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Archive for the ‘Reseñas Literarias’ Category

Been there, read that (CCCXXXI)

El siglo

Aut. Javier Marías

Javier Marías es un autor español muy laureado que falleció en septiembre de 2022, ya lo tenía en la mira (lectora) desde hace bastante tiempo, sobre todo después de leer algunos fragmentos aislados de cierto conflicto que tuvo con Anagrama, mi editorial favorita, y su representante, Jorge Herralde.

Básicamente, lo que pude dilucidar entre lo poquísimo que se menciona en Un día en la vida de un editor, es que hubo un conflicto de intereses entre la editorial y el autor debido a que la primera liquidaba ediciones no vendidas del escritor, cosa con la que éste no estuvo de acuerdo en lo más mínimo. Si se hace una búsqueda simple en internet acerca del asunto, se entenderá que Javier Marías se erigió como un personaje sumamente conflictivo en el mundo editorial, ya sea porque no aceptaba pagos que consideraba demasiado bajos para la calidad de su obra, ya sea porque no estaba de acuerdo con las adaptaciones que se pudieron hacer de sus textos y las demandas que hizo para ser eliminado de los créditos de tales películas.

Asumí entonces que al ser una personalidad sumamente compleja y conflictiva, su obra debía estar a la altura, pues quienes en el mundo editorial se colocaban del lado de Marías en el conflicto con Herralde pregonaban ‘el gran error de Anagrama’. Lamentablemente, si existe ese nivel de brillantez, no lo hallé en El siglo, y no es porque sea yo sumamente exigente o un crítico avezado, el mismo autor en el prólogo desdeña a este libro y se habla de éste no como lo peor de la obra del español pero definitivamente no como parte de lo más resaltable en su haber.

En esta novela, nos adentramos en la vida de Casaldáliga, un personaje cuyo destino parece estar marcado por la casualidad y las decisiones ajenas. Marías no sigue una línea cronológica estricta, sino que nos sumerge en la esencia del protagonista desde su infancia, donde recibe un consejo clave de su padre: forjar un destino único e irrepetible. Sin embargo, tras descubrir las verdades ocultas sobre su familia, Casaldáliga se ve atrapado en una serie de eventos que lo llevan a un matrimonio impuesto y un exilio durante la guerra, sin encontrar el destino que buscaba.

La novela plantea preguntas sobre la elección, el azar y la verdadera imagen de Casaldáliga, todo ello enmarcado en un lenguaje puro y un ritmo pausado que refleja la esencia del siglo en que vive el protagonista. Además, la música que atraviesa la historia subraya momentos cruciales en la vida del personaje, añadiendo capas de significado a esta profunda exploración de temas como la muerte, la guerra, el amor y la traición, todo ello unificado por la figura central de Casaldáliga.

Primero revolucionario y luego soplón del gobierno, la historia de Casaldáliga no se narra de forma lineal: los capítulos impares se narran en primera persona mientras que los pares en tercera. Hay temas de aristocracia, la presencia de un personaje que se revela como punto de inflexión entre los eventos que llevan al protagonista a exiliarse al lado de una esposa que, se suponía, debió morir prontamente tras la boda.

El siglo es una novela compleja, por supuesto que no cualquiera escribiría algo así. Siendo honesto, no disfruté mucho de la lectura pero comprendí la pluma del autor. A diferencia de lo que me pasó con, por ejemplo, Peter Handke, al que no me quedaron ganas de volver a leer, realmente tengo deseos de buscar alguna de las obras de Javier que estén consideradas como sus mejores. El siglo no es una lectura que le recomendaría a cualquier persona, la verdad es que sólo quien esté interesado en los nombres que surgen en el desarrollo editorial español podrá disfrutar de un texto como este.

Been there, read that (CCCXXX)

La mujer que soy

Aut. Britney Spears

Tengo esta amiga/interés romántico, que parte de su vida la dedica a la música. Dueña de una voz bellísima y una imagen que se decanta entre el límite del rockero duro y la delicada belleza de una princesa. Vuelve loco a más de uno que la llegue a admirar sobre el escenario en el que ella se desenvuelva y, por supuesto, todos fantasean con llevarla de la mano y tener una relación con esa diosa de cabello rizado y mirada fulminante. Vaya, es una fortuna que siquiera se digne a mirarte un instante mientras hace sus interpretaciones.

