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Posts Tagged ‘Novela’

Been there, read that (CCCXXXI)

El siglo

Aut. Javier Marías

Javier Marías es un autor español muy laureado que falleció en septiembre de 2022, ya lo tenía en la mira (lectora) desde hace bastante tiempo, sobre todo después de leer algunos fragmentos aislados de cierto conflicto que tuvo con Anagrama, mi editorial favorita, y su representante, Jorge Herralde.

Básicamente, lo que pude dilucidar entre lo poquísimo que se menciona en Un día en la vida de un editor, es que hubo un conflicto de intereses entre la editorial y el autor debido a que la primera liquidaba ediciones no vendidas del escritor, cosa con la que éste no estuvo de acuerdo en lo más mínimo. Si se hace una búsqueda simple en internet acerca del asunto, se entenderá que Javier Marías se erigió como un personaje sumamente conflictivo en el mundo editorial, ya sea porque no aceptaba pagos que consideraba demasiado bajos para la calidad de su obra, ya sea porque no estaba de acuerdo con las adaptaciones que se pudieron hacer de sus textos y las demandas que hizo para ser eliminado de los créditos de tales películas.

Asumí entonces que al ser una personalidad sumamente compleja y conflictiva, su obra debía estar a la altura, pues quienes en el mundo editorial se colocaban del lado de Marías en el conflicto con Herralde pregonaban ‘el gran error de Anagrama’. Lamentablemente, si existe ese nivel de brillantez, no lo hallé en El siglo, y no es porque sea yo sumamente exigente o un crítico avezado, el mismo autor en el prólogo desdeña a este libro y se habla de éste no como lo peor de la obra del español pero definitivamente no como parte de lo más resaltable en su haber.

En esta novela, nos adentramos en la vida de Casaldáliga, un personaje cuyo destino parece estar marcado por la casualidad y las decisiones ajenas. Marías no sigue una línea cronológica estricta, sino que nos sumerge en la esencia del protagonista desde su infancia, donde recibe un consejo clave de su padre: forjar un destino único e irrepetible. Sin embargo, tras descubrir las verdades ocultas sobre su familia, Casaldáliga se ve atrapado en una serie de eventos que lo llevan a un matrimonio impuesto y un exilio durante la guerra, sin encontrar el destino que buscaba.

La novela plantea preguntas sobre la elección, el azar y la verdadera imagen de Casaldáliga, todo ello enmarcado en un lenguaje puro y un ritmo pausado que refleja la esencia del siglo en que vive el protagonista. Además, la música que atraviesa la historia subraya momentos cruciales en la vida del personaje, añadiendo capas de significado a esta profunda exploración de temas como la muerte, la guerra, el amor y la traición, todo ello unificado por la figura central de Casaldáliga.

Primero revolucionario y luego soplón del gobierno, la historia de Casaldáliga no se narra de forma lineal: los capítulos impares se narran en primera persona mientras que los pares en tercera. Hay temas de aristocracia, la presencia de un personaje que se revela como punto de inflexión entre los eventos que llevan al protagonista a exiliarse al lado de una esposa que, se suponía, debió morir prontamente tras la boda.

El siglo es una novela compleja, por supuesto que no cualquiera escribiría algo así. Siendo honesto, no disfruté mucho de la lectura pero comprendí la pluma del autor. A diferencia de lo que me pasó con, por ejemplo, Peter Handke, al que no me quedaron ganas de volver a leer, realmente tengo deseos de buscar alguna de las obras de Javier que estén consideradas como sus mejores. El siglo no es una lectura que le recomendaría a cualquier persona, la verdad es que sólo quien esté interesado en los nombres que surgen en el desarrollo editorial español podrá disfrutar de un texto como este.

Been there, read that (CCCXXIX)

La edad de hierro

Aut. J. M. Coetzee

Justo antes de escribir esta entrada, me puse a revisar cuándo fue la última vez que hablé de John Maxwell Coetzee en el blog y fue hace más de 10 años, en octubre de 2013, cuando escribí sobre el que desde ese momento y hasta el día de hoy se estableció como uno de los libros que más han marcado mi vida, Desgracia. Curiosamente, no busqué más del autor a pesar del impacto que tuvo en mí ese libro en aquel tiempo; encontré La edad de hierro en un botadero en una feria del libro hace más de tres años y ahí permaneció hasta finales del año pasado en que lo elegí de entre los títulos pendientes en mi librero.

