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Posts Tagged ‘The Witcher’

Been there, read that (CCLXXXIV)

Estación de tormentas (Saga de Geralt de Rivia, Precuela)

Aut. Andrzej Sapkowski

Una vez que concluí la saga del lobo albino (léase el brujo, Geralt de Rivia), quedé con ese vacío que te provoca el abandonar un mundo de fantasía al que te has llegado a habituar, terminas conociendo la disposición de los diversos reinos, el nombre de los ríos que separan un territorio de otro, el tipo de fauna y de monstruos que te puedes encontrar en ciertas zonas, hasta la personalidad de los habitantes de uno u otro poblado. Si a esto le añades un final abierto que te deja esperanzado en lo que ha pasado con el héroe y su incierto futuro, entonces el vacío se expande.

Por fortuna, existen escritores como Sapkowski que no permiten que esto suceda (no como tú, George R. R. Martin, ya vamos para 13 años esperando Winds of Winter). Es así que me hice a la brevedad de tiempo con Estación de Tormentas, una precuela de la historia que conocimos a lo largo de 7 libros, ubicada temporalmente en algún punto entre las historias de El último deseo y La espada del destino.

Este libro es una verdadera joya para los seguidores de Geralt. Dado que salió al mismo tiempo que los videojuegos, se llegó a pensar que sería sólo un producto mercadológico para aprovechar el impulso del entretenimiento digital, suposición que resultó falsa pues se encuentra a la par de la saga original en cuanto a contenido, calidad y extensión. Aquí habrá más de lo que siempre disfrutamos: peleas con monstruos, intrigas políticas, planes ocultos, romances con hechiceras… ¿Qué les puedo decir? Andrzej sabe lo que nos gusta.

En esta ocasión, Geralt se dirige al pueblo portuario de Kerack. Nada más al llegar, será acusado de un crimen que no cometió, se agarrará a golpes con un grupo de guardias obesos de olor flatulento del género femenino, le robarán sus espadas y terminará cayendo (como siempre) bajo los encantos de la hechicera en turno, Lytta Neid; eso sí, siempre acompañado por el solapador Jaskier.

Pronto, lo que parecían situaciones ordinarias, revelarán una conspiración en torno al rey Belohun que tiene muchos hijos en edad de gobernar y todos con las ganas suficientes de ser el siguiente en la línea sucesoria como para atentar contra la seguridad de su progenitor; al mismo tiempo, el brujo tendrá que lidiar con experimentos escapados de un laboratorio perteneciente a los hechiceros de Rissberg, lugar en el que un legendario mago llamado Hortulano experimenta con invocaciones demoniacas que coinciden con masacres acaecidas en pequeñas poblaciones aledañas.

A pesar de que la aventura principal gira alrededor de los eventos mencionados, para un servidor, lo mejor de Estación de Tormentas es el epílogo que se ubica en un tiempo diferente al de la historia principal, incluso al de la saga en general; reconoceremos en su versión joven a un personaje que hace su aparición en La dama del lago y cuyo contexto responderá grandes interrogantes con respecto al final de la saga, el desarrollo del último libro y el destino de Geralt al término del mismo.

No hace sentido recomendar o no este libro, si has llegado hasta aquí es porque eres seguidor de la saga y del autor. Para ser sincero, las últimas cinco páginas las leí con las vista borrosa y una sonrisa de oreja a oreja, y creo que te pasará también a ti.

Been there, read that (CCLXIII)

La dama del lago (Saga de Geralt de Rivia, Libro VII)

Aut. Andrzej Sapkowski

Comparto la opinión de que lo que hace bella a la vida, es que tarde o temprano se termina. Es un concepto que aplica a tantas cosas, por ejemplo, a las flores, a las cenas de navidad con los seres queridos, al tiempo que pasamos con nuestra familia, a las películas, a las grandes historias. Siete libros después, he llegado a la conclusión de la saga del lobo blanco, del brujo, Geralt de Rivia, y así como nos sentimos cuando nuestra serie favorita se acerca a su final, he sido un mar de emociones mientras me dirijo a la última página.

Me hubiera gustado que las aventuras de Geralt al lado de Cahir, Regis, Milva, Angouleme y Jaskier, duraran eternamente; imaginarlos alrededor de la fogata cada noche durante muchas noches y disfrutar de interminables batallas épicas contra soldados nilfgaardianos y vivir aventuras que no tuviesen fin.

Contrario a mis deseos, llega el momento cumbre de la saga y veremos al grupo de héroes asaltar el castillo de Vilgefortz para así enfrentar sus destinos individuales. Es aquí donde la tristeza toma el control porque, se sabe, las pérdidas son inevitables y no por ser heroicas dejan de doler.