En alguna ocasión, me platicaba sobre su vida abajo del escenario y de cómo se ha dado cuenta que todos esos que tratan de cortejarla terminan en el olvido. Tristemente, quienes la admiran y se admiten enamorados de ella, descubren que están enamorados de la imagen de ella en el escenario, del personaje que interpreta Lost on you y no puedes creer que no sea una pista de la artista original. Al final, sólo quieren lo que imaginan de ella bajo los reflectores y no saben qué hacer con la mujer real que se encuentran viviendo una vida normal con sus responsabilidades y asuntos del día a día.

No es que la persona de abajo del escenario sea otra, pero pocos comprenden que hay una diferencia entre el que interpreta y quien vive, y que ésta última tiene las mismas necesidades, anhelos y obligaciones que cualquier otro ser humano en una relación; estar con ella no va a ser una montaña rusa de sexo, vicios y rock and roll.

Justo con ella platicaba estas mismas circunstancias que se visualizan en la autobiografía de la princesa del pop, Britney Spears. A pesar de que pueda parecer que sólo leemos literatura compleja o digna de los debates más serios y academizados, incluso el más intelectual crítico de cine va a disfrutar de una comedia tonta: de todos los libros se puede aprender algo.

En esta autobiografía que muy probablemente impulse a su lectura la necesidad de chisme, Britney da rienda suelta a todo aquello que por años y años calló: su versión de una historia que tanto se ha dado a conocer en documentales, reportajes y especiales televisivos sobre su vida, sus relaciones, sus tragedias y su situación legal.

Leí algunas críticas sumamente duras que hablan de una escritura inconexa, de poca calidad y que detallan situaciones ya conocidas o con argumentos que con pura lógica pudieron haberse imaginado. En efecto, creo que nadie esperaba material digno de un premio internacional de letras, no se dan cuenta del mensaje que hay entre líneas aquí: imaginamos a todos esos artistas forrados de dinero, jóvenes, bellos y con el mundo a sus pies, cambiaríamos nuestras vidas por las de ellos sin pensarlo, ¿o no? Pero más allá de la imagen, hay personas que pueden estar sufriendo aún con todo lo que aparentemente tienen. Nuevamente, el personaje y la persona que vive son diferentes.

Sí, la familia de Britney es una bola de seres humanos desgraciados y abusivos; sí, Justin obligó a su pareja a abortar; sí, es inimaginable la forma en que los tribunales hayan despojado a una mujer de tener la libertad sobre su propio cuerpo y sus propias decisiones; sí, hay chisme del bueno en estas líneas. Pero eso no es lo importante, el mensaje es otro, el texto, sea simple o no, es un grito de libertad por parte de alguien que generaba millones de dólares pero que no podía comprarse ni una hamburguesa del carrito de la esquina.

Esta no es la primera autobiografía de un artista que expone sus puntos más vulnerables ante el escrutinio público, tampoco será la última; sin embargo, es una reflexión muy dura de lo que hay detrás de las apariencias. Hay tantas personas que en redes sociales se muestran tan felices, tan opulentas, que un día las invitas por un café o a un evento cualquiera y descubres que no disfrutan nada o que no les alcanza para un postre. Hay que ver más allá de lo que las personas muestran y enamorarnos no de la imagen sino del ser real que está detrás de los reels y los likes.

Been there, read that (CCCXXIX)

La edad de hierro

Aut. J. M. Coetzee

Justo antes de escribir esta entrada, me puse a revisar cuándo fue la última vez que hablé de John Maxwell Coetzee en el blog y fue hace más de 10 años, en octubre de 2013, cuando escribí sobre el que desde ese momento y hasta el día de hoy se estableció como uno de los libros que más han marcado mi vida, Desgracia. Curiosamente, no busqué más del autor a pesar del impacto que tuvo en mí ese libro en aquel tiempo; encontré La edad de hierro en un botadero en una feria del libro hace más de tres años y ahí permaneció hasta finales del año pasado en que lo elegí de entre los títulos pendientes en mi librero.

