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Archive for diciembre 2020

Been there, read that (CCXV)

La Ciudad de Vapor

Aut. Carlos Ruiz Zafón

Siempre es triste el saber que uno está leyendo el «último» de los libros de un autor. No importa si fue un favorito, uno de los clásicos, uno de los obligatorios o un incidental, el sentimiento es el mismo: la nostalgia. Afortunadamente, prevalece una persistente posibilidad de que existan textos inéditos, compilaciones, versiones comentadas, entrevistas y otras fuentes que nos permitan seguir acercándonos a los ausentes. En el mejor de los casos (el más afortunado), podríamos estar leyendo el último sin haber aún conocido la parte medular de la obra del escritor, tal ha sido mi caso con La ciudad de vapor de Carlos Ruiz Zafón.

Sin duda, escuchar el título, La sombra del viento, es más que suficiente para ubicar a Ruiz Zafón, su novela, una de las más premiadas, tiene un timbre particular y te da la sensación de un déjà vu al escuchar su nombre. A pesar de ello, me declaro culpable de no haberme dado la oportunidad de disfrutar su obra aún cuando he sido cercano a ella a través de mi mejor amiga que tiene al barcelonés como su favorito. Fue por estas razones que decidí regalarle como obsequio de navidad, el último libro del escritor que recién falleció hace no más de 6 meses. Para mala fortuna de mi amiga, cometí el error de leer el primer cuento de este tomo por curiosidad e irremediablemente ya no pude soltar su lectura; de este modo, en el mismo momento en que entregué el obsequio, lo pedí prestado para concluirlo.

Entiendo los elogios que se le han hecho al autor, Ruiz Zafón tiene un estilo muy particular que no puedo comparar con el de otros escritores. Me queda claro que la mayor parte de los cuentos encerrados en La ciudad de vapor, son apéndices de sus novelas más famosas; en su momento, tuve la incomodidad de pensar que no entendería referencias que forzosamente habría dentro de estos breves textos, estuve en un error. Los cuentos son independientes a pesar de todo y se disfrutan en demasía.

La España medieval y de posguerra civil, neblina, tormentas, obscuridad iluminada por velas, nieve, humedad, lluvia, leyendas, personajes sombríos que acechan, sociedades secretas… son todas éstas y otras palabras las que encierran el imaginario de los cuentos compilados. No lo sé, pareciera que este libro fue escrito para ser leído en una época como la decembrina; de alguna manera te da frío al leer sus páginas, te incita a estar muy bien arropado pues los paisajes son siempre gélidos.

Asumo que este libro será una joya obligada para quienes han seguido la obra de Zafón y, sin embargo, es al mismo tiempo una excelentísima forma de acercarse por primera vez al autor. Las historias fantásticas en torno a Miguel de Cervantes o a Antoni Gaudí le dan un maravilloso sentimiento de curiosidad que abre las puertas para imaginar más y más historias paralelas. Sin duda, he entendido a mi mejor amiga y comparto tardíamente el luto que le guardó al autor cuando partió un 19 de junio del presente año, 2020.

Been there, read that (CCXIV)

La Peste

Aut. Albert Camus

No recuerdo los lugares exactos, pero hacía un par de meses que, con motivo del inicio de la pandemia y las medidas de aislamiento, así como de la expectativa de caídas económicas, me encontré con varios artículos que, entre otras cosas, comparaban nuestra recién descubierta precaria situación con aquella obra clásica de Albert Camus, La Peste. Seré sincero, siempre escuché hablar de la obra de Camus y en múltiples lecturas la encontré citada, pero nunca tuve el impulso de adquirir el libro que he mencionado hasta que, como casi siempre me pasa con los libros que reseño, el destino me lo puso de frente un día de los pocos que salí forzosamente a la calle a realizar pendientes varios, en un pequeño puesto de libros frente a una heladería que en ocasiones llama mi atención porque tiene de sabor vino.

Seré sincero, como nunca presté demasiada atención más que a las citas y a las menciones que de repente me topaba, siempre creí que Camus era un escritor mucho más longevo, me imaginaba que sus obras databan de por ahí de los años 1800; de igual manera, siempre creí que La Peste (su narración) estaría ubicada precisamente en la época medieval por ahí de 1300 y cacho. En fin, para eso son los libros, para librarnos de la ignorancia y hoy ya soy un poco menos ignorante.

Qué acertados fueron todos esos ensayos que nos exhortaban a hacer una relectura de la novela más conocida de Albert Camus pues, en efecto, son tantas las similitudes a lo que hemos vivido este año, 2020, que, de no ser por la ausencia de las tecnologías que hoy ayudan a evitar que perdamos tanto la cabeza como la productividad estando encerrados, realmente estaríamos viviendo paso a paso lo narrado por el protagonista de la historia, el Doctor Rieux, viviendo en nuestra propia ciudad de Orán, cerca de Argelia. La fecha, 16 de abril de 1940 y algo.

