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Posts Tagged ‘Literatura Ligera’

Been there, read that (CCXCIV)

Un alma de Dios

Aut. Gustave Flaubert

Mucho de lo que leí de los grandes clásicos, lo hice en mi infancia a través de lo que mi papá me llegaba a regalar o a leer cuando yo era muy niño; creo que las primeras veces que compré libros por mí mismo fueron hasta la etapa de la prepa y serían mayormente obras de H. P. Lovecraft o libros sobre la Segunda Guerra Mundial. De este modo, aunque leí o me leyeron a los grandes maestros de la antigüedad, gran parte de estas lecturas las he olvidado, y es por eso que de vez en cuando inserto dentro de mis compras a esos clásicos, sobre todo cuando vienen en ediciones de aniversario o especiales con forros bonitos.

Fue así como me hice con Un alma de Dios, título que se le dio recientemente a lo que originalmente se tradujo como Un corazón sencillo (un coeur simple), un cuento o narración corta publicado originalmente en 1877. Y vaya que el nuevo título es más que acertado pues seguiremos los pasos de una verdadera alma de Dios, en el más completo sentido que se le puede dar a esa expresión, propia de las abuelas que se referían a personas muy muy amables y nobles, aunque también sencillas, humildes e incluso iletradas.

Nuestra alma de Dios se llama Felicidad, es la criada de madame Aubain a quien todas las demás grandes señoras se la envidian. Felicidad es un corazón sencillo, un alma cándida que ante todo es leal a su señora. No exige más de lo que necesita, no consume más de lo que le es útil. Eficiente, abnegada y trabajadora (heroica cuando arriesga su vida por los hijos de su señora), sólo busca un poco de aprecio que el resto del mundo le niega.

Felicidad se enamora y le rompen el corazón, atiende a personas que la desprecian, pierde a su loro y nadie le ayuda a encontrarlo, y muere de tristeza por las tragedias que le ocurren a los demás aunque ella se vea totalmente sola en su enfermedad. Flaubert te hace sentir triste con este relato que retrata la hipocresía, el egoísmo y la mediocridad que la burguesía disfraza de opulencia. Cuando imaginas las «aventuras» de Felicidad, las imaginas en tonos sepia o en dibujos como los de Las aventuras de Remi.

Flaubert tuvo una producción literaria de altísima calidad aunque de baja cantidad, Un alma de Dios es uno de apenas tres cuentos que escribió junto con seis novelas y dos obras de teatro. Aunque Madame Bovary es sin duda el epítome de su producción, creo que la esencia del autor se puede dilucidar en estos pequeños destellos de genialidad que se transcurren veloces ante la lectura. Otra de esas obras obligadas, disfrutables y de pronta terminación.

Been there, read that (CCLXX)

El gato que amaba los libros

Aut. Sosuke Natsukawa

No sé si sea parte de una idea preconcebida alrededor de los territorios a los que pertenece un escritor, pero las literaturas provenientes de distintas partes del mundo me provocan sensaciones distintas. Cuando leo a escritores rusos, imagino sus paisajes siempre fríos, cubiertos de nieve y a sus personajes duros, de complexiones toscas; cuando leo a los sudamericanos, pienso en climas tropicales y personajes cálidos, bonachones; cuando leo a los japoneses, pienso en atardeceres, solemnidad e introversión… No sólo pienso, siento.

Ahora, mezcla esa solemnidad con una librería de barrio, pequeña y antigua; un protagonista introvertido que se ve forzado a despedirse de ese lugar en el que ha encontrado su zona segura; y un gato que encomienda una misión al chico tímido.

Tal es el argumento de El gato que amaba los libros. Rintaro, es un muchacho que acaba de perder a su abuelo, dueño de una pequeña librería que encuentra entre sus estantes obras clásicas y autores que necesitan una oportunidad. Se acerca el día en que el chico tendrá que despedirse de este lugar en donde su corazón busca refugio, para mudarse con la tía que se hará cargo de él. De repente, un pequeño gato llamado Tora aparece ante él y le comunica que le tiene una misión: salvar a los libros.

Es entonces que Tora guiará a Rintaro a conocer a cuatro enigmáticos personajes que han perdido el respeto por los libros: el asceta al que sólo le importa leer cantidades cada vez más grandes de libros sin tomarse el tiempo de realmente disfrutarlos, el empresario que sólo imprime libros que garanticen ganancias monetarias, y otros dos que valdría la pena descubrir por cuenta del lector. La misión de Rintaro es la de dialogar con estos personajes para convencerlos de cambiar su punto de vista en torno a los libros, para que así éstos mantengan su esencia y su magia.

