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Posts Tagged ‘Teatro’

Been there, read that (CLXXIX)

Cartas de amor de una monja portuguesa

Aut. Mariana Alcoforado

l9786077361725Oh, ¡las cartas de amor! Me vuelvo loco con aquello que escribimos cuando proviene de lo más profundo de nuestro ser. Me apasiona toda esa mezcla de emociones que se revuelven, se contradicen, se pelean, se arremolinan y se inflaman por el ser amado. Es por eso que el género epistolar nunca ha dejado de ser mi favorito. Escribiendo cartas de amor, se encuentra la verdadera esencia del escritor que se muestra sin tapujos, como es, sin pretensiones, se desnuda ante la persona a quien escribe. ¿Cómo decía el dicho? Sólo el escritor sabe para quién escribe y el lector lee a quien extraña.

Es en la carta de amor donde se establece la verdadera comunicación, creo yo, porque la respuesta no necesariamente viene en forma escrita. La respuesta está en la reacción que le sucede, en la ausencia misma de respuestas, en la actitud de quien tiene la carta entre sus manos. Lo mejor que he escrito en mi vida, ha nacido bajo este pensamiento. Cómo olvidar aquella carta de amor que le entregué el día de San Valentín pasado. La carta en sí misma no es un medio, es un fin.

Las cinco cartas que escribió Sor Mariana, forman parte del imaginario público gracias a las obras teatrales que se han adaptado en torno a ellas. Precisamente, las descubrí gracias a una amiga actriz que publicó algunos fragmentos como estados de Whatsapp. Cuán agradecido estoy de que lo haya hecho pues, en una noche cualquiera, su lectura le dio calma a mi corazón que sigue soportando feroz la ausencia de la dueña de mis cartas de amor.

Es increíble, la primera carta se encuentra fechada en algún punto de 1667 pero, si desconociéramos este dato, muy poco diferenciaríamos entre estas cartas escritas hace más de 300 años y aquellas que se escriben en la actualidad. Los seres humanos evolucionamos y los progresos tecnológicos son demasiados, pero nuestros sentimientos no han cambiado.

Comenzamos con una primera carta colmada de esperanza y de cariño, hasta aquella última en que desistimos, en la que nos rendimos y permitimos que el amor se convierta en odio, desprecio o alguna de las varias formas corruptas del sentimiento original. Así son las cartas de Mariana Alcoforado, monja portuguesa enamorada de un capitán francés que la abandonó para jamás volver.

«Salgo lo menos posible de mi cuarto, adonde viniste tantas y tantas veces y ahí contemplo tu retrato […] Pues todos mis anhelos se frustraron y ¡no volveré a verte en mi cuarto con todo aquel ardor, con toda aquella pasión impetuosa que me mostrabas! […]» 

 

Been there, read that (CLI)

Harry Potter and The Cursed Child (Parts one and Two)

Aut. J. K. Rowling

Harry_Potter_and_the_Cursed_Child_Special_Rehearsal_Edition_Book_CoverIba a comenzar la presente entrada admitiendo que la serie de Harry Potter a nivel cinematográfico era mi placer culposo pero, pensándolo bien, no tiene porqué ser culposo algo que te guste, simplemente te gusta y ya. De la serie, hablando a nivel literario, sólo leí un libro, Las Reliquias de la Muerte, y lo hice en un sólo fin de semana. La anécdota es chistosa: un día no tenía nada para leer en el baño, así que me asomé al cuarto del amigo con el que compartía departamento en el verano de 2009 y lo único que encontré a la vista fue el último de los libros de H. P., así que me lo llevé conmigo. Como era sólo una lectura de entre 15 y 20 minutos, pasé directamente a las últimas páginas, comencé a leer La Batalla de Hogwarts y quedé fascinado, era un viernes por la tarde y el lunes mi amigo saldría de viaje, por lo que se llevaría con él el libro, salí del baño y lo comencé desde el principio, dos desveladas hasta las 5 am leyendo fueron suficientes para dar cuenta de la obra. Cómo lo disfruté.

Nunca me di el tiempo de leer los demás, supongo que ya no tenía chiste después de saber el final. Cuando salió esta nueva obra de teatro y se anunció la publicación del guión, me mantuve pendiente de esta última pues dudo que algún día se me haga ver la obra en vivo. Por fin llegó a mis manos y, nuevamente, un fin de semana fue necesario para adentrarme en el mundo mágico creado por la autora inglesa.