Bastaron un par de párrafos para volverme a topar con los sentimientos que evoca la escritura del autor sudafricano: melancolía, abandono, distanciamiento, desgracia; y encontrarme con esos mismos lugares comunes: el conflicto de permanecer en la inacción o enfrentar las consecuencias de tomar partido, el contemplar la tragedia y ser indiferente a ella o buscar la forma de soslayarla; dejarse vencer debido al hastío que provocan los desaires constantes o intentar una última vez.

Estos contrastes estarán representados por dos personajes alrededor de los que gira la historia: la señora Curren, la protagonista, a cuya carta de larga reflexión y despedida hacia su hija pertenecen las páginas de la novela; y Vercueil, un vagabundo que la mujer descubre una noche durmiendo en el portal de su casa, que se hace acompañar de un collie sin nombre.

A la señora Curren se le ha diagnosticado un cáncer mortal sin posibilidad de operación y es por esto que escribe estas hojas para su hija que se encuentra en Norteamérica teniendo una vida realizada con un esposo y dos hijos. Mientras la mujer se encuentra en esta etapa de aceptación de un desenlace ineludible, Sudáfrica se encuentra en el peor punto del Apartheid y ella observa todo lo que de esto se desprende. Violencia y segregación, el punto más bajo de toda humanidad que se ve representado por la actitud de los niños que crecen rodeados de tanto desprecio: el hijo de la mujer que le ayuda en la casa junto con un amigo suyo, que golpean sin piedad y sin el más mínimo destello de compasión al vagabundo.

Después, está la necesidad de Curren de inmiscuirse en búsquedas absurdas para una mujer debilitada por su enfermedad en zonas de conflicto donde no es poco común ver a personas quemadas vivas, retenes militares y asesinatos que quedan impunes entre el alboroto de quienes huyen de sus perseguidores.

Vercueil se establece como un interlocutor reacio a los intentos de comunicación por parte de la mujer que lo percibe como una especie de ángel guardián que la vida le ha enviado en su etapa final de vida. Prefiere retirarse unos días antes que bañarse. Sin embargo, cuando Curren más lo necesita, él se haya en el lugar y momento perfectos para ayudarle a subir la escalera y recostarse en la cama para aguantar los efectos secundarios de su medicación.

La edad de hierro es una novela que se lee rápidamente y que a pesar de eso, se encuentra cargada de un duro análisis de una sociedad sudafricana que se debate entre polos opuestos de humanidad y desasosiego. La pluma del autor es certera y profundiza en los sentimientos a los que nos enfrentamos en épocas donde buscamos un poco de luz que nos caliente en un paisaje gris y árido. Prometo no esperar tanto antes de leer otro libro más de John Maxwell C.

Been there, read that (CCCXXVIII)

Nuestra parte de noche

Aut. Mariana Enríquez

Qué puedo decir que no se haya dicho ya sobre la obra de Mariana Enríquez y, principalmente, sobre la que hasta el momento es considerada su mejor historia, Nuestra parte de noche, ganadora del Premio Herralde 2019, un premio que les puedo asegurar garantiza una altísima calidad. Puedo decir que intenté leerla en el mismo año de su premiación y que no me enganchó, no pasé de la página 50, pero que después de madurarla un poco en el librero y leer Bajar es lo peor, entonces le encontré un verdadero gusto cuatro años después.

En un primer momento, dilucidé la historia de Juan y Gaspar, padre e hijo, que se encontraban huyendo de algún modo, que en los cuartos de auto hoteles el niño tenía encuentros con personajes que, al parecer, no cualquier ser humano podía ver, que el padre enseñaba al hijo cómo tratar con esos seres que miraban sin tener ojos. Se intuía que el lugar al que se dirigían les proveería de algún tipo de protección contra un cierto grupo de personas que no los dejarían ir tan fácilmente pues necesitaban de ellos.