Todo comienza con la repentina aparición de ratas muertas en las calles y casas de la ciudad mencionada; al principio, pareciera ser una curiosidad que pronto se ignora dentro de la monotonía de esta población. Sin embargo, pronto la aparición de cantidades cada vez más grandes de animales muertos comienza a ser preocupante para las autoridades sanitarias de la ciudad. No pasará mucho tiempo antes de que el motivo de la muerte de los roedores encuentre a su primera víctima humana: el portero del edificio donde Rieux habita. A partir de este momento, los enfermos aumentan y muy pronto la ciudad quedará aislada del resto del mundo como medida de contención.

Es aquí donde todo deja de ser imaginario y encontraremos que la vida en la ciudad de Orán no dista mucho del aislamiento que hemos tratado de mantener en el mundo de hoy: hospitales rebasados en su capacidad, una economía desacelerada, aislamiento, desesperación al interior de los hogares, rumores de curas milagrosas y hasta teorías conspiranoicas entre los afectados por la pandemia. Es en este contexto que nos empatizaremos con Rieux y el resto de personajes que engloban una serie de estereotipos entre los que definitivamente nos veremos encasillados: un religioso intolerante, un periodista enamorado, un escritor obsesivo, un suicida perseguido por la ley (Cottard, mi favorito), un viejo que disfruta escupirle a los gatos que toman el sol bajo su ventana, entre otros.

Sin duda, La Peste tiene una fuerte carga filosófica en contra de las dictaduras y gobiernos totalitaristas que eliminan las libertades de los ciudadanos a cambio de su seguridad, claro está que fue publicada poco después del término de la segunda gran guerra. Sin embargo, provoca demasiada curiosidad lo cercana que es a nuestra realidad actual. Es una lectura obligada para seguir reflexionando sobre las causas y las consecuencias de una pandemia como la que vivimos hoy en día.

Been there, read that (CCXIII)

Todos deberíamos ser feministas

Aut. Chimamanda Ngozi Adichie

A riesgo de ser identificado como un «aliado» por parte de mis amigos más cercanos en tono de burla, ya hace un tiempo que me he interesado por la literatura feminista; tal vez no de forma intensa, pero trato de informarme y de aportar, a través de mis acciones, un granito de arena a la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer y la búsqueda de la igualdad y equidad de género. En mi última visita a mi librería favorita, llamó mi atención otro libro más de esos tomos ligeros cargados de excelente contenido. Por tan sólo 90 pesos me hice con Todos deberíamos ser feministas de la autora nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie.

Hasta el día en que leí su nombre en la portada del libro, no había escuchado de la escritora pero, al parecer, es ella bastante nombrada y reconocida no sólo en el contexto feminista. Tras publicar la foto del libro en Instagram, recibí varios comentarios positivos de su trabajo que me convencieron de haber tomado una buena decisión. Y vaya que así fue.

Todos deberíamos ser feministas es la adaptación a libro de una charla TED que la autora dio en 2013 y, en efecto, al leerla es muy fácil dejarse llevar por la estructura anecdótica que tiene. De alguna forma, el estilo relajado y hasta en tono cómico, ayuda a que el mensaje aterrice de forma clara y concisa: el feminismo no es ese montón de connotaciones negativas que se le atribuye a la palabra en sí; no se trata de odiar a los hombres, ni a los sujetadores, ni a la cultura africana (chiste local explicado en el texto), no cree que las mujeres deberían mandar siempre, no se trata de no llevar maquillaje ni de no depilarse, no es estar siempre enfadada ni se trata de no usar desodorante o no tener sentido del humor, sino todo lo contrario.

Con base en breves historias de su juventud y su relación con familia y mejores amistades, Chimamanda da cuenta de cada una de esas connotaciones negativas para dejar muy en claro porqué el feminismo es necesario y porqué su necesidad surge desde la educación temprana que deberíamos darle a las nuevas generaciones.

Es una lectura sencilla y definitivamente obligada para todos, hombres y mujeres por igual. Ayuda a comprender e inspira a querer cambiar y, si te da flojera leer, fácilmente puedes encontrar la plática original. No se trata de «quedar bien» o de ser «aliado», se trata de romper con todo aquello que no estaba bien en el pasado pero que se normalizaba cuando no debió ser así. No esperes aplausos al hacer un cambio que desde un principio no tenía porqué haber necesidad de hacer.

Las bellas acciones

[…] el cronista está más bien tentado a creer que dando demasiada importancia a las bellas acciones, se tributa un homenaje indirecto y poderoso al mal. Pues se da a entender de ese modo que las bellas acciones sólo tienen tanto valor porque son escasas y que la maldad y la indiferencia son motores mucho más frecuentes en los actos de los hombres. Esta es una idea que el cronista no comparte. El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad. Los hombres son más bien buenos que malos y, a decir verdad, no es esta la cuestión. Sólo que ignoran, más o menos, y a esto se le llama virtud o vicio, ya que el vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo y se autoriza entonces a matar. El alma del que mata es ciega y no hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible.

– Albert Camus en La peste.
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