Hola, ¿Dios?

Hola, ¿Dios? Soy Peter Parker, ¿puedo pedirte un favor? Sé que he sido tu juguete personal los últimos años, pero, ¿podemos no volverme a hacer eso por un tiempo? No por mucho, sé que las probabilidades de eso son prácticamente nulas… pero sólo por un rato. Digamos… ¿cincuenta o sesenta años? Es decir, eso no es mucho en términos tuyos, ¿correcto? Sólo bromeo, Dios… sólo bromeo. Pero apuesto a que eso ya lo sabías, ¿o no?

Been there, read that (CLXXXIII)

Inquebrantables

Aut. Daniel Habif

La primera ocasión que escuché o visualicé el nombre de Daniel Habif debió haber sido en algún punto del 2019, una gran manta anunciaba la presentación de una de sus conferencias en mi natal Orizaba, Veracruz. Fuera de la curiosidad obligada sobre quién era ese sujeto, no encontré más motivos para ahondar en su haber hasta que uno de mis amigos más cercanos comenzó a colocar frases del conferencista en sus estados de Whatsapp e Instagram. La verdad, fue suficiente leer algunas de esas frases para saber que nunca en mi vida asistiría a una de esas conferencias motivacionales o coaching del referido.

Recuerdo que en cierta ocasión mi amigo mencionó el nombre del autor para posteriormente desvivirse en admiración y adulaciones sobre su carrera. Que si tiene 400 millones de dólares en su cuenta bancaria, que si ha asesorado a personas del nivel de Barack Obama, qué sé yo, lo cierto es que me suenan más a mitos que a realidades. En algún momento tuve cierto disgusto con ese amigo y acercándose la temporada navideña aproveché haber encontrado el libro de Inquebrantables para regalárselo y así reanudar la amistad. Eso sí, aproveché para darle una oportunidad a las ideas que el autor plasmó en sus páginas.

Seré honesto, no encontré una sola página que tuviese algún contenido que no pareciera reciclado de miles y miles de libros de autoayuda que encontramos principalmente en los estantes del Sanborns. Lo sé porque en mi haber sí hay al menos una docena de estos libros leídos y las ideas son siempre las mismas: para crecer hay que creer en uno mismo; hay que escuchar las críticas constructivas y desechar los comentarios destructivos; tenemos que «desprogramar» todo aquello que nos mantiene alejado del éxito; debemos emprender; debemos amarnos a nosotros mismos; debemos tomar riesgos; no debemos sucumbir a las emociones… ¿les suena? Son los mismos mensajes que encontraremos una y otra vez y que se reciclan y nos los venden con un apodo diferente cada vez.

Finalmente, este tipo de literatura es el que consume la gran mayoría. Sobre todo, esa gran mayoría que anda por la vida con vacíos existenciales que lo único que necesitan para sentirse llenos es que alguien les diga «sí, tú puedes, eres hermoso, eres una creación única, puedes lograrlo todo si te lo propones y trabajas un poco más de lo que es suficiente». Es triste, pero considero que es la verdad.

Me agrada que el «final» del libro está en la página uno. Siento que eso genera un gancho que ayuda a tener cierto interés. Lo cierto es que no es un libro que recomendaría pues, al final, sólo son frases bonitas para hacer sentir a las personas que pueden ser «inquebrantables», y pienso que el único inquebrantable es el que se llena los bolsillos con el dinero de aquellos que compran sus productos pensando en que les ayudará a resolver sus vidas cuando ya tienen todo lo necesario, sólo que no se han dado cuenta.

Nota: la verdad sí me daba penita que me vieran el libro en algún lado.