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Posts Tagged ‘Narrativa’

Been there, read that (CCLIX)

Falsa liebre

Aut. Fernanda Melchor

Fernanda Melchor es una escritora maravillosa, no importa lo crudo, lo indignante, y lo sucio que sea lo que narre, no puedes dejar de encontrar belleza en su escritura. Tuve la suerte de leer Temporada de huracanes, justo cuando lo colocaban por primera vez en las estanterías de novedades y, cuando terminamos de leerlo, tanto mi papá como un servidor no pudimos hacer otra cosa más que esperar el siguiente libro. La sensación de la lectura no atenuó ni un poco con Páradais, por el contrario, nació la necesidad de leer más de Melchor. Nos encontramos entonces Aquí no es Miami, y no sólo era la narración, sino la forma en que, siendo veracruzanos, nos identificamos de inmediato con los eventos descritos y las escabrosas pero bellas leyendas urbanas propias del puerto.

Curioso fue, que por más que busqué, no encontré un sólo ejemplar de su primer libro, Falsa Liebre, y los que se encontraban a la venta, rebasaban por mucho el costo de un libro tradicional; como el primer libro de un verdadero autor consagrado. Por fortuna, la editorial Random House, escuchó mi ruego (y probablemente, de muchos lectores más) y publicaron en 2022 una nueva edición que un compañero de entrenamientos me regaló en mi cumpleaños. Más regalos así. Por supuesto que suspendí todas las lecturas del momento para entrar una vez más a los relatos urbanos/jarochos de esta gran escritora.

Nuevamente nos encontramos en la zona más pobre de la ciudad, donde dos «hermanos» conviven con una tía maltratadora que orilla a uno de ellos a huir a la casa de un hombre que lo aprisiona y lo mantiene sólo para satisfacer su deseo erótico. Por otro lado, dos personajes que bien identificaremos como los chavos del barrio, se dirigen a una fiesta que promete un poco de satisfacción y placer que no encuentran en su existencia rutinaria. Todos ellos verán entrecruzados sus destinos en un desenlace por demás trágico y sangriento.

Como siempre, lo crudo, lo sucio, lo bajo, hará acto de presencia en una narrativa difícil de dejar de lado. La sucesión de eventos provoca un ansia que sólo se satisface al leer otra página, y otra, y otra más. No importa si no conocías a Fernanda Melchor, no importa si ya la traías en la mente, cada una de sus novelas es una lectura obligada. Una de las grandes plumas de esta generación.

Been there, read that (CCXXXV)

10 octubre 2021 1 comentario

Un buen detective no se casa jamás

Aut. Marta Sanz

Para terminar con el desfile de reseñas que busca actualizar mi trayecto bibliográfico de los últimos dos meses, un título de esos que Editorial Anagrama nos hizo el favor de regalarnos con motivo del inicio de la cuarentena debido al Covid. A diferencia de lo entretenidos que resultaron títulos como Fiesta en la madriguera y Mis documentos, Un buen detective ha requerido de una gran inversión de esfuerzo de mi parte para poder terminarlo.

No es que sea un mal libro, pero la forma en que está escrito me provocó demasiado tedio. Hubo momentos en que me daban ganas de decirle a la autora, «ya, cuéntanos lo que sigue y deja de adornar tanto estas escenas tan inverosímiles, por favor». Estoy seguro que habrá personas que disfruten en demasía esta misma obra, pero al menos en mi caso, no fue así.

La historia nos pone en los zapatos de Arturo Zarco, detective, que decide pasar parte de sus vacaciones visitando a una entrañable amiga. Mientras se encuentra de visita, el protagonista atestigua una sucesión de hechos que, en historias similares de novela negra, lo forzarían a investigar y desentrañar el misterio de una desaparición; sin embargo, no es este el caso de nuestro héroe, ya que ante la presencia de un posible crimen, él opta por la pasividad. A final de cuentas, son sus vacaciones.

Ahora que lo pienso, ese es el asunto con la novela, que el protagonista observa el planteamiento del misterio y hasta su propia resolución sin hacer absolutamente nada más que reflexionar en torno a los motivos de los participantes y en torno también a su reciente separación con su pareja.