Bastaron un par de párrafos para volverme a topar con los sentimientos que evoca la escritura del autor sudafricano: melancolía, abandono, distanciamiento, desgracia; y encontrarme con esos mismos lugares comunes: el conflicto de permanecer en la inacción o enfrentar las consecuencias de tomar partido, el contemplar la tragedia y ser indiferente a ella o buscar la forma de soslayarla; dejarse vencer debido al hastío que provocan los desaires constantes o intentar una última vez.

Estos contrastes estarán representados por dos personajes alrededor de los que gira la historia: la señora Curren, la protagonista, a cuya carta de larga reflexión y despedida hacia su hija pertenecen las páginas de la novela; y Vercueil, un vagabundo que la mujer descubre una noche durmiendo en el portal de su casa, que se hace acompañar de un collie sin nombre.

A la señora Curren se le ha diagnosticado un cáncer mortal sin posibilidad de operación y es por esto que escribe estas hojas para su hija que se encuentra en Norteamérica teniendo una vida realizada con un esposo y dos hijos. Mientras la mujer se encuentra en esta etapa de aceptación de un desenlace ineludible, Sudáfrica se encuentra en el peor punto del Apartheid y ella observa todo lo que de esto se desprende. Violencia y segregación, el punto más bajo de toda humanidad que se ve representado por la actitud de los niños que crecen rodeados de tanto desprecio: el hijo de la mujer que le ayuda en la casa junto con un amigo suyo, que golpean sin piedad y sin el más mínimo destello de compasión al vagabundo.

Después, está la necesidad de Curren de inmiscuirse en búsquedas absurdas para una mujer debilitada por su enfermedad en zonas de conflicto donde no es poco común ver a personas quemadas vivas, retenes militares y asesinatos que quedan impunes entre el alboroto de quienes huyen de sus perseguidores.

Vercueil se establece como un interlocutor reacio a los intentos de comunicación por parte de la mujer que lo percibe como una especie de ángel guardián que la vida le ha enviado en su etapa final de vida. Prefiere retirarse unos días antes que bañarse. Sin embargo, cuando Curren más lo necesita, él se haya en el lugar y momento perfectos para ayudarle a subir la escalera y recostarse en la cama para aguantar los efectos secundarios de su medicación.

La edad de hierro es una novela que se lee rápidamente y que a pesar de eso, se encuentra cargada de un duro análisis de una sociedad sudafricana que se debate entre polos opuestos de humanidad y desasosiego. La pluma del autor es certera y profundiza en los sentimientos a los que nos enfrentamos en épocas donde buscamos un poco de luz que nos caliente en un paisaje gris y árido. Prometo no esperar tanto antes de leer otro libro más de John Maxwell C.

Been there, read that (CCCXXVIII)

Nuestra parte de noche

Aut. Mariana Enríquez

Qué puedo decir que no se haya dicho ya sobre la obra de Mariana Enríquez y, principalmente, sobre la que hasta el momento es considerada su mejor historia, Nuestra parte de noche, ganadora del Premio Herralde 2019, un premio que les puedo asegurar garantiza una altísima calidad. Puedo decir que intenté leerla en el mismo año de su premiación y que no me enganchó, no pasé de la página 50, pero que después de madurarla un poco en el librero y leer Bajar es lo peor, entonces le encontré un verdadero gusto cuatro años después.

En un primer momento, dilucidé la historia de Juan y Gaspar, padre e hijo, que se encontraban huyendo de algún modo, que en los cuartos de auto hoteles el niño tenía encuentros con personajes que, al parecer, no cualquier ser humano podía ver, que el padre enseñaba al hijo cómo tratar con esos seres que miraban sin tener ojos. Se intuía que el lugar al que se dirigían les proveería de algún tipo de protección contra un cierto grupo de personas que no los dejarían ir tan fácilmente pues necesitaban de ellos.

Años después entendí, que Juan buscaba proteger a Gaspar de La Orden, un grupo de personas muy poderosas para las que Juan funcionaba como médium; es decir, Juan les daba acceso a La Obscuridad, un ente que destrozaba los cuerpos para luego alimentarse de quienes lo invocaban pero que, tras haberse saciado, otorgaba dones entre los que se buscaba el de la inmortalidad. Juan, de un físico imponente pero de una debilidad latente acentuada por una enfermedad cardiaca congénita, busca desesperadamente la forma de ocultar que su hijo ha heredado sus dones para evitar que La Orden lo utilice como la han utilizado a él.

