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Posts Tagged ‘Polonia’

Been there, read that (CCCXIV)

Desde el jardín

Aut. Jerzy Kosinski

Una de mis caricaturas favoritas hace más años de los que me gustaría contar fue El laboratorio de Dexter, de la que recuerdo un capítulo en especial. Dexter anda muy ocupado y se olvida de estudiar para un examen de francés que tiene al día siguiente y esto lo recuerda justo antes de dormir. Como ya no le queda tiempo, decide estudiar a través de un dispositivo que, mientras el protagonista duerme, transmite el audio de la clase directamente a su cerebro a través de sus oídos. El problema es que el aparato se traba y entonces repite una sola frase durante toda la noche: omelette du fromage (omelette de queso).

Para cuando Dexter despierta, descubre que la inducción ha funcionado pero que sólo puede repetir la misma frase que estuvo escuchando toda la noche. Pese a lo que se podría esperar de esta caótica situación, Dexter tiene un día exitoso: en el examen de francés sólo hay una pregunta, ¿cómo se dice omelette de queso?; las chicas caen rendidas a sus pies cuando él habla en francés aunque sea sólo una frase; y así sigue lo absurdo del capítulo que, de forma no sorpresiva, termina en una tragedia.

Ahora bien, no sé si exista como tal un subgénero que precisamente aborde este tipo de situaciones específicas en las que el personaje con una sola frase o un solo tema que repite una y otra vez, alcance el éxito y el reconocimiento del resto de seres humanos, muy a pesar de lo inverosímil de la situación. Definitivamente, no es la primera vez que se aborda este tipo de trama. Porque es así como llego a Desde el jardín de Jerzy Kosinski, un libro que encontré en los remates de una librería vieja del centro, una joya.

Muy al estilo descrito en los párrafos anteriores, la trama gira alrededor de Chance Gardiner, un hombre que ha vivido toda su vida al servicio de un anciano haciendo solamente dos cosas, atender su jardín y mirar la televisión el resto del tiempo. De alguna manera, se intuye que Chance probablemente tenga alguna deficiencia mental y que tal vez sea un hijo o nieto abandonado del dueño de la casa donde vive y labora.

El anciano fallece y Chance es expulsado de la casa por los abogados que no encuentran rastro alguno del parentesco o de la relación laboral del muchacho. Arrojado al mundo real, las nulas habilidades sociales de Chance poco importan una vez que es atropellado en la calle por una persona de cierto estatus social que lo considera sumamente inteligente debido a las analogías que establece entre la vida y el mantenimiento de un jardín. Es evidente que Chance no es inteligente, sino todo lo contrario, y de lo único que puede hablar es del jardín; mientras que sus normas de convivencia con otros seres humanos son las que ha aprendido mirando la televisión.

Al igual que el caso de Dexter, el sólo hablar en términos del cuidado de un jardín le comienza a abrir puertas a Chance hasta que es invitado a participar como asesor del Presidente de los Estados Unidos. Mientras, los servicios secretos de ese país y de Rusia se quiebran la cabeza tratando de averiguar quién es ese hombre con ascenso meteórico y que no tiene absolutamente ningún antecedente o documento de identificación.

La novela es una sátira mordaz sobre la superficialidad de la sociedad contemporánea y la manipulación mediática. A través de Chance, Kosinski critica la tendencia de las personas a creer en lo que ven en la televisión sin cuestionar la veracidad de la información, así como la obsesión por la imagen y la superficialidad en las interacciones sociales. Es una novela corta que vale mucho la pena, es divertida y ligera a la vista; si me la vuelvo a encontrar, la adquiriré de nuevo porque sería un excelente regalo que no compromete a una lectura pesada y que al mismo tiempo da mucho de qué hablar.

Been there, read that (CCLXXXIV)

Estación de tormentas (Saga de Geralt de Rivia, Precuela)

Aut. Andrzej Sapkowski

Una vez que concluí la saga del lobo albino (léase el brujo, Geralt de Rivia), quedé con ese vacío que te provoca el abandonar un mundo de fantasía al que te has llegado a habituar, terminas conociendo la disposición de los diversos reinos, el nombre de los ríos que separan un territorio de otro, el tipo de fauna y de monstruos que te puedes encontrar en ciertas zonas, hasta la personalidad de los habitantes de uno u otro poblado. Si a esto le añades un final abierto que te deja esperanzado en lo que ha pasado con el héroe y su incierto futuro, entonces el vacío se expande.

