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Posts Tagged ‘Random House’

Been there, read that (CCC)

Mugre rosa

Aut. Fernanda Trías

Hay algo que me atrae mucho de las teorías distópicas transformadas en cine y literatura, ese algo representado por el retrato de una humanidad honesta que escapa al manto del qué dirán y de lo que es políticamente correcto. Si bien nos hemos dado cuenta que durante la catástrofe podemos unirnos y superarla, ¿Qué es lo que pasa una vez que esa catástrofe no puede ser derrotada y, por el contrario, nos vence para sumergirnos en una nueva etapa temporal de convivencia distinta a la que teníamos previamente? ¿Realmente somos como somos en el día a día del trabajo, el hogar y el esparcimiento, o sólo somos como debemos ser? Ante la perspectiva de una nueva cotidianeidad, ¿mantendremos este comportamiento o sale a relucir un verdadero yo que no es sino egoísta, acaparador, utilitario y negligente de los demás?

En Mugre rosa, la autora uruguaya nos da una idea de lo que podría acontecer. Una pandemia provocada por una extraña enfermedad que deja a los seres humanos en carne viva, se cierne sobre una cierta ciudad portuaria; dicha enfermedad, se contagia a través de un viento rojo que constantemente hace su aparición y que obliga a las personas a permanecer en sus casas al sonar de una alarma. Los que han podido (que son los menos), se han ido de la ciudad, lejos de la costa; los que no (que son los más), se alejan lo más posible de la costa a zonas altas de la ciudad donde la falsa de sensación de seguridad rodea a los habitantes apenas un poco más que la neblina que apenas permite caminar.

La protagonista se mantiene cerca de la costa a pesar de todo, sobrevive, al igual que el resto de la población, gracias a Carnemás, una plasta color rosa procesada a gran escala, es ésta la mugre rosa que se erige como el único alimento disponible, pues la misma enfermedad ha extinguido a los animales marinos y toda posibilidad de subsistencia alterna. Nuestra narradora, al mismo tiempo, es la niñera de Mauro, un niño con un síndrome que le obliga a comer impulsivamente todo lo que tiene al frente. La relación con Mauro se establece como punto de inflexión en la que la niñera parece tener más interés en el cuidado del niño que la propia madre que podría abandonarlo en cualquier momento.

Cuando no está cuidando de Mauro, la muchacha divide su atención en dos actividades relacionadas con dos personas más: visitar a su madre, con quien recientemente se ha reconciliado, que vive en una de las zonas «seguras» y la critica constantemente por no aspirar a un lugar mejor que aquel en el que vive; y visitar a Max, su expareja, un paciente del pabellón de enfermos crónicos por la pandemia. No es que Max no haya sido afectado por la pandemia, sino que recibe sus efectos de forma mucho más lenta que el resto de la población, lo cual, irónicamente, lo mantiene en un cierto nivel de comodidad en una sala reservada en la que no tiene que preocuparse por nada.

Es en la necesidad que estos tres personajes tienen de ella, que la protagonista olvida su propia necesidad. Al final, toca preguntarnos con cuál de estas personalidades habremos de identificarnos cuando la tragedia nos rebase.

En alguna publicación de «libros para leer en temporada de muertos» en noviembre, colocaron a Mugre rosa de Fernanda entre las menciones y, ahora que lo pienso, la novela en verdad te hace sentir ciertos escalofríos, tal como aquellos que sentimos en 2020 con la pandemia de coronavirus. Al tener todos este evento en común, Mugre rosa definitivamente nos devolverá a esos momentos de incertidumbre y desasosiego que nos provocó un encierro, temerosos de no alcanzar oxígeno o una cama de hospital en la que pudiéramos fallecer.

Been there, read that (CCXCVIII)

La sombra de los planetas

Aut. Gabriel Rodríguez Liceaga

Si hay alguien a quien puedo considerar una influencia directa en la elección de los libros que se amontonan en mi lista de deseos de Amazon, así como de algunos lugares qué visitar en CDMX o películas a las cuáles debería prestar atención, es Gabriel Rodríguez Liceaga, alias el Neb. A Gabriel lo sigo desde hace unos 15 años, si no es que más, desde la época en que según yo tenía el ideal de escribir una novela que me lanzara a la fama; cosa que no digo que no pudiera pasar pero, entre más leo, más me doy cuenta de mi mediocridad. En ese entonces, él llevaba un blog que me hacía pasar muy buenos ratos, supongo que es uno de los motivos por los que me decidí a tener el propio.