La fortaleza principal de la obra está en el uso del lenguaje, hay bellísimas estrofas y sabias reflexiones, pero a pesar de esto, uno se termina cansando de que la escena de dos niñas jugando en un jardín se extienda hasta por 10 páginas sin que haya un avance en lo que uno pensaría que de verdad importa dentro de la trama.

Probablemente me esté equivocando y no esté dándome cuenta del mensaje que tal vez la autora quiera hacer llegar a los lectores. Probablemente no sea yo el tipo de lector al que la escritora deseaba llegar. Y, sin embargo, es un libro que no recomendaría bajo circunstancia alguna. Me gustó, sí, pero no lo suficiente para volverlo a tocar o a mencionarlo en una conversación adicional.

Been there, read that (CCXXX)

Aviones sobrevolando un monstruo

Aut. Daniel Saldaña París

Tengo sentimientos encontrados al escribir sobre este libro que me encontré justo el día que salió en el estante de novedades de mi librería favorita. Andaba contento porque, aunque esa librería suele tener precios más elevados que el resto de lugares más populares y comunes en general, en las novedades siempre ofrece el precio común más algún tipo de descuento que ronda el 15%, en promedio. A final de cuentas, era una obra recién salida, de mi editorial favorita y salía más barata que en cualquier otro lado, ¿por qué no? Además, llamó mi atención la contraportada que mencionaba al autor como alguien muy divertido de leer y pensé que valdría la pena reír un poco para variar.

Volviendo al tema de los sentimientos encontrados, los tengo porque la mitad del libro me encantó, pero también hubo gran parte del contenido que me aburrió.

En Aviones sobrevolando, el autor nos lleva a por un viaje a través de diversas ciudades del planeta por medio de crónicas de sus estadías en ellas. Como buena narración de vida, existen momentos alegres así como los hay tristes, monótonos, desesperados o soñados. Definitivamente, existe un gran componente de ficción y, sin embargo, nada se siente forzado o fantasioso. Canadá, España, México, Cuba, entre otros países, serán testigos de las andanzas de un joven escritor con sueños y aspiraciones que se irán moldeando con el pasar del tiempo, de los fracasos y de los desaciertos.

Ahora bien, cuando el autor se encuentra en Canadá, nos encontraremos con una narración muy similar al Club de la Pelea, donde las visitas a grupos de autoayuda y el consumo de drogas, nos harán imaginar muchas situaciones hilarantes y al mismo tiempo preocupantes. En España, nos atrapará el morbo de lo que pasa en una relación tormentosa y sexual entre el protagonista y una exnovia. Y hasta aquí, todo divertido. Mi problema es con otras etapas del libro donde hay demasiada reflexión y soliloquios cargados de términos psicológicos rimbombantes que vuelven demasiado tediosa la lectura.

Como lo dije, sentimientos encontrados. Al final, estoy seguro de que habrá quienes detesten lo que yo amé y viceversa. No es un libro que recomendaría de buenas a primeras y no por eso es malo, pero definitivamente no es para quien busque literatura ligera o relajante. Vale la pena su lectura, claro; es de lo mejor que he leído en Anagrama, para nada; aprendes a disfrutarlo conforme dan vueltas las páginas, por supuesto. Adquiérase bajo el mismo riesgo que se tiene al jugar un volado.

Been there, read that (CCXVI)

El Salvaje

Aut. Guillermo Arriaga

Hacía tiempo que tenía ganas de leer un buen tabique, un librote de esos que pesan y con los que, bien utilizados como arma, puedes noquear a alguien estrellándoselos en la cabezota. No, en serio, un libro gordo o una revista enrollada pueden ser excelentes armas de defensa personal (y aclaro, sólo defensa). En fin, recuerdo haber entrado como en tantas otras ocasiones a la librería preferida y haberme dirigido a la sección de novedades donde se encontraba El Salvaje y que éste ostentaba un pequeña calcomanía, «Premio Mazatlán de Literatura 2017». La verdad es que, en la mayoría de casos, una mención como la que hacía la calcomanía, me basta para adquirir un libro, rara vez un jurado se equivoca al evaluar un buen libro aunque, como en todo, a veces aparecen excepciones.