Por fortuna, existen escritores como Sapkowski que no permiten que esto suceda (no como tú, George R. R. Martin, ya vamos para 13 años esperando Winds of Winter). Es así que me hice a la brevedad de tiempo con Estación de Tormentas, una precuela de la historia que conocimos a lo largo de 7 libros, ubicada temporalmente en algún punto entre las historias de El último deseo y La espada del destino.

Este libro es una verdadera joya para los seguidores de Geralt. Dado que salió al mismo tiempo que los videojuegos, se llegó a pensar que sería sólo un producto mercadológico para aprovechar el impulso del entretenimiento digital, suposición que resultó falsa pues se encuentra a la par de la saga original en cuanto a contenido, calidad y extensión. Aquí habrá más de lo que siempre disfrutamos: peleas con monstruos, intrigas políticas, planes ocultos, romances con hechiceras… ¿Qué les puedo decir? Andrzej sabe lo que nos gusta.

En esta ocasión, Geralt se dirige al pueblo portuario de Kerack. Nada más al llegar, será acusado de un crimen que no cometió, se agarrará a golpes con un grupo de guardias obesos de olor flatulento del género femenino, le robarán sus espadas y terminará cayendo (como siempre) bajo los encantos de la hechicera en turno, Lytta Neid; eso sí, siempre acompañado por el solapador Jaskier.

Pronto, lo que parecían situaciones ordinarias, revelarán una conspiración en torno al rey Belohun que tiene muchos hijos en edad de gobernar y todos con las ganas suficientes de ser el siguiente en la línea sucesoria como para atentar contra la seguridad de su progenitor; al mismo tiempo, el brujo tendrá que lidiar con experimentos escapados de un laboratorio perteneciente a los hechiceros de Rissberg, lugar en el que un legendario mago llamado Hortulano experimenta con invocaciones demoniacas que coinciden con masacres acaecidas en pequeñas poblaciones aledañas.

A pesar de que la aventura principal gira alrededor de los eventos mencionados, para un servidor, lo mejor de Estación de Tormentas es el epílogo que se ubica en un tiempo diferente al de la historia principal, incluso al de la saga en general; reconoceremos en su versión joven a un personaje que hace su aparición en La dama del lago y cuyo contexto responderá grandes interrogantes con respecto al final de la saga, el desarrollo del último libro y el destino de Geralt al término del mismo.

No hace sentido recomendar o no este libro, si has llegado hasta aquí es porque eres seguidor de la saga y del autor. Para ser sincero, las últimas cinco páginas las leí con las vista borrosa y una sonrisa de oreja a oreja, y creo que te pasará también a ti.

Been there, read that (CCLXIII)

La dama del lago (Saga de Geralt de Rivia, Libro VII)

Aut. Andrzej Sapkowski

Comparto la opinión de que lo que hace bella a la vida, es que tarde o temprano se termina. Es un concepto que aplica a tantas cosas, por ejemplo, a las flores, a las cenas de navidad con los seres queridos, al tiempo que pasamos con nuestra familia, a las películas, a las grandes historias. Siete libros después, he llegado a la conclusión de la saga del lobo blanco, del brujo, Geralt de Rivia, y así como nos sentimos cuando nuestra serie favorita se acerca a su final, he sido un mar de emociones mientras me dirijo a la última página.

Me hubiera gustado que las aventuras de Geralt al lado de Cahir, Regis, Milva, Angouleme y Jaskier, duraran eternamente; imaginarlos alrededor de la fogata cada noche durante muchas noches y disfrutar de interminables batallas épicas contra soldados nilfgaardianos y vivir aventuras que no tuviesen fin.

Contrario a mis deseos, llega el momento cumbre de la saga y veremos al grupo de héroes asaltar el castillo de Vilgefortz para así enfrentar sus destinos individuales. Es aquí donde la tristeza toma el control porque, se sabe, las pérdidas son inevitables y no por ser heroicas dejan de doler.