Nos deleitamos con momentos ansiados como cuando Ciri confronta a Bonhart y, al mismo tiempo, Yennefer y Geralt, reunidos después de tanto tiempo, luchan juntos contra el enemigo definitivo. En el que parece ser un callejón sin salida para los protagonistas, se presenta el gran giro dramático que, lamentablemente, la serie espuria de Netflix decidió revelar desde la segunda temporada.

Por fin tenemos un respiro que se hará acompañar de esa alegría de imaginar situaciones que muchos lectores deseábamos: Ciri, Yennefer y Geralt, reunidos, cabalgando, compartiendo los alimentos, jugando, siendo una improbable familia. Pudo haber sido un gran final feliz de no ser por el deber que tiene Yennefer de presentar a Ciri ante el Capítulo de Magia que tomará decisiones en torno a sus poderes.

Una separación aparentemente temporal, llevará a Geralt a la taberna de un viejo amigo en la que, tras breve reflexión, decide renunciar a sus espadas que ya no le son necesarias. Tristemente, en ese mismo instante, en aquella ciudad, el ser humano decide hacer lo que hace el ser humano y se desata un pogromo en contra de elfos y enanos. A nuestro brujo no le queda más que hacer lo que siempre hizo, defender a quien lo necesita, ¿Qué importa si el anhelado retiro tiene que esperar un día más? ¿Qué podría o pudo salir mal?

Corte a: el brujo y su hechicera despiertan, están en el lugar más bello que jamás hayan visitado, por fin se pueden amar. ¿Un sueño, el paraíso, una nueva dimensión, o es sólo la imaginación de Cirilla? Al lector le toca sacar sus propias conclusiones…

Cómo odio los finales abiertos, me recuerdan a cuando era niño y me enteré que los Reyes Magos eran los papás. Sin embargo, al buscar la confirmación de mi padre, su respuesta fue «si crees en ellos, existen», lo que me hizo no tener una conclusión definitiva. Quería creer en su existencia pero también quería saber la verdad indiscutible que confirmaba lo contrario. Qué agradecido estoy de haber comenzado esta bellísima saga. Afortunadamente, para quienes no tengamos suficiente de las correrías del brujo, todavía nos queda una precuela (Estación de tormentas) y un libro de cuentos (Camino sin retorno). Gracias, Andrzej.

Mientras exista la obscuridad…

—¡El brujo Geralt de Rivia no ha muerto! —soltó de improviso Nimue—. Sólo se ha marchado, sólo se ha marchado al País de los Manzanos. Pero regresará… Regresará, pues así reza la leyenda.

—Leyendas. Tradiciones. Cuentos. Fábulas e historias. Debería habérmelo imaginado, Nimue de la aldea deWyrwa, tú, que te diriges a la escuela de hechiceras en la isla de Thanedd. No te habrías lanzado a tan insensato viaje de no haber sido por las leyendas y cuentos con los que has crecido. Pero no son más que cuentos, Nimue. Sólo cuentos. Con todo lo que te has alejado ya de tu casa, tendrías que entenderlo.

—¡El brujo regresará del otro mundo! —No daba su brazo a torcer—. Regresará para proteger a la gente cuando de nuevo reine el mal. Mientras exista la oscuridad, serán necesarios los brujos. ¡Y la oscuridad sigue existiendo!

Él estuvo largo rato callado, mirando hacia un lado. Finalmente, volvió la cara hacia ella. Y se sonrió.

—La oscuridad sigue existiendo —aseguró—. A pesar de los logros del progreso, el cual, como se nos manda creer, tiene que iluminar las tinieblas, eliminar las amenazas y ahuyentar los temores. Aunque hasta ahora el progreso no ha cosechado demasiados éxitos en este terreno. Hasta ahora, el progreso no ha hecho más que inculcarnos la idea de que la oscuridad son sólo supersticiones que ocultan la luz, y no tenemos nada que temer. Pero eso no es verdad. Sí hay de qué temer. Porque siempre, siempre existirá la oscuridad. Y siempre estará presente el mal en la oscuridad, siempre habrá en la oscuridad colmillos y garras, crímenes y sangre. Y siempre serán necesarios los brujos. Y ojalá siempre aparezcan justo allí donde hacen falta. Allí donde se escucha un grito de socorro. Allí donde los llaman. Ojalá que cada vez que alguien los llama se presenten con una espada en la mano. Una espada cuyo brillo atraviese las tinieblas, cuya claridad deshaga las sombras. Bonito cuento, ¿verdad? Y termina bien, como tienen que terminar todos los cuentos.