Cuando Gabriel sacó su primera novela, Balas en los ojos, la disfruté en demasía, recuerdo también cuánto disfruté en mis tiempos universitarios de un cuento titulado El arte de la amistad. El Neb se constituía como un escritor chusco, mordaz, puntual y sucio, una combinación sumamente atractiva para los ojos de cualquier lector. Ya con el auge de las redes sociales, me fue grato mirar sus publicaciones y sus historias de Instagram en las que hasta el día de hoy comparte sus lecturas y películas, junto con sus vivencias; de ahí saco mucha inspiración para leer y para seguir con ese deseo no consumado de escribir, pero ¿cómo podría imaginar yo escribir algo tan divertido y tan profundo a la vez?

En fin, fue así que, cuando el año pasado La sombra de los planetas vio la luz, no dudé en adelantar la nueva adquisición en la fila de pendientes, acción que, como era de esperar, resultó ser la mejor decisión por lo chingona que resultó ser la obra.

A Damiana la corrieron de su trabajo en una escuela fru fru porque le encargó a sus alumnos investigar por qué no fueron abortados. Esas son las poderosas líneas con las que el libro comienza, recuerdo haber posteado una foto de este primer párrafo en mis historias de Insta y, de inmediato, un puñado de personas me preguntó qué libro era. Recordé mis clases de cómo escribir una novela con Beatriz Meyer en las que nos señalaba que el valor de una novela, y los consecuentes deseos del lector de leerla, se define en las primeras cinco líneas. Magistral.

A partir de ese momento, Damiana decidirá tomarse el día para hacer algo que había estado postergando: caminar a lo largo y ancho de la Ciudad de México para repartir entre sus conocidos cuadros que le han dado cierta fama en redes sociales, retratos «nalgones» de personajes de la cultura pop. A través de este andar, visualizaremos esta mítica ciudad con sus aciertos y terribles defectos, así como los deseos de un feminismo concreto, que una mujer pueda caminar sola de noche por la ciudad.

Aunque me mantengo al margen de la capital del país (un miedo inherente a la ciudad y sus aglomeraciones de gente que heredé de mi papá), coincidió la lectura del libro con un viaje que hice a ella con motivos laborales; las oficinas que visité están justo a unos metros del árbol de la noche triste, una de las locaciones que se mencionan en el libro; al dirigirme ahí, constaté lo que se mencionan en las líneas de Gabriel, amé esta situación.

Mientras Damiana hace lo suyo, Santiago, el otro protagonista de esta historia de amor poco ortodoxa, hace un recuento de sus amoríos y de todas las parejas que tuvo y que lo moldearon como el hombre que es el día de hoy. Mientras ambos personajes se mensajean y establecen sus propias reflexiones sobre la vida y el amor, nos identificamos con tanto de lo que les oprime, que es imposible no preguntarnos cómo es que nos cabe tanto en el pecho.

Y es que en la sombra de los planetas, se encuentra todo eso que escapa a simple vista. ¿Es una crueldad mentirle a nuestra pareja y evitarla aún cuando tenemos tiempo de sobra para verla? ¿cómo podemos definir al amor cuando estamos tan llenos de todo lo negativo que cubre a las heridas que nos construyen como personas? Esta es una novela que no sé si nos haga llegar a las respuestas que buscamos, pero que definitivamente provocará una genuina reflexión con unas líneas muy personales y sensibles por parte del autor. Una recomendación de cinco estrellas.

Nota: hace un par de días, justo Gabriel anunció la publicación de un nuevo libro, El límite incierto, que saldrá a la venta dentro de ocho días, qué tiempos para estar vivo y con ganas de leer más de mi chavo, el Neb.