Años después entendí, que Juan buscaba proteger a Gaspar de La Orden, un grupo de personas muy poderosas para las que Juan funcionaba como médium; es decir, Juan les daba acceso a La Obscuridad, un ente que destrozaba los cuerpos para luego alimentarse de quienes lo invocaban pero que, tras haberse saciado, otorgaba dones entre los que se buscaba el de la inmortalidad. Juan, de un físico imponente pero de una debilidad latente acentuada por una enfermedad cardiaca congénita, busca desesperadamente la forma de ocultar que su hijo ha heredado sus dones para evitar que La Orden lo utilice como la han utilizado a él.

La historia se divide en 6 momentos temporales que se mueven entre pasado, presente y futuro. Un pasado en el que se visualiza a la madre de Gaspar, posible heredera del liderazgo de La Orden, y su primer contacto con Juan, su enamoramiento y la concepción de un hijo por parte de ambos. Un presente desesperado de huida y luego de locura por parte del padre que para proteger a Gaspar realizará acciones sumamente cuestionables y que no entenderemos en un principio, pero que condenaremos de forma tajante. Un futuro en el que Gaspar entra en conflicto entre el amor hacia Juan y el desprecio que tiene hacia el trato que recibe por parte de él, toda vez que el padre va perdiendo la cordura. Y entre estos tres tiempos, interludios periodísticos en los que se narra el horror de una dictadura cernida sobre la Argentina de aquellos tiempos.

Terror folclórico, cargado de referencias a eventos que realmente ocurrieron, a espantajos que surgen del imaginario popular de aquella región latinoamericana, a historias comunes de la población: desapariciones de niños que se atribuyen al régimen opresor que realmente fueron ocasionadas por entes que no pertenecen a este plano existencial o, de forma inversa, atribuidas a lo desconocido para evitar la confrontación con el poder militar. Agreguémosle una interconexión con historias previamente narradas por la autora en otros de sus libros, generando así un universo narrativo que, esperemos, siga creciendo con obras posteriores.

Nuestra parte de noche es literatura de calidad, sumamente recomendable y que genuinamente puede ponerte los pelos de punta. Entiendo que no necesariamente es garantía para todo el que se acerque a la novela, por momentos puede ser pesada, pero una vez que se rebasa esta frontera, tienes una narración que te atrapa y que no te deja descansar hasta de deshilvanas los misterios y las motivaciones de varios de los personajes. Lectura obligada, por supuesto.

Been there, read that (CCCXXVII)

El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde

Aut. Robert Louis Stevenson

Corríjanme si me equivoco en la siguiente aseveración: creo que, si hacemos un poco de memoria, todos vimos un capítulo de las aventuras de Silvestre y Piolín en el que el pequeño canario bebe, ya no sé si por error o a propósito, la fórmula contenida en un matraz que un científico deja descuidado en su departamento; al ingerir el contenido, Piolín se transforma en un monstruo que rebasa por mucho el tamaño del felino que trata de comérselo y la persecución se voltea siendo Silvestre el que es aterrorizado por esta versión monstruosa del pajarillo.

Así, el estereotipo del científico menudo que se transforma en un ser monstruoso y poderoso a través de una fórmula, se estableció gracias a una obra considerada más que clásica: el extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde. Lo hemos visto en caricaturas, lo hemos visto en comedias, lo hemos visto en películas, y, de alguna manera, creemos conocer una historia a través de sus múltiples referencias que encontramos en la cultura popular; sin embargo, no todo es como lo pintan las interpretaciones de dibujantes, guionistas o directores.

Lo anterior, lo digo porque a pesar de esa idea que se ha generado en torno a la obra, ésta no es del todo correcta: la novela se narra desde los ojos de un abogado que atestigua los eventos a través de los cuáles se descubre un misterio en el que está relacionado un prominente miembro de la sociedad, el Dr. Henry Jekyll, una serie de eventos violentos, cambios en documentos legales del doctor y la aparición de un extraño personaje que, al parecer, se alberga en la misma casa del galeno.

Ahora bien, aquí la diferencia fundamental con respecto del imaginario popular: el Sr. Hyde no es en sí un monstruo de constitución física impactante; por el contrario, es un ser con una corpulencia menor a la del científico, es bajito y la ropa de su otra personalidad le queda sumamente holgada, no es el monstruo de aspecto imponente que se visualiza en películas como la de Van Helsing. A pesar de todo, no deja de ser aterrador pues está representado como toda la ira, violencia y odio que la parte «buena» ha contenido durante toda su vida ante las normas correctas de la sociedad. En palabras del narrador, tiene una mirada que provoca un temor en lo más profundo del alma, con unos ojos carentes de bondad.