La historia se divide en 6 momentos temporales que se mueven entre pasado, presente y futuro. Un pasado en el que se visualiza a la madre de Gaspar, posible heredera del liderazgo de La Orden, y su primer contacto con Juan, su enamoramiento y la concepción de un hijo por parte de ambos. Un presente desesperado de huida y luego de locura por parte del padre que para proteger a Gaspar realizará acciones sumamente cuestionables y que no entenderemos en un principio, pero que condenaremos de forma tajante. Un futuro en el que Gaspar entra en conflicto entre el amor hacia Juan y el desprecio que tiene hacia el trato que recibe por parte de él, toda vez que el padre va perdiendo la cordura. Y entre estos tres tiempos, interludios periodísticos en los que se narra el horror de una dictadura cernida sobre la Argentina de aquellos tiempos.

Terror folclórico, cargado de referencias a eventos que realmente ocurrieron, a espantajos que surgen del imaginario popular de aquella región latinoamericana, a historias comunes de la población: desapariciones de niños que se atribuyen al régimen opresor que realmente fueron ocasionadas por entes que no pertenecen a este plano existencial o, de forma inversa, atribuidas a lo desconocido para evitar la confrontación con el poder militar. Agreguémosle una interconexión con historias previamente narradas por la autora en otros de sus libros, generando así un universo narrativo que, esperemos, siga creciendo con obras posteriores.

Nuestra parte de noche es literatura de calidad, sumamente recomendable y que genuinamente puede ponerte los pelos de punta. Entiendo que no necesariamente es garantía para todo el que se acerque a la novela, por momentos puede ser pesada, pero una vez que se rebasa esta frontera, tienes una narración que te atrapa y que no te deja descansar hasta de deshilvanas los misterios y las motivaciones de varios de los personajes. Lectura obligada, por supuesto.

Been there, read that (CCCXXVII)

El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde

Aut. Robert Louis Stevenson

Corríjanme si me equivoco en la siguiente aseveración: creo que, si hacemos un poco de memoria, todos vimos un capítulo de las aventuras de Silvestre y Piolín en el que el pequeño canario bebe, ya no sé si por error o a propósito, la fórmula contenida en un matraz que un científico deja descuidado en su departamento; al ingerir el contenido, Piolín se transforma en un monstruo que rebasa por mucho el tamaño del felino que trata de comérselo y la persecución se voltea siendo Silvestre el que es aterrorizado por esta versión monstruosa del pajarillo.

Así, el estereotipo del científico menudo que se transforma en un ser monstruoso y poderoso a través de una fórmula, se estableció gracias a una obra considerada más que clásica: el extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde. Lo hemos visto en caricaturas, lo hemos visto en comedias, lo hemos visto en películas, y, de alguna manera, creemos conocer una historia a través de sus múltiples referencias que encontramos en la cultura popular; sin embargo, no todo es como lo pintan las interpretaciones de dibujantes, guionistas o directores.

Lo anterior, lo digo porque a pesar de esa idea que se ha generado en torno a la obra, ésta no es del todo correcta: la novela se narra desde los ojos de un abogado que atestigua los eventos a través de los cuáles se descubre un misterio en el que está relacionado un prominente miembro de la sociedad, el Dr. Henry Jekyll, una serie de eventos violentos, cambios en documentos legales del doctor y la aparición de un extraño personaje que, al parecer, se alberga en la misma casa del galeno.

Ahora bien, aquí la diferencia fundamental con respecto del imaginario popular: el Sr. Hyde no es en sí un monstruo de constitución física impactante; por el contrario, es un ser con una corpulencia menor a la del científico, es bajito y la ropa de su otra personalidad le queda sumamente holgada, no es el monstruo de aspecto imponente que se visualiza en películas como la de Van Helsing. A pesar de todo, no deja de ser aterrador pues está representado como toda la ira, violencia y odio que la parte «buena» ha contenido durante toda su vida ante las normas correctas de la sociedad. En palabras del narrador, tiene una mirada que provoca un temor en lo más profundo del alma, con unos ojos carentes de bondad.