The Cursed Child narra la historia de dos amigos, los hijos de Harry y Draco, y una tercera persona que resultará no ser tan amistosa al final. Como podrían muchos imaginarse, ser el hijo de Harry, el elegido, no es tarea fácil; la fama no es para todos y, en efecto, no es algo que Albus Severus disfrute: estar siempre acosado por los demás y tener que vivir bajo la sombra de un padre que es admirado por todos (o casi todos). La relación de padre e hijo muestra ser frágil y poco a poco se fractura, ¿habrá posibilidad de que ambos puedan reparar la situación antes de que sea demasiado tarde?

Al ser un guión, se prescinde de la descripción de lugares y pensamientos, la lectura se vuelve ágil y fluida. Concuerdo ligeramente con los comentarios de muchos lectores que afirman que la obra es más bien un fanfiction oficial, pero creo que no entienden que ésta no es más que un complemento del texto utilizado en teatro. Lo cierto es que se disfruta y es un ticket para entrar a ese mundo que muchos extrañábamos.

Sí, hay mucho de Harry, Ron y Hermione; sí, Voldemort estará presente nuevamente en nuestras mentes; y sí, cualquier admirador de libros y películas lo amará.

Been there, read that (CXXI)

Novecento

Aut. Alessandro Baricco

ImagenFelicidad es muchas cosas; en mi caso, entre otros tantos motivos, encontrar libros de Editorial Anagrama a 20 pesos en una tienda de antigüedades es sinónimo de lo mismo. Un dicho popular, «lo mejor de la vida viene en paquetes pequeños», o algo así, tiene mucha certeza cuando de libros hablamos (también cuando hablo de la mujer de la que vivo enamorado), y en este caso sí que aplicó su rigurosa pero altamente variable ley.

La contraportada lo describe como un monólogo teatral y, en efecto, las múltiples acotaciones interrumpen (de manera agradable) el hilo de una conversación que cierto trompetista tiene consigo mismo. El tema de la conversación es su amigo Novecento, protagonista de una historia de virtuosismo y destino musical.

Novecento es un niño que al poco tiempo de haber nacido es abandonado en un barco que realiza viajes entre Europa y América en los años 30. Adoptado por la tripulación, el niño se convierte en un joven que pronto descubre una conexión con el piano. Tocando bellas melodías para quienes viajan en tercera clase, pronto obtiene una fama que llega a oídos del creador del jazz. Es éste último quien lo reta a duelo musical.

Novecento jamás ha pisado la tierra, su vida no va más allá de la que existe en el barco. El día en que intenta salir del navío, Novecento nos otorga una visión muy bella de los límites que cada quién le pone a su mundo.

La obra del Sr. Baricco es breve pero bella, para disfrutarla en ese par de horas que nos sobran durante un traslado en autobús o cuando aplicamos un examen.

Been there, read that (LXII)

La Vida es Sueño

Aut. Pedro Calderón de la Barca

Son curiosas ciertas coincidencias, más cuando se trata de coincidencias que rayan en lo absurdo; es decir, cuando de plano parecen todo menos lo que son. Hace un par de meses hubo una feria del libro en mi ciudad natal y por tan sólo 15 pesos me hice de un ejemplar de la obra presente y otra de Sergio Pitol, 15 pesos por cada uno y me regalaban un lapicero y un separador de libros ¡caray!

Hasta ahí todo bien, como mi librero de pendientes siempre está lleno, tardé varias semanas para comenzar a leer el libro en cuestión y, curiosamente, lo empecé a leer a inicio de mes justo cuando salía a la venta el número propio de mi revista favorita. Dentro de la revista venía un artículo que habla de cierta necedad de los gobiernos por hacer tirajes masivos de obras clásicas que superan la demanda con creces y que al pasar de los años, años de estar embodegados, simplemente no se agotan y representan un gasto inútil que no cumple con su cometido de introducir la lectura en los ciudadanos jóvenes; eso sí, sirven para justificar gastos y tener un antecedente de «impulso a la educación».

Precisamente, se me ocurre revisar mi copia de La Vida es Sueño y encuentro que su impresión fue hace 10 años por parte del gobierno de mi estado (Veracruz). Y he ahí mi coincidencia al observar que su tiraje fue de mil ejemplares que, una década después, no se han agotado y se venden a un precio que, estoy seguro, no vale ni el papel en el que se imprimió.