Curioso es que, dentro de mi infinita ignorancia, me estaba llevando el libro de un escritor al que conocía muy bien sin saberlo. Fue hasta el año que recién terminó, 2020, que en la celebración del 20 aniversario de una de mis películas favoritas de toda la vida, Amores Perros, reconocí a Guillermo Arriaga como el escritor de la historia junto a las de Babel y 21 Gramos. Fue cuando decidí que ese libro que compré y del cuál me desentendí, sería el siguiente en la fila de mis lecturas habituales.

Debo reconocerlo, llevaba apenas 60 de las 700 páginas de la historia y comencé a sentir flojera de su lectura, pospuse su continuidad por casi 4 meses y me interesé por obras más cortas; sin embargo, una vez instalado en el hogar paterno para las vacaciones decembrinas, decidí ya no darle cuartel. Cerré y comencé año con una lectura concienzuda que me atrapó una vez que pude dilucidar el centro de la narración: fanatismo, asesinato, venganza y redención.

Por supuesto que reconocí la narrativa del guionista de Amores Perros: historias que se enlazan y que se narran por separado, cambios entre las narrativas cuando más concentrado estás con el avance de alguna de ellas. La historia principal es la de Juan Guillermo, alias el «Cinco», que a sus 17 años se ha visto acosado por la presencia de la muerte con un hermano asesinado, una abuela fallecida, unos padres que se han suicidado. Su historia se divide en una narración en dos momentos: el primero, el de su historia temprana y sus primeros acercamientos sexuales en una escuela de paga que con grandes sacrificios de los padres apenas y se puede pagar, hasta el momento del asesinato de su hermano; el segundo, el del momento actual en el que deambula por una casa vacía atormentado por las muertes que se han suscitado una tras otra a partir de la su hermano, la búsqueda de venganza contra un grupo de «buenos muchachos» fanáticos de dios que se encargaron de integrarlo en sus filas con el objeto final de tenderle una trampa a su hermano para poder asesinarlo.

La historia secundaria, en un principio, es la Amaruq, un indígena canadiense que busca cazar a un gran lobo, Nujuaqtutuq, «el salvaje». Y digo que en un principio porque a las tres cuartas partes del libro, nos daremos cuenta de que el verdadero protagonista de esta historia secundaria es el lobo y todo lo que sufre para llegar a un destino final donde será el padre de otro lobo que terminará siendo la mascota de los vecinos de Juan Guillermo. Ahí la sútil unión de las dos (tres) historias.

Si bien al inicio la historia es un poco floja, una vez que el trío de de narraciones se van acercando a un punto común, es imposible no clavarse. Cada que te acercas a lo que ya deseas saber, el autor decide retornar a alguna de las otras historias mientras alterna páginas con poesía, historias y datos curiosos que enriquecen a la línea principal. Como una buena serie televisiva, los cliffhangers son constantes y provocan el deseo de llegar pronto a la continuación de la historia para satisfacer la curiosidad y el deseo de saber qué pasa a continuación.

Sí, es pesado leer una historia de 700 páginas, pero llega ese punto en el que es difícil no dejarla ir. Es fácil imaginar los lugares y los personajes como parte de un universo cinematográfico que sólo el compañero del autor, Iñárritu, podría filmar. Se nota esa relación. No lo recomiendo para un lector casual, pero un lector casual que disfrute mucho de las películas en las que Arriga ha sido copartícipe, sin duda podría clavarse. Gran novela con fuertes mensajes.

Been there, read that (CXCV)

Carta breve para un largo adiós

Aut. Peter Handke

9788491046363-carta-breve-para-un-largo-adiosNo siempre tengo buena intuición con los libros, este fue el caso. No recuerdo cuándo, tendrá medio año si acaso, pero escuché el título de este libro, leí una reseña y me pasó lo que en ocasiones pasa con las portadas bonitas: me enamoré sin conocer realmente de qué iba el contenido. Pasó algo de tiempo antes de cruzarme con este libro e intenté un primer acercamiento al autor a través de La tarde de un escritor; acercamiento que resultó negativo pues me topé con una obra que no disfrute en absoluto y cuyo único placer fue terminarla para seguir adelante con otras lecturas.

Ahora bien, no es que no hay disfrutado la lectura de esta segunda obra de Peter Handke, simplemente no he logrado una conexión con el escritor. Las descripciones son perfectas, las reflexiones lo son más y, sin embargo, no encuentro ese chispazo que me hace desear otra y otra página más antes de continuar con cualesquiera que sean mis actividades pendientes del día.

Lo sé, él es un premio Nobel de literatura y yo soy un simple lector, pero vamos, de eso se tratan las reseñas (o mis intentos de reseñas, más bien). La breve carta y el largo adiós, capítulos de los que se compone la obra, nos ponen en los zapatos del protagonista británico y sus vivencias en Estados Unidos tras una ruptura con Judith, mujer que ahora desea asesinarlo. Lo que no queda claro es si el narrador es quien la busca incansablemente o si se encuentra huyendo del destino que ella representa. Anocheciendo en una ciudad y amaneciendo en otra, telefoneando a los hoteles en donde ella antes se ha hospedado y recibiendo amenazas de muerte a través de telegramas, el protagonista establece una dinámica descriptiva de los lugares que visita, las personas que observa y las reflexiones a las que llega. Encuentro tediosa tanta descripción.

No todo me provocó rechazo o prisa; sin duda, la reflexión que nuestro narrador hace con respecto a su ruptura es bellísima, muchos nos sentiremos identificados con esta parte de la historia. De igual manera, mis favoritas fueron las últimas páginas, cuando el reencuentro entre la víctima y su victimaria es inevitable y el desenlace se aproxima.

Carta breve es un libro que no recomendaría en general, siento que es algo que le platicaría a personas muy específicas que, pensándolo muy bien, ni siquiera sé cómo describirlas. En fin, esta fue mi segunda oportunidad con Handke y a partir de este momento, le digo adiós.

Been there, read that (CLXXXVIII)

La tarde de un escritor

Aut. Peter Handke

EAL89742Desde hace algunos meses, cuatro o cinco, leí una pequeña reseña de Carta breve para un largo adiós de Peter Handke, que recién había sido galardonado con el Nobel de literatura, y desee leerlo con demasiada urgencia. Como tengo tanto libro pendiente por leer, ya no voy y pido en línea cada libro que me interesa sino que, dándole su parte al destino, espero a encontrármelo en alguna visita incidental a cualquier librería. Precisamente, no me he topado en ninguna ocasión con Carta breve, pero sí con La tarde de un escritor que, aunque no sustituyó el deseo, sí logró mantener a raya mi obsesión con el otro título.

La verdad es que no disfrute mucho de esta ¿novela?, como su título lo dice, es la narración de la tarde de un escritor. Un día frío de invierno, el protagonista se levanta y decide deslizarse hacia las afueras de la ciudad a uno de sus lugares favoritos donde la soledad representa el insumo principal de su labor; una vez saciado el deseo de estar solo, decide pasearse por los distintos barrios de la ciudad, hasta pasar por el centro, donde teme y al mismo tiempo añora ser reconocido, para, finalmente, refugiarse en «la guarida» donde apreciará la distante compañía que borrachos y bohemios le hacen durante algún tiempo.

Al final, regresa a su casa, cabila un poco sobre lo que cada paso que dio durante el día significó para sí mismo y para su relación con el mundo; luego, procedió a dar por terminada esa larga introspección de 113 páginas.

No lo sé, no me convenció, no me enganchó, no encontré una enseñanza ni un mensaje que pudiese reproducir para un tercero. Pero, ¿quién soy yo para juzgar a un Nobel de literatura? Probablemente no lo entendí lo suficiente, pero quién sabe. Mi deseo de leer Carta breve es el mismo y mantiene la misma magnitud, espero encontrar algo diferente ahí o de plano Handke y yo no podremos reconciliarnos jamás.

«Julia»

30 septiembre 2019 Deja un comentario

A veces nos sucede que cuando el sentimiento pesa nos hacemos una historia en la mente, la repasamos, quitamos y ponemos palabras durante horas. […] Y,  a la hora de ver a la persona esperada y hacen ellos un comentario breve, todo nuestro discurso se va al traste. Una vuelta de tuerca. Entonces, salen las palabras que nunca ensayamos. No las cosas como queríamos, nos distanciamos. Algo cruje dentro, en silencio, se hace una grieta primera y por ahí se vierten las palabras que nadie planeó. Las dichas por nuestro otro yo.

—Dice mi mamá que guardemos nuestra distancia.

Sus ojos miran hacia arriba, las mandíbulas se intrincan y se marcan los músculos, los labios se aprietan, el zapato inquieto en pequeños golpes sobre las gradas donde estamos sentados.

—No te bastan dos años para demostrarte que sé comportarme, estamos en la escuela, pues qué me crees. Me conoces. […] Qué tengo que hacer para que confíen en mí, no podemos ni hablar así.

Yo quiero decirle tantas cosas, pasar la vida junto a él. Recargarme en su hombro, compartirle un fragmento del libro que estoy leyendo […] Y yo, Julia, siempre haciendo enojar a quien más quiero. […] Alguna cosa diría yo para tratar de suavizar las cosas; pero él sabía que esa era mi intención y eso lo molestaba aún más.

—Julia, lo que me preocupa es que lo dices como si estuvieras convencida de eso, no sólo por obedecer a tus papás. Sólo haces lo que ellos dicen. No puede ser así siempre. Son tus papás, son muy importantes, pero ya no eres una niña. Tienes tus propias ideas; tienes que tomar tus propias decisiones. Ellos te dan consejos generales. Tú eres la que estás aquí. Toma de ellos lo que aplique en el momento y ten tu propia postura de las cosas. Además, cuándo, dime cuándo he hecho algo para faltarte el respeto, por favor. No puede ser que en dos años no he podido ganarme tu confianza. Ya no sé qué tengo que hacer, de veras Julia… Sí me agüito, y mucho, porque yo hago todo lo que está de mi parte. Todo. Ya no se me ocurre qué más puedo hacer. Y no lo hago para reprochártelo, lo hago con gusto porque te quiero, pero tú no recibes el cariño, no recibes mis palabras, no recibes nada. Hay una barrera siempre contigo. No dices lo que piensas, me platicas todo menos de lo que tú sientes, de lo que tú piensas. Me interesa lo que dices, pero me interesas más tú. Yo quiero escuchar a la Julia que está ahí dentro, conocerla. […] Me interesas tú. Te quiero a ti.

[…]

Duele hacerle daño. Duele fastidiarle la vida. Duele no poder estar en paz ni él ni yo. […] Quiero tocar su mejilla, colocar mis dedos sobre su boca. Callarlo con un beso. Pero me quedo inmóvil. Las palabras se me amontonan debajo de la lengua. Abro la boca y no salen. Quisiera decir algo así como: «Te quiero más que a nadie, te amo, no me importan los demás. Me importas más tú que lo que digan mis papás. No fue esa mi intención, no quise lastimarte». Pero no me sale. Ni una palabra.

[…]

Quisiera decirle que años atrás hice una promesa que me ronda todos los días.., que me impide acercarme a él. […] No tenía yo más opción que la de construir una vida que no trajera dolor o preocupaciones a mis papás.

[…]

Se levanta de las gradas. Se va sin volver la vista.

 

– Gabriela Riveros en Destierros.

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Been there, read that (CLIII)

Campeón gabacho

Aut. Aura Xilonen

campeon-gabachoAunque no lo parezca, me perturba mucho no tener la posibilidad de mantener actualizado mi blog, es como un compromiso conmigo mismo que está siempre en mi mente y que nunca puedo cumplir porque o tengo demasiado qué hacer entre mis tres «trabajos» o cuando tengo tiempo lo ocupo para otras actividades prioritarias que no puedo realizar por la causa inmediata anterior. En fin, pasaré a platicar de uno de los últimos que leí antes de verme inmerso en temas de tesis y laborales, ya tiene más de dos meses desde que lo tuve en mis manos.

Sobre la obra de Aura Xilonen, que a propósito estudia su licenciatura en un edificio contiguo a otro en el que estudio el Doctorado, puedo decir que me dejó un sabor agridulce. Dulce porque la narrativa de la historia te permite imaginar toda una producción cinematógrafica alrededor de ésta, muy al estilo de la primera película de Rocky: un perdedor que obtiene oportunidades en los lugares más insospechados, enamorado de la chica que él cree inalcanzable mientras brinda esperanza a quienes más la necesitan. Es agria, porque a medida que te acercas al final de la historia, ésta se acelera y concluye con un estilo de «continuará» que deja todo a la imaginación y no brinda una conclusión que provoque satisfacción.

Después de tantos «camejanes» y «camaweyes», uno jamás sabrá si nuestro héroe se queda con la chica, si obtendrá una pelea por el título, si obtendrá los medios para ayudar a los niños de la casa hogar, en resumen, nada. Aunque es obvio que no todas las historias concluyen con un «felices para siempre», lo cierto es que se siente como algo trunco, más forzado que dejado así por elección de la escritora.

Tal vez ya no es el tipo de literatura que debería buscar. Los cierto es que la disfruté mucho, el manejo del lenguaje «de barrio» de la poblana es más que excelente y te sumerge de lleno en las tribulaciones del mojado que se gana la vida como ayudante en una librería. Vale la pena, sí, mucho, lo recomiendo, aunque con algunas reservas que incluso compartí con mi padre.

Una cerveza de nombre derrota

eusebio-ruvalcaba

[…]

8) Propongo una marca de cerveza: Derrota. Sin duda sería una cerveza de gran éxito. Apta para toda ocasión, los profesionales la consumirían a pasto. ¿Quién no sería sincero ordenando una Derrota, de preferencia a voz en cuello, que se escuche por todo lo largo y ancho del lugar: «Una Derrota para mí, por favor», o «Una Derrota para todos, ¿quiere?». Sería una cerveza ideal para consumir al momento de ver el fútbol, o, en fin, cualquier acontecimiento deportivo. También se podrían refrigerar unas cuantas para beber durante las elecciones, o cuando se espera que por fin la mujer haga acto de presencia. Una Derrota combinaría asimismo con todo: con tequila, con whisky, con vodka, y habría que ver la cara del bebedor. Conforme el trago fuera haciendo lo suyo, con más alegría y sinceridad exigiría su Derrota. «Yo bebo eso porque soy de a de veras», diría, ante el pasmo general.

9) También habría de existir la Hora de la Desdicha. Porque la Hora Feliz es menos que nada, un puente entre la mediocridad y la estulticia. Los briagos acuden felices a que les saturen de hielo un vaso, y que apenas les viertan unas cuantas gotas de ron con refresco a lo bestia. Y se sienten inmensamente complacidos.

– Eusebio Ruvalcaba

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Been there, read that (CXLVI)

Uno soñaba que era rey

Aut. Enrique Serna

phpThumb_generated_thumbnailCada vez me es más difícil mantener actualizado mi blog y, lo que es peor aún, mantener satisfecha mi hambre de buenas obras escritas. Pasé de un cómodo índice de lectura de libro por semana a una incómoda situación en la que leo un promedio de 120 páginas por semana sobre teoría de gobierno, metodología  de investigación, y democracia. No me quejo, leer no me deja de brindar una enorme satisfacción; sin embargo, los niveles de satisfacción no son los mismo cuando lo haces por deber y no por placer.

De entre todo, me doy mis tiempos. Así que debo ser más selectivo y me decido por aquellos temas que también aportan al entramado de mis estudios doctorales. Tal es el caso de Uno soñaba que era rey, una de las obras más reconocidas del buen Enrique Serna.

La novela es un retrato típico de la asociación político-cultural del Distrito Federal de la época de los 90’s: polaridad entre la alta sociedad y las colonias populares, contrastes entre lo que el discurso político del funcionario corrupto expresa y lo que realmente busca. Todo esto gira alrededor de una serie de personajes que calificaré como estereotipados a pesar de que las normas que los rodean no posean límites definidos.

El Tunas, es un muchacho que se la vive aspirando resistol 5000, su principal preocupación en la vida es que no le haya crecido aún el vello púbico que lo transportaría a la edad adulta. Se rodea de la Caguamita y demás muchachos vagos de la colonia, evita al hombre que corteja a su madre cuya existencia es amarga debido al abandono del padre hace muchos años. Tunas pronto se relacionará con el director de una estación de radio que busca adjudicarle un premio al heroísmo infantil a causa de la culpa que siente cuando su pequeño hijo, mientras jugaba «tiro al naco», asesina al desaparecido padre del protagonista en plena vía pública.

Ese es el retrato de una realidad priísta que dista mucho de haber desaparecido y que incluso el día de hoy se siente fresca. La narrativa de Serna es,como siempre, audaz y satírica, pero para nada pedante o capaz de provocar hastío. Aguda y consistente, que te impulsa siempre a desear saber cuál es el desenlace de una historia que parece no tener fin.