Been there, read that (CCLIX)

Falsa liebre

Aut. Fernanda Melchor

Fernanda Melchor es una escritora maravillosa, no importa lo crudo, lo indignante, y lo sucio que sea lo que narre, no puedes dejar de encontrar belleza en su escritura. Tuve la suerte de leer Temporada de huracanes, justo cuando lo colocaban por primera vez en las estanterías de novedades y, cuando terminamos de leerlo, tanto mi papá como un servidor no pudimos hacer otra cosa más que esperar el siguiente libro. La sensación de la lectura no atenuó ni un poco con Páradais, por el contrario, nació la necesidad de leer más de Melchor. Nos encontramos entonces Aquí no es Miami, y no sólo era la narración, sino la forma en que, siendo veracruzanos, nos identificamos de inmediato con los eventos descritos y las escabrosas pero bellas leyendas urbanas propias del puerto.

Curioso fue, que por más que busqué, no encontré un sólo ejemplar de su primer libro, Falsa Liebre, y los que se encontraban a la venta, rebasaban por mucho el costo de un libro tradicional; como el primer libro de un verdadero autor consagrado. Por fortuna, la editorial Random House, escuchó mi ruego (y probablemente, de muchos lectores más) y publicaron en 2022 una nueva edición que un compañero de entrenamientos me regaló en mi cumpleaños. Más regalos así. Por supuesto que suspendí todas las lecturas del momento para entrar una vez más a los relatos urbanos/jarochos de esta gran escritora.

Nuevamente nos encontramos en la zona más pobre de la ciudad, donde dos «hermanos» conviven con una tía maltratadora que orilla a uno de ellos a huir a la casa de un hombre que lo aprisiona y lo mantiene sólo para satisfacer su deseo erótico. Por otro lado, dos personajes que bien identificaremos como los chavos del barrio, se dirigen a una fiesta que promete un poco de satisfacción y placer que no encuentran en su existencia rutinaria. Todos ellos verán entrecruzados sus destinos en un desenlace por demás trágico y sangriento.

Como siempre, lo crudo, lo sucio, lo bajo, hará acto de presencia en una narrativa difícil de dejar de lado. La sucesión de eventos provoca un ansia que sólo se satisface al leer otra página, y otra, y otra más. No importa si no conocías a Fernanda Melchor, no importa si ya la traías en la mente, cada una de sus novelas es una lectura obligada. Una de las grandes plumas de esta generación.

Been there, read that (CCLVIII)

Tejer la obscuridad

Aut. Emiliano Monge

Hay algo en los futuros apocalípticos que siempre ha llamado mi atención: esa capacidad que tenemos de imaginar los peores escenarios posibles, llevarlos a la realidad y entonces reflexionar en torno al qué fue lo que pudo detonar tanta destrucción y desolación, cuál fue el punto de no retorno en el que todavía pudimos hacer algo para revertir la situación, y, finalmente, cómo nos las arreglaríamos para sobrevivir en ese escenario condenado. De igual manera, la forma en que un mundo derruido sirve para tantas metáforas y tantos mensajes escondidos entre líneas sobre lo que otros han sufrido en determinados momentos de su existencia. Todo esto es Tejer la obscuridad de Emiliano Monge.

En un principio, imaginé que este libro se asemejaría mucho a Las tierras arrasadas en el que se retomaría un tema duro como lo es el narcotráfico y la trata de personas, o que se abordaría un tema similar como lo es en este caso la migración, en un escenario similar y actual. No pude estar más equivocado pues, si bien se repite este estilo de combinar la narración con fragmentos de alguna obra clásica referencial (en el libro anterior se incluían fragmentos de La divina comedia y ahora éstos pertenecen al Chilam Balam), en este nuevo libro nos encontramos con una narración que surge de dos fuentes: la de lo que viven en determinado momento cada uno de los personajes que forman parte de una tribu que escapa de un enemigo incompletamente descrito, y la de lo que se escribe en un libro sagrado conforme los escribientes buscan tener un registro de la sabiduría y nueva vida del grupo.

El enemigo es de un tipo de «duplicadores», que asedian un orfanato en busca de los últimos sobrevivientes de la civilización conocida, es el año 2029, los asediados comienzan una suerte de viacrucis hacia la tierra prometida en un lugar más allá de donde los mares dejaron de existir para dar paso a un árido paisaje de destrucción. Mientras tratan de alejarse del enemigo, éste comienza a perder fuerza y en algún momento los cazadores son convertidos en presas; entonces, el antagonista resurge al interior del grupo de protagonistas que comienzan a tener conflictos una vez que la tierra prometida no es lo que esperaban. Los jóvenes se enemistarán de los viejos y comenzará un ciclo que sólo se verá interrumpido en el desenlace.