—Pero… —farfulló Nimue—. Pero entonces, cien años… ¿Cómo es posible que…? ¿Cómo es posible?

—Esas preguntas —la interrumpió, sin dejar de sonreír— no puede hacerlas una futura adepta de Aretusa. De una escuela donde enseñan que no hay nada imposible. Porque todo lo que hoy es imposible mañana se volverá posible. Ese lema debería colgar a la entrada de ese centro de enseñanza, que pronto será el tuyo. Buen viaje, Nimue. Adiós. Aquí nos separamos.

—Pero… —Ella sintió un alivio repentino, y un torrente de palabras empezó a brotar de sus labios—. Pero yo querría saber… Saber más cosas. De Yennefer. De Ciri. De cómo acabó de verdad aquella historia. He leído…Conozco la leyenda. Lo sé todo. Sobre los brujos. Sobre Kaer Morhen. ¡Hasta me sé el nombre de todas las Señales de los brujos! Cuéntame, por favor…

—Aquí nos separamos —la interrumpió con suavidad—. Ante ti está el camino que lleva a tu destino. A mí me aguarda una ruta muy distinta. El cuento se alarga, la historia nunca termina. Y en cuanto a las Señales… Hay una que no conoces. Se llama Somne. Mira mi mano.

La miró.

—Ilusión —aún alcanzó a oír Nimue, desde muy lejos—. Todo es ilusión.

– Andrzej Sapkowski en Estación de Tormentas

Been there, read that (CCXLV)

Bautismo de fuego (Saga de Geralt de Rivia, Libro V)

Aut. Andrzej Sapkowski

No he podido parar de leer la saga del brujo, ahora que me he quitado la distracción de estar esperando nuevas temporadas de la serie de Netflix con sus inmensos horrores argumentales, he disfrutado cada página de la obra de Sapkowski y he entrado a esa etapa en la que ríes, lloras, te alegras o te entristeces junto con los personajes que comienzan a formar parte de tu día a día como lector.

El tiempo de odio se ha terminado, un brujo protagonista vapuleado se recupera en lo profundo del bosque con ayuda de las dríadas. Tras semanas de pasar en un estado de hibernación, Geralt recibe noticias del mundo exterior gracias a Milva, una cazadora que se encarga de apoyar elfos heridos por la guerra, que le comparte el rumor de que el emperador nilfgardiano, Emhyr, se casará con la princesa Cirilla de Cintra. Tras escuchar el rumor, nuestro parcialmente recuperado héroe decide partir en dirección del frente de guerra para dirigirse a la capital del enemigo y evitar a toda costa la boda.

Geralt no escuchará razones y arrastrará a Jaskier y a la misma Milva en una peligrosa expedición a la que pronto se unirán una par de nuevos e improbables aliados: un vampiro experto en medicina herbolaria y un soldado nilfgardiano arrepentido. Y es que esta entrega de la saga se centrará en las aventuras del grupo de amigos y de cómo un montón de personas tan diferentes entabla una bella relación de amistad y lealtad. Poco se hablará de Ciri y de Yennefer, sólo lo suficiente para no tener a los lectores en suspenso.

Precisamente, el quinto libro de la saga estará enfocado en la expiación de las culpas que cada miembro de la expedición busca purgar a través de un bautismo de fuego, ese fuego que uno debe atravesar para ser purificado. Cada uno de los héroes tendrá que enfrentar a sus demonios y sobrevivir a las dificultades mismas de la arrogancia y egoísmo del líder que dejará de razonar y tomará decisiones arriesgadas con tal de salvar a la niña a la que el destino le ató.

La obra se siente como una clásica historia de aventuras de un grupo de amigos que comparten un objetivo común en el medio de una cruenta guerra. Habrá momentos atemorizantes, pero también los habrá de risa y compasión. Sin duda, mi parte favorita es aquella en la que Geralt termina en el medio de una confrontación entre ejércitos y toma la parte del líder de los que van perdiendo y los inspira para ganar una batalla decisiva, tras lo cual será nombrado caballero. Mientras tanto, Ciri le ha agarrado el gusto a la vida de crimen que lleva junto a Los Ratas y Yennefer despertará de una prisión física en la que fue encerrada durante los acontecimientos de la guerra civil entre hechiceros, para ser invitada a formar parte de una nueva asociación mágica.

Sin duda, Bautismo de fuego se ha convertido en mi libro favorito de la saga hasta el momento. Ya sólo vamos por dos para terminar esta magnífica historia. La sigo recomendando para quienes nos decepcionamos de los finales de las series basadas en este tipo de libros.

