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Archive for May 2013

Adios al ‘Querubín’

El día de ayer, domingo 26 de mayo de 2013, se nos fue el Querubín, Héctor Garza, víctima de cáncer de pulmón. Lo vi pelear muchas veces y era de los que más me hacía reír. Me entristezco cada que uno de mis ídolos de tantos años se va. Dios te bendiga Héctor, gracias por todo.

Héctor Garza

Perder esperanza en la humanidad…

…cuando ves publicaciones como éstas:

Fútbol Asco rott

Cuando vale más un ‘cel con androi’ que la vida de ese pobre canino.

 

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Love without sex isn’t love

No Game

La conducta gallinácea

Cucco

[…] ¡Qué diferentes son los canarios de las gallinas!, llegó a decirse tras observar con minucia a los ambos géneros. Era verdad. Las últimas son animales soberbios, distinguen su jerarquía con picotazos ligeros que parecen casuales, de comunicación; una de éstas pica a la totalidad de sus compañeras en la cresta, otra pica a todas excepto a la primera (no puede, no debe hacerlo), la siguiente a todos excepto a las dos primeras, y así en sucesión hasta llegar a la más desdichada del conjunto, sin el pricilefio de picar a ninguna. Si por descuido o rebeldía lo hace, ¡cuidado!: puede estar firmando su sentencia de muerte, porque todas se le abalanzarán con picotazos salvajes, hasta que ceda o muera. Podría explicarse la historia del mundo haciendo un tratado científico sobre la conducta gallinácea.

– Isaí Moreno, El Suicio de una Mariposa

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Been there, read that (LXXXI)

El suicidio de una mariposa

Aut. Isaí Moreno

El Suicidio de una MariposaTodos escondimos revistas que nuestros padres nos prohibieron mirar, todos tuvimos el titubeo cuando la primera oportunidad del beso se presentó; también tuvimos el vecino vago y rebelde sin causa al que le caíamos bien e incluso se convertiría en nuestro mentor. A muchos de nosotros nuestros propios padres nos volaron alguna lanita que llevábamos ahorrada de los domingos. También sufrimos, tuvimos pesadillas y hasta nos enfermarnos al sentirnos culpables por ciertos eventos.

Todo eso es el Suicidio de una mariposa, pero con un trasfondo obscuro, lleno de desolación, desesperanza y muerte. Ciudad del Valle es así, una ciudad como cualquier otra en la que Antonino vive su día a día. Creciendo, conociendo, temiendo, teniendo su primera erección, rodeándose siempre de la fatalidad de un mundo en el que las personas no dan un carajo. Y su mentor, o lo más cercano que podría haber a uno, Castellán, el vago al que la «gente bien» critica y tacha de malviviente.

La crueldad de la escuela y la falsedad de la sociedad se unen para atormentar a Antonino, que verá en Castellán a un guardián hasta el día de su trágica muerte y de la que el mismo Antonino será partícipe. Y la culpabilidad de este acto será el evento que marque la vida del chamaco el resto de su vida.

La obra del Sr. Moreno muestra un lado muy real de la sociedad, de la tragedia que nos acompaña todo el tiempo, de lo que vemos en la nota roja nuestra de cada día. Suicidio tiene una narrativa veloz, cruda, en momentos morbosa. Pero no por todo lo anterior deja de ser atrayente y sin duda es un platillo que se come de una sola sentada.

Been there, read that (LXXX)

Un amor de Simone

Aut. Bárbara Jacobs

Un amor de SimoneRondaba los anaqueles de mi librería favorita cuando en la sección novedades me encontré con esta obra. Después de leer La mujer rota, no pude evitar sentirme atraído por el título (además de que su precio estaba realmente por debajo del promedio). Me llevé una grata sorpresa, pues me encontré con un texto ligero, ameno e interesante.

La obra de Bárbara es, ante todo, una conversación informal de ella consigo misma y con el lector. En esta plática, que podríamos conseguir entre intelectuales y personas con conocimientos básicos de la obra de De Beauvoir, nos centraremos en una Simone que pasa desapercibida tanto en el mundo literario como en el histórico: la Simone sensible y enamorada. Y este aspecto de la escritora es el que se revisa a través de la correspondencia que tuvo con su amante, el escritor norteamericano Nelson Algren.

Aclaro, no es un libro en el que encontraremos una serie de cartas pues ya existe ese compilado. Lo que encontraremos es un análisis que se hace a raíz del prólogo y comentarios que la albacea literaria de Simone hace previo al contenido de las cartas en el compilado original. La autora salta a la defensa de Algren y, al mismo tiempo, se encarga de colocar el reflector en el punto donde se debe apreciar a la escritora francesa cuando se busca una nueva y diferente perspectiva.

