El traductor amixer
Ésto realmente requería un post en mi blog. A través de un querido amigo, llegó a mi perfil de facebook el traductor amixer, cuya genialidad consiste en traducir de una buena escritura a una escritura digna del más bajo nivel cultural y educativo al que se podría aspirar.
De tal modo, una cita del buen Bukowski como la que presento a continuación:
Qué gran triunfo hubiera sido. Besar esos labios ceceantes, acariciar sus piernas abiertas mientras Hitler devoraba Europa y codiciaba Londres.
Queda traducida de la siguiente forma:
k(u)é GrAN Trii(u)Nf0o H(u)BiieErA zhiid0o. BeEzhAr eEzh0ozh lABii0ozh ceEceEANTeEzh, AcAriiciiAr zh(u)zh piieErNAzh ABiieErTAzh miieENTrAzh HiiTleEr deEV0orABA eE(u)r0opA y c0odiiciiABA l0oNdreEzh. ׺°”˜`”°º×
¡Genial! ¿O no?
Estúpidas cartas de amor
Todas las cartas de amor son
ridículas,
No serían cartas de amor si no fuese
ridículas.
–
También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.
–
Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.
–
Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.
–
Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.
–
La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son,
ridículos.
–
(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).
– Fernando Pessoa
Un intento de poema escrito hace algún tiempo
¿Será?
Por Ángel Tejeda Moreno
…
Vuelve a una realidad alterna
En la que un tal vez se vuelve un nunca
Y los dos jugamos amoratados
En el embate de la codicia:
Egoísmo emancipado.
Labios capturados
Y tiempo encendido
Por la llama de una pasión exclusiva
De una muerte anticipada,
De su guadaña almidonada
Que reluce como el tormento
De este corazón
¡Soberano portento!
Disfrazado de solares solaces
Que insolan mi mortal cuerpo
Cuando la desolación invade
Y la parca sonríe extasiada
De mis vanos intentos
De recuperar lo que ha sido
Y no será…
¿Será?
Buenos pensamientos por la mañana
Contrario a lo que nos demuestran las series del AXN o el Sony, la existencia de asesinos seriales hace mejor a este mundo. En verdad, hay personas que tengo que ver todos los días al llegar al trabajo y lo único que pasa por mi cabeza es «Mata, mata, mata…».
Y no me digan que no les ha pasado. Por lo menos ya existe alguien que hace el trabajo sucio y que podría cumplir con nuestros más obscuros deseos (o los de alguien más).
Malo cuando te toca «la de malas» y bien valga esa redundancia.
¡Llegó!
Una entrada veloz y sencillita. Hace un par de horas recibí mi copia de El Último Libro del Mundo, un pequeño concurso de Librerías Gandhi del que tuve la oportunidad de comentarles hace un par de semanas.
Bien, estoy muy contento, eligieron uno de mis textos y, precisamente, eligieron el que yo deseaba que saliese publicado. Una pequeña narración, pequeñísima realmente, titulada El Perro sin Dientes; en la que describo de forma sencilla una pesadilla que me atormentó gran parte de mi infacia de forma recurrente.
No hay mucho qué decir, vale la pena comprar el librito no sólo por mi texto. Leyendo algunos, les puedo decir que hay muchas joyas escritas ahí por seres humanos que, lejos de ser grandes escritores, pusimos un granito de arena para hacer este compilado de reflexiones, historias y anécdotas que no buscan otra cosa más que expresarse.
En fin, tengo muy alto el ego esta noche por algo tan insignificante, ya les volveré a contar si un día gano un concurso más grande y reconocido. Buscaré mejorar y escribir más y más perrón. Mientras tanto, agradezco a todos los que brindan algunos minutos de sus vidas a leer mis necedades, a quienes las critican, comentan, alaban o detestan por igual.
¡Muchísimas Gracias!
El Último Libro del Mundo
La obra que lleva por título el nombre de la presente entrada, es un proyecto que, valiéndose del auge del «fin del mundo», busca su creación a través de las colaboraciones de un público general.