De Rivia

[…]

—Nos damos cuenta. —Cahir afirmó con la cabeza—. En una palabra, en estos terrenos están actuando los partisanos norteños. Algún destacamento, seguro que formado de los restos de los ejércitos de Lyria y de Rivia, que fueron deshechos a mitad de julio en Aldersberg. Oí hablar de esa batalla cuando estaba con los Ardillas.

—Considero que la noticia es consoladora —afirmó Jaskier, orgulloso de haber sido capaz de descifrar el enigma de los maquis—. Incluso si los campesinos confundieron los escudos, no se trata de los ejércitos temerios. Y no pienso que hasta los maquis rivios haya llegado la noticia de dos espías que no hace mucho escaparon enigmáticamente de los cadalsos del mariscal Vissegerd. Si nos tropezáramos con esos partisanos, tenemos una posibilidad de escaquearnos.

—Podemos contar con ello —dijo Geralt, mientras intentaba tranquilizar a Sardinilla, que estaba retozando—. Pero, si he de ser sincero, preferiría no tropezarme con ellos.

—Al fin y al cabo, se trata de tus compatriotas, brujo —dijo Regis—. Pues a ti te llaman Geralt de Rivia.

—Un error —respondió con fría voz—. Yo mismo me llamo así para que sea más bonito. Un nombre con tal añadido produce confianza a mis clientes.

—Lo comprendo. —El vampiro sonrió—. Sin embargo, ¿por qué escogiste el nombre de Rivia?

—Lo jugué a unos palitos que tenían diversos nombres muy sonoros. Mi preceptor brujeril me sugirió este método. No de primeras. Sólo cuando me empeñé en tomar el nombre de Geralt Roger Eryk du Haute-Bellegarde. Vesemir lo consideró ridículo, pretencioso y cretino. Y resulta que tenía razón.

[…]

Y sucedió así que un brujo y un nilfgaardiano aliado suyo gritaron salvajemente, hicieron un molinete con la espada y saltaron sin pensárselo, dos camaradas, dos amigos y compañeros, a la lucha contra un enemigo común, a una lucha desigual. Y aquello fue su bautismo de fuego. Un bautismo de fuego en la lucha común, la rabia, la locura y la muerte. Iban a la muerte, ellos, los dos camaradas. Así lo pensaban. No podían sin embargo saber que no iban a morir aquel día, en aquel mismo puente que cruzaba el río Yaruga. No sabían que a ambos les estaba destinada otra muerte. En otro lugar y en otro tiempo.

[…]

—La reina Meve —aclaró con énfasis el de la capa morada— luchó en primera línea, como un valiente, como un caballero, enfrentándose a las muy superiores fuerzas de Nilfgaard. ¡Esa herida duele, pero no desfigura! Y vos nos habéis salvado a ella y a nuestro ejército. Cuando algunos traidores se hicieron con el transbordador y lo raptaron, este puente se convirtió en nuestra única salvación. Y vos lo defendisteis como un héroe.

—Zéjalo, Ozo. ¿Cómo ze llamaz, héroe?

—¿Yo?

—Pues claro que vos. —El caballero morado le miró con ojos amenazadores —. ¿Qué os pasa? ¿Estáis herido? ¿Contusionado? ¿Os hirieron en la cabeza?

—No. —¡Entonces contestad cuando os pregunta la reina! ¡Veis pues que está herida en la boca, que le es difícil hablar!

—Zéjalo, Ozo. El morado se inclinó y miró a Geralt. —¿Vuestro nombre?

Qué más da, pensó. Estoy harto de todo esto. No voy a mentir.

—Geralt.

—¿Geralt de dónde?

—De ningún lado.

—¿No eztáiz nombzado caballezo? —Meve adornó otra vez la arena junto a sus pies con un rojo escupitajo de saliva mezclada con sangre.

—¿Cómo? No, no soy caballero. Vuestra majestad real.

Meve sacó la espada. —Azzodíllate. Escuchaba, todavía sin poder creer en lo que estaba pasando. Seguía pensando en Milva, y en el camino que había elegido para ella, por miedo a atravesar el pantano de Ysgith. La reina se volvió al morado. —Tu dizaz la zórmula. Yo no tengo dienzez.

—Por valentía sin igual en la lucha por una causa justa —recitó con énfasis el morado—, por dar ejemplo de virtud, honor y lealtad a la corona, y o, Meve, por la gracia de los dioses reina de Lyria y Rivia, por mi poder, derecho y privilegio te nombro caballero. Sirve con lealtad. Acepta este espaldarazo, uno que no ha de doler.