Nos deleitamos con momentos ansiados como cuando Ciri confronta a Bonhart y, al mismo tiempo, Yennefer y Geralt, reunidos después de tanto tiempo, luchan juntos contra el enemigo definitivo. En el que parece ser un callejón sin salida para los protagonistas, se presenta el gran giro dramático que, lamentablemente, la serie espuria de Netflix decidió revelar desde la segunda temporada.

Por fin tenemos un respiro que se hará acompañar de esa alegría de imaginar situaciones que muchos lectores deseábamos: Ciri, Yennefer y Geralt, reunidos, cabalgando, compartiendo los alimentos, jugando, siendo una improbable familia. Pudo haber sido un gran final feliz de no ser por el deber que tiene Yennefer de presentar a Ciri ante el Capítulo de Magia que tomará decisiones en torno a sus poderes.

Una separación aparentemente temporal, llevará a Geralt a la taberna de un viejo amigo en la que, tras breve reflexión, decide renunciar a sus espadas que ya no le son necesarias. Tristemente, en ese mismo instante, en aquella ciudad, el ser humano decide hacer lo que hace el ser humano y se desata un pogromo en contra de elfos y enanos. A nuestro brujo no le queda más que hacer lo que siempre hizo, defender a quien lo necesita, ¿Qué importa si el anhelado retiro tiene que esperar un día más? ¿Qué podría o pudo salir mal?

Corte a: el brujo y su hechicera despiertan, están en el lugar más bello que jamás hayan visitado, por fin se pueden amar. ¿Un sueño, el paraíso, una nueva dimensión, o es sólo la imaginación de Cirilla? Al lector le toca sacar sus propias conclusiones…

Cómo odio los finales abiertos, me recuerdan a cuando era niño y me enteré que los Reyes Magos eran los papás. Sin embargo, al buscar la confirmación de mi padre, su respuesta fue «si crees en ellos, existen», lo que me hizo no tener una conclusión definitiva. Quería creer en su existencia pero también quería saber la verdad indiscutible que confirmaba lo contrario. Qué agradecido estoy de haber comenzado esta bellísima saga. Afortunadamente, para quienes no tengamos suficiente de las correrías del brujo, todavía nos queda una precuela (Estación de tormentas) y un libro de cuentos (Camino sin retorno). Gracias, Andrzej.

Mientras exista la obscuridad…

—¡El brujo Geralt de Rivia no ha muerto! —soltó de improviso Nimue—. Sólo se ha marchado, sólo se ha marchado al País de los Manzanos. Pero regresará… Regresará, pues así reza la leyenda.

—Leyendas. Tradiciones. Cuentos. Fábulas e historias. Debería habérmelo imaginado, Nimue de la aldea deWyrwa, tú, que te diriges a la escuela de hechiceras en la isla de Thanedd. No te habrías lanzado a tan insensato viaje de no haber sido por las leyendas y cuentos con los que has crecido. Pero no son más que cuentos, Nimue. Sólo cuentos. Con todo lo que te has alejado ya de tu casa, tendrías que entenderlo.

—¡El brujo regresará del otro mundo! —No daba su brazo a torcer—. Regresará para proteger a la gente cuando de nuevo reine el mal. Mientras exista la oscuridad, serán necesarios los brujos. ¡Y la oscuridad sigue existiendo!

Él estuvo largo rato callado, mirando hacia un lado. Finalmente, volvió la cara hacia ella. Y se sonrió.

—La oscuridad sigue existiendo —aseguró—. A pesar de los logros del progreso, el cual, como se nos manda creer, tiene que iluminar las tinieblas, eliminar las amenazas y ahuyentar los temores. Aunque hasta ahora el progreso no ha cosechado demasiados éxitos en este terreno. Hasta ahora, el progreso no ha hecho más que inculcarnos la idea de que la oscuridad son sólo supersticiones que ocultan la luz, y no tenemos nada que temer. Pero eso no es verdad. Sí hay de qué temer. Porque siempre, siempre existirá la oscuridad. Y siempre estará presente el mal en la oscuridad, siempre habrá en la oscuridad colmillos y garras, crímenes y sangre. Y siempre serán necesarios los brujos. Y ojalá siempre aparezcan justo allí donde hacen falta. Allí donde se escucha un grito de socorro. Allí donde los llaman. Ojalá que cada vez que alguien los llama se presenten con una espada en la mano. Una espada cuyo brillo atraviese las tinieblas, cuya claridad deshaga las sombras. Bonito cuento, ¿verdad? Y termina bien, como tienen que terminar todos los cuentos.

