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Archive for enero 2019

La Guardia Real

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La espera es cada vez más corta para disfrutar de una última temporada de Game of Thrones. Gracias a la publicación de Fuego y Sangre, tal espera se vuelve amena. La historia de la dinastía de los Targaryen es bellísima. Rescato este fragmento, una de mis escenas favoritas en las que el futuro rey Jahaerys contrae matrimonio con su hermana Alyssa sin el consentimiento de su madre, la reina regente, y la Mano del Rey, Rogar Baratheon. Decididos a evitar el matrimonio, estos últimos viajan a Dragonstone con una comitiva de cincuenta soldados para separarlos en caso de que se requiriera la fuerza. No contaban con la lealtad y el honor de los caballeros de la Guardia Real, que siendo siete, plantaron cara al medio centenar que se levantaban ante ellos.

[…]

Lord Rogar no se acobardaba tan fácilmente. Tajante y directo al grano, solo preguntó si se había consumado el matrimonio:

—Decidme la verdad, alteza. ¿Hubo encamamiento? ¿Reclamasteis su doncellez?

—No —Replicó el rey—. Es demasiado joven.

—Bien. No estáis casados —afirmó lord Rogar, sonriente por la noticia, y se volvió hacia los caballeros que lo habían acompañado desde Desembarco del Rey—. Separad a estos niños, os ruego que con delicadeza, y escoltad a la princesa a la Torre del Dragón Marino y mantenedla ahí dentro. Su alteza nos acompañará de regreso a Desembarco del Rey.

Pero cuando sus hombres se adelantaron, los siete caballeros de la Guardia Real de Jahaerys dieron paso adelante y desenvainaron la espada.

—No os acerquéis más —les advirtió ser Gyles Morrigen—. Cualquier hombre que ponga la mano encima a nuestro rey o a nuestra reina morirá hoy.

—Envainad vuestro acero y apartaos —ordenó lord Rogar, consternado—. ¿Olvidáis que soy la Mano del Rey?

—Lo sois —respondió el anciano Sam el Amargo—, pero nosotros somos la Guardia Real, no la Guardia de la Mano, y es al muchacho a quien corresponde el trono, no a vos.

—Vosotros sois siete—respondió Rogar Baratheon, furioso por las palabras de ser Samgood—. Yo cuento con medio centenar de espadas. A una palabra mía, os cortarán en pedazos.

—Pueden matarnos —contestó el joven Pate la Perdiz, blandiendo su lanza—, pero vos seréis el primero en morir, mi señor; tenéis mi palabra.

Nadie sabe qué podría haber ocurrido si la reina Alyssa no hubiera elegido ese momento para hablar.

—He presenciado suficiente muerte. Como todos. Bajad vuestras espadas, mis señores. Lo hecho, hecho está, y ahora todos tenemos que afrontarlo. Que los dioses se apiaden de nuestro reino. —Se volvió hacia sus hijos—. Vayamos en paz. Que nadie hable de lo ocurrido hoy aquí.

—Como ordenéis, madre. —El rey Jahaerys acercó a su hermana para rodearla con un brazo—. Pero no penséis que podéis anular este matrimonio. Ahora somo uno, y ni los dioses ni los hombres podrán separarnos.

—Jamás —convino su esposa—. Enviadme a los confines de la tierra y casadme con el rey de Mossovy o el señor del Yermo gris, que Ala de Plata me traerá de vuelta con Jahaerys. —Dicho esto, se puso de puntillas y alzó el rostro hacia el rey, que la besó en los labios a la vista de todos.

– George R. R. Martin en Fuego y Sangre.

Ilustración: Doug Wheatley.