Geralt sintió en el hombro el golpe de la hoja. Miró a los ojos verde claro de la reina. Meve escupió una rojez densa, se colocó el pañuelo en el rostro, le murmuró desde detrás de las puntillas. El morado se acercó a la monarca, susurró. El brujo escuchó las palabras «predicado» , «rombos rivios», «estandarte» y « homenaje» .

—Ziezto. —Meve asintió. Hablaba cada vez más claro, dominaba el dolor, empujaba la lengua por el hueco de los dientes rotos—. Mantuvizte el puente junto con loz zoldadoz de Rivia, valiente Geralt de ningún lado. Zalió azí, ja, ja. Pues a mí me zalió el concederte ezte predicado: Geralt de Rivia, ja, ja.

—Inclinaos, señor caballero —dijo el morado.

El caballero Geralt de Rivia hizo una profunda reverencia, para que la reina Meve, su soberana, no distinguiera la sonrisa, la amarga sonrisa que no era capaz de dominar.

– Andrzej Sapkowski en Bautismo de Fuego

Been there, read that (CCXXXIX)

Tiempo de odio (Saga de Geralt de Rivia, Libro IV)

Aut. Andrzej Sapkowski

Les diría, «no me hagan empezar con todo lo malo que hay en la segunda temporada de The Witcher, porque no me van a parar la boca» (o las manos en este caso). Y es que, entre más leo la obra de Sapkowski, más detesto lo que los productores están haciendo en la serie. No soy un ser irrascible, entiendo que la serie es una adaptación, es decir que está basada en los libros pero el detalle está justo ahí, en que está «basada»; sin embargo, veamos el caso de Game of Thrones, nacida de la saga de Canción de hielo y fuego, en la que, sin contar las últimas dos temporadas, la historia en la pantalla no perdió la trama ni el detalle de los libros en lo más mínimo. Si bien los libros de George R. R. Martin son monstruos de más de 800 páginas y en la serie no se podrían haber incluido todas y cada una de las líneas argumentales originales, la producción de HBO honró cada página y arco argumental de los personajes principales sin sacrificar su calidad. Sí, hubo personajes que fallecieron cuando no debían (como Barristan Selmy que en el libro que sigue y que aún no se publica es un personaje protagonista) y otros que no aparecieron más (como Lady Stoneheart, también conocida como Catelyn Tully que sí sobrevive a la Boda Roja), pero nada de lo omitido afecta el desarrollo de la historia entrañable que vimos en pantalla y, lo principal, no se modificaron ni las motivaciones ni las esencias de los personajes.

Sólo por mencionar algunas quejas, diré lo siguiente (advertencia de SPOILERS): Ciri jamás le pide a ningún brujo que la conviertan a través del uso del suero; Ciri emprende un viaje con Yennefer, pero es por petición de Geralt dado que el brujo desea que ellas se mantengan en movimiento mientras él da caza a quienes las persiguen; Yennefer JAMÁS pierde su capacidad mágica y es ella quien con su magia derrota y deja con cicatrices en el rostro a Rience; Rience (el mago de fuego) nunca ataca directamente el cuartel de los brujos, Kaer Morhen, y por supuesto que Vezemir y el resto de los brujos jamás resultan heridos o muertos; Ciri no convoca monstruos de ningún tipo en ningún momento, más bien su don es el de funcionar como un oráculo; Geralt y los enanos de Yarpen Zigrin no enfrentaron soldados nilfgaardianos, por el contrario, son atacados por elfos bandoleros; finalmente, la más grande estupidez, eso de que el emperador Emhyr resulta ser el padre de Ciri, es algo que realmente se lo sacaron de lo más profundo del intestino grueso. Una verdadera pena lo que destruyeron en la serie.

Bueno, ya que lo saqué de mi sistema, procedo a seguir con mis comentarios sobre el libro. En esta ocasión, Ciri ha abandonado su entrenamiento brujeril ya que, por petición de Geralt, emprenderá un viaje al lado de Yennefer rumbo a la escuela de magia donde esta última aprendió todo lo que sabe. Es de este modo que Geralt se encargará de buscar y matar a todos aquellos que buscan a Ciri, pues ven en la chica las llaves al trono legítimo de Cintra. Mientras esto acontece alrededor de los protagonistas, nos daremos cuenta de que el tiempo de odio ha llegado: los reyes traman una guerra en contra de Nilfgaard pero lo hacen sin tener confianza en los hechiceros que combatieron en Sodden, éstos últimos a su vez, comienzan sus propias maquinaciones y terminan teniendo divisiones internas tan profundas que el caos se desata cuando el consejo se reúne y la sangre es derramada en más de una ocasión. Traiciones y alianzas se dan a diestra y siniestra. La muerte acecha por todos lados y nuestros héroes parecen estar solos y atrapados en el medio de la lucha de facciones.

