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Archive for marzo 2021

Been there, read that (CCXXII)

Fiesta en la madriguera

Aut. Juan Pablo Villalobos

Una vez que te acostumbras a las facilidades que brinda el uso del formato electrónico en libros, su lectura se va como el agua. Aunque no renunciaré al tacto y el aroma que despiden los libros físicos, definitivamente seguiré utilizando el formato electrónico en mis sesiones de cardio en el gimnasio (sí, sí se puede leer en una caminadora o en una bicicleta elíptica). Para mi segunda incursión dentro de este formato, elegí a Juan Pablo Villalobos por encima de Alejandro Zambra, ¿el motivo? ninguno, fue una elección totalmente trivial y arbitraria.

Para no hacer el cuento tan largo, Fiesta en la madriguera me atrapó de inmediato por su similitud con obras como El niño del pijama de rayas que se distinguen por una narración nacida de la inocencia de la infancia de temas sumamente adultos, por no llamarles crudos, trágicos y violentos. En esta ocasión, nuestro joven protagonista no detallará las pijamas rayadas de un campo de concentración, pero sí la vida cotidiana acaecida dentro de un palacio, en toda la extensión de la palabra, perteneciente a un narcotraficante en el auge de su carrera criminal.

Tochtli es el hijo de narcotraficante que, como alguien que vive aislado del mundo exterior por conveniencia o por necesidad, o por ambas, desarrolla gustos estrafalarios y pensamientos excéntricos: ama los sombreros, de los cuales tiene una colección proveniente de todo el mundo; le encantan las historias de samuráis así como de la revolución francesa junto con los aparatos que sirven para cortar las cabezas de los reyes; y, desde hace tiempo, busca agregar a su colección de mascotas exóticas a un par de hipopótamos enanos de Liberia, petición que su padre, Yolcaut, por supuesto que cumplirá aún cuando estos animales sean un rara especie protegida y en peligro de extinción.

Para Tochtli, el mundo se reduce a los pocos seres humanos que ha conocido personalmente (alrededor de quince) y a las relaciones que estas personas enarbolan alrededor de su padre, el todopoderoso mafioso que controla a gobernadores y políticos eminentes. El palacio es infranqueable y lo más cercano que nuestro pequeño protagonista tiene a una amistad, es con uno de los sicarios encargados de protegerlo y que le cuenta sobre su pueblo de mariachis que no tiene mariachis, sólo sombreros de mariachis.

Precisamente este tipo de narraciones permiten un acercamiento ingenuo a temas brutales que muy rara vez se pueden tocar en son de broma. Muy parecido a lo que hemos visto en el cine con El infierno, las aventuras de Tochtli pasan de lo chistoso y lo tierno a lo trágico y violento. Al final, estamos presenciando el ir y venir de esas figuras que ya hemos insertado en el imaginario político cultural y violento de nuestro país, una verdadera fiesta en la madriguera.

Been there, read that (CCXXI)

Las cosas que perdimos en el fuego

Aut. Mariana Enríquez

Por fin llegó el día en que leí mi primer libro en formato electrónico, o al menos el primero que leo por placer y no por deber en dicho formato. Hace ya más de un año que comenzó el tema del distanciamiento social y la cuarentena debido al brote del COVID-19 y a los peligros que éste representa. De inmediato, se hizo sentir el apoyo por parte de múltiples empresas que ofrecieron servicios y productos a aquellos que se mostrarían más vulnerables ante las condiciones económicas cambiantes debido a la inusual situación. Precisamente, en aquellos tiempos, muchas editoriales decidieron liberar material bibliográfico para su consumo gratuito como una forma de apoyar al encierro de las personas; una de estas editoriales fue mi favorita, Anagrama, que liberó 5 títulos a través de distintas plataformas y fue así como obtuve en formato electrónico el primero de estos libros, Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez.