Es una historia no muy larga, se asemeja a esos cuentos que papá o mamá solían leernos cuando niños. No creo que se deba considerar su lectura como para niños o adolescentes, creo que es un cuento para adultos que son niños de corazón que busca enaltecer a la literatura impresa. Como muchas otras cosas a las que la tecnología y la economía han invadido, los libros parecieran estar dejando de ser considerados como lo que son, verdadera puertas a otros mundos y aperturas al conocimiento, para ser tomados como objetos desvirtuados de consumo e incluso de vanidad. Esta obra de Natsukawa busca señalar este terrible actuar.

Been there, read that (CCXXXI)

Aquí no es Miami

Aut. Fernanda Melchor

No voy a quejarme de la falta de tiempo que he tenido para escribir aquí debido a que el trabajo ha sido mucho el último par de meses. En cambio, procederé a actualizar rápidamente las reseñas pendientes de lo que he leído en tal periodo de tiempo.

La lista de reseñas exprés comienza con uno más de Fernanda Melchor; no sé qué tiene esta autora que es sumamente agradable de leer y de disfrutar los paisajes que, en Aquí no es Miami, nos describe. No es sólo el hecho de que el libro gira en torno a historias populares y mitos del Puerto de Veracruz y alrededores, de donde casi soy originario, sino la forma de narrativa que combina al mismo tiempo la nota periodística con el chisme contado de boca en boca. Era algo a lo que ya estábamos acostumbrados quienes hayamos leído Temporada de huracanes aunque, aclaro, este libro salió después (pero es más famoso y probablemente sea leído antes).

La trágica historia de la Reina de Carnaval que asesinó a sus hijos y los utilizó como abono en una maceta, el mito de la colina donde aterrizan los ovnis, el cuento de la casa embrujada en donde una joven fue poseída, entre otras, son las historias que te mantienen siempre con ganas de más (venga el chismesito).

Sin duda, una de las historias más interesantes es aquella que lleva como título el del libro, cuando un grupo de polizontes en un barco de mercancías deciden abandonarlo porque creen que han llegado a su destino final, Miami, y se llevan la desagradable sorpresa de estar en Veracruz; mi favorita, por otro lado, es la narración del dinero que circuló y de cómo de un día para otro se vació un centro penitenciario en el que se terminó grabando una película de Mel Gibson, «Atrapen al gringo», que de hecho siempre creí que se había grabado en Tijuana o algún pueblo fronterizo del norte.

No necesito decirlo, Fernanda Melchor es garantía para pasar un buen rato con una lectura agradable y adictiva. Y si, por casualidad, eres de Veracruz, te gustan los mitos urbanos o disfrutas las películas de Mel Gibson, éste es tu lugar.

Been there, read that (CCXXVII)

La ternura del matarife

Aut. Fernando Tamariz

En esta ocasión, seré muy breve: han sido muy pocas las veces en las que al juzgar un libro por su cubierta (o por su título, para efectos prácticos) me haya llevado una mala experiencia. Lo cierto, es que, en estos tiempos, un buen diseño y una elección de título adecuada, rara vez conllevan a una mala obra. Pero ahora sí, me fallé. No es que me atreva a decir que La ternura del matarife sea un libro malo, pero definitivamente esperaba algo distinto, un poco más digerible en realidad.

Creo que una mala asociación con un excelente título como lo fue La ternura caníbal de Enrique Serna, fue el principal detonante para al adquisición del compilado de cuentos cortos de Fernando Tamariz. Si bien, en el primero, se habla de relaciones crudas y mortales, los cuentos del matarife tienen más una idea de lo psicodélico y fumado: observar cómo un avión está a punto de estrellarse con una mosca posada en la ventana a través de la cuál miramos, se vuelve el tema central de una narración que no me provoca deseos de seguir avanzando de página. Cuentos que, en general, no rebasan una extensión de más de 4 paginas, se vuelven bastante olvidables una vez que leemos el siguiente título.

Es raro que no le encuentre la belleza a todos y cada uno de los libros que leo, pero en esta ocasión no he encontrado nada qué recomendar salvo, quizás, el precio bajo por el que lo adquirí.