Vaya que se ha puesto interesante, cada que creemos que tendremos un respiro tanto nosotros lectores como personajes, surge una nueva complicación y pareciera que nunca vamos a tener un momento feliz o romántico (aunque es obvio que sí los hay). A estas alturas ya no puedo decir que recomiendo o no el libro, si ya leíste el anterior es obvio que estarás más que clavado en la historia. Como yo, que no puedo esperar a leer la siguiente parte.

Juego de niños

—Ambos te trajeron a casa. Sus manos se tocaron. Estuvieron sentados junto a tu cama casi hasta el albor, pero no se dijeron ni una palabra. Sólo ahora han decidido salir a conversar. Allí, al dique, junto al estanque. Y tú te has decidido a escuchar lo que dicen… y a mirarles a través de un agujero en el muro. ¿Tanto te interesa saber lo que hacen allí?
—No hacen nada allí. —Ciri enrojeció ligeramente—. Hablan un poquito y eso es todo.
—Y a ti —Jaskier se sentó en la hierba, junto a un manzano y apoyó la espalda en el tronco, no sin antes haberlo examinado por si hubiera hormigas u orugas—, ¿te gustaría saber de qué están hablando?
—Sí… ¡No! Y al fin y al cabo… al fin y al cabo no les oigo. Están demasiado lejos.
—Si quieres —sonrió el bardo—, te lo digo.
—¿Y cómo vas a saberlo tú?
—Ja, ja. Yo, noble Ciri, soy poeta. Los poetas lo saben todo de estos asuntos. Te diré algo más: de estos asuntos los poetas saben incluso más que las propias personas a las que les conciernen.
—¡Seguro!
—Te doy mi palabra. Palabra de poeta.
—¿Sí? Entonces… Entonces dime de qué hablan. ¡Aclárame qué significa todo esto!
—Mira otra vez por el agujero y fíjate en lo que hacen.
—Hum… —Ciri se mordió el labio inferior, luego se agachó y acercó el ojo a la fisura—. Doña Yennefer está junto a un aliso… Arranca hojitas y juguetea con su estrella… No dice nada y ni siquiera mira a Geralt… Y Geralt está a su lado. Ha bajado la cabeza. Y dice algo. No, guarda silencio. Oh, vaya una cara… Vaya una cara rara que tiene…
Juego de niños. —Jaskier encontró una manzana entre la hierba, la restregó contra los pantalones y la miró con aire crítico—. Él precisamente le está pidiendo que le perdone sus variados actos tontos y palabras estúpidas. Le pide perdón por su impaciencia, por su falta de fe y esperanza, por su terquedad, por su saña, por sus enojos y actitudes indignas de un hombre. Le pide perdón por lo que en algún momento no entendió, por lo que no quiso entender…
—¡Eso es una mentira imposible! —Ciri se enderezó y se echó el flequillo hacia atrás con un violento movimiento—. ¡Te lo estás inventando todo!
—Le pide perdón porque sólo ahora ha comprendido. —Jaskier se quedó mirando fijamente al cielo y su voz comenzó a tomar el ritmo de un verdadero romance—. Por lo que querría comprender pero se teme que no va a poder… Y por todo lo que nunca jamás comprenderá… Pide perdón y se disculpa… Hum, hum… Sentido… Conciencia… ¿Destino? Joder, todo banalidades y no riman…
—¡No es verdad! —Ciri pataleó—. ¡Geralt no dice eso! Él… no dice nada. Si lo he visto. Está allí de pie con ella, callado…
En esto consiste la tarea de la poesía, Ciri. En hablar de lo que otros callan.
—Vaya una tarea más tonta. ¡Y tú te inventas todo!
—También en esto consiste la tarea de la poesía. Eh, escucho unas voces que llegan desde el estanque. Echa un vistazo, deprisa, mira qué es lo que pasa.
—Geralt —Ciri puso de nuevo el ojo en el agujero del muro— está de pie con la cabeza baja. Y Yennefer le está gritando terriblemente. Le grita y agita las manos. Ay, ay… ¿Qué puede significar esto?
Juego de niños. —Jaskier de nuevo fijó la vista en las nubes que flotaban en el cielo—. Ahora es ella la que le pide perdón a él.

– Andrzej Sapkowski en Tiempo de odio.