—Pero… —farfulló Nimue—. Pero entonces, cien años… ¿Cómo es posible que…? ¿Cómo es posible?

—Esas preguntas —la interrumpió, sin dejar de sonreír— no puede hacerlas una futura adepta de Aretusa. De una escuela donde enseñan que no hay nada imposible. Porque todo lo que hoy es imposible mañana se volverá posible. Ese lema debería colgar a la entrada de ese centro de enseñanza, que pronto será el tuyo. Buen viaje, Nimue. Adiós. Aquí nos separamos.

—Pero… —Ella sintió un alivio repentino, y un torrente de palabras empezó a brotar de sus labios—. Pero yo querría saber… Saber más cosas. De Yennefer. De Ciri. De cómo acabó de verdad aquella historia. He leído…Conozco la leyenda. Lo sé todo. Sobre los brujos. Sobre Kaer Morhen. ¡Hasta me sé el nombre de todas las Señales de los brujos! Cuéntame, por favor…

—Aquí nos separamos —la interrumpió con suavidad—. Ante ti está el camino que lleva a tu destino. A mí me aguarda una ruta muy distinta. El cuento se alarga, la historia nunca termina. Y en cuanto a las Señales… Hay una que no conoces. Se llama Somne. Mira mi mano.

La miró.

—Ilusión —aún alcanzó a oír Nimue, desde muy lejos—. Todo es ilusión.

– Andrzej Sapkowski en Estación de Tormentas

Been there, read that (CCLIII)

Mi nombre es Broni

Aut. Bronislaw Zajbert

Los testimonios del terror ejercido por el régimen nazi forman parte de mis lecturas predilectas, no porque disfrute de alguna manera la narración de los hechos en sí, sino porque estructuran un fenómeno que desde muy joven me ha provocado curiosidad académica, cultural e histórica. De alguna manera, soy enemigo de esa simplificación histórica en la que los buenos son puramente buenos, los malos son totalmente malos y las víctimas son sólo víctimas. Es difícil entrar en este tipo de dinámicas cuando el rigor científico e informativo obliga siempre a buscar las distintas versiones de un mismo hecho. Precisamente, Mi nombre es Broni, es una de esas obras que brindan un punto de vista inesperado entre las mismas víctimas de la tiranía.

Bronislaw Zajbert es un hombre de 90 años (actualmente residente mexicano) que narra su historia en el gueto de Lodz, Polonia, donde cientos de miles de judíos perdieron la vida debido a la inanición, la nula salubridad y el clima extremo; realiza la narración haciendo un esfuerzo por retomar el punto de vista del niño de ocho años que fue durante estos acontecimientos. El resultado es un relato inocente pero visceral en el que destaca la división que incluso entre las mismas víctimas podía existir. De este modo, el ser judío no se reduce simplemente al destino cruel e inhumano que se ha señalado infinitamente, sino que dentro de ellos mismos existe una pequeña élite que tiene acceso a mejores medios de subsistencia que los del resto de la población del gueto.

Es así que veremos dos caras de una misma moneda: por un lado, los padres de Broni, que harán sacrificios por mantener alimentados y protegidos a nuestro testigo y a su pequeño hermano (e incluso a otras personas) que en ocasiones se tendrán que esconder en cisternas de agua para evitar ser elegidos como los próximos deportados a lugares más terribles, los campos de concentración; por otro lado, veremos a los tíos de Broni, que formando parte de la policía judía al interior del gueto, contaban con la posibilidad de ayudar a los propios padres del niño, pero que decidieron utilizar su privilegio para hacer fiestas mientras dejaban a su propio padre a la intemperie para que no diera la mala nota en sus celebraciones, de más está decir que el seor no sobrevivió. Sí, así como hubo miembros del ejército alemán que destacaron por utilizar sus posiciones para en secreto salvar a todas las personas posibles, también hubo judíos que hubieran encontrado un buen lugar en las filas de aquellos que los esclavizaban.