La cronología de la historia se lleva a cabo no por fechas u horas, sino por las coordenadas en las que se hará el registro de cada suceso importante del gran viaje. El mismo libro contiene un mapa en el cuál se puede seguir coordenada tras coordenada el avance de la historia hasta su punto cumbre. Debo advertir que no es una narración ligera, no es el tipo de libro para lectura ocasional. Como una de esas series televisivas que se muestran complejas, en más de una ocasión se requerirá el regresar las páginas para terminar de comprender qué es lo que está pasando o quién es tal o cuál personaje. Tengo entendido que el libro es una continuación involuntaria de la obra anterior, pero no por eso es necesario haberla leído para disfrutarlo. Eso sí, no recomendaría esta novela como aquella con la que se aborde la obra de Monge por primera ocasión.

Been there, read that (CCXXXI)

Aquí no es Miami

Aut. Fernanda Melchor

No voy a quejarme de la falta de tiempo que he tenido para escribir aquí debido a que el trabajo ha sido mucho el último par de meses. En cambio, procederé a actualizar rápidamente las reseñas pendientes de lo que he leído en tal periodo de tiempo.

La lista de reseñas exprés comienza con uno más de Fernanda Melchor; no sé qué tiene esta autora que es sumamente agradable de leer y de disfrutar los paisajes que, en Aquí no es Miami, nos describe. No es sólo el hecho de que el libro gira en torno a historias populares y mitos del Puerto de Veracruz y alrededores, de donde casi soy originario, sino la forma de narrativa que combina al mismo tiempo la nota periodística con el chisme contado de boca en boca. Era algo a lo que ya estábamos acostumbrados quienes hayamos leído Temporada de huracanes aunque, aclaro, este libro salió después (pero es más famoso y probablemente sea leído antes).

La trágica historia de la Reina de Carnaval que asesinó a sus hijos y los utilizó como abono en una maceta, el mito de la colina donde aterrizan los ovnis, el cuento de la casa embrujada en donde una joven fue poseída, entre otras, son las historias que te mantienen siempre con ganas de más (venga el chismesito).

Sin duda, una de las historias más interesantes es aquella que lleva como título el del libro, cuando un grupo de polizontes en un barco de mercancías deciden abandonarlo porque creen que han llegado a su destino final, Miami, y se llevan la desagradable sorpresa de estar en Veracruz; mi favorita, por otro lado, es la narración del dinero que circuló y de cómo de un día para otro se vació un centro penitenciario en el que se terminó grabando una película de Mel Gibson, «Atrapen al gringo», que de hecho siempre creí que se había grabado en Tijuana o algún pueblo fronterizo del norte.

No necesito decirlo, Fernanda Melchor es garantía para pasar un buen rato con una lectura agradable y adictiva. Y si, por casualidad, eres de Veracruz, te gustan los mitos urbanos o disfrutas las películas de Mel Gibson, éste es tu lugar.

Been there, read that (CCXIX)

Páradais

Aut. Fernanda Melchor

Si de algo quedé prendado al leer por primera vez a Fernanda Melchor, fue de esa forma que tiene de narrar tan despreocupada y de su carente estructura tradicional al escribir, es decir, de esa forma que emula a tu abuelita o tía chismosa contándote un chisme: sin puntos y apartes, sin párrafos que separen ideas, pasando de una idea a otra sin hacer una pausa para marcar el cambio de tema. Y encima de todo, la autora es un híbrido de ser humano veracruzano/poblano tal y como lo es un servidor. Bajo tales antecedentes, era de esperarse que, al enterarme de la salida del nuevo libro de la escritora, no perdiese el tiempo en adquirirlo, salidito del horno.