De esta manera, la ausencia del monstruo gigante no hace más que incrementar lo interesante de la historia de la que, a pesar de conocerse parte de su desarrollo de antemano, no podremos despegarnos tratando de comprender la secuencia de actos que provocan la aparición de una personalidad y la desaparición de la otra. ¿Cómo es posible que cualquier ser humano no pudiera abstenerse de sacar lo peor de sí a partir de una fórmula desarrollada con otros fines?

Las obras de Robert Louis Stevenson se han asentado como clásicos fundamentales, han provisto de un sinfín de referencias, sobre todo en los programas televisivos de los 90, y todo esto no ha sido de a gratis. Son historias fundamentales para el desarrollo literario de todo ser humano con grandes lecciones morales y mensajes correctos. Lo más interesante es darse cuenta de qué tanto de la idea que se tiene de la obra es correcta y que, aunque pensemos que tenemos bien clara la trama, al final todo libro tiene un poco más que ofrecer.

Been there, read that (CCCXXVI)

La naranja mecánica

Aut. Anthony Burgess

Últimamente, le he agarrado el gusto a leer los libros sobre los que están basadas algunas de mis películas favoritas; cuando éstas últimas están bien adaptadas, esta acción se convierte en una entretenida investigación sobre qué le llamó la atención al director y cuáles fueron los detalles que decidió pasar por alto. Así, te puedes hacer un idea bastante nítida sobre cuáles son las intenciones de un filme, qué es lo que otra persona puede apreciar a diferencia tuya y en qué coinciden ambos como partes fundamentales de una obra.

Tenía bastante rato, por no decir años, con el libro de Anthony Burgess en la fila de espera, me lo regaló un alumno por ahí de 2014 o 2015 (la verdad es que me lo prestó pero nunca se lo devolví) y, lo cierto, es que lo relegué a un momento idóneo que llegó con mi adaptación a la lectura digital. Pero ahora sí, lo único de lo que puedo quejarme es de no haberlo leído antes porque cambió totalmente la forma en que he disfrutado la película a partir de su lectura.

Está de más hablar de la trama porque esa no cambia: Alex y sus drugos cometen sus fechorías abrigados por la noche y la complicidad de ciertos personajes que, de hecho, no aparecen en la película; un día, uno de los asaltos se sale de control y provoca que el líder, traicionado por sus compinches después de ciertos desacuerdos, termine en la cárcel donde será candidato para la aplicación de una terapia que nulificará su capacidad de elección toda vez que la violencia se haga presente. Dicha terapia de condicionamiento provocará que Alex termine en el hospital para finalmente recibir un indulto por parte del Estado.

Ahora bien, ¿qué cambia en el libro? Básicamente, el final. Tal y como el autor lo atestigua en el prólogo, tanto la primera edición americana del libro como su adaptación cinematográfica decidieron omitir el capítulo final de la obra: Burgess creó un desenlace en el que Alex madura y renuncia a su vida delictiva, mostrando un cambio genuino en su carácter. Sin embargo, esta parte fue eliminada en la edición estadounidense, dejando una conclusión más ambigua y abierta a interpretaciones. De este modo, cuando en la película vemos a Alex estrechando la mano del ministro ante una multitud de reporteros y nos preguntamos qué pasó después, la respuesta es que el protagonista vuelve a las andadas con un nuevo grupo de drugos, para al final tener un momento de lucidez en el que se da cuenta que ya no disfruta de aquello que en un principio le proporcionaba el placer; básicamente, Alex decide que ya no es un niño y que es momento de pensar en tener hijos y seguir el ciclo de la vida.

Por otro lado, hay otros detalles que saltan rápidamente durante la lectura de la novela: el tema Singing in the rain no es parte de la obra original, Alex no la canta en ningún momento; en la cárcel, el motivo por el cuál Alex es elegido para la terapia Ludovico es que le echan la culpa del asesinato de otro prisionero que muere debido a una golpiza que le propinan en forma grupal; la película se centra mucho más en la ultraviolencia mientras que el libro, por otro lado, se centra en las reflexiones de Alex y no describe gran parte de los actos violentos que observamos en la película.