Fuera de eso, no podría ponerme a criticar mucho el texto, un clásico entre los clásicos, la obra de Calderón de la Barca se compone de una serie de diálogos teatrales que toman el tema de los sueños y su asociación con la realidad; dice el autor que «la vida es sueño y los sueños, sueños son». Atiborrado de soliloquios totalmente memorables, La Vida trata de un rey que ha decidido mantener a su primogénito, el heredero legítimo del trono, en una prisión pues éste ha sido previsto como un hombre ruín y malvado.

Segismundo, el hijo, un día es drogado y se le devuelve al castillo donde, viéndose como príncipe, se encarga de ser un déspota y tirano; comprobando su teoría, el rey Basilio lo duerme y lo devuelve a su prisión, de este modo el príncipe cree que su breve gobierno ha sido un sueño. Posteriormente, el pueblo libera a Segismundo y lo urge a reclamar su trono de forma violenta, él al pensar nuevamente que se trata todo de un sueño, se comporta de mejor manera a modo de experimento y termina convirtiéndose en un rey justo y aclamado.

Sin duda una obra excelente que maneja temas muy agradables y que posee discursos interesantes dignos de ser tomados en cuenta en el quehacer diario. Una obra obligada.

Been there, read that (LVII)

Mein Kampf, Farsa

Aut. George Tabori

Lo último que pasó por mi mente cuando encontré este desvencijado libro en la vitrina de la librería favorita, fue el hecho de que la palabra «farsa» se refiriese al género teatral y no al adjetivo que indica un nivel de falsedad. Por tanto, mi sorpresa fue bastante grande al momento en el que hojeé la obra y me di cuenta de que estaba a punto de comenzar la lectura de un guión teatral en lugar de una crítica en contra del bien conocido manifiesto de Adolf Hitler.

Precisamente, Mein Kampf de Tabori es un agradable conjunto de escenas que nos sitúan en Viena, en una pequeña casa de huéspedes para personas sin recursos económicos ni hogar. Shlomo Herzl, nuestro protagonista, es un judío vendedor de enciclopedias que se encarga, por lo menos así lo entendí, de administrar el lugar descrito anteriormente. Herzl ha escrito un libro y no sabe cómo titularlo; gracias al consejo de un amigo, que hace las veces de Dios, no sé si así lo crea o si en verdad lo es, decide titularlo Mein Kampf; el amigo, recibe el nombre de Lobkowitz. Es durante este momento, en la gestación del nombre del libro, cuando hace su aparición un adolescente, ¿puberto?, Adolf Hitler, que ha llegado a Viena con la intención de convertirse en un gran arquitecto y pintor.

Tras la decepción de no ser admitido en la Academia, Adolf entra en un período de pesimista depresión. Comienza a gestar su odio hacia al humanidad, despotrica en el deseo de conquistar al mundo, sin dejar de ser un malcriado que hace uso de la buena fe y cariño de Herzl a modo de mayordomo. Un día, Hitler es visitado por Madame Lamuerte que, como su nombre lo indica, no es más que la representación terrenal de la mismísima ídem. Herzl se apresura a esconder a Hitler pues no desea que la señora se lo lleve; sin embargo, es Lamuerte quien afirma que Adolf no le serviría de nada muerto sino como agente personal en un futuro no muy lejano.

Y es que, precisamente, la farsa encuentra su desarrollo en esta pequeña etapa donde un Hitler berrinchudo ha decidido dedicarse a la política y, de alguna manera, nos brinda esta chusca teoría sobre la invención de la verdadera Mi Lucha del bigotón. La obra está aderezada con un par de fotografías de la puesta teatral original.

Agradable, ligera y cero negativa, la farsa del Señor Tabori logra, por momentos, que se te olvide la peor parte de la vida del dictador y brinda sonrisas furtivas debido a las muletillas de los personajes y a las ridículas teorías sobre uno u otro acontecimiento que, a la postre, fueron todo menos inocentes o chuscos.

¿Adolf Schüttler?