Páradais, no me decepcionó, por el contrario, me recordó lo divertido que es la narración de Fernanda y de lo culpable que uno se puede sentir al divertirse con las temáticas que ella aborda en su obra. Si bien Temporada de Huracanes nos ponía tras la pista del asesino de una bruja travesti a la que un pueblo en proceso de abandono tenía como ser de mitología urbana; en Páradais, seguiremos la relación entre Polo y Franco, dos adolescentes que pertenecen a mundos diferentes y que tienen como punto de encuentro común el muelle improvisado de un lujoso conjunto residencial. Franco es un junior obeso que vive con sus abuelos a los que se la pasa estafando en ese fraccionamiento, mientras que Polo es un muchacho que a regañadientes se ha convertido en el jardinero del mismo lugar.

Si bien Polo siente un intenso repudio hacia el gordo, este asco se ve superado fácilmente por el gusto de alcoholizarse con las bebidas que Franco provee con el dinero que le roba a sus abuelos. Así pasan los días, al joven jardinero lo único que le interesa es embrutecerse para así poder olvidar a la prima embarazada que tiene en casa y los reclamos diarios de su madre; mientras que Franco sólo se preocupa por masturbarse pensando en la ama de casa vecina, la esposa de un empresario que despierta las más bajas pasiones en el obeso mocoso.

Un día, Franco toma la decisión de cogerse a la vecina a como dé lugar y, conociendo a la perfección las rutinas de la familia, emprende un terrible plan que implica una violación y asesinato en el hogar de la provocadora mujer. Polo no está de acuerdo, pero en las posesiones que se podrían extraer de la casa de aquellas personas, reconoce la posibilidad de mejorar su situación económica lo suficiente para escapar de la vida que detesta. Es así que ambos personajes establecen una alianza condenada a la tragedia.

Violencia y desigualdad son los dos temas que engloban las acciones de los dos protagonistas de esta historia que se vuelve adictiva y que no permite dejar esta novela corta hasta que se ha digerido por completo. La autora es sumamente hábil en el desarrollo de las sórdidas motivaciones de los personajes y su icónica forma de expresarse. Páradais es, sin duda, una lectura ligera pero bien profunda en los temas que aborda y a los cuáles, la gente de a pie, nos enfrentamos a diario.

Been there, read that (CCXVII)

Teoría novelada de mí mismo

Aut. Sergio González Rodríguez

Sobre Sergio González Rodríguez leí por primera a finales del 2019, en uno de los artículos varios que vienen en la sección de Letras, letrillas y letrones del Letras Libres de cada mes, se rendía homenaje póstumo a un periodista célebre por ser de los primeros en hacer investigación sobre los miles de feminicidios en Ciudad Juárez (en su libro Huesos en el desierto) y por vivir bajo constantes amenazas de muerte por parte de los poderosos que eran señalados en sus investigaciones. A pesar de ese renombre bien ganado, lo que me terminó convenciendo de leerlo, fueron las anécdotas de David Lida sobre el conocimiento enciclopédico que el periodista tenía de los infinitos bares que se podían visitar en la Ciudad de México y que se podían leer reseñados en una columna titulada Los bajos fondos en el periódico Reforma. Carajo, ¿cómo no leer a semejante rockstar?

Como no pude hacerme con una copia de Huesos en el desierto, me conforme con la autobiografía cuya sinopsis la describía como «un ensayo, una novela, una memoria» y más allá de eso. Me imaginaba las narraciones de vida de un buen bebedor que disfruta del rock y del cine de David Lynch. Ahora bien, sí le atiné pero no del modo en que lo imaginé.

En Teoría novelada sí encuentras el factor de la anécdota y la memoria, pero éste se encuentra estrechamente ligado a la reflexión que el autor hace de dos grandes temas: los fantasmas y lo que los sueños significan (o lo que cuentan, o a donde nos llevan, o el plano en el que se desarrollan). Si bien, hay partes en las que puede ser sumamente entretenida la narración de vida, en otras, la excesiva reflexión y teorización rebasan al lector. Como lo dijo mi papá, que siempre lee lo que yo voy terminando y que decidió esperar al siguiente libro después de leer 5 páginas de éste, es demasiada palabrería.