Been there, read that (CCXXII)

Fiesta en la madriguera

Aut. Juan Pablo Villalobos

Una vez que te acostumbras a las facilidades que brinda el uso del formato electrónico en libros, su lectura se va como el agua. Aunque no renunciaré al tacto y el aroma que despiden los libros físicos, definitivamente seguiré utilizando el formato electrónico en mis sesiones de cardio en el gimnasio (sí, sí se puede leer en una caminadora o en una bicicleta elíptica). Para mi segunda incursión dentro de este formato, elegí a Juan Pablo Villalobos por encima de Alejandro Zambra, ¿el motivo? ninguno, fue una elección totalmente trivial y arbitraria.

Para no hacer el cuento tan largo, Fiesta en la madriguera me atrapó de inmediato por su similitud con obras como El niño del pijama de rayas que se distinguen por una narración nacida de la inocencia de la infancia de temas sumamente adultos, por no llamarles crudos, trágicos y violentos. En esta ocasión, nuestro joven protagonista no detallará las pijamas rayadas de un campo de concentración, pero sí la vida cotidiana acaecida dentro de un palacio, en toda la extensión de la palabra, perteneciente a un narcotraficante en el auge de su carrera criminal.

Tochtli es el hijo de narcotraficante que, como alguien que vive aislado del mundo exterior por conveniencia o por necesidad, o por ambas, desarrolla gustos estrafalarios y pensamientos excéntricos: ama los sombreros, de los cuales tiene una colección proveniente de todo el mundo; le encantan las historias de samuráis así como de la revolución francesa junto con los aparatos que sirven para cortar las cabezas de los reyes; y, desde hace tiempo, busca agregar a su colección de mascotas exóticas a un par de hipopótamos enanos de Liberia, petición que su padre, Yolcaut, por supuesto que cumplirá aún cuando estos animales sean un rara especie protegida y en peligro de extinción.

Para Tochtli, el mundo se reduce a los pocos seres humanos que ha conocido personalmente (alrededor de quince) y a las relaciones que estas personas enarbolan alrededor de su padre, el todopoderoso mafioso que controla a gobernadores y políticos eminentes. El palacio es infranqueable y lo más cercano que nuestro pequeño protagonista tiene a una amistad, es con uno de los sicarios encargados de protegerlo y que le cuenta sobre su pueblo de mariachis que no tiene mariachis, sólo sombreros de mariachis.

Precisamente este tipo de narraciones permiten un acercamiento ingenuo a temas brutales que muy rara vez se pueden tocar en son de broma. Muy parecido a lo que hemos visto en el cine con El infierno, las aventuras de Tochtli pasan de lo chistoso y lo tierno a lo trágico y violento. Al final, estamos presenciando el ir y venir de esas figuras que ya hemos insertado en el imaginario político cultural y violento de nuestro país, una verdadera fiesta en la madriguera.

Been there, read that (CCXIII)

Todos deberíamos ser feministas

Aut. Chimamanda Ngozi Adichie

A riesgo de ser identificado como un «aliado» por parte de mis amigos más cercanos en tono de burla, ya hace un tiempo que me he interesado por la literatura feminista; tal vez no de forma intensa, pero trato de informarme y de aportar, a través de mis acciones, un granito de arena a la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer y la búsqueda de la igualdad y equidad de género. En mi última visita a mi librería favorita, llamó mi atención otro libro más de esos tomos ligeros cargados de excelente contenido. Por tan sólo 90 pesos me hice con Todos deberíamos ser feministas de la autora nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie.

Hasta el día en que leí su nombre en la portada del libro, no había escuchado de la escritora pero, al parecer, es ella bastante nombrada y reconocida no sólo en el contexto feminista. Tras publicar la foto del libro en Instagram, recibí varios comentarios positivos de su trabajo que me convencieron de haber tomado una buena decisión. Y vaya que así fue.

Todos deberíamos ser feministas es la adaptación a libro de una charla TED que la autora dio en 2013 y, en efecto, al leerla es muy fácil dejarse llevar por la estructura anecdótica que tiene. De alguna forma, el estilo relajado y hasta en tono cómico, ayuda a que el mensaje aterrice de forma clara y concisa: el feminismo no es ese montón de connotaciones negativas que se le atribuye a la palabra en sí; no se trata de odiar a los hombres, ni a los sujetadores, ni a la cultura africana (chiste local explicado en el texto), no cree que las mujeres deberían mandar siempre, no se trata de no llevar maquillaje ni de no depilarse, no es estar siempre enfadada ni se trata de no usar desodorante o no tener sentido del humor, sino todo lo contrario.