Ahora bien, ¿por qué ha pasado tanto tiempo desde el momento en que tuve acceso a estas obras y el punto en el que redacto esta reseña? Simplemente, porque me negué lo más que pude durante todo el tiempo posible a recurrir a una pantalla para realizar mi actividad predilecta. No me lo tomen a mal, no deseo que el libro físico sea sustituido y es por ello que nunca he pagado por material electrónico. Sin embargo, un momento de aburrimiento durante mis entrenamientos y las tediosas sesiones de caminadora o bicicleta elíptica en el gimnasio, provocaron que, por curiosidad, decidiese abrir la aplicación de Kobo, en la que tenía descargados los libros que Anagrama regaló. La verdad, es que aún en esa situación tan curiosa, me costó mucho trabajo elegir con cuál de estos títulos gratuitos comenzaría mi ingreso al mundo del ePub.

Si tomamos en cuenta que entre los autores gratuitos se encontraban Juan Pablo Villalobos, Alejandro Zambra y Mariana Enríquez, entenderán la dificultad de elegir a alguno de ellos; sí, de cualquier manera terminaré leyendo todos, pero qué puedo decir, aún con esa premisa lo obsesivo compulsivo sigue reinando. Al final, me decidí por Mariana Enríquez de quien tanto se habló en 2020 gracias a su novela, Nuestra parte de noche. Debo decir que tomé la decisión correcta.

Ya había comenzado la lectura de Nuestra parte de noche, sin embargo, el nombre de Mariana me era familiar toda vez que hay un libro que llevo bastante tiempo tratando de conseguir. No recuerdo el título pero bien sé que trata de historias y leyendas de cementerios célebres en América latina. No debería ser sorpresa darnos cuenta de que lo suyo de esta autora es provocar escalofríos. Las cosas que perdimos en el fuego es una recopilación de 11 historias que si algo saben hacer, es ponernos la piel chinita: supersticiones, desapariciones, asesinos siniestros, casas de se tragan a los curiosos que jamás vuelven a ser vistos, pesadillas y rituales desconocidos, son los elementos que las historias nos brindan.

Desde la indigente que le ha entregado a su hijo pequeño a una entidad demoniaca, hasta el hombre que se ve influenciado por las historias que cuenta sobre un asesino serial en un tour de leyendas; desde el engendro encadenado que un hombre mantiene en el patio de su casa, hasta la niña que es forzada a hacerse daño a sí misma por una voz que pronto será escuchada por quien hace la narración; Mariana Enríquez te hace querer rescatar todas esas historias de fantasmas que se cuentan en el barrio y que acaparan gran parte del imaginario de una población.

Debo admitirlo, de no ser que la lectura la realicé a mediodía a la mitad de un gimnasio, probablemente en más de una ocasión habría decidido cerrar las páginas (electrónicas) y buscar alguna actividad que me despejara la mente o arriesgarme a no dormir. Me queda más que claro el motivo por el cuál Mariana se encuentra en boca de todos en la comunidad literaria y, vaya, a pesar del miedo que provoca, uno no puede detenerse a media historia. Como una buena película de terror, aunque de esas haya pocas.

Been there, read that (CCXX)

Cartas a un joven poeta

Aut. Rainer Maria Rilke

Hace aproximadamente un año y unos cuantos meses más, en diciembre de 2019, fui invitado por mis alumnos para ser su padrino y dirigirles unas palabras durante el brindis de su fiesta de graduación. Qué puedo decir, se me da eso de los discursos motivacionales a personas que aprecio, y mis alumnos de esa generación (2014) no son la excepción. En cada una de las ocasiones en que me ha tocado dirigir palabras, he tratado de elegir una buena cita literaria que resumiera aquello que, de otro modo, tardaría horas en explicar, cosa que no sería nada agradable en plena fiesta. Un año antes recurrí a Bukowski, y antes de eso recurrí a algunas frases de películas como la de Rocky. En esta ocasión, aprovechando la frase que salía justo antes de los créditos finales de la película Jojo Rabbit, recurrí a una de esas obras que lees en primaria o secundaria y que terminas olvidando con el paso de los años, Cartas a un joven poeta del alemán Rainer Maria Rilke.