A riesgo de sonar inculto, iletrado o incapaz de encontrar el significado o de leer entre líneas al autor, me costó mucho trabajo la lectura de esta obra. Si bien me podía picar durante 3 o 4 páginas en las narraciones de la infancia, de la casa paterna, de las referencias al cine, autores o música, tarde o temprano volvíamos al terreno de la «teoría del fantasma vivo» o de los «oneirogramas», que me parecieron tediosas y que siento que, al final, no quedaban en nada. Todos tenemos fantasmas, todos seremos fantasmas, el pasado se comunica con nosotros a través del fantasma de la juventud que se materializa en los recuerdos. Pues sí.

A pesar de todo, considero que es un libro grandioso pero que, definitivamente, no es para lectores ocasionales ni para curiosos. Requiere un buen nivel de concentración puesto que la hilación de las ideas por momentos es demasiado compleja. En fin, sí puedo decir que algo me ha dejado González Rodríguez, el deseo del registro y novelización todo cuanto sueño para un posterior creación onírica. Descanse en paz, Sergio.

Been there, read that (CCXIII)

Todos deberíamos ser feministas

Aut. Chimamanda Ngozi Adichie

A riesgo de ser identificado como un «aliado» por parte de mis amigos más cercanos en tono de burla, ya hace un tiempo que me he interesado por la literatura feminista; tal vez no de forma intensa, pero trato de informarme y de aportar, a través de mis acciones, un granito de arena a la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer y la búsqueda de la igualdad y equidad de género. En mi última visita a mi librería favorita, llamó mi atención otro libro más de esos tomos ligeros cargados de excelente contenido. Por tan sólo 90 pesos me hice con Todos deberíamos ser feministas de la autora nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie.

Hasta el día en que leí su nombre en la portada del libro, no había escuchado de la escritora pero, al parecer, es ella bastante nombrada y reconocida no sólo en el contexto feminista. Tras publicar la foto del libro en Instagram, recibí varios comentarios positivos de su trabajo que me convencieron de haber tomado una buena decisión. Y vaya que así fue.

Todos deberíamos ser feministas es la adaptación a libro de una charla TED que la autora dio en 2013 y, en efecto, al leerla es muy fácil dejarse llevar por la estructura anecdótica que tiene. De alguna forma, el estilo relajado y hasta en tono cómico, ayuda a que el mensaje aterrice de forma clara y concisa: el feminismo no es ese montón de connotaciones negativas que se le atribuye a la palabra en sí; no se trata de odiar a los hombres, ni a los sujetadores, ni a la cultura africana (chiste local explicado en el texto), no cree que las mujeres deberían mandar siempre, no se trata de no llevar maquillaje ni de no depilarse, no es estar siempre enfadada ni se trata de no usar desodorante o no tener sentido del humor, sino todo lo contrario.

Con base en breves historias de su juventud y su relación con familia y mejores amistades, Chimamanda da cuenta de cada una de esas connotaciones negativas para dejar muy en claro porqué el feminismo es necesario y porqué su necesidad surge desde la educación temprana que deberíamos darle a las nuevas generaciones.

Es una lectura sencilla y definitivamente obligada para todos, hombres y mujeres por igual. Ayuda a comprender e inspira a querer cambiar y, si te da flojera leer, fácilmente puedes encontrar la plática original. No se trata de «quedar bien» o de ser «aliado», se trata de romper con todo aquello que no estaba bien en el pasado pero que se normalizaba cuando no debió ser así. No esperes aplausos al hacer un cambio que desde un principio no tenía porqué haber necesidad de hacer.

Been there, read that (CLXXVI)

10 octubre 2019 2 comentarios

Temporada de huracanes

Aut. Fernanda Melchor

9786073152730_1Una de las primeras películas que recuerdo haber visto en mi temprana etapa de la infancia fue la de Stand by me, de esas joyas que llegabas a cachar los domingos de cine permanencia voluntaria en Canal 5 porque no existía la televisión por cable. Por otro lado, una de las primeras rentas en formato Betamax que también recuerdo, y que no se suponía que viera, fue la de It, la original, la que sí daba miedo. En ambas películas, se me quedó grabada la premisa del grupo de amigos que se interna en el bosque para encontrar algún horror: en el caso de Stand by me, era el cadáver de un adolescente; mientras que, en It, era la entrada al sistema de drenaje donde habrían de enfrentar al ente que se alimentaba de sus miedos.

