocidas del feminismo contemporáneo.

Ahora que he descubierto tantos detalles, mucho de lo que recuerdo de la película comienza a hacer sentido pues, dentro de la escena erótica y pornográfica en la que se encasilla, hay un factor sumamente importante que hay que destacar: en la pornografía, los hombres son los seres débiles que se buscan a mujeres que se comporten como ellos lo harían en una situación homosexual ante otro hombre dominante. Suena fuerte, y lo es. Pero dentro de todo, no encuentro argumento alguno una vez que leo y releo los diferentes ensayos que conforman la Teoría King Kong.

«[…] al presentarme a los hombres bajo un ángulo más infantil, frágil y vulnerable, los volvió más simpáticos, menos impresionantes, más amables. Descubrí una receta para atraer más atención de la que yo podía gestionar. Eso ha disminuido mi agresividad contra ellos, más de lo que nunca hubiera imaginado. Una agresividad que, a diferencia de lo que se cree, nunca ha sido muy elevada. Lo que me da rabia no es lo que los hombres hacen o son, sino lo que quieren impedirme que haga o lo que quieren obligarme a hacer.«

Virginie nos cuenta del día en que la violaron, de sus días trabajando como prostituta, de su experiencia con los reflectores una vez que sus obras empezaron a imprimirse y comentarse. Cada vez me es más fácil entender y agradezco estas lecturas que despiertan mi consciencia sobre aquello que escapa a la atención de tantos hombres.

Been there, read that (CCXXIII)

El mito de Sísifo // Cartas a un amigo alemán

Aut. Albert Camus

De vuelta al formato físico, quedé picado la última vez que leí a Camus y, cuando encontré una versión doble de dos de sus obras más inclinadas al plano filosófico, puse ojos a la obra. Si bien la obra cumbre de Camus es El extranjero seguido de La peste, ambas de corte novelesco, El mito de Sísifo destaca como el resumen de la labor filosófica del autor argeliano. De igual manera, Cartas a un amigo alemán hace lo propio con el género epistolar y la prosa reflexiva de un escritor que se consideraba sumamente francés y que miraba con desdén la ideología nacional socialista de la Alemania de los 40’s.

Primero, entendamos el mito que da su nombre al primer libro, el de Sísifo. De acuerdo a la historia, Sísifo fue un hombre sumamente astuto que engañó a los dioses y, como castigo, éstos le quitan la vista y lo obligan a empujar una roca gigante cuesta arriba de una montaña, sólo para que una vez llegada a la cima, la roca se precipitase hace abajo para que el hombre tuviese que empujarla nuevamente, una y otra vez, eternamente. Camus utiliza este mito como una metáfora de la inutilidad de todo cuanto hacemos en nuestras vidas pues éstas son insignificantes. De esta manera, el verdadero problema filosófico que se plantea es el suicidio como única alternativa a la futilidad de la existencia, ¿existe otra?

En segundo lugar, Cartas a un amigo alemán se compone de una serie de cuatro misivas escritas entre julio de 1943 y julio de 1944, en ellas, Camus entabla correspondencia con un amigo alemán al que hace reflexionar sobre las motivaciones y los fines supremos que cada uno persigue: Camus como parte de la resistencia de una Francia ocupada y el alemán como representante de los ideales nazis y el nacionalismo extremo. A través de una comparación entre lo que ambas contrapartes entienden por amor a la patria, el autor busca demostrar que la justica está del lado de los que han sufrido y que no han claudicado en resistir el embate de la tiranía y el absolutismo.

Es sumamente útil entender que cuando Camus habla de «nosotros» se refiere a todos los países europeos libres que se enfrentan a Alemania, y cuando habla de «ustedes» se refiere específicamente a lo nazis. Seré sincero, mucho de lo que se puede entender entre líneas en las cartas, tiene que ver con el hecho de que la participación de Estados Unidos en la guerra ya es un hecho, así como la retirada nazi en el este; de este modo, se siente sumamente forzado el tema de la esperanza que no ha muerto y la afirmación reiterada del «ustedes van a perder». Me atrevo a decir que parecen los reproches del niño pequeño al que han golpeado y que ahora que vienen con sus hermanos mayores, se burla del que lo golpeó cuando ya lo superan de 30 a 1. Lo que es.