Con base en breves historias de su juventud y su relación con familia y mejores amistades, Chimamanda da cuenta de cada una de esas connotaciones negativas para dejar muy en claro porqué el feminismo es necesario y porqué su necesidad surge desde la educación temprana que deberíamos darle a las nuevas generaciones.

Es una lectura sencilla y definitivamente obligada para todos, hombres y mujeres por igual. Ayuda a comprender e inspira a querer cambiar y, si te da flojera leer, fácilmente puedes encontrar la plática original. No se trata de «quedar bien» o de ser «aliado», se trata de romper con todo aquello que no estaba bien en el pasado pero que se normalizaba cuando no debió ser así. No esperes aplausos al hacer un cambio que desde un principio no tenía porqué haber necesidad de hacer.

Been there, read that (CLXXXI)

La mujer que tenía los pies feos

Aut. Jordi Soler

978607318413Nunca me he identificado a mí mismo como el tipo de hombre que se considera un conquistador o un tigre depredador del sexo opuesto; de hecho, repudio a ese tipo de individuos. Sin embargo, sí me identifico con esa etapa en la que el conquistador se convierte en el conquistado. Me explico, no necesariamente tienes que ser un mujeriego galán todas-mías para que, de repente, aparezca esa persona, única de entre todas las demás, que sacude tu mundo y logra que realices todas esas hazañas de las que siempre renegaste o que ni en tus más guajiros sueños imaginas hacer. En el caso de los galanes, esas hazañas se traducen en transformarse de tigres en gatos domésticos; en mi caso, en transformar el corazón de piedra acorazado en uno totalmente de pollo.

Pues bien, el protagonista de nuestra historia es un aclamado director cinematográfico, un tigre que devora asistentes, becarias y actrices sin parar. Su técnica infalible consiste en citarlas a su penthouse para hacer «lectura de guiones», lecturas que en realidad nunca acontecen. El mundo es un ir y venir carnal, despertar para preparar martinis y fumar habanos caros, hasta el día en que Varsovia aparece, la mujer que le hará ver su suerte al protagonista y que lo convertirá en todo aquello que juró nunca ser.

Varsovia se muestra inmune a las más elaboradas tácticas del cineasta y, por el contrario, se muestra hábil para domesticarlo. Tiene los pies más feos que el galán jamás ha visto, y son esos pies los que se transforman en la obsesión del antes mujeriego. A partir del momento en que ella entra en su vida, el director comienza a renunciar a todo lo que lo hacía ser quien era: el alcohol, el cigarro, su mascota, sus hábitos. A partir de ese primer día, no pasa un momento en el que el personaje no calcule cada uno de sus movimientos más simples considerando todas y cada una de las opciones y los escenarios posibles que eviten que Varsovia lo rechace.

Por supuesto que ella lo trata como perro. Corrección, lo trata como algo que se encuentra en un punto intermedio entre una rana (tal vez) y un perro, porque al último perro que ella encuentra, le hace demasiados cariños. Lo cierto es que la atención y sonrisas de la susodicha siempre pertenecen a terceros, nunca a nuestro extinto casanova. Pronto vislumbramos ese campo minado en el que él camina a diario mientras trata de rescatar su matrimonio con Varsovia en unas vacaciones en Belice. Un escenario que pronto traerá la amenaza de una revolución por parte de los lugareños en contra de sus opresores, los ingleses.

La novela es corta, divertida, sarcástica. Es ese tipo de libro con el que todo hombre «domado» se podría identificar independientemente de su carácter  o forma de afrontar la vida en pareja.  Todos anhelamos una revolución, la pregunta es, ¿cuando la revolución llega, estamos dispuestos a elegirla por encima de nuestro amor de la vida?

Been there, read that (CLXVII)

Un año pésimo

John Fante

CM725_Un año pésimo_CORR.inddHacía tanto tiempo que deseaba leer a este autor. Cuando eres asiduo lector de Bukowski, John Fante es un nombre que tarde o temprano salta a la vista. El viejo Hank solía despreciar a los escritores; cuando le preguntaban su opinión sobre la literatura de sus tiempos, solía arremeter diciendo «es basura», lo mismo que para cualquier otro escritor del que se le preguntara. Sin embargo, una frase recurrente de entre el constante desprecio hacia sus contemporáneos era «lean a Fante». Y desde hace años que deseo hacerlo, pero como en todo, se trata de que el momento llegue y no de que tú lo adelantes.

