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Archive for junio 2021

Estridentismo

Cuando tenía catorce años estudiamos las vanguardias para la clase de Español en la secundaria y el profesor tuvo una idea magnífica: dividió al grupo en equipos de cuatro personas y cada equipo escogió una vanguardia. Yo convencí a los integrantes de mi grupo de elegir el estridentismo, que era mucho menos popular que el surrealismo o el futurismo. La consigna era que teníamos que editar una antología de poemas de esa vanguardia y el formato del poemario debía tener una relación directa con la propuesta estética de la vanguardia. Así, por ejemplo, los que eligieron el futurismo hicieron una especie de coche de cartón con los poemas escritos sobre la carrocería. Los dadaístas creo que hicieron una portada en collage para su libro. Y nosotros, los estridentistas, decidimos que teníamos que causar algún tipo de revuelo para hacerle justicia a Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide: compramos una cabeza de cerdo en una carnicería y, con la sangre del animal, le pegamos poemas estridentistas sobre la piel muerta, en la lengua y las orejas. La clase de Español era la primera del día, así que pudimos llegar con la cabeza de cerdo antes de que empezara a oler mal. El profesor la vio sobre su escritorio y, horrorizado, leyó el lema que el animal tenía pegado en la frente: «¡Viva el mole de guajolote!» Lo único que nos dijo fue que teníamos diez si nos llevábamos al cerdo de inmediato.

Daniel Saldaña París en Aviones sobrevolando un monstruo.

Been there, read that (CCXXVIII)

Mis documentos

Aut. Alejandro Zambra (Derecha)

Volviendo a los libros digitales, el siguiente en la lista de gratuitos que Anagrama liberó con motivo de la pandemia, fue Mis documentos del chileno, Alejandro Zambra. Una vez más, tuve la oportunidad de leer a uno de esos autores que desconoces en su contenido pero que conoces por su nombre puesto que su novela más reciente, Poeta chileno, ha tomado una fama más que decente los últimos meses.

Mis documentos brinda una muy extraña familiaridad, si bien es un conjunto de cuentos, éstos se leen como si pertenecieran a los mismos personajes en distintos episodios de su vida: los pleitos entre una pareja de divorciados por la patria potestad de un gato callejero adoptado, la lucha de un adicto al tabaco contra la abstinencia, los recuerdos de un padre exiliado en el extranjero, la adquisición de la primera computadora y su rápido paso hacia la obsolescencia… De alguna manera, para un lector que ande entre los 25 y 40 años de edad, será casi imposible no sentirse identificado con las situaciones que se presentan.

A final de cuentas, todos hemos rechazado a las nuevas tecnologías y, ante todo, al cambio; hemos hecho el amor con alguien sabiendo que es la última vez; hemos dejado el vicio sabiendo que su retorno es inevitable; nos hemos negado a conceder la victoria al rival aún cuando no tenga caso ganar. De eso tratan los documentos de Zambra y se sienten como esos chismes familiares que tanto nos gusta escuchar de boca de nuestra madre.

Mis documentos es ligero, trágico pero fácilmente digerible, un recordatorio de nuestras propias fallas en la vida cotidiana, de nuestros excesos del día a día. No sé si le agrade tanto a un lector joven, pero aunque no soy tan viejo, siento que cualquiera al que le hayan tocado las computadoras personales con Windows tres punto algo y Pink Floyd en acetato, lo disfrutará demasiado.

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Somos océano

Hermanito, sigue todas las pistas, llénate de notas y notas sin preocuparte cómo o cuándo las utilizarás. Recuerda lo que decía Flaubert: «Escribir historia es beber un océano para orinar una tacita.» Exacto, Juan, acato, pero a veces siento que desde los márgenes hay que beber y mear océano à la Joaquim Nabuco: «Somos una gota de agua, no un océano. Tengamos conciencia de que somos gota de agua, pero también tengámosla de que somos océano.»

– Jean Meyer

Been there, read that (CCXXVII)

La ternura del matarife

Aut. Fernando Tamariz

En esta ocasión, seré muy breve: han sido muy pocas las veces en las que al juzgar un libro por su cubierta (o por su título, para efectos prácticos) me haya llevado una mala experiencia. Lo cierto, es que, en estos tiempos, un buen diseño y una elección de título adecuada, rara vez conllevan a una mala obra. Pero ahora sí, me fallé. No es que me atreva a decir que La ternura del matarife sea un libro malo, pero definitivamente esperaba algo distinto, un poco más digerible en realidad.