Sin duda, el libro resulta refrescante y toca un tema diferente. La lectura se hace rápida y en ocasiones se siente divertida por el tono que la autora toma para reclamar lo que considera injusto en el trato hacia una de las partes en esta relación de amor a distancia. Lo recomiendo totalmente. Eso sí, hay que conocer un poquitito de Simone, no demasiado pues la misma autora admite no haber leído más que un par de tomos.

La preocupación de las instituciones (debería ser)

Marc Fumaroli

(el gobierno en materia de educación y cultura) debería estar impulsado por la preocupación de formar a ese público no educado, en vez de duplicar la obra que venden a los jóvenes las compañías de entretenimiento. No basta con ponerles en las manos un iPod o un iPad y convertirlos en expertos en internet. Hay que llevarlos a las bibliotecas, enseñarles a trabajar en archivos e imaginar el pasado, familiarizarlos con buenas librerías donde puedan descubrir libros de historia, arte o ficción; iniciarlos en otras cosas que no son la última actualidad, el último grupo rock o funk, la última campaña publicitaria de Apple. Se llamará a muchos y pocos serán elegidos. Pero lo importante es la elocuencia de la llamada, en un momento en el que el nihilismo tiende a prevalecer.

– Marc Fumaroli, Letras Libres No. 173

Una bella expectativa

Chinaski

Podía ver el camino que se abría frente a mí. Yo era pobre e iba a continuar siéndolo. Pero tampoco deseaba especialmente tener dinero. No sabía qué es lo que quería. Sí, lo sabía. Deseaba algún lugar dónde esconderme, algún sitio donde no tuviera que hacer nada. El pensamiento de llegar a ser alguien no sólo no me atraía sino que me enfermaba. Pensar en ser abogado, concejal, ingeniero, cualquier cosa por el estilo, me parecía imposible. O casarme, tener hijos, enjaularme en la estructura familiar. Ir a algún sitio para trabajar todos los días y después volver. Era imposible. Hacer cosas normales como ir a comidas campestres, fiestas de Navidad, el 4 de julio, el Día del trabajo, el Día de la Madre… ¿acaso todos los hombres nacían para soportar esas cosas y luego morir? Prefería ser un lavaplatos, volver a mi pequeña habitación y emborracharme hasta dormirme.

– Hank Chinaski en La senda del perdedor.

Been there, read that (LXXIX)

La senda del perdedor

Aut. Charles Bukowski

La senda del perdedorCuando eres lector, es común que gran parte de los libros que lees pareciera que los lees en el momento adecuado de tu vida. Ya sea que andas en problemas amorosos y la obra pareciera describirlos a la perfección o si estás estancado en un trabajo del carajo y el libro te muestra personajes con las mismas carencias, siempre habrá algo que te acomodará casi a la perfección. Aunque también dicen que el que busca señales, hasta en la sopa las encuentra.

Pues bien, Bukowski hace de las suyas con La senda y llega a mí en un momento que no trato de llamarle depresión, sino simplemente hartazgo, hastío. Chinaski es un pequeño mocoso que crece dentro de una familia «funcional» con un padre frustrado y una madre conformista; se la pasa escuchando los quejidos del papá, los insultos que tiene para prácticamente todas las personas que se cruzan en su camino y las apariencias que quiere dar a los demás de que es un hombre exitoso, cuando no lo es. La madre, sólo se limita a sus labores del hogar.

Conforme va creciendo y pasa de la primaria a la secundaria y de ahí hasta llegar a la universidad (de la que se cansará pronto), Hank desarrolla esta apatía y aversión hacia los demás seres humanos. Le molesta su compañía, todos son gente adecuada a un sistema al que él nunca pertenecerá. Trabajar para idiotas, comprar cosas inútiles, tener una vida acartonada y dictada por los demás, son perspectivas de las que el protagonista no quiere saber nada.

Lo interesante está en embriagarse, en tundir a golpes al que se deje y en escribir. Vivir al día, observar cómo Hitler hace desmanes en Europa y ser testigo de cómo la poca gente que le cae bien desaparece irremediablemente de su vida, es algo a lo que Hank se acostumbra rápidamente. Los reclamos del padre, el acné incontrolable, la ausencia del amor, la falta de un sentido de autoconservación, hacen de Chinaski un underdog del que no podemos evitar sentirnos atados.

Finalmente veremos que esa es la senda del perdedor, donde para el perdedor, los perdedores somos los demás, aunque quién sabe quién tenga la razón.