Fue así como un rápido repaso de las páginas del autor con el objetivo de encontrar la cita perfecta para el discurso para mis alumnos, se convirtió pronto en un irremediable deseo de repetir aquella lectura que en mi infancia por supuesto que no aproveché como lo haría con la mente más «madura» del adulto que ahora soy. Lo pongo entre comillas porque es más que triste darnos cuenta que los niños entienden y ven cosas más allá de las que los ojos maleados por el paso de los años pueden ver.

Qué agradable es leer estas cartas. Sí, mi género favorito nunca ha dejado de ser el epistolar, pero no es sólo eso, es la sencillez para transmitir ese mensaje tan cargado de amor y comprensión que Rilke trata de darle a Franz Kappus, el joven que deseaba dedicarse a la poesía mientras se formaba como cadete militar. Y es que, ¿cuántos no hemos estado en ese punto? Ese punto en el que nos estamos embarcando en el viaje que nos llevará a forjarnos como especialistas en alguna disciplina que moldeará el resto de nuestro desarrollo profesional y laboral, pero que lo hacemos cargados de dudas e imaginando qué pasaría si le hiciéramos más caso al impulso del corazón y de la pasión por encima del tema racional que nos dicta que debemos escoger una carrera para poder hacer dinero y seguir ese camino sumamente lineal que se nos planta en la sociedad. Rilke lo comprende, y le ruega a Kappus que jamás deje de creer en la vida y en aquello que el corazón anhela.

Pero si todo lo que acabo de reflexionar es cierto, ¿no sería muy mala idea transmitir este tipo de mensaje en una fiesta de graduación cuando ya todas las decisiones se han tomado? La respuesta es no, porque aún habiendo elegido el camino de una carrera profesional, faltan todavía miles de decisiones que influirán en el desarrollo de esa misma especialidad y en el futuro mismo del ser humano que no se ha terminado de decidir sobre el siguiente paso. Es algo bien sabido, jamás es demasiado tarde para actuar y nunca se será tan joven como hoy para empezar a hacer eso que nos llama desde lo más profundo del ser.

No hablamos ni de 80 páginas, y sin embargo la enseñanza es demasiada. Vale la pena leer esta correspondencia entre el que duda y el que ya ha dado el paso. Al final, de eso se trata de ser profesor, de ayudarles a los que vienen para que en menos tiempo logren más y así ellos pavimenten el camino de los que vendrán todavía después.

Hacerse hombre

El actor reina en lo perecedero. De todas las glorias, lo sabemos, la suya es la más efímera. Al menos eso se dice en la conversación. Pero todas las glorias son efímeras. Desde el punto de vista de Sirio, las obras de Goethe serán polvo en diez mil años y su nombre se olvidará. Tal vez algunos arqueólogos buscarán testimonio de nuestra época. Esa idea siempre ha sido instructiva. Bien meditada, reduce nuestras agitaciones a la nobleza profunda que se encuentra en la indiferencia. Sobre todo, dirige nuestras preocupaciones hacia lo más seguro, es decir, hacia lo inmediato. De todas las glorias, la menos engañosa es la que se vive.

[…]

Siempre llega la época en la que hay que elegir entre la contemplación y la acción. Eso se llama hacerse hombre. Esos desgarramientos son espantosos. Pero para un corazón orgulloso no puede haber término medio. Están Dios y el tiempo, esa cruz o esa espada. Este mundo tiene un sentido más alto que sus agitaciones o nada es verdad más que sus agitaciones. Hay que vivir con el tiempo y morir con él o sustraerse a él para vivir una vida más grande. Sé que se puede transigir y se puede vivir en el sigloy creer en lo eterno. Eso se llama aceptar. Pero me repugna ese término y quiero todo o nada.

– Albert Camus en El mito de Sïsifo
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Been there, read that (CCXIX)

Páradais

Aut. Fernanda Melchor

Si de algo quedé prendado al leer por primera vez a Fernanda Melchor, fue de esa forma que tiene de narrar tan despreocupada y de su carente estructura tradicional al escribir, es decir, de esa forma que emula a tu abuelita o tía chismosa contándote un chisme: sin puntos y apartes, sin párrafos que separen ideas, pasando de una idea a otra sin hacer una pausa para marcar el cambio de tema. Y encima de todo, la autora es un híbrido de ser humano veracruzano/poblano tal y como lo es un servidor. Bajo tales antecedentes, era de esperarse que, al enterarme de la salida del nuevo libro de la escritora, no perdiese el tiempo en adquirirlo, salidito del horno.

