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Archive for noviembre 2019

Contar la historia

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¿Contar la historia ayudaría? El relato ordena. Alguien me sugiere: «Cambia los nombres. Muchos escritores lo hacen. Cuanta tu propia historia como si fuera de otra». ¿Contar en tercera persona? ¿Psicodrama? Tal vez. ¿Quién quiere hacer mi papel? ¿Y el otro? El pudor. El miedo al ridículo. La absurda sensación del absurdo. Nada más absurdo que las palabras de una puestas en boca de alguien más. «Yo quisiera ser tu amante.» ¡Por favor! ¿Quién me escribe los diálogos? ¿Corín Tellado?

Leo sin parar novelas de rupturas. No, no he llegado a Corín Tellado. Todavía. Pero sí a La mujer rota, a Solitario de amor,La intemperie. Para inspirarme, me digo. Me miento. Para regodearme en la tristeza ajena. En otro dolores. En otras incertidumbres. Para sentir que al final de cuentas eso no estuvo tan grave. Que sobrevivo. Sobrevivo rodeada de novelas de amores fracasados. Otros se rodearían de cervezas. O de chocolates. Yo tengo estos libros alrededor. Por lo menos no engordan.

Nadie se casa, se junta se arrejunta, se «amasiata» (?), pensando que la relación va a fracasar. Nadie se jura amor eterno, ni cuidarse en la enfermedad y en la salud, en la pobreza y en la bonanza, pensando que algún día todo aquello se terminará. Nadie acepta vivir una vida de a dos imaginando que ese otro ser —el único que conoce nuestro rostro al despertar, el que sabe qué nos duele de verdad, qué nos lastima, qué nos hace llorar, con qué anécdotas nos carcajeamos y cuál es nuestro gemido más profundo—, que ese otro ser, decía, que hasta ayer sentíamos parte de nosotros mismos hoy puede transformarse en nuestro enemigo. En el peor.

Pero pasa. Un día recibes un mensaje, incluso un whatsapp como si fueras una adolescente, y tu vida da un vuelco. Ya no tienes ahí tu hogar, ya no eres bienvenida. Serás en adelante Hester Prynne obligada a usar una letra escarlata.

– Sandra Lorenzano en El día que no fue

Been there, read that (CLXXXI)

La mujer que tenía los pies feos

Aut. Jordi Soler

978607318413Nunca me he identificado a mí mismo como el tipo de hombre que se considera un conquistador o un tigre depredador del sexo opuesto; de hecho, repudio a ese tipo de individuos. Sin embargo, sí me identifico con esa etapa en la que el conquistador se convierte en el conquistado. Me explico, no necesariamente tienes que ser un mujeriego galán todas-mías para que, de repente, aparezca esa persona, única de entre todas las demás, que sacude tu mundo y logra que realices todas esas hazañas de las que siempre renegaste o que ni en tus más guajiros sueños imaginas hacer. En el caso de los galanes, esas hazañas se traducen en transformarse de tigres en gatos domésticos; en mi caso, en transformar el corazón de piedra acorazado en uno totalmente de pollo.

Pues bien, el protagonista de nuestra historia es un aclamado director cinematográfico, un tigre que devora asistentes, becarias y actrices sin parar. Su técnica infalible consiste en citarlas a su penthouse para hacer «lectura de guiones», lecturas que en realidad nunca acontecen. El mundo es un ir y venir carnal, despertar para preparar martinis y fumar habanos caros, hasta el día en que Varsovia aparece, la mujer que le hará ver su suerte al protagonista y que lo convertirá en todo aquello que juró nunca ser.

Varsovia se muestra inmune a las más elaboradas tácticas del cineasta y, por el contrario, se muestra hábil para domesticarlo. Tiene los pies más feos que el galán jamás ha visto, y son esos pies los que se transforman en la obsesión del antes mujeriego. A partir del momento en que ella entra en su vida, el director comienza a renunciar a todo lo que lo hacía ser quien era: el alcohol, el cigarro, su mascota, sus hábitos. A partir de ese primer día, no pasa un momento en el que el personaje no calcule cada uno de sus movimientos más simples considerando todas y cada una de las opciones y los escenarios posibles que eviten que Varsovia lo rechace.

Por supuesto que ella lo trata como perro. Corrección, lo trata como algo que se encuentra en un punto intermedio entre una rana (tal vez) y un perro, porque al último perro que ella encuentra, le hace demasiados cariños. Lo cierto es que la atención y sonrisas de la susodicha siempre pertenecen a terceros, nunca a nuestro extinto casanova. Pronto vislumbramos ese campo minado en el que él camina a diario mientras trata de rescatar su matrimonio con Varsovia en unas vacaciones en Belice. Un escenario que pronto traerá la amenaza de una revolución por parte de los lugareños en contra de sus opresores, los ingleses.

La novela es corta, divertida, sarcástica. Es ese tipo de libro con el que todo hombre «domado» se podría identificar independientemente de su carácter  o forma de afrontar la vida en pareja.  Todos anhelamos una revolución, la pregunta es, ¿cuando la revolución llega, estamos dispuestos a elegirla por encima de nuestro amor de la vida?