Precisamente, creo que este es el punto más importante del testimonio de Broni, que en situaciones extremas se muestran los verdaderos rostros del ser humano sin importar en qué lado de la historia se encuentra. Nuestro protagonista en ningún momento juzga las acciones del resto de su familia, el lector será capaz de hacerlo. Tampoco se trata de imaginar lo que hubiésemos hecho en los zapatos de cada personaje, creo que sería un mal ejercicio. Nuestro papel, como siempre, debe ser el de entender los contextos y aprender con el testimonio de uno de los pocos que lograron sobrevivir y asegurarnos de que la historia no se vuelva a repetir.

Been there, read that (CXCIV)

El último deseo (Saga de Geralt de Rivia, Libro I)

Aut. Andrzej Sapkowski

978849889127Me pasó con Game of Thrones (Canción de fuego y hielo), descubrí que esa serie, cuya primera temporada acababa de disfrutar en demasía, estaba basada en un conjunto de novelas y no tardé en hacerme con los libros que, por cierto, fueron un bellísimo regalo por parte de una gran mujer a la que le dio flojera leer los cuatro libros de más de 900 páginas que eran en esos tiempos. El caso de The Witcher no es tan intenso, hablamos de ocho volúmenes de La Saga de Geralt de Rivia (siete en realidad, pero el último en dos tomos) y una precuela, y ninguno rebasa las 300 páginas de extensión. Técnicamente, sin tomar en cuenta los libros aún no publicados de la historia de George R. R. Martin, estamos hablando de la mitad de volumen en la obra de Andrzej Sapkowski.

Ahora bien, lejos de la extensión, una diferencia determinante es que los libros de la saga del brujo no son novelas como tal, sino una colección de cuentos protagonizados por el mismo personaje y que se unen a través de una historia más corta. De este modo, la lectura de las aventuras del personaje no es lineal y cada episodio se encuentra en una línea temporal distinta. Precisamente esto último fue lo que provocó ciertas confusiones al ver la serie televisiva y sólo en los últimos capítulos se capta que ciertas escenas pertenecen al pasado mientras que otras son más recientes.

Borrando el recuerdo de la última temporada de la serie de GoT, algo que disfruté en esos tiempos fue que los personajes hacían una total reverencia a sus contrapartes literarias. Leer a Tyrion, Jamie, Jon Snow y Daenerys, era mirarlos en la pantalla. No ha sido así con Geralt, Jaskier o Yennefer. La imagen que el brujo tiene en la serie es una elaborada en torno a un personaje mal hablado, egoísta y soberbio que le cuesta trabajo reconocer sus sentimientos hacia los demás y tiene la manía de maldecir. Ciertos sucesos determinantes en la historia parecieran darse más por una mala decisión del personaje o por el puro azar. Por el contrario, el Geralt de los libros es un personaje mucho más caballeresco, es cortés, prefiere guardar silencio antes que insultar y atesora la amistad con Jasker y Nenneke, mientras que los eventos importantes están muy bien planeados en la psique del lobo blanco.

Un ejemplo claro de esto último, es la escena en la que Geralt obtiene el Derecho de la Sorpresa del caballero erizo, Dunny. Si bien en la serie se maneja como una metida de pata porque se dan cuenta que la hija de la reina Calanthe está embarazada justo después de haber sido otorgado el derecho (momento que se maneja de manera chusca con un marcado «Fuck!» por parte de Geralt mientras todo lo observan en silencio), en el libro, Geralt es consciente del embarazo de la princesa y, con el deseo en mente de tener un aprendiz, pide el derecho de la sorpresa sabiéndolo de antemano. No fue ningún accidente.

Me queda claro también que, al menos la primera temporada de la serie podría estar basada no sólo en el primer libro (se afirmaba que habría una temporada por cada tomo) ya que de este hay un par de escenas no vistas en la serie y de Yennefer sólo se habla en las últimas 30 páginas. El título, El último deseo, hace referencia directa del momento en que Geralt pide su último deseo al genio (D’jinn) que Yennefer trata de capturar. Diferencia importante: en la serie, el último deseo es desconocido por Yennefer y provoca un rompimiento con el brujo una vez que ella se entera de éste mucho tiempo después; en el libro, el deseo se formula frente a la hechicera y éste provoca un fuerte impacto en ella, propiciando el inicio de la relación entre los dos personajes.