Una vez leído el primer par de páginas de Un año pésimo, caigo en cuenta del motivo por el cuál Fante era tan reverenciado por Bukowski, son idénticos. No en la narrativa en sí, sino en la esencia de su escritura. Me explico: cuando lees las historias de Chinaski, puedes discernir un cierto sentimiento de derrota, entiendes que el personaje es un perdedor peleado con la vida, con su entorno, con la humanidad y consigo mismo. Lo mismo pasa con Dominic Molise, el protagonista de la historia de Fante; es un perdedor peleado consigo mismo y con todo lo demás. Pero ojo, tanto Chinaski como Molise entienden que, de alguna manera, tienen un destino grandioso aguardándoles, están convencidos de que tarde o temprano la humanidad les rendirá pleitesía y que confían en que tienen el plan perfecto para alcanzar tal meta. Como hemos imaginado, dichos planes son absurdos e incluso ilógicos, pero posibles.

Molise tiene el «brazo de Dios», una zurda que le ha acarreado la fama en su escuela por tener los mejores lanzamientos. Algún día fichará con una gran franquicia de béisbol, sacará a su familia de la pobreza y le demostrará a su padre, un albañil desempleado, que nació para algo más que utilizar una pala para aplanar el cemento. Vive enamorado de la hermana de su mejor amigo, el hijo de una de las familias más ricas del pueblo; y cuando llega la oportunidad, falla terriblemente. Pero, qué importa, si él tiene el brazo de Dios y gracias a él es que no le faltarán las mujeres algún día.

El brazo le habla, tiene una consciencia y sentimientos propios que Dom trata de apaciguar constantemente. Un día, llega la gran idea, por qué esperar a terminar la preparatoria si puede viajar directamente a fichar con los Cubs. Lo único que lo separa de la grandeza son 50 dólares, el costo del transporte hasta donde necesita estar. La herramienta de su padre se concibe como la oportunidad de oro, total, cuando firme su contrato podrá reponerla e incluso evitar que su padre vuelva a trabajar, ¿qué podría salir mal?

Un año pésimo es una novela corta, ligera y divertida. Supongo que es mi tipo de literatura pero también asumo que cualquier persona puede disfrutarla sin problemas e identificarse con la variedad de personajes estereotipos de una familia de clase baja italiana.

Been there, read that (CLXVI)

Perros sin nombre

Aut. Gabriel Rodríguez Liceaga

D7GxJVAWsAA7KlUA Gabriel, alias el Neb, jamás lo he conocido en persona, pero desde hace muchísimos años que supe de él. Para ser exactos, fue hace 10 años, cuando recién estrenaba esta bitácora, que vagando y buscando ideas, me topé con su blog personal. De hecho, el acceso a dicho blog aún permanece del lado derecho de mi sitio aunque hace tiempo que el vínculo dejó de funcionar. Asumo que por aquellos tiempos él era todavía estudiante de literatura así como yo lo era de actuaría. Me encantaba leerlo pues su forma de escribir era definitivamente el tipo de narrativa sucia que me recordaba a Bukowski y que, por tanto, me era fácil de digerir.

Tiempo después, el autor anunció la publicación de su primer libro, Balas en los ojos, que me apresuré a adquirir y a disfrutar. Desde entonces me ha ocurrido esa típica situación en la que constantemente decimos que haremos algo que nunca terminamos haciendo, en mi caso, siempre quise leer las consecuentes obras de Gabriel; lo cierto, es que durante 8 años no lo hice, hasta hace apenas unos días cuando me topé con Perros sin nombre.

Perros sin nombre es una breve colección de relatos que provienen de diversas épocas del autor. Lo sé porque de entre todos, logré reconocer a El arte de la amistad, cuya publicación data de por ahí del 2010 en el periódico El Financiero, al cuál teníamos acceso gratuito los estudiantes de la UDLAP. Estoy seguro de que guardé ese ejemplar en algún lado de la casa de mis padres.