Así, La naranja mecánica de Burgess se establece como una lectura obligada para los fanáticos de la película de culto protagonizada por Malcolm McDowell, pues ata varios de los cabos sueltos dejados por el filme y nos proporciona un cierre definitivo a las correrías de Alex Delarge. Finalmente, el vocabulario Nadsat utilizado por el protagonista hace que la lectura se vuelva sumamente entretenida toda vez que tendremos que estarnos moviendo entre el glosario y la página en la que nos encontremos. Estamos ante una novela distópica, divertida, con grandes reflexiones y de gran calidad que todos deberíamos de darnos la oportunidad de disfrutar.

Been there, read that (CCCXXV)

Napalm en el corazón

Aut. Pol Guasch

En un mundo marcado por conflictos como el de Israel y Palestina, la literatura se vuelve una ventana crucial hacia las realidades que enfrentan las poblaciones en zonas de ocupación durante las guerras. Las páginas nos sumergen en las complejidades de las relaciones entre comunidades y los desafíos que enfrentan frente a los soldados del ejército de ocupación, ofreciendo reflexiones profundas sobre la naturaleza humana en contextos de adversidad. Esto es lo que nos ofrece Napalm en el corazón.

El conflicto, con sus tensiones y titulares recurrentes, añade una capa adicional de relevancia a la trama de la obra del español, Pol Guasch. A través de los personajes y sus interacciones con el medio inhóspito en el que se mueven, la obra nos invita a reflexionar sobre los dilemas éticos, las emociones y las transformaciones que marcan la vida de quienes viven bajo la sombra de la guerra y la ocupación.

La narración toma dos vertientes: la primera, sobre la relación que establece el protagonista y narrador con su madre, ambos en un etapa de transición posterior al reciente fallecimiento del abuelo y la pérdida del padre algunos años atrás. La madre ha comenzado una relación con alguien que se intuye como miembro de las fuerzas armadas de ocupación de la pequeña y miserable población donde se desarrolla la trama. Como es de esperarse, la relación entre el hijo y la incipiente pareja de su madre es tensa y desarrolla en el protagonista una cierta fijación equiparable a la que tiene con un lobo que esporádicamente se acerca a beber agua en un riachuelo a espaldas de su casa.

Por otro lado, la segunda vertiente de la narración se desarrolla a través de las cartas que el protagonista le escribe a Boris, de quien está enamorado y con quien establece una relación oculta principalmente de los soldados que deambulan de vez en vez por la pequeña población. Poco a poco nos daremos cuenta de que la relación no es simétrica y que se sostiene de hilos sumamente frágiles.

Un asesinato y una indiscreción provocan un viaje accidentado a través de estos paisajes derruidos en situaciones que si bien pueden resultar fantásticas, no dejan de ser verosímiles. En el fondo, sabemos que la realidad supera a la ficción y que los seres humanos somos capaces de cosas que van más allá del propio raciocinio y designios de la lógica.

Pol Guasch tiene un verdadero don para hacernos sentir lo que los personajes transmiten: angustia, miedo, celos, amor, hipocresía, temor, rabia, melancolía, cariño… Es un libro complejo, con una narración fragmentada que puede no ser tan agradable para algunos lectores aunque sumamente interesante para otros. El conteo de los días, la descomposición gradual de un cadáver en el asiento trasero, la indiferencia creciente entre dos amantes, entre otras despiadas situaciones que el autor hace pasar a sus personajes, es lo que mantiene el interés en una obra que parece apenas la punta del iceberg de lo que el joven escritor tiene que ofrecer.

Been there, read that (CCCXXIV)

La física del Coyote y el Correcaminos

Aut. Luis Javier Plata Rosas

Me gustan los libros que toman un fragmento de la vida cotidiana que, aparentemente, no tiene mayor relevancia como los cómics, series sobre zombies o islas misteriosas, caricaturas, qué se yo, y lo analizan a través de alguna especialidad científica como la física, las matemáticas, la psicología, las ciencias políticas, etcétera. De alguna manera, brindan puntos de vista no tomados en cuenta de forma previa y te hacen revisitar lo visto con un nuevo enfoque.

Con esa curiosidad intelectual, en algún momento, leí un análisis psicológico de la serie Lost y de la referencia a la que hacían los nombres de varios de sus personajes, un estudio filosófico sobre los superhéroes, y finalmente a esta obra reciente de La física del Coyote y el Correcaminos. Ahora bien, aquí el tema es que terminé decepcionado. Al releer el título y entender lo divertido que era ver esa caricatura llena de productos Acme defectuosos, imaginé una obra que me explicaría cómo calcular el arco que describiría la trayectoria del coyote cuando se utiliza a sí mismo como una flecha, o a qué velocidad máxima llegaría el monigote en sus patines propulsado por un ventilador industrial, entre muchas otras cosas. Pero nada de eso encontré.