En fin, aunque me indigna, también me agrada saber que disfrutaré por doble las historia del brujo pues tales diferencias provocarán grandes discrepancias entre lo narrado por el autor y lo producido en televisión. Del mismo modo que Canción de Fuego y Hielo tiene personajes vivos que en la serie eliminaron, en The Witcher veremos motivaciones diferentes y desenlaces variables.

Por cierto, me encantó el libro y no puedo esperar para ponerle mis manos encima a cada uno de los tomos que me faltan. Seguidor o no de la serie, es una gran alternativa una vez que Lord of the rings y A song of ice and fire han pasado a formar parte del imaginario público y el hambre de literatura fantástica ha hecho lo contrario a disminuir.

No seas indiferente

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[…]

Y esto es lo que quería decirle a mi hija, a mis nietos. Quiero dirigirme a los jóvenes de su generación, vivan donde vivan, sea en Polonia, Israel o América. Es especialmente importante aquí, en Europa del Este. No seas indiferente cuando veas mentiras, mentiras históricas. No seas indiferente cuando veas que el pasado es relegado para cumplir con demandas políticas actuales. No seas indiferente cuando una minoría es discriminada, porque la esencia de la democracia es que la mayoría gobierna pero la democracia depende de la protección de las minorías. Al mismo tiempo, no seas indiferente cuando cualquier poder o gobierno infringe el contrato social. Sigue los mandamientos, especialmente el undécimo. No seas indiferente, porque si lo eres no te darás cuenta cuando a ti y a tus herederos les caiga desde el cielo un Auschwitz.

– Marian Turski (Fragmento del discurso pronunciado el 27 de enero en la ceremonia del 75 aniversario de la liberación de Auschwitz.).

Been there, read that (LXXXII)

Maus, Historia de un sobreviviente Vol. II

Aut. Art Spiegelman

MausRecuerdo que pagué bastante por Maus, por ahí de los 200 pesos. Meses más tarde, me encontré al mismo por ahí de los 100 pesos en una feria del libro, lo adquirí nuevamente para regalárselo a mi mejor amigo. Hace unas semanas, me lo encontré en Comercial Mexicana ¡por sólo 69 pesos! Y me pregunto si el libro es demasiado popular o simplemente imprimieron demasiados. Explicaciones que aplicarían de una u otra forma pues Maus, es un respiro entre los millares de títulos enfocados en un tema de los más visitados: El Holocausto.

La obra de Spiegelman es un respiro porque siendo una novela gráfica, logra otorgar una visión diferente, más amena. Aclaro, el ver a ratoncitos representando prisioneros judíos no hace que el suceso deje de ser crudo, sangriento e inhumano. En más de una imagen puede verse cuerpos amontonados, salvajismo y desolación. Sin embargo, es la visión que se nos da la que cambia. Al pasar por sus páginas, uno se siente empático de Art y su lucha por sacarle la sopa al papá que resulta ser como muchos abuelos obstinados, ahorrativos en exceso y hasta contradictorio entre lo que vivió y la forma en que trata a sus semejantes,  como cuando discrimina a un extraño por su color de piel.

Lamentablemente, no he tenido la misma suerte para encontrar el Volumen I de la historia, pero estoy a la caza. Maus es una obra que vale la pena y que recomiendo. La próxima vez que vayan al súper (o a La Comer), asegúrense de darse una vuelta por la sección de libros, entre tanta porquería de Cuauhtemoc Sánchez que suelen vender, podrían hacerse con esta joyita de 69 pesos o menos.

Compendio de citas: La socialdemocracia alemana

A punto de concluir una obra que analiza las vertientes del pensamiento alemán hasta justo antes de la Primer Guerra Mundial, les presento un segundo compilado de citas. Pronunciadas en un período de pre-fundación del Partido Socialdemócrata Alemán (que básicamente encontró en Ferdinand Lassalle y Karl Marx a sus padres), nos topamos con una dialéctica encaminada a la destrucción de una «moralidad» cristiana imperante en Alemania.

A pesar de todo, entre los mismos personajes citados, existían grandes divergencias como el apoyo incondicional que Ferdinand profesaba hacia Otto Von Bismarck y que provocó su distanciamiento del propio Marx, que buscaba fines diferentes.