De esta manera, la ausencia del monstruo gigante no hace más que incrementar lo interesante de la historia de la que, a pesar de conocerse parte de su desarrollo de antemano, no podremos despegarnos tratando de comprender la secuencia de actos que provocan la aparición de una personalidad y la desaparición de la otra. ¿Cómo es posible que cualquier ser humano no pudiera abstenerse de sacar lo peor de sí a partir de una fórmula desarrollada con otros fines?

Las obras de Robert Louis Stevenson se han asentado como clásicos fundamentales, han provisto de un sinfín de referencias, sobre todo en los programas televisivos de los 90, y todo esto no ha sido de a gratis. Son historias fundamentales para el desarrollo literario de todo ser humano con grandes lecciones morales y mensajes correctos. Lo más interesante es darse cuenta de qué tanto de la idea que se tiene de la obra es correcta y que, aunque pensemos que tenemos bien clara la trama, al final todo libro tiene un poco más que ofrecer.

Been there, read that (CCCXVI)

Bajar es lo peor

Aut. Mariana Enríquez

Tengo un crush intelectual gigantesco con Mariana Enríquez. La conocí a través de Las cosas que perdimos en el fuego, uno de los libros electrónicos que Anagrama liberó de forma gratuita durante la pandemia. Poco antes, tuve la oportunidad de comenzar la lectura del libro que la colocó como uno de los grandes exponentes del terror latinoamericano, Nuestra parte de noche, pero en ese momento no me hallé. Sin embargo, no olvidé las sensaciones que me provocó con sus cuentos y me mantuve pendiente de sus publicaciones hasta que me topé con su primera novela, Bajar es lo peor.

Publicada en 1995 (yo sólo tenía 9 años de edad, caray) y escrita durante la adolescencia de la autora, Bajar es lo peor es una novela gótica ubicada en el Buenos Aires noventero. A pesar de ser una reedición, no hay diferencia entre el original y esta versión del 2022 pues, como lo advierte la escritora en el prólogo, decidió no releer su obra y por consiguiente no hacerle ninguna modificación. Decisión por demás acertada para mantener la esencia original y establecer el puente entre la autora novata en ciernes y la consolidada casi 30 años después.

La trama se centra en dos personajes: Facundo, un muchacho hermoso, de belleza luciferina, que se prostituye y que a más de uno vuelve loco de amor; Narval, otro muchacho, enamorado de Facundo, que vive en la miseria y entorpecido por el consumo de drogas que le permiten escapar del acecho constante de espíritus que buscan arrastrarlo con ellos. La verdad es que nunca entendemos si realmente son espíritus, o si son alucinaciones, demonios o cenobitas como los de Clive Barker.

Así, tenemos esta relación homoerótica en un paisaje de vacío emocional y consumo de drogas entre un joven que se mantiene aislado en un egoísmo y egocentrismo provocado por el deseo que provoca en otros, y otro que se mantiene en un estado de persecución por parte de «ella» y el-Hombre-con-huecos-en-vez-de-ojos. Existe un tercer personaje, Carolina, que en la síntesis se establece a la par de Narval y Facundo, pero lo cierto es que su participación se queda varada en la nada de la narración.

Bajar es lo peor, es una novela en la que se nota la letra adolescente de la autora y algunos temas un poco flojos pero, vaya, considero que eso hace atractiva a la novela, la incipiente presencia del estrés y el nervio que genera a través de las situaciones y el lento andar autodestructivo de cada personaje rumbo a una conclusión que desde muy temprano podemos intuir y que, aunque no es sorprendente, no deja de brindar una conclusión estruendosa.

Creo que esta novela, aún siendo la primera, debe leerse de manera posterior. Me es difícil explicarlo puesto que no es porque te puedas dar una idea errónea de la obra de Mariana, sino porque conviene llegar con la idea preestablecida de ella y entonces encontrar los guiños al trabajo futuro; de esta manera, la experiencia se vuelve mucho más enriquecedora con su lectura. Pero bueno, no importa, leerla antes o después es irrelevante mientras se haga.