Siento que el título debió cambiarse para hacer referencia al tema que realmente aborda la obra de Javier Plata: un ensayo sobre la violencia en los dibujos animados. Así, sabríamos que el libro abordará una serie de estudios psicológicos basados en encuestas y análisis de caso que buscan evidenciar la influencia o no influencia de caricaturas en el comportamiento de los niños. Nada de física, pura psicología y sociología. Simple.

Y es que, aunque sumamente interesante lo abordado en el libro, se queda corto respecto al título que a alguien de ciencia como un servidor le termina entregando la obra. Sí hay física, pero muy poca. Sí se habla de caricaturas, pero estaremos centrados principalmente en El Coyote y el Correcaminos, los Ositos Cariñositos y los Pitufos. Tal vez un poco de Dragon Ball, y poco más de algún otro título que no puedo recordar.

En fin, siendo honesto, me costó trabajo avanzar con este libro una vez que me desencanté de su contenido. Creo que es valioso para las personas correctas, pero estoy seguro de que allá afuera hay mejores opciones con respecto a física y su análisis en series, películas, videojuegos o revistas. Perdón, pero en esta ocasión no recomendaré esta lectura.

Been there, read that (CCCXXIII)

Vienen de noche, Estudio sobre las brujas y la otredad

Aut. Julia Carreras

Uno de los motivos por los que mis lecturas previas comenzaron con El mito del hombre lobo para seguir con Macario, era que las fechas en que los leí coincidían con la temporada de octubre y noviembre. Así como las películas navideñas se disfrutan mucho en diciembre a pesar de que puedas verlas en cualquier momento, los libros de temas alusivos al miedo encuentran su mejor demanda en temporada de muertos.

Es así que pasé de hombres lobo (loup garou’s) a encuentros del ser humano con la muerte, para estacionarme en otro personaje enigmático que tiene su registro desde los primeros pasos del hombre por la tierra: la bruja. Concebida en mis tiempos de la infancia como una mujer aparentemente anciana con piel verdosa que montaba una escoba y producía brebajes que transformaban a los seres humanos en una variedad de animales, totalmente relacionada con el miedo y la superstición; para, actualmente, ser representadas por mujeres poderosas, independientes y sabias, con habilidades mágicas y conocimientos esotéricos, ahora asociadas con la fantasía, la magia y la espiritualidad.

De esta forma curiosa en la que, en un periodo de tiempo tan corto como lo es mi paso de la infancia a la adultez, el concepto y la concepción de un personaje de mitología como lo es la bruja puede tomar nuevos cauces, es que surge la necesidad de investigación del origen, evolución y asentamiento del concepto de la bruja. Ese es el objetivo de Julia Carreras en su ensayo, Vienen de noche.

Similar a lo planteado por Roger Bartra en torno al hombre lobo, la autora se enfoca en las brujas, dividiendo su obra en 4 partes: una primera que establece el panorama en el que la bruja encuentra su nicho, la superstición y las creencias asociadas a la realidad geográfica en las que se asienta el mito y en cómo, en un inicio, la existencia de las brujas no se cuestionaba de modo alguno; en la segunda, ahora sí, se desarrolla el origen y etimología de la bruja, su folclore, las tradiciones.

En la tercera parte, se habla de las bien conocidas cacerías de brujas, en lo particular mi parte favorita pues incluye casos registrados de personas juzgadas por un crimen que en un principio no era más que una concepción mágica y que pasó a convertirse en un servicio hacia el maligno y todo lo que representa. En esta etapa de la obra tendremos fechas, nombres, apellidos y resultados de indagaciones que en su momento fueron llevados a cabo.

Finalmente, se realiza un análisis sobre cómo la racionalidad poco a poco ha ganado terreno y el escepticismo ha permeado en una sociedad que se ha alejado de la bruja y su brujería. Así, la brujería no es más que un crimen imaginario o una creencia alternativa a la cuál acudir en momentos de amor desesperado, y las brujas no son más que parte de un culto que ha sido denostado y cuyas interpretaciones mal guiadas en términos religiosos.