HERZL

Bueno, ¡no está mal!…, pero ahora se calma. Hitler, si crees que eres el único Hitler en este valle de lágrimas, te vas a llevar muchas sorpresas. Según mis cálculos, debe haber veintitrés Hitlers en la guía telefónica de Viena, y sospecho que todos son descendientes de dos tribus gemelas, una que bajó de Odesa, y la otra de Munkachevo. A la banda de Odesa la echaron a latigazos de la ciudad hace doscientos años y se instaló en Baja Baviera. Zwi Ben Abraham Löw, nuestro antepasado comun, era el tamborcito de Holzhausen (Explica con una tiza sobre un pizarrón.) Su hijo menor, el inolvidable enano Benjamín, se ocupaba de la basura –«der Schütt» , la llamaban los aborígenes– en la región de Starnberg y lo apodaban jovialmente Ben el Schüttler; pero, debido a un error burocrático, en la alcaldía le cambiaron la «ü» por una «i», una de las «t» se perdió durante la Guerra de los Siete años, mientras que la «c» desapareció después de un pogrom, lo que a su mujer Rebeca, que hablaba inglés, no le gustó nada. Así fue que cuando los Shitler, que estaban refugiados en Ansbach, recibieron la fausta noticia de la emancipación, Rebeca envió a Benjamín a la Oficina de Nombres Germánicos para que comprara uno melodioso. Le hubiera gustado algo así como Hohenzollern Beethoven, pero no estaban todavía en el dominio público. Rosenduft o Rosenkrantz eran demasiado caros. ¿Cuánta plata tiene?, le preguntó el empleado a Ben. Veinte centavos, le contestó. Por veinte centavos, dijo el empleado que era racista, todo lo que puedo hacer es cortarle la «s», y basta.

HITLER

Así que esto es Viena.

– Fragmento del guión teatral Mein Kampf, Farsa de George Tabori.

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Been there, read that (XXX)

Fausto

Aut. J. W. Goethe

Todos lo hemos pensado en algún momento o, por lo menos, bromeado al respecto: Mataría por (inserte deseo morboso, avaro, sucio o noble), Daría lo que fuera por hacer o tener tal cosa. Y yo me pregunto, ¿Que tal si vendemos el alma al único con los medios necesarios para pagar el precio que le queramos poner?

Tal es la premisa de esta obra clásica entre los clásicos, Fausto, del alemán Johan Wolfgang Goethe. Dividida en dos partes, Fausto es una serie de diálogos teatrales, sin muchas acotaciones, que  nos mostrarán el tormento de un hombre que, en aras de saber más que cualquier otro, venderá su alma a Mefistófeles quien ha hecho una apuesta al Padre para desviar a su hijo favorito, el mismo Doctor Fausto.

La primera parte de la obra mostrará, tras los acontecimientos mencionados, la tragedia romántica entre el protagonista y la mujer que se ha apoderado de su corazón, Margarita. Teniendo siempre como fiel acompañante al cornudo, pasaremos de un inocente enamoramiento al conflicto que provoca un enfrentamiento mortal en contra del hermano de su amada; finalmente, bajaremos el telón con la aparente pérdida de un alma por amor.

La segunda parte, publicada el mismo año de la muerte del autor, llevará a Fausto a escenarios históricos y míticos donde mostrará su lado humano y consciente ante retos que pondrán a prueba la lógica, la lealtad, el deber y la nobilidad de los personajes; estarán siempre presentes los tormentos provocados por la maliciosa, aunque no adrede, influencia del coludo compinche, concluyendo con la muerte del protagonista y la disputa de su alma entre los seres de la luz y el ente con el que se firmó un contrato de sangre.

Sin lugar a dudas, Fausto es una obra que destaca en la literatura universal, crea conciencia sobre diversos temas, se disfruta y es amena; posee diálogos memorables y monólogos que se quedarán grabados en la mente. Una escena imperdible es la del diálogo que sostiene el Doctor justo antes de morir, o aquel que tiene consigo mismo justo antes de entrevistarse con el creador del pecado.

Al final nos preguntaremos realmente, ¿Qué estamos dispuestos a dar por alcanzar nuestros más grandes anhelos?

Mucho ruido, pocas nueces

Aspira sólo un éxito mediano, nunca imites a los locos que sin cesar agitan sus cascabeles, pues no se necesita tanto artificio para mostrar la razón y el buen sentido: además, si es importante lo que tienes que decir, no necesitas ir a caza de palabras. Los brillantes discursos para decir cosas supérfluas acerca de la humanidad son estériles, como el nebuloso viento de otoño que gime entre las hojas secas.

– J. W. Goethe a través de Fausto en la obra homónima.

¿Acaso no les ha acontecido el entrar en discusión con alguien que adorna mucho pero dice tan poco? Citar ésta pequeña enseñanza del buen Goethe les dará el martillo con el que romperán el cristal de una necedad adornada de supuesta sabiduría.