La premisa es la de tener un testimonio de todo aquello que las personas quisieran plasmar en el último libro que se llegaría a publicar. Bajo tal premisa, se creó un concurso en el que todo interesado mandase diferentes textos de temática libre; posteriormente, un jurado decidiría aquellos que se publicarían y, finalmente, se pondría a la venta El Último Libro del Mundo, conformado como un compilado de textos varios escritos por personas diferentes.
El día de hoy llegó un correo con la lista de ganadores de tal concurso:
Debo decir que para la humanidad es un paso imperceptible y minúsculo pero para un servidor es un gran salto. Provoca una enorme satisfacción saber que mi nombre será publicado a un nivel más grande del que tenía aquel semanario universitario que tanto amé.
En efecto, es un logro, pequeño para muchos, pero logro propio al final. Mandé diversos textos, no muchos, un par de narraciones sobre sueños, otra dedicada al maestro Lovecraft, y partes de algunos poemas que llegué a escribir hace algún tiempo. Todavía no sé qué texto fue el elegido, pero espero que, si llegan a tener la oportunidad de leer el libro, les guste y lo aprecien.
Gracias a las personas que de una u otra manera me apoyan a diario, éste es un pequeño resultado y se lo debo a todos ustedes.
Cthulhu, el abrazable
Espacio y tiempo:
Me encuentro con un sobrante de 25 minutos antes de la partida del autobús que me llevará a tierras camoteras un domingo soleado en Orizaba. Vagando en las calles aledañas a la estación, entro en una pequeña tienda gótica que yace al fondo del pasillo comercial de un cine. Observo una vitrina y un objeto, en el que se basa el relato, llama mi atención.
La escena:
Yo: Buenas tardes, ¿qué precio tiene el Cthulhu de peluche?
(Se acerca la dependienta de la tienda, dientes amalgamados y vestimenta totalmente negra)
D: Primero que nada, ¿sabes quién es él?
Yo: ¿Perdón?
D: Sí, que si sabes a quién representa ese peluche.
Yo: A Cthulhu, ¿no?
D: Sí, ¿conoces al autor de donde él salió?
Yo: Sí, a lov… (Me interrumpe la amiga)
D: Bueno, ¿cuantas de sus obras has leído? ¿Qué ediciones?
Yo: Pues, algunas, he leído por lo menos unas 15, se podría decir que las principales.
D: Es que, como sabrás, debemos admirar al autor y, con ello, a todos los que vinieron detrás de él ¿sabes? (la miro esperando me diga el precio del peluche que me gustó y ya) No cualquiera puede poseer algo así, y si lo quieres es porque seguramente te gusta rendirle culto (Ok, empiezo a pensar que se está poniendo rara la cosa) él es un Dios, y sus imágenes son escazas y casi no las encuentras, éste es importado y sólo trajimos dos; uno es mío.
Yo: Mmm ya! Ok, ¿cuánto cuesta?
D: No te puedo decir (WTF?) lo que pasa es que ese ya está vendido, pero para cualquier iniciado (debo entender que soy un iniciado) tenemos esta pequeña figura (me señala una estatuilla de unos 5 cm de altura) sólo 370 pesos.
Yo: Ya veo, está bonita, en fin, ¿podrías decirme cuanto costaba el peluche por lo menos?
D: No, no tiene caso, ya está vendido.
Yo: Sí, pero no te cuesta nada decirme, tengo curiosidad.
D: No, no tiene sentido si ya está vendido, tenemos esa pieza en 370 pesos. En dos semanas ya no estará porque tenemos que rotarla de la tienda, tú sabes, no es de buena suerte tener una de esas piezas en un mismo lugar mucho tiempo (Again, WTF?).
Yo: Mmm ok, lo pensaré, hasta luego
(Me alejo rápidamente del lugar, con alivio subo a mi autobús minutos después)
Conclusión:
Definitivamente hay mentes que son demasiado susceptibles como para leer a algunos autores. Independiente a eso, ¡Quiero un Cthulhu de peluche caray!