Been there, read that (CCXXXIV)

La sangre de los elfos

Aut. Andrzej Sapkowski

Estoy seguro que en alguna otra entrada lo he comentado, pero, por si acaso, lo cuento una vez más: en el lugar donde vivo en la ciudad donde trabajo, tengo un librero repleto de libros que aún no he leído y siempre es así puesto que los libros que termino los guardo en casa de mis padres; de este modo, todo lo que leo termina en manos de mi papá que siempre está esperando una nueva entrega. Sin embargo, como buena persona que creció en una época diferente, hay temáticas que él simplemente rechaza, entre las cuales se encuentra la literatura fantástica con «duendes, brujas y esas madres».

A pesar de todo, hace un par de semanas, cuando mi papá me vio leyendo el tercer libro de la saga de Geralt de Rivia y le comenté de qué trataba, afirmó que siempre es bueno dejar un rato de leer cosas serias y dejarse llevar por los lugares a los que nos lleva la imaginación cuando leemos este tipo de historias.

En fin, he terminado el tercero de los ocho títulos que componen la historia del brujo Geralt (son nueve si tomamos en cuenta que uno de los títulos está dividido en dos tomos) y cada vez tengo más miedo de lo mucho que pueden regarla los productores de la serie de Netflix, aunque a este ritmo es muy probable que termine el resto de la saga mucho antes de que salga al menos la tercera temporada en streaming.

En esta ocasión, el autor deja de lado la narración a través de historias aisladas que, si bien tienen un orden cronológico, funcionan como cuentos independientes atemporales donde el brujo realiza diversas peripecias; ahora, la historia funciona como una sólida novela que se mueve en una sola dirección: la adopción de Ciri por parte de los brujos y su entrenamiento en Kaer Morhen, la búsqueda de ella por parte de personajes sombríos que ven en ella el cumplimiento de cierta profecía y la posterior adopción de la leoncilla de Cintra por parte de Yennefer, que la entrenará en las artes mágicas mientras Geralt trata de encontrar a aquellos que buscan a la niña.

De hecho, creo que esta será la temática principal de la siguiente temporada de la serie y veremos un poco más de Ciri que del brujo. Queda muy claro el importante rol que la aprendiz de brujo tomará en próximas entregas ya que el último de los cinco capítulos del libro deja de lado totalmente al que consideramos la estrella de la historia. Todo esto deja muchas dudas que sólo se disiparán cuando lleguemos a la siguiente entrega, Tiempo de odio.

La verdad es que la historia se comienza a tornar cada vez más interesante y ya sólo espero que mi mejor amiga, que me regaló este y el libro anterior, se ponga guapa regalándome el que sigue antes de navidad. Muero de ansias por ver la segunda temporada, que llegue ya.

Been there, read that (CCXII)

15 noviembre 2020 1 comentario

La espada del destino

Aut. Andrzej Sapkowski

Hace algunos meses, siete para ser exactos, terminé de leer el primer tomo de la ahora muy bien conocida Saga de Geralt de Rivia. Culminaba la lectura con gran beneplácito y, al mismo tiempo, con fuerte crítica a la serie basada en el libro. Mi descontento partía del hecho que, en la serie, decidieron retratar a un brujo sumamente soberbio y mal hablado en contraste con el noble y torturado personaje que protagoniza la novela. Apenas ayer, terminé el segundo tomo y la crítica se mantiene aunque, siendo honesto, en este libro Geralt es definitivamente más mal hablado, tema que adjudico a la traducción.

Por otro lado, en la reseña de El último deseo, establecí la hipótesis de que muy probablemente la hasta ahora única temporada de la serie estuviese basada no sólo en ese primer libro, sino en el segundo también. Dicha suposición tenía que ver con el hecho de que Yennefer sólo aparecía en uno de los siete cuentos que conforman el volumen. Pues bien, hipótesis confirmada, la serie está basada más en este segundo libro que en el primero pues cuatro de los seis cuentos, son capítulos directos de dicha serie y, como lo supuse, en la mayoría aparece la figura de la hechicera de Vengerberg.

Ahora bien, hay que aclarar aquí una pequeña cuestión: en términos de fecha de publicación, La espada del destino (1992) es el primer libro de la saga y no El último deseo (1993); sin embargo, existe un acuerdo tácito por parte del autor y los lectores en el que la historia, cronológicamente hablando, acontece primero a través de El último deseo. A final de cuentas, estaré siguiendo la cronología de las traducciones en español que se ajustan a la segunda forma.