Creo que una mala asociación con un excelente título como lo fue La ternura caníbal de Enrique Serna, fue el principal detonante para al adquisición del compilado de cuentos cortos de Fernando Tamariz. Si bien, en el primero, se habla de relaciones crudas y mortales, los cuentos del matarife tienen más una idea de lo psicodélico y fumado: observar cómo un avión está a punto de estrellarse con una mosca posada en la ventana a través de la cuál miramos, se vuelve el tema central de una narración que no me provoca deseos de seguir avanzando de página. Cuentos que, en general, no rebasan una extensión de más de 4 paginas, se vuelven bastante olvidables una vez que leemos el siguiente título.

Es raro que no le encuentre la belleza a todos y cada uno de los libros que leo, pero en esta ocasión no he encontrado nada qué recomendar salvo, quizás, el precio bajo por el que lo adquirí.

Been there, read that (CCXXVI)

La enfermedad de escribir

Aut. Charles Bukowski

Uno de los motivos por los que Anagrama es mi editorial predilecta, no es sólo el hecho de que tengan una curaduría de nivel inigualable (libro que edita Anagrama, es libro que seguro disfrutarás) sino que desde hace años se encargó de realizar las traducciones de las obras del buen Chuck. Básicamente, de no ser por Anagrama, yo no tendría al autor favorito de toda mi vida que tengo hoy. Imagínense lo grato que es enterarse de una nueva obra de Bukowski cuando creíste que ya no habría más que lo que ya estaba impreso, y no es que ya haya leído todo, pero siempre la novedad es la que gana.

Por supuesto que al enterarme, a través de la cuenta de Instagram de la editorial, de la nueva obra de Charles, moví cielo y tierra para conseguir una copia. Importarla por Amazon implicaba una inversión de casi mil pesos y, justo cuando estaba a punto de hacerlo, me di cuenta que faltaban dos semanas para su lanzamiento en latinoamérica. Decidí esperar. Al final, valió la pena la espera.

La enfermedad de escribir es un volumen compilado de cartas que Bukowski escribió a lo largo de su vida. Desde sus primeras publicaciones y sus agradecimientos a los editores que se «atrevían» a incluirlo en revistas underground, hasta unos pocos meses antes de su fallecimiento en 1994, Charles reflexiona sobre diversos temas a través de sus cartas, enfrenta la crítica, discute con quienes manipulan su obra y rinde homenaje a quienes él considera los verdaderos baluartes de la poesía contemporánea.

En más de una ocasión, Bukowski, despotrica en contra de las normas rígidas que guían a los poetas y se enfada con quienes le piden que dedique tiempo a hacer dibujos o entrevistas pues es tiempo que podría dedicar a escribir. Escribir es una enfermedad contra la que él sucumbe a diario, que no tiene cura y que provocará su muerte algún día.

Un detalle que se agradece mucho, es el hecho de la clasificación de las cartas por año y un breve semblanza de las personas a las que cada carta va dirigida. De esta manera, podemos identificar el motivo del enojo o las razones por las cuales el autor menciona a ‘x’ o ‘y’ personaje, el contexto lo es todo. Al inicio, se incluyen los dibujos que Chuck garabateaba en algunas de las cartas, por un momento pensé que disfrutaría de muchos de ellos conforme avanzara en las páginas, pero realmente después de las primeras, la aparición de más garabatos es nula.

Este es un libro para fanáticos del escritor maldito, es una forma más íntima de conocer a Bukowski. De hecho, provoca mucha tristeza la lectura de cartas que se acercan cada vez más al año de su partida. Es sumamente conmovedora una de las últimas cartas en la que agradece la aparición de uno de sus poemas en la revista Poetry, ya que por más de 40 años deseó ser incluido en ella sin éxito. Al final lo incluyeron, justo un par de meses antes de su muerte. Vaya forma de cerrar otro capítulo de las lecturas del viejo borracho que tantas emociones me ha provocado con su escritura.