Páradais, no me decepcionó, por el contrario, me recordó lo divertido que es la narración de Fernanda y de lo culpable que uno se puede sentir al divertirse con las temáticas que ella aborda en su obra. Si bien Temporada de Huracanes nos ponía tras la pista del asesino de una bruja travesti a la que un pueblo en proceso de abandono tenía como ser de mitología urbana; en Páradais, seguiremos la relación entre Polo y Franco, dos adolescentes que pertenecen a mundos diferentes y que tienen como punto de encuentro común el muelle improvisado de un lujoso conjunto residencial. Franco es un junior obeso que vive con sus abuelos a los que se la pasa estafando en ese fraccionamiento, mientras que Polo es un muchacho que a regañadientes se ha convertido en el jardinero del mismo lugar.

Si bien Polo siente un intenso repudio hacia el gordo, este asco se ve superado fácilmente por el gusto de alcoholizarse con las bebidas que Franco provee con el dinero que le roba a sus abuelos. Así pasan los días, al joven jardinero lo único que le interesa es embrutecerse para así poder olvidar a la prima embarazada que tiene en casa y los reclamos diarios de su madre; mientras que Franco sólo se preocupa por masturbarse pensando en la ama de casa vecina, la esposa de un empresario que despierta las más bajas pasiones en el obeso mocoso.

Un día, Franco toma la decisión de cogerse a la vecina a como dé lugar y, conociendo a la perfección las rutinas de la familia, emprende un terrible plan que implica una violación y asesinato en el hogar de la provocadora mujer. Polo no está de acuerdo, pero en las posesiones que se podrían extraer de la casa de aquellas personas, reconoce la posibilidad de mejorar su situación económica lo suficiente para escapar de la vida que detesta. Es así que ambos personajes establecen una alianza condenada a la tragedia.

Violencia y desigualdad son los dos temas que engloban las acciones de los dos protagonistas de esta historia que se vuelve adictiva y que no permite dejar esta novela corta hasta que se ha digerido por completo. La autora es sumamente hábil en el desarrollo de las sórdidas motivaciones de los personajes y su icónica forma de expresarse. Páradais es, sin duda, una lectura ligera pero bien profunda en los temas que aborda y a los cuáles, la gente de a pie, nos enfrentamos a diario.

Dragones y princesas

[…] Pero nosotros no somos cautivos. A nuestro alrededor no hay preparadas trampas ni lazos, y nada hay que nos atemorice o nos atormente. Se nos ha puesto en la vida por ser el elemento más conveniente para nosotros, y además, por adaptación milenaria, hemos llegado a parecernos tanto a ella, que si permanecemos inmóviles apenas nos diferenciamos, por un feliz mimetismo, de cuanto nos rodea. No tenemos ningún motivo para temer al mundo, pues él no está en contra nuestra. Si hay espantos, son nuestros espantos, si hay abismos, son nuestros abismos. Si hay peligros, debemos esforzarnos en amarlos. Y si organizamos nuestra vida de acuerdo al principio que nos aconseja atenernos siempre a lo más difícil, entonces aquello que ahora nos parece lo más extraño, se convertirá en lo más familiar y lo más fiel. ¿Cómo olvidar los viejos mitos existentes en el principio de la historia de todos los pueblos, mitos que nos hablan de dragones y de seres monstruosos que en el momento culminante se vuelven princesas? Tal vez todos los dragones de nuestra vida sean sólo princesas que únicamente esperan vernos un día hermosos y atrevidos.Tal vez todo lo terrible no sea a fin de cuentas sino lo inerme, lo que está esperando nuestra ayuda.

– Rainer Maria Rilke en Cartas a un joven poeta
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