Aún con todas estas quejas de mi parte, es muy bonito el discurso esperanzador y el enaltecimiento del amor al país que no se atreve a pisotear la libertad de los demás. Sí, muy muy bonito, pero nada más. Disfruté más la reflexión del mito de Sísifo que la prosa epistolar del argelino. En fin, valen la pena ambas obras pero las cartas preferiría descargarlas en PDF.

Been there, read that (CCXIV)

La Peste

Aut. Albert Camus

No recuerdo los lugares exactos, pero hacía un par de meses que, con motivo del inicio de la pandemia y las medidas de aislamiento, así como de la expectativa de caídas económicas, me encontré con varios artículos que, entre otras cosas, comparaban nuestra recién descubierta precaria situación con aquella obra clásica de Albert Camus, La Peste. Seré sincero, siempre escuché hablar de la obra de Camus y en múltiples lecturas la encontré citada, pero nunca tuve el impulso de adquirir el libro que he mencionado hasta que, como casi siempre me pasa con los libros que reseño, el destino me lo puso de frente un día de los pocos que salí forzosamente a la calle a realizar pendientes varios, en un pequeño puesto de libros frente a una heladería que en ocasiones llama mi atención porque tiene de sabor vino.

Seré sincero, como nunca presté demasiada atención más que a las citas y a las menciones que de repente me topaba, siempre creí que Camus era un escritor mucho más longevo, me imaginaba que sus obras databan de por ahí de los años 1800; de igual manera, siempre creí que La Peste (su narración) estaría ubicada precisamente en la época medieval por ahí de 1300 y cacho. En fin, para eso son los libros, para librarnos de la ignorancia y hoy ya soy un poco menos ignorante.

Qué acertados fueron todos esos ensayos que nos exhortaban a hacer una relectura de la novela más conocida de Albert Camus pues, en efecto, son tantas las similitudes a lo que hemos vivido este año, 2020, que, de no ser por la ausencia de las tecnologías que hoy ayudan a evitar que perdamos tanto la cabeza como la productividad estando encerrados, realmente estaríamos viviendo paso a paso lo narrado por el protagonista de la historia, el Doctor Rieux, viviendo en nuestra propia ciudad de Orán, cerca de Argelia. La fecha, 16 de abril de 1940 y algo.

Todo comienza con la repentina aparición de ratas muertas en las calles y casas de la ciudad mencionada; al principio, pareciera ser una curiosidad que pronto se ignora dentro de la monotonía de esta población. Sin embargo, pronto la aparición de cantidades cada vez más grandes de animales muertos comienza a ser preocupante para las autoridades sanitarias de la ciudad. No pasará mucho tiempo antes de que el motivo de la muerte de los roedores encuentre a su primera víctima humana: el portero del edificio donde Rieux habita. A partir de este momento, los enfermos aumentan y muy pronto la ciudad quedará aislada del resto del mundo como medida de contención.

Es aquí donde todo deja de ser imaginario y encontraremos que la vida en la ciudad de Orán no dista mucho del aislamiento que hemos tratado de mantener en el mundo de hoy: hospitales rebasados en su capacidad, una economía desacelerada, aislamiento, desesperación al interior de los hogares, rumores de curas milagrosas y hasta teorías conspiranoicas entre los afectados por la pandemia. Es en este contexto que nos empatizaremos con Rieux y el resto de personajes que engloban una serie de estereotipos entre los que definitivamente nos veremos encasillados: un religioso intolerante, un periodista enamorado, un escritor obsesivo, un suicida perseguido por la ley (Cottard, mi favorito), un viejo que disfruta escupirle a los gatos que toman el sol bajo su ventana, entre otros.

Sin duda, La Peste tiene una fuerte carga filosófica en contra de las dictaduras y gobiernos totalitaristas que eliminan las libertades de los ciudadanos a cambio de su seguridad, claro está que fue publicada poco después del término de la segunda gran guerra. Sin embargo, provoca demasiada curiosidad lo cercana que es a nuestra realidad actual. Es una lectura obligada para seguir reflexionando sobre las causas y las consecuencias de una pandemia como la que vivimos hoy en día.