En fin, no hablaré más del libro puesto que, si ya viste la primera temporada de la serie, prácticamente ya leíste el 50% del primer libro y el 50% del segundo. De manera análoga, si ya leíste los dos primeros libros, mi nueva hipótesis es que ya viste la segunda temporada aún cuando no se ha terminado de filmar. Ya veremos el próximo año si he de confirmar otra teoría.

Postdata. Mi cuento favorito de este libro es «Un pequeño sacrificio»; definitivamente, una historia muy dulce y tierna con un final digno de lágrimas que muero por ver en la pantalla.

Un pequeño sacrificio

Al día siguiente organizaron algo así como una cena festiva. En una de las aldeas por las que pasaron, Essi y Geralt compraron un corderillo ya preparado. Mientras ellos mercaban, Jaskier robó con sigilo ajo, cebolla y zanahorias del huertecillo de detrás de la choza. Al irse, arramplaron aun un pequeño caldero de lata de la cerca de detrás de la fragua. El caldero estaba un poco agujereado pero el brujo lo lañó con la Señal de Igni.

La cena tuvo lugar en un calvero, en lo profundo del monte. El fuego chasqueaba alegremente, el caldero borboteaba. Geralt lo removía cuidadosamente con una rama de abeto descorchada que hacía las veces de cuchara de cocina. Jaskier peló la cebolla y cortó las zanahorias. Ojazos, que no tenía ni idea de cocinar, les amenizaba el tiempo tocando el laúd y cantando cuplés picantes.

Fue una cena festiva. Porque por la mañana temprano tenían que separarse, por la mañana cada uno de ellos tenía que irse por su camino, en busca de algo que, sin embargo, ya tenían. Pero no sabían que lo tenían, ni siquiera podían imaginárselo. No se imaginaban adónde los llevarían los caminos que iban a tener que recorrer por la mañana. Cada uno por su lado.

Después de comer, bebieron de la cerveza que les había regalado Drouhard, charlaron y se rieron, Jaskier y Essi hicieron apuestas con sus canciones. Geralt, con las manos detrás de la cabeza, tumbado sobre un lecho de ramas de abeto, pensaba que nunca había oído tan hermosas voces y tan hermosos romances. Pensó en Yennefer. Pensó también en Essi. Tenía el presentimiento de que…

Para terminar, Ojazos cantó junto con Jaskier el famoso dueto de Cyntia y Vertvern, una maravillosa canción de amor que comenzaba con las palabras: «Más de una lágrima he llorado…» . Y a Geralt le parecía que hasta los árboles se inclinaban a escuchar a aquellos dos.

Luego Ojazos, que olía a verbena, se tumbó junto a él, le apretó por el cuello, apoyó la cabeza sobre su pecho, suspiró quizá dos veces y se durmió tranquila. El brujo se quedó dormido más tarde, mucho más tarde.

Jaskier, contemplando el fuego moribundo, estuvo sentado aún más tiempo, solo, rasgueando el laúd sin hacer mucho ruido.

Comenzó con unos cuantos acordes, a partir de los cuales cristalizó una serena y elegante melodía. Los versos adecuados se formaron al mismo tiempo que la melodía, las palabras se incrustaban en la música, se quedaban en ella como si fueran insectos dentro de ámbar dorado y translúcido.

El romance hablaba de cierto brujo y cierta poetisa. De cómo el brujo y la poetisa se conocieron a la orilla del mar, entre los chillidos de las gaviotas; cómo se enamoraron desde el primer momento. De cuán hermoso y fuerte era su amor. De que nada, ni siquiera la muerte, sería capaz de destruir aquel amor ni de separarlos.

Jaskier sabía que pocas personas creerían la historia que contaba el romance, pero no se preocupó por ello. Sabía que los romances no se escriben para que se crea en ellos, sino para emocionar.

Algunos años después, Jaskier podría haber cambiado el contenido del romance, haber escrito sobre lo que sucedió en realidad. No lo hizo. La verdadera historia no hubiera emocionado a nadie. ¿Quién querría escuchar que el brujo y Ojazos se separaron y no se volvieron a ver nunca más, ni una sola vez? ¿Que cuatro años más tarde Ojazos murió de viruela durante una epidemia que asoló Wyzima? ¿Que él, Jaskier, la sacó en sus brazos de entre los cadáveres quemados en las hogueras y la enterró lejos de la ciudad, en el bosque, sola y tranquila, y junto con ella, tal y como había pedido, dos cosas: su laúd y su perla celeste? Una perla de la que nunca se separó.

No, Jaskier se quedó con la primera versión del romance. Pero aun así, jamás llegó a cantarla. Nunca. A nadie.

– Andrzej Sapkowski en La espada del destino.