Al final, los mitos se moldean y toman el cariz que la sociedad les otorga en los contexto de la época en que se les analice. Tanto brujas y hombres lobos como demás personajes que evolucionan en su narrativa, representan el cambio de paradigmas en el pensamiento colectivo. Obras de divulgación sumamente necesarias para comprender al ser humano y el desarrollo de su lógica y creencia.

Been there, read that (CCCXXII)

Las dos amigas (un recitativo)

Aut. Toni Morrison

Desde mi lectura de El ferrocarril subterráneo, que aderecé con la vista de una par de películas como la de Harriet, me quedé con ganas de más literatura que abordara el tema de la segregación racial. Si bien no empiezo de inmediato a buscar los temas de interés (generalmente dejo que los títulos lleguen solitos a mí), coincidió la fecha de tal deseo con la publicación de la edición traducida del relato Las dos amigas de Toni Morrison, que vino acompañada de muchos comentarios con respecto a esta obra que se decía innovadora y necesaria en el haber de los temas de igualdad e inclusión.

Toni Morrison, la primera autora estadounidense descendiente de esclavos en recibir el Premio Nobel (1993), es reconocida por su vasta obra que incluye once novelas y el cuento corto del que hablamos el día de hoy. Sus obras no solo son literatura, sino también herramientas de confrontación y resistencia: Exploran la historia de Estados Unidos desde la perspectiva de las comunidades afroamericanas, delineando fronteras trágicas y violentas que obligan al lector a enfrentarse a sus propios prejuicios y miedos. Aún recuerdo los fragmentos de Beloved que llegamos a leer en una clase de creación literaria que tuve por ahí del 2011 con Beatriz Meyer.

El relato es muy corto, pero dentro de su extensión aborda un tema muy importante que nace del lector: los prejuicios. Se narra la historia de dos amigas, Twyla y Roberta, ambas coinciden en un hogar de acogida para menores, una de ellas es blanca, la otra es negra, pero nunca se explica quién es quién. Ambas tienen madres ausentes y ambas hacen lo que hacen los niños en algún momento: ser crueles con quienes se presentan como diferentes. Tal es el caso de Maggie, una mujer muda que trabaja en la cocina del orfanato. Junto con las niñas, Maggie protagoniza un incidente que marcará las vidas de las dos amigas y que, aunque lo borrarán de su memoria, un día servirá de punto de inflexión para entender la crueldad que el ser humano es capaz de infligir.

Las amigas se separarán y volverán a encontrarse años después en diferentes circunstancias para volver a separarse y volver a reencontrarse, una y otra vez. Coincidirán en una tienda de ropa en la que una de ellas será la cliente atendida por la otra; lo harán también en una protesta en bandos separados que discuten en torno a la «integración» de niños blancos y negros en la escuela. Lo curioso, es que el lector se esforzará por darle identidad a cada una de ellas pensando en lo que haría un blanco a diferencia de un negro, pero en cada circunstancia quedará en evidencia el hecho que ambos podrían estar en cualquiera de los dos polos representados por las actitudes de las amigas.

La gran paradoja del texto es que aunque evita clasificar a sus personajes como «blancos» o «negros», la trama y el conflicto principal de la obra se relacionan claramente con esa división. Esto hace que el conflicto parezca absurdo y genere incomodidad al leer, ya que obliga a abandonar las ideas binarias sobre la humanidad. Las categorías dicotómicas como blanco contra negro, buenos contra malos, masculino contra femenino, se vuelven inútiles para comprender la historia. Aquí, las discriminaciones raciales, clasistas y sexistas funcionan simultáneamente, como sucede en la realidad, sin poder ser simplificadas en una dualidad.

La conclusión se cierne en que todas las divisiones que generan odio y violencia resultan absurdas cuando consideramos a la humanidad como un todo. El odio es útil para los intereses del capital al deshumanizar a las personas, como sucedió con Roberta y Twyla en el orfanato, y posiblemente también con Maggie. Esta narración circular que empieza en la infancia, se alarga a través de los años y que encuentra un cierre nuevamente en la infancia en un último encuentro y reflexión de las dos amigas, hace que el relato sea una lectura obligada para todos.