Been there, read that (CLXXX)

Bonfire

Aut. Krysten Ritter

9101iHroYwLIndependientemente de la calidad, profundidad y demás temas de análisis cinematográfico, hay algo que, pienso, Marvel ha hecho perfectamente en su universo cinematográfico: el casting. De alguna manera, los actores ya eran el personaje que terminaron interpretando, Chris Evans y Robert Downey nacieron para ser Capitán América y Iron Man, respectivamente; Scarlet, por supuesto que sería Black Widow el resto de su vida… Y luego está Krysten Ritter siendo Jessica Jones. Si bien fue perfecta como Jane en Breaking Bad, lo cierto es que a ella no la puedo imaginar interpretando personajes que no tengan el carácter, la testarudez, el dinamismo, la fortaleza y esa incipiente fragilidad de la heroína de Investigaciones Alias.

Cuando me enteré que la actriz había publicado un libro, corrí a encargarlo en línea. Hay actores y actrices que tienen mi voto de confianza desde el primer momento en que los veo en pantalla y Krysten lo fue irremediablemente desde que la miré interpretando a la novia de Jesse Pinkman.

Pero hablemos de su novela: en Bonfire, seguiremos la cruzada de la abogada Abigail Williams por demostrar que una empresa transnacional no cumple con las normas sanitarias adecuadas y derrama contaminantes en el sistema de agua potable de Los Páramos (The Barrens), el pequeño pueblo en el que ella creció y del que huyó en cuanto tuvo oportunidad una vez que terminó la preparatoria.

Más que la labor de una abogada, Abby se encarga de realizar actividad detectivesca mientras libra una batalla interna contra su pasado que la acecha en cada esquina de su pueblo natal. Ella siempre detestó su vida en ese lugar y jamás superó la desaparición repentina de la única amiga que tuvo en la infancia que, antes de desaparecer, envenenó al perro de la protagonista.

Abby no puede evitar reencontrarse con todas aquellas personas que, en la infancia, se encargaron de hacer de su vida un infierno, incluido su propio padre. Y entre la investigación y el espiral de recuerdos en el que se adentra, Abby se da cuenta de que no sólo está en juego el caso sino también su cordura.

La verdad, es que la forma de ser de la protagonista y su constante renuencia a enfrentar los traumas de su vida temprana, hace que sea imposible no imaginar a Jessica Jones como la verdadera protagonista, aunque sin súperpoderes. Tal vez eso hizo que disfrutara aún más el libro.

Por otro lado, debo decirlo, la historia puede resultar por momentos predecible y no se siente del todo novedosa. Que si logra sumergirte en la atmósfera de intriga y suspenso, definitivamente. Sólo encuentro que es una historia digna de un capítulo de una serie de mediano rating y ya. Tal vez si no hubiese relacionado tanto al personaje con la actriz, no habría disfrutado tanto su obra, pero como sí fue el caso, la amé.

Sigo pensando que necesito una Jessica Jones en mi vida. Bueno, ya la tengo/tuve, pero está un poquito indispuesta en estos momentos.

Busca a la maldad para que ella no te busque a ti

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I think he might be sleeping again. His eyes are closed, and his head nods with the rythm of the car. But then he says, «I’m not afraid to die, you know.»

I reminds me of Kaycee.

«And don’t say I’m not dying,» he adds, before I can. «I heard what the doctor said.»

«There is no death,» I say.»Just God.» It’s a line he often fed me.

He sits there, rocking, eyes closed. Like he’s listening to music I can’t hear.

«Two Septembers ago I found a cat in the old shed. Pregnant to the point of bursting. She was in bad shape. I put a blanket on them, gave her water and some milk. The kittens came, six of them, smallest things I’d ever seen. Some of them could’ve passed for bugs, except for the fur.» He shakes his head. Still squeezing his eyes shut. «I made a little nest for them, just some cardboard and old blankets.»

I expect him to finish but he goes silent. […] «What happened to them?» I say finally.

He opens his eyes. «Big storm came through. Overnight temperature dropped forty degrees. There was no warning, nothing on the reports. Just a change in the winds and freeze knocked all the leaves from the trees and made it winter overnight.» He brings a hand to the window and presses it to the glass, then pulls away to watch his prints disappear. «They were all dead by morning, every one of them, six tiny kittens and the mother too.»

«I’m sorry.» I say, and I am, but puzzled, too: out here you get used to things dying. There are farms buzzing with flies, cows and pigs and chickens slaughtered to fill deep freezers. Deer hunted in the winter, cats killed in the road, and birds dropped from the sky.

«I don’t know if there’s a God,» he says. We’re still moving, punching through a great big hanging picture toward nothing. «I used to think it was a plan. And even the bad things that happened, your mom getting sick, a kid getting mowed over, it was all part of the plan. But what kind of plan is there for kittens to freeze like that? They meant nothing to nobody. What kind of God would do that. Why not leave them unborn in the first place?» For a second, anger tightens his face, and he looks like the man I remember. «There’s evil in this world, Abby. You remember that. You look for it. You look so it can’t look for you.»

The world exhales. This sounds like the father I know. Smoke unwinds agains the clouds. «I’ll remember.»

– Krysten Ritter, en Bonfire.

Los últimos 4 meses de mi vida…

3 noviembre 2019 2 comentarios

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…y ya estoy de pie una vez más, listo para la siguiente ronda de madrazos que la vida me quiera mandar.