Menciono lo anterior porque, de algún modo, Temporada de huracanes me transmitió el sentimiento de esas historias aunque realmente tengan poco o nada que ver. La novela comienza, precisamente, con un grupo de niños que se internan en las cañadas cercanas al ingenio que da vida al pueblo de La Matosa; tras internarse en la zona, pronto habrán de descubrir el cuerpo sin vida de un estrafalario y legendario personaje del pueblo, La Bruja.

A partir de ese momento, la obra nos inserta en la historia en torno al asesinato a través de los ojos de los partícipes (y a los allegados a estos) del hecho delictivo. Nuevamente, un grupo de adolescentes cuya diferenciación de los de clase media americana que se utilizan en las películas a las que me referí, es que ellos se encuentran rodeados de la característica miseria y del olvido que rodean las zonas más pobres de México. De nuevo, la violencia, el narco, el abandono de los padres, la falta de atención de las autoridades, entre otras situaciones comunes en nuestro país, permean la vida de un par de diecisieteañeros que no distinguen lo bueno de lo malo y que, en las drogas, encuentran un respiro de la miserable vida que llevan.

Los motivos de un crimen no tienen que ser complicados para que sean profundos, y en Temporada de huracanes, la sencillez del pueblo que rodea a la historia, nos permite adentrarnos y situarnos en circunstancias conocidas: la derrama económica que conlleva la apertura de una planta petrolera, la afluencia de cantinas y tugurios que provoca, el descuido e irresponsabilidad de los usuarios y prestadores de servicios al interior de estos, la fragmentación familiar y el abandono y, finalmente, la violencia y el crimen de aquellos que nunca tuvieron nada pero siempre lo perdieron todo.

La obra de Fernanda Melchor es cruda, realista y erótica hasta cierto punto. Nos presenta la realidad cotidiana de gran parte de la población: religiosidad, superstición, complejos de inferioridad, intolerancia, frustración, desesperanza, crímenes pasionales. Sencilla de leer pero difícil de digerir es esa temporada de huracanes que ya viene y que todos esperan después de sendos calorones. 

Been there, read that (CLIII)

Campeón gabacho

Aut. Aura Xilonen

campeon-gabachoAunque no lo parezca, me perturba mucho no tener la posibilidad de mantener actualizado mi blog, es como un compromiso conmigo mismo que está siempre en mi mente y que nunca puedo cumplir porque o tengo demasiado qué hacer entre mis tres «trabajos» o cuando tengo tiempo lo ocupo para otras actividades prioritarias que no puedo realizar por la causa inmediata anterior. En fin, pasaré a platicar de uno de los últimos que leí antes de verme inmerso en temas de tesis y laborales, ya tiene más de dos meses desde que lo tuve en mis manos.

Sobre la obra de Aura Xilonen, que a propósito estudia su licenciatura en un edificio contiguo a otro en el que estudio el Doctorado, puedo decir que me dejó un sabor agridulce. Dulce porque la narrativa de la historia te permite imaginar toda una producción cinematógrafica alrededor de ésta, muy al estilo de la primera película de Rocky: un perdedor que obtiene oportunidades en los lugares más insospechados, enamorado de la chica que él cree inalcanzable mientras brinda esperanza a quienes más la necesitan. Es agria, porque a medida que te acercas al final de la historia, ésta se acelera y concluye con un estilo de «continuará» que deja todo a la imaginación y no brinda una conclusión que provoque satisfacción.

Después de tantos «camejanes» y «camaweyes», uno jamás sabrá si nuestro héroe se queda con la chica, si obtendrá una pelea por el título, si obtendrá los medios para ayudar a los niños de la casa hogar, en resumen, nada. Aunque es obvio que no todas las historias concluyen con un «felices para siempre», lo cierto es que se siente como algo trunco, más forzado que dejado así por elección de la escritora.

Tal vez ya no es el tipo de literatura que debería buscar. Los cierto es que la disfruté mucho, el manejo del lenguaje «de barrio» de la poblana es más que excelente y te sumerge de lleno en las tribulaciones del mojado que se gana la vida como ayudante en una librería. Vale la pena, sí, mucho, lo recomiendo, aunque con algunas reservas que incluso compartí con mi padre.