En general, me cuesta trabajo hablar de las recopilaciones porque no puedo hablar de una obra como un todo. Lo que sí puedo decir, es que los cuentos del autor se pueden admirar como una serie de asuntos pendientes que el mismo escritor tiene consigo mismo y con etapas de su vida que ha revisitado. Sin duda El arte de la amistad es mi favorito porque me transportó a mis tiempos de licenciatura, pero si éste no hubiese existido, definitivamente las mujeres de México Aguilera o la historia de Nidia se llevarían el honor.

Amo leer a escritores que tienen mi rango de edad porque las referencias son imposibles de pasar de largo y provoca demasiada satisfacción el descubrirlas. Es fácil sentirse identificado con los pensamientos de los personajes y la forma en que reaccionan a las situaciones en las que el autor los ha colocado. Sigo creyendo que lo que más me agrada de Gabriel es esa forma «cochina» de escribir que me recuerda tanto a las páginas del buen Hank. Disfruté mucho de la compilación, aunque sólo me duró tres días.

Been there, read that (CLXIII)

Yo, S.A.

Aut. Gene Simmons

yo-s-aDetesto absolutamente todo lo que tenga que ver con la cultura del «emprendedor»: cursos para ser un gran emprendedor, libros con los secretos para ser un buen emprendedor, ‘sé emprendedor y gana dinero en tu tiempo libre’, etc., etc., etc… Lo detesto porque el único emprendedor real es el que vende toda esta «parafernalia» en torno al emprendimiento. Pero así como detesto la literatura de autoayuda y he leído uno que otro de esos títulos, así fue como terminé leyendo algo del tema de moda.

Lo mismo que me pasó con el libro de Chael Sonnen, cuya obra me apresuré a leer por el simple hecho de ser escrita por uno de mis peleadores favoritos, es lo que me ha pasado con el libro de Gene Simmons, uno de mis hérores musicales desde que tengo uso de razón. Así que, si tarde o temprano me animaría a sumergirme un poco en el tema, qué mejor manera de hacerlo que leyendo algo escrito por un rostro familiar que me ha acompañado por años en mis dispositivos musicales.

Gene, es una figura que, aunque emblemática del rock, es sumamente criticada por fans y detractores sin distinción. El hecho que más se le critica es que con todo hace negocio. Son bien sabidas sus múltiples batallas legales con medio mundo debido a que posee los derechos de prácticamente cualquier objeto con el que se pueda negociar, desde tazas de café hasta ataúdes. Es precisamente Yo, S.A. el libro a través del que se puede comprender parte de esta «obesión» con el registro de derechos y de negociar con lo que sea que se pueda hacer negocio.

Supongo que leí el libro desde un punto de vista de fanático de Kiss y no con el objeto propio de convertirme en el emprendedor ideal. Lo cierto es que imagino que al igual que muchos otros libros del tema, lo que te dicen en realidad es de una lógica muy básica, al menos para mí: edúcate a ti mismo, no necesitas ser experto para comenzar algo, arriésgate, diversifica, aprende a fracasar, invierte, comparte, piensa siempre en ti y después en los demás. Todas estas lecciones, claro, narradas a través de la historia del crecimiento personal del rockstar.

A pesar de esta lógica muy básica y muy marcada, no negaré que aprendí mucho, sobre todo en torno a un tema que no ha dejado de estar en mi cabeza desde hace casi dos años, el éxito y la elección de pareja. Creo que al final, eso es lo que importa en libros de este estilo, que aunque todo parezca lógico, siempre hay ese pequeño pedazo de información que necesitamos en un momento muy particular.

Yo, S.A. es un libro que considero inteligente y al mismo tiempo de muy fácil digestión. Funciona perfectamente para quien al menos conoce un par de canciones de la banda y entiende que Simmons, antes que estrella de rock es un hombre de negocios que la sufrió para estar en el punto en el que está. A diferencia de otros títulos en los que el autor trata de guiar al interesado de una forma fraternal y segura, Gene puede ser sumamente crudo y hasta ofensivo (él mismo pide disculpas continuamente), me agrada que sea así, pero puede no ser tan agradable para otros lectores. Por otro lado, el tema de las oportunidades y desarrollo está muy ligado a Estados Unidos, de modo que mucho de los conocimientos que aporta están fuertemente atados al hecho de vivir ahí. Por supuesto, siempre se puede tropicalizar el asunto. Para fans, totalmente recomendado; para público en general, simplemente diré que es bueno más no excelente.