No sé, a pesar de que tengo una mentalidad revolucionaria-democrática-republicana, siento que en el lugar del conde Lavagna (de Schiller) actuaría igual que él y no me conformaría con ser el primer ciudadano de Genova, sino que extendería mi mano hacia la diadema. De esto se desprende, si es que veo bien la cuestión, que soy un egoísta. Si hubiera nacido príncipe, sería un aristócrata de cuerpo y alma.

– Ferdinand Lassalle

Los judíos se han mantenido hasta hoy en su individualidad religiosa. Su principio, su Dios, es el principio práctico del mundo, el egoísmo, tratándose en este caso del egoísmo en forma de religión. El egoísmo es el dios que no desbarata los planes de sus seguidores. El egoísmo es primordialmente monoteísta, porque sólo tiene un único propósito, el de sí mismo. El egoísmo reúne y concentra a los hombres a su alrededor, pero los limita teóricamente, porque les enfrenta a todo lo que no se encuentra directamente relacionado con el bienestar propio.

– Ludwig Feuerbach en Naturaleza del Cristianismo (1841)

El protestantismo ha convertido a Dios en hombre: Cristo, el hombre, es el Dios del protestantismo.

– Tomás Masaryk en Zur kritik der hegelschen rechtsphilosophie

(El reconocimiento de los derechos universales del hombre no es más que el) Reconocimiento del individuo egoísta burgués y del movimiento desenfrenado de los elementos espirituales y materiales. Los derechos humanos no liberan al hombre de la religión, sino que sólo le proporcionan una libertad de religión; no le liberan de la propiedad, sino que le agudizan la libertad de la propiedad; no le liberan de la suciedad de la ganancia, sino que más bien le conceden la libertad de ganancia. El reconocimiento de los derechos humanos por parte del Estado moderno no tiene otro sentido mas que el reconocimiento de la esclavitud por parte del antiguo estado.

– Franz Erdmann Mehring en Historia de la socialdemocracia alemana

No deseaba nada con mayor anhelo que apartarme de la política. Estoy cansado y harto de la política. Desde luego sería tan apasionado como siempre si ocurrieran serios acontecimientos o si tuviera el poder o viera un medio de conquistarlo, un medio de tal naturaleza que me lo proporcionara; porque sin el mayor poder, no se puede hacer nada.

– Ferdinand Lassalle

Been there, read that (L)

Curso de Filosofía en Seis Horas y Cuarto

Aut. Witold Gombrowicz

Hay títulos que, de entrada, me dan esa pauta para leer el libro de inmediato; tal es el caso de la presente obra. Y es que suena bastante prometedor echarte un curso en tan poquito tiempo, aunque en realidad me duró aproximadamente la mitad de lo estipulado. Aún así, es de esas pequeñas obras que te dejan un muy buen sabor de boca.

En 1969 el autor se encuentra en una cierta etapa de desprecio hacia la vida, ha intentado suicidarse, se muestra renuente a seguir viviendo. Su esposa y un amigo deciden pedirle clases de filosofía para hacer que su mente se distraiga y se centre en una de las que fueron sus grandes pasiones. A través de las pláticas se hacen apuntes y es de estos apuntes que nace el libro que hoy reviso.

Curso es un libro ligero, precisamente se siente como los apuntes que cualquiera de nosotros pudo haber tomado en un curso universitario. Es hasta un cierto punto gracioso pues incluye comentarios muy personales que el autor tenía sobre ciertas ideas. Por ejemplo, cuando leemos sobre la teoría del Superhombre de Nietzche, en un paréntesis podemos leer «idea estúpida».

Del mismo modo, encontraremos frase incompletas y que son señaladas de esta forma, lo que provocará usar nuestra imaginación o simplemente evitar pensar en ello. El curso comprende material básico de Kant, Nietzche, Marx, Schopenhauer y Hegel entre otros menos mencionados. En efecto, este es un curso bastante completo con las ideas básicas y los conceptos fundamentales de la existencia humana.

Para los acostumbrados a la lectura, el curso no tomará ni la mitad del tiempo especificado aunque no recomiendo tampoco leerlo tan rápido. Sincero, estructurado y ameno, el curso de Gombrowicz es un muy buen motivo para comenzar nuestros propios cuestionamientos.