Been there, read that (CCCXV)

Otra vuelta de tuerca

Aut. Henry James

Cada año se anuncia una película como «la más aterradora de los últimos tiempos», asisto a verla en el cine o preparo el ambiente casero para recibirla a través de streaming, y nada, sustos baratos, historias irrelevantes, personajes inverosímiles. Si bien, de niño fui aterrado por Chucky y Freddy, el día de hoy, doy miles de oportunidades para sentir miedo y terminan desperdiciadas. Afortunadamente existen los libros y en las páginas de autores como Mariana Enríquez, he encontrado el sosiego que mi necesidad de temor ha requerido y no ha encontrado en los productos audiovisuales.

Desde hace tiempo que traigo en la mira un libro, Lo que Maisie sabía, de un escritor bien conocido por los amantes del género, Henry James. Sin embargo, antes de meterme a esa aventura, decidí que lo mejor era probar un poco de las letras del autor abordando su libro más emblemático: Otra vuelta de tuerca.

La historia, situada a mediados del siglo XIX, sigue a una joven institutriz que es contratada para cuidar a dos niños, Flora y Miles, en una mansión rural llamada Bly. A medida que la narrativa avanza, la institutriz comienza a experimentar fenómenos sobrenaturales y a sospechar que los niños están siendo influenciados por los espíritus de antiguos sirvientes fallecidos, Miss Jessel y Peter Quint.

La trama se desarrolla en un ambiente opresivo y misterioso, donde la atmósfera de tensión y paranoia se va intensificando gradualmente. James utiliza el estilo narrativo de «historia dentro de otra historia», de momento, la narración se detiene y nos damos cuenta de que estábamos siendo testigos de un sueño o una alucinación desde hace varios párrafos, lo que crea una sensación de desconcierto y suspenso, haciendo que nos cuestionemos constantemente la realidad de los eventos que se relatan.

El título «Otra vuelta de tuerca» hace referencia a la idea de aumentar la tensión o el misterio en una situación ya complicada o peligrosa; aunque ya estemos sumamente presionados, ¿por qué no?, démosle otro giro para que se apriete más.

Lo más atractivo de esta lectura, es la ambigüedad con la que está escrita, hay poca certidumbre. En más de una ocasión nos detendremos para preguntarnos si lo que estamos leyendo es realmente una historia con fantasmas o si simplemente estamos atestiguando la narración que hace una persona con una psique dañada que está inventando las situaciones descritas.

Pienso que este es un clásico que se ha ganado esta connotación a pulso, la incertidumbre que provoca es genuina y tiene momentos sumamente estresantes. En lo personal, hay un momento de la narración que se centra en un pequeño lago y lo que se vislumbra del otro lado, la evocación que me provocó fue realmente tétrica, pero hay que aclararlo, todos respondemos de manera diferenciada a distintos estímulos. Si hay algo que podría no parecerle a muchos es un final que no considero abierto pero sí muy centrado en la interpretación del lector. Una joya del terror gótico.

Been there, read that (CCCXII)

La conjura de los necios

Aut. John Kennedy Toole

El caso de John Kennedy Toole es muy triste, en los sesenta escribió una novela que consideró lo suficientemente buena para ser publicada, tocó muchas puertas y todas le fueron cerradas. Que era una novela sin tema, fue el principal argumento para no validarla por parte de las editoriales. Desconozco si ese haya sido el motivo principal, pero en 1969, el escritor se suicidó. A pesar de todo, su madre insistió en la búsqueda de alguien que le diera la oportunidad a la novela de su hijo, hasta que otro escritor, Walker Percy, la leyó y creyó en la genialidad de la misma. En 1980, La conjura de los necios fue publicada y, un año después, se hizo acreedora a un Premio Pulitzer de Ficción que se entregó de forma póstuma al escritor. Hoy, es parte importante de la cultura pop de Estados Unidos.

Y es que, para ser honestos, la novela es sumamente divertida, tiene un montón de situaciones chuscas y ridículas que de verdad te ponen a reír. El protagonista, Ignatius J. Reilly, es un hombre de 30 años, un nini primordial, con un grave nivel de obesidad que viste camisa amarilla y una gorra verde de cazador. Es un hombre que tiene un serio complejo de superioridad intelectual que le provoca despreciar a todo ser humano que se le atraviesa. No tiene filtros a la hora de despotricar en contra de todos los necios que se confabulan en su contra; es esto lo que da origen a distintos hilos argumentales que aparentemente se desarrollan de manera aislada hasta converger en un desenlace por demás interesante e inaudito.

Tengo a un conocido que es la viva imagen de la actitud de este hombre que, cuando se mira en una situación comprometida, tiene (o recurre a) fallos en la válvula pilórica, lo que le provoca gran malestar y estrés. La vida de Ignatius se decanta entre escribir libros que el mundo necesita (o eso cree él) y cartas de repudio a su ex novia que no descansa en su intento de salvar a Ignatius de la vida que lleva, y buscar un trabajo con el cuál poner su parte de los gastos de la casa que comparte con su madre. Dicho sea de paso, la señora tiene un problema bastante fuertecito de alcoholismo.

Es evidente que la decisión de buscar empleo no ha sido iniciativa del protagonista, sino de la intervención de Mancuso, un policía caído en desgracia por causa de nuestro «muchacho», que entabla una amistad con la mamá de Ignatius. Así es como se van estableciendo las relaciones aparentemente aisladas de variopintos personajes en locaciones igualmente pintorezcas: el bar que contrata a un afroamericano al que han obligado a tener un empleo formal, una fábrica de pantalones al borde la quiebra, una empresa de carritos de hotdogs cuyos vendedores se comen la mercancía.

La prosa de Toole es ágil y llena de humor, con diálogos ingeniosos y situaciones absurdas que mantienen al lector entretenido y riendo a carcajadas. A través de la voz única de Ignatius, el autor ofrece una crítica satírica de la sociedad estadounidense de la época, abordando temas como la hipocresía, la burocracia, el conformismo y la alienación.

En resumen, «La conjura de los necios» es una novela hilarante y perspicaz que combina el humor inteligente con una mirada crítica a la sociedad contemporánea. Es una lectura obligada para aquellos que disfrutan de la comedia satírica y los personajes excéntricos que desafían las convenciones sociales.

Been there, read that (CCCVIII)

El libro de la risa y el olvido

Aut. Milan Kundera

Existen autores cuyas obras son difíciles, casi imposibles, de reseñar y luego está Milan Kundera. Para empezar, hablamos de uno de los mejores narradores del siglo XX; después, estamos ante una obra que se erige como su cuarta novela, escrita en 1979 y publicada en 1981. Es debido a su publicación que al autor le es retirada la ciudadanía checoslovaca, aunque un par de años más tarde obtenga la francesa. Y es que desde 1968 sus obras habían sido prohibidas en su país debido a la crítica constante del régimen comunista (con todo y que se afilió al partido en 1950, para después ser expulsado).

Así que, como es de esperarse, la obra tiene una fuerte carga anticomunista pues ya desde el inicio de la misma se habla de la forma en que los regímenes son capaces de eliminar partes de la historia que no les convienen o que les resultan incómodas. Tal es el caso con el que se abre el primer capítulo, la fotografía de Klement Gottwald, de febrero de 1948, de la que se borró a Vladimir Clementis luego de que éste fuese juzgado como traidor a la causa cuatro años después.

Es este el punto de partida de cómo nos enfrentamos al pasado, borrando la historia, forzándola, añorándola o desestimándola. El libro se conforma por siete capítulos en los que diversos personajes adquieren una actitud distinta con respecto a los recuerdos y, al mismo tiempo, se oponen al régimen comunista de distinto modo. Aunque inicialmente pareciera que no existe la relación entre los relatos, el lector avezado encontrará algo más que lugares comunes y nombres que se repiten como el de Tamina.

Mientras que Tamina (que resulta ser la voz del propio autor) busca de manera desesperada recuperar sus diarios que dejó en casa de su suegra antes de huir de Checoslovaquia como forma de recuperar a su fallecido esposo, Mirek desea destruir sus cartas privadas para borrar la historia que tuvo al lado de Zdena, la activista. Sexualidad, hostigamiento y exilio son los lugares comunes en cada una de las historias.

Leí el libro de la risa y el olvido en julio del año pasado porque precisamente el día 11 de ese mes, el autor falleció a los 94 años de edad. Era imposible no hacerlo. Hoy, mientras escribo estas líneas, estoy a punto de terminar La bailarina de Auschwitz, la historia de una sobreviviente que aún después de sobrevivir al campo de concentración nazi, tuvo que huir de su propio país acosada por el régimen comunista que llegó a detener arbitrariamente a su esposo. Estos paralelismos enriquecen la lectura y te hacen comprender las motivaciones de los autores al hacer sátira y crítica de los tiempos que les rodean.

No me queda más que decir que la obra de Kundera es de esas indispensables para cualquier lector que se precie de serlo y que, con todo, se puede incluso leer de manera relajada dejando que las letras te guíen a donde tengas que ser llevado.

Been there, read that (CCCV)

Descubrí que estaba muerto

Aut. J. P. Cuenca

Me encuentro indeciso sobre el libro del que vengo a escribir el día de hoy. No estoy seguro si lo disfruté, si me provocó un cierto nivel de estrés relacionado con la desesperación que el protagonista me hizo sentir con su actitud, si estoy de acuerdo con las premisas de lo que ahora se denomina gentrificación, si la línea difuminada entre realidad y ficción me confundió de más, si las angustias que provoca son genuinas en países latinoamericanos, no, no estoy seguro de si es alguna de estas opiniones, si no es ninguna de ellas o si son todas a la vez.

Vamos por partes, la historia, verídica o ficticia, comienza así. Un día como cualquier otro, el protagonista, que también es el autor, por un motivo nimio se tiene que presentar en lo que sería el ministerio público u oficinas de la policía. Ahí se entera que, de acuerdo a los registros del lugar, él ha fallecido hace aproximadamente tres años; sí, hay un acta de defunción en la que su nombre y datos personales coinciden totalmente en un fecha en las que él se encontraba fuera del país presentando parte de su obra literaria.

En este punto, te das cuenta de que esta premisa promete mucho para el desarrollo de la novela. Si eres latino, no te sorprenderá el hecho de que a los policías no les provoca mucha ilusión el investigar cómo es que un hombre fue declarado muerto de forma oficial y ahora se encuentra frente a ellos pidiendo una aclaración. Le aplican el «nosotros lo llamamos» para posteriormente mandarlo a su casa. Por supuesto que el escritor no se queda quieto y, tras difundir la noticia en una fiesta llena de snobs y figuras políticas corrientes buscando disfrazar su estrato social bajo una máscara cultosa, decide contratar a un investigador que le ayude a esclarecer quién es el hombre que tomó su identidad y porqué.

Como es de esperarse en el contexto político y cultural de un país como Brasil (nos encontramos en Río de Janeiro previo a los juegos olímpicos), pronto el autor recibirá amenazas por parte de fuentes desconocidas que le piden «no menearle» más al asunto. Incluso el mismo investigador le advierte de la participación de fuerzas poderosas de muy arriba.

El tema de la confusión está en que, en cierto momento, el protagonista tiene algo así como un corto circuito emocional que lo orilla a sacar los ahorros de toda su vida para irse a recluir a un edificio de renta de departamentos lujosos que nadie ocupa (o que nadie tiene dinero para poder ocupar). Ahí, el hombre decide olvidarse de todas sus responsabilidades y vive de un modo deprimente sólo alimentándose y emborrachándose, ignorando a su esposa, amistades y autoridades que le buscan; haciendo, al mismo tiempo, una reflexión y crítica de todo lo malo que se cierne sobre una ciudad que busca ocultar o disfrazar la decadencia para complacer a los turistas que la abarrotarán en los cercanos juegos olímpicos.

Convertir a la ciudad en una ciudad de turistas, expulsar al pueblo llano para embellecer y vender al mejor postor extranjero. Que no se note la pobreza, que se vea el progreso. Dentro de todo, este malabar entre imaginar en qué va a terminar esta historia y asentir a las críticas desarrolladas, provoca una arritmia en la lectura que, en lo personal, no disfruté. Se me hacía muy difícil retomar la lectura cada que sostenía el libro.

Si bien la obra trae varios premios a su espalda y el autor es reconocido como uno de los más sobresalientes en su país natal, no me terminé de convencer de su planteamiento. Pensé que me había topado con una novela negra de genial premisa, pero a la mitad de la historia ya no sabía que esperar e imaginaba un final abierto y abstracto que no resolvió dudas y que no terminó de aclarar en dónde está la división entre lo real y lo novelado. No es para nada un mal libro, pero difícilmente lo recomendaría por lo pesado que se torna en su etapa final.

Been there, read that (CCCI)

El Tercer Reich

Aut. Roberto Bolaño

Si bien no he leído las obras más emblemáticas de Roberto Bolaño, me dejé atrapar hace algún tiempo por La literatura nazi en América; confieso que la perspectiva de una bibliografía ficticia de extrema derecha me provocaba una inmensa curiosidad, de modo que un título como El Tercer Reich, se antojaba como una continuación o una obra establecida en ese mismo universo (de hecho, sí lo está). Contrario al libro anteriormente aludido, en esta ocasión, tendremos una novela narrada en forma de diario personal del protagonista, Udo Berger. Adoro los libros escritos de esta forma pues hacen su lectura sumamente dinámica y satisfacen, al mismo tiempo, mi compulsión de saber en qué momento del tiempo estoy en cada página y cuántas horas han pasado entre un evento y otro.

Udo realiza unas vacaciones en Cataluña junto a su novia, Ingeborg. El lugar que han elegido es un hotel que antaño vio a Udo y a su familia vacacionar en múltiples ocasiones. La dueña y administradora del hotel es Frau Else, una mujer que cuida a su marido recluido por una enfermedad terminal en una habitación que se mantiene siempre en la penumbra, acaso es él quien mueve los hilos ocultos de la trama. De sobra está decir que existe una fuerte tensión sexual entre Berger y Else. El protagonista es el campeón nacional alemán de El Tercer Reich, lo que le da una cierta condición de celebridad, o lo es al menos en el mundo de estos juegos de tablero de estrategia que emulan la Segunda Guerra Mundial con todas sus disposiciones de unidades militares alrededor del mundo. Precisamente, es la intención del narrador escribir un artículo sobre el juego mientras disfruta de su descanso.

Todo transcurre en la total monotonía hasta la aparición de un conjunto de personajes que darán un vuelco a la psique del narrador. En primer lugar, una joven pareja de alemanes, Charly y Hanna, que no se despegarán de Udo e Ingeborg, y les contagiarán la locura de las vacaciones entre bares, arena y sexo; por otro lado, estarán el lobo y el cordero, personajes locales sombríos que frecuentan un bar venido a menos y que compartirán más que una borrachera con ambas parejas; por último, y más importante, el quemado, un misterioso hombre conocido por las cicatrices que le cubren cuerpo y rostro, que se dedica a rentar patines de playa y que, aparentemente, vive en la misma playa rodeado de los objetos que renta.

Charly desaparece en el mar mientras practica windsurf, Hanna se desespera con el pasar de los días sin tener noticias de él; Ingeborg decide regresar a casa mientras Udo permanece más días en el hotel con el pretexto de esperar a que haya noticias sobre el muchacho desaparecido. Aún cuando la temporada vacacional ha terminado y el protagonista se convierte en el único huésped del lugar, él se mantiene enajenado en una partida del juego que ha entablado con el quemado que, al parecer, empieza a dejar de distinguir la línea entre una guerra real y la del juego de mesa.

Y así, lo que comienza como una historia monótona y simple, se introduce poco a poco en el terreno de lo simbólico y abstracto. El mismo protagonista comienza a perder la noción del tiempo y se ve invadido por la idea de que el quemado lo asesinará si es que llega a alzarse con la victoria en el juego.

El Tercer Reich se publicó en 2010 a pesar de haber sido escrito en 1989, su publicación se llevó a cabo de manera póstuma pues Roberto falleció 7 años antes. Al parecer, la historia permaneció incompleta y fue terminada por su esposa. No sé hasta qué punto de la obra termina lo escrito por Bolaño y comienza lo remendado por su mujer, ese es un detalle que me provoca mucha curiosidad y me hace preguntarme si tal situación no es más que un mito. En fin, una novela enigmática y que al principio podría parecer banal, se convertirá en una historia de final abierto